Friday, July 14, 2023

DAB Español, Sábado 15 de Julio

Día 196, DAB Español, Sábado 15 de Julio


1 Crónicas 19:1-21:30; Romanos 2:24-3:8; Salmos 11; Proverbios 19:10-12 (Nueva Versión Internacional (NVI))








1 Crónicas 19-21

Nueva Versión Internacional

Guerra contra los amonitas


19 Pasado algún tiempo, murió Najás, rey de los amonitas, y su hijo lo sucedió en el trono. 2 Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún hijo de Najás, pues su padre lo fue conmigo». Así que envió a unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre.


Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas para darle el pésame a Janún, 3 los jefes de ese pueblo le aconsejaron: «¿Y acaso cree Su Majestad que David ha enviado a estos mensajeros solo para darle el pésame, y porque quiere honrar a su padre? ¿No será más bien que han venido a espiar y explorar el país para luego destruirlo?» 4 Entonces Janún mandó que apresaran a los mensajeros de David y que les afeitaran la barba y les rasgaran la ropa por la mitad, a la altura de las nalgas. Y así los despidió.


5 Los hombres de David se sentían muy avergonzados. Cuando David se enteró de lo que les había pasado, mandó que los recibieran y les dieran este mensaje de su parte: «Quédense en Jericó, y no regresen hasta que les crezca la barba».


6 Al darse cuenta Janún y los amonitas de que habían ofendido a David, enviaron treinta y tres mil kilos[a] de plata para contratar carros y jinetes en Aram Najarayin,[b] en Aram de Macá y en Sobá. 7 Contrataron treinta y dos mil carros y al rey de Macá con su ejército, que acampó frente a Medeba. Por su parte, los amonitas salieron de sus ciudades y se dispusieron para el combate. 8 Cuando David lo supo, despachó a Joab con todos los soldados del ejército. 9 Los amonitas avanzaron hasta la entrada de su ciudad, pero los reyes que habían venido a reforzarlos se quedaron aparte, en campo abierto.


10 Joab se vio amenazado por el frente y por la retaguardia, así que escogió a las mejores tropas israelitas para pelear contra los sirios, 11 y el resto de las tropas las puso al mando de su hermano Abisay, para que enfrentaran a los amonitas. 12 A Abisay le ordenó: «Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a rescatarme; y, si los amonitas pueden más que tú, yo te rescataré. 13 ¡Ánimo! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el Señor haga lo que bien le parezca!»


14 En seguida Joab y sus tropas avanzaron contra los sirios, y estos huyeron de él. 15 Al ver que los sirios se daban a la fuga, también los amonitas huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Entonces Joab regresó a Jerusalén.


16 Los sirios, al verse derrotados por Israel, enviaron mensajeros para pedir ayuda a los sirios que vivían al otro lado del río Éufrates. Sofac, jefe del ejército de Hadad Ezer, se puso al frente de ellos. 17 Cuando David se enteró de esto, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y tomó posición de batalla contra los sirios. Estos lo atacaron, 18 pero tuvieron que huir ante los israelitas. David mató a siete mil soldados sirios de caballería y cuarenta mil de infantería; también mató a Sofac, jefe del ejército. 19 Al ver que los sirios habían sido derrotados por los israelitas, todos los vasallos de Hadad Ezer hicieron la paz con David y se sometieron a él. A partir de entonces, los sirios se negaron a ir en auxilio de los amonitas.

Conquista de Rabá


20 En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, Joab sacó el grueso del ejército y devastó el país de los amonitas. Llegó hasta Rabá, la atacó y la destruyó; pero David se quedó en Jerusalén. 2 Al rey de los amonitas[c] David le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos[d] y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. 3 Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, rastrillos y hachas. Lo mismo hizo con todos los pueblos de los amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas.

Guerra contra los filisteos


4 Después de esto, hubo una batalla contra los filisteos en Guézer. Fue en esa ocasión cuando Sibecay el jusatita mató a Sipay, descendiente de los gigantes. Así sometieron a los filisteos.


5 Luego, en otra batalla que hubo contra los filisteos, Eljanán hijo de Yaír mató a Lajmí, hermano de Goliat el guitita, cuya lanza tenía un asta tan grande como el rodillo de un telar.


6 Hubo una batalla más en Gat. Allí había otro gigante, un hombre altísimo que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, es decir, tenía veinticuatro dedos en total. 7 Este se puso a desafiar a los israelitas, pero Jonatán hijo de Simá, que era hermano de David, lo mató.


8 Estos fueron los descendientes de Rafá el guitita que cayeron a manos de David y de sus oficiales.

David hace un censo militar


21 Satanás conspiró contra Israel e indujo a David a hacer un censo del pueblo. 2 Por eso David les dijo a Joab y a los jefes del pueblo:


—Vayan y hagan un censo militar que abarque desde Berseba hasta Dan, y tráiganme el informe para que yo sepa cuántos pueden servir en el ejército.


3 Joab le respondió:


—¡Que el Señor multiplique cien veces a su pueblo! Pero ¿acaso no son todos ellos servidores suyos? ¿Para qué quiere hacer esto Su Majestad? ¿Por qué ha de hacer algo que traiga la desgracia sobre Israel?


4 Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre la opinión de Joab, de modo que este salió a recorrer todo el territorio de Israel. Después regresó a Jerusalén 5 y le entregó a David los resultados del censo militar: En Israel había un millón cien mil que podían servir en el ejército, y en Judá, cuatrocientos setenta mil. 6 Pero Joab no contó a los de las tribus de Leví ni de Benjamín, porque para él era detestable la orden del rey. 7 Dios también la consideró como algo malo, por lo cual castigó a Israel.


8 Entonces David le dijo a Dios: «He cometido un pecado muy grande al hacer este censo. He actuado como un necio. Yo te ruego que perdones la maldad de tu siervo».


9 El Señor le dijo a Gad, el vidente de David: 10 «Anda y dile a David que así dice el Señor: “Te doy a escoger entre estos tres castigos: dime cuál de ellos quieres que te imponga”».


11 Gad fue adonde estaba David y le dijo:


—Así dice el Señor: “Elige una de estas tres cosas: 12 tres años de hambre, o tres meses de persecución y derrota por la espada de tus enemigos, o tres días en los cuales el Señor castigará con peste el país, y su ángel causará estragos en todos los rincones de Israel”. Piénsalo bien y dime qué debo responderle al que me ha enviado.


13 —¡Estoy entre la espada y la pared! —respondió David—. Pero es mejor que yo caiga en las manos del Señor, porque su amor es muy grande, y no que caiga en las manos de los hombres.


14 Por lo tanto, el Señor mandó contra Israel una peste, y murieron setenta mil israelitas. 15 Luego envió un ángel a Jerusalén para destruirla. Y al ver el Señor que el ángel la destruía, se arrepintió del castigo y le dijo al ángel destructor: «¡Basta! ¡Detén tu mano!» En ese momento, el ángel del Señor se hallaba junto a la parcela de Ornán el jebuseo.


16 David alzó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en la mano que apuntaba hacia Jerusalén. Entonces David y los ancianos, vestidos de luto, se postraron sobre su rostro. 17 Y David le dijo a Dios: «Señor y Dios mío, ¿acaso no fui yo el que dio la orden de censar al pueblo? ¿Qué culpa tienen estas ovejas? ¡Soy yo el que ha pecado! ¡He actuado muy mal! ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre mi familia, pero no sigas hiriendo a tu pueblo!»

David construye un altar


18 Entonces el ángel del Señor le dijo a Gad: «Dile a David que vaya y construya un altar para el Señor en la parcela de Ornán el jebuseo». 19 David se puso en camino, conforme a la palabra que Gad le dio en nombre del Señor.


20 Ornán se encontraba trillando y, al mirar hacia atrás, vio al ángel. Los cuatro hijos que estaban con él corrieron a esconderse. 21 Al ver Ornán que David se acercaba a su parcela, salió a recibirlo y se postró delante de él. 22 David le dijo:


—Véndeme una parte de esta parcela para construirle un altar al Señor, a fin de que se detenga la plaga que está afligiendo al pueblo. Véndemela por su verdadero precio.


23 Ornán le contestó a David:


—Su Majestad, yo se la regalo, para que haga usted en ella lo que mejor le parezca. Yo mismo le daré los bueyes para los holocaustos, los trillos para la leña y el trigo para la ofrenda de cereal. Todo se lo regalo.


24 Pero el rey David le respondió a Ornán:


—Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio.


25 Fue así como David le dio a Ornán seiscientas monedas[e] de oro por aquel lugar. 26 Allí construyó un altar al Señor y le ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego oró al Señor, y en respuesta Dios envió fuego del cielo sobre el altar del holocausto.


27 Entonces el Señor le ordenó al ángel que envainara su espada. 28 Al ver David que el Señor le había respondido, le ofreció sacrificios. 29 En aquel tiempo, tanto el santuario del Señor que Moisés hizo en el desierto como el altar del holocausto se encontraban en el santuario de Gabaón. 30 Pero David no fue a consultar a Dios a ese lugar porque, por causa de la espada del ángel del Señor, estaba aterrorizado.

Footnotes


19:6 treinta y tres mil kilos. Lit. mil talentos.

19:6 Aram Najarayin. Es decir, el noroeste de Mesopotamia.

20:2 al rey de los amonitas. Alt. a Milcón (es decir, el dios Moloc).

20:2 treinta y tres kilos. Lit. un talento.

21:25 seiscientas monedas. Lit. seiscientos siclos.


Romanos 2:24-3:8

Nueva Versión Internacional


24 Así está escrito: «Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los gentiles».[a]


25 La circuncisión tiene valor si observas la ley; pero, si la quebrantas, vienes a ser como un incircunciso. 26 Por lo tanto, si los gentiles cumplen[b] los requisitos de la ley, ¿no se les considerará como si estuvieran circuncidados? 27 El que no está físicamente circuncidado, pero obedece la ley, te condenará a ti que, a pesar de tener el mandamiento escrito[c] y la circuncisión, quebrantas la ley.


28 Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo. 29 El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente.

Fidelidad de Dios


3 Entonces, ¿qué se gana con ser judío, o qué valor tiene la circuncisión? 2 Mucho, desde cualquier punto de vista. En primer lugar, a los judíos se les confiaron las palabras mismas de Dios.


3 Pero entonces, si a algunos les faltó la fe, ¿acaso su falta de fe anula la fidelidad de Dios? 4 ¡De ninguna manera! Dios es siempre veraz, aunque el hombre sea mentiroso. Así está escrito:


«Por eso, eres justo en tu sentencia,

y triunfarás cuando te juzguen».[d]


5 Pero, si nuestra injusticia pone de relieve la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Que Dios es injusto al descargar sobre nosotros su ira? (Hablo en términos humanos). 6 ¡De ninguna manera! Si así fuera, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo? 7 Alguien podría objetar: «Si mi mentira destaca la verdad de Dios y así aumenta su gloria, ¿por qué todavía se me juzga como pecador? 8 ¿Por qué no decir: Hagamos lo malo para que venga lo bueno?» Así nos calumnian algunos, asegurando que eso es lo que enseñamos. ¡Pero bien merecida se tienen la condenación!

Footnotes


2:24 Is 52:5; Ez 36:22

2:26 si … cumplen. Lit. si la incircuncisión guarda.

2:27 el mandamiento escrito. Lit. la letra; también en v. 29.

3:4 Sal 51:4


Salmos 11

Nueva Versión Internacional

Al director musical. Salmo de David.


11 En el Señor hallo refugio.

¿Cómo, pues, se atreven a decirme:

«Huye al monte, como las aves»?

2

Vean cómo tensan sus arcos los malvados:

preparan las flechas sobre la cuerda

para disparar desde las sombras

contra los rectos de corazón.

3

Cuando los fundamentos son destruidos,

¿qué le queda al justo?


4

El Señor está en su santo templo,

en los cielos tiene el Señor su trono,

y atentamente observa al ser humano;

con sus propios ojos lo examina.

5

El Señor examina a justos y a malvados,

y aborrece a los que aman la violencia.

6

Hará llover sobre los malvados

ardientes brasas y candente azufre;

¡un viento abrasador será su suerte!


7

Justo es el Señor, y ama la justicia;

por eso los íntegros contemplarán su rostro.

Proverbios 19:10-12

Nueva Versión Internacional


10

No va bien con el necio vivir entre lujos,

y menos con el esclavo gobernar a los príncipes.


11

El buen juicio hace al hombre paciente;

su gloria es pasar por alto la ofensa.


12

Rugido de león es la ira del rey;

su favor es como rocío sobre el pasto.

Nueva Versión Internacional (NVI)


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