Monday, July 24, 2023

DAB Español, Martes 25 de Julio

Día 206, DAB Español, Martes 25 de Julio


2 Crónicas 14:1-16:14; Romanos 9:1-24; Salmos 19; Proverbios 20:1 (Traducción en lenguaje actual (TLA))








2 Crónicas 14-16

Traducción en lenguaje actual

Asá, rey de Judá (1 R 15.9-12)


14 1-5 Cuando Abiam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Asá, su hijo, reinó en su lugar, y en esa época Dios le permitió al pueblo disfrutar de diez años de paz.


Asá obedeció a Dios en todo, y mandó quitar de todas las ciudades de Judá los pequeños templos de las colinas, en los que el pueblo adoraba a dioses falsos; hizo pedazos los ídolos y las imágenes de la diosa Astarté. Además, le ordenó a toda la gente de Judá que adorara al Dios de sus antepasados y que siempre obedeciera su ley.


6-7 Asá aprovechó que había paz, y le dijo al pueblo:


«Dios nos ha permitido estar en paz con nuestros enemigos, pues hemos vuelto a obedecer sus mandamientos. ¡Ahora es el momento de reforzar la seguridad de nuestras ciudades! Vamos a construir murallas alrededor de ellas, y torres y puertas con buenos seguros».


El pueblo estuvo de acuerdo, y logró fortalecer las ciudades con gran éxito.

Guerra de Asá contra Zérah


8-9 Tiempo después, Zérah, que era de Etiopía, le declaró la guerra a Judá. Al frente de un ejército muy numeroso y de trescientos carros de combate, llegó hasta Maresá, muy cerca de Jerusalén.


Aunque Asá tenía un ejército de valientes soldados armados con escudos y lanzas, eran apenas trescientos mil soldados de la tribu de Judá, y doscientos ochenta mil de la tribu de Benjamín. 10 Sin embargo, Asá decidió enfrentarse a Zérah y a su ejército, y colocó a sus hombres en posición para la batalla en el valle de Sefata, que está muy cerca de Maresá. 11 Luego oró a Dios, diciendo:


«Dios nuestro, nos hemos atrevido a pelear contra este ejército tan grande, porque confiamos en ti y queremos honrarte. No hay nadie como tú para ayudar al débil y liberarlo del poderoso. Por eso te rogamos que nos ayudes. ¡Tú eres nuestro Dios! ¡Sabemos que nadie te puede vencer!»


12-13 Y efectivamente, Dios y su ejército acabaron con los etíopes. Zérah y su ejército salieron huyendo, pero los hombres de Judá los persiguieron hasta Guerar, y los mataron a todos sin dejar un solo etíope vivo. Luego se apoderaron de todas sus pertenencias.


14 Al ver esto, la gente de los poblados cercanos a Guerar tuvo mucho miedo de Dios. Y el ejército de Judá se aprovechó de eso para quitarle a esa gente sus abundantes riquezas. 15 Atacaron también los campamentos donde había ganado, y se apoderaron de muchísimas ovejas y camellos. Finalmente volvieron a Jerusalén.

Asá es fiel a Dios (1 R 15.11-15)


15 1-6 El espíritu de Dios le dio al profeta Azarías hijo de Oded un mensaje para el rey Asá, el cual decía:


«¡Tú, Asá, y ustedes, tribus de Judá y de Benjamín, pongan atención! Hace mucho tiempo, Israel había dejado de adorar al Dios verdadero, y no tuvo sacerdotes que le enseñasen su ley. En esos días, Dios castigaba a los pueblos con toda clase de angustias. Por todas partes, la gente vivía con mucha inseguridad y temor. Había guerras entre los pueblos y entre las ciudades; nadie estaba tranquilo.


»Aun así, cuando nuestra gente estaba angustiada, se arrepentía y se acercaba a nuestro Dios. Él siempre los recibía. Por eso ahora les digo: Si ustedes le son fieles, él estará siempre con ustedes; cuando lo necesiten, podrán encontrarlo; pero si ustedes lo abandonan, él también los abandonará. 7 ¡Sean valientes, no dejen de obedecer a Dios, y él les dará su recompensa!»


8 Cuando Asá escuchó al profeta, tuvo el valor de destruir los horribles ídolos que había en todo el territorio de Judá y de Benjamín, y en las ciudades que había conquistado en la montaña de Efraín. Al mismo tiempo, reparó el altar de Dios que estaba frente a la entrada del templo.


9 Después Asá mandó llamar a toda la gente de las tribus de Judá y de Benjamín. Y como en su territorio vivían muchos de las tribus de Efraín, de Manasés y de Simeón, también ellos respondieron al llamado del rey. Éstos se habían unido a Asá porque se dieron cuenta de que Dios lo ayudaba en todo.


10 El mes de Siván[a] del año quince del reinado de Asá llegaron todos a Jerusalén, 11 y ese día le ofrendaron a Dios setecientas reses y siete mil ovejas, que antes le habían quitado a sus enemigos.


12-15 Fue entonces cuando hicieron un pacto y juraron en voz alta que con toda sinceridad se esforzarían en obedecer solamente al Dios de sus antepasados. También prometieron que quien no lo hiciera sería condenado a muerte, sin importar su edad o sexo.


Cuando terminaron el juramento, todo el pueblo de Judá se llenó de alegría. Festejaron con gritos de gozo y música de trompetas y cuernos, pues Dios los había aceptado. Y como Dios vio que el pueblo había sido sincero, los bendijo y les permitió vivir en paz con todos los pueblos vecinos.


16 Asá le quitó a su abuela Maacá su autoridad de reina madre, porque ella había hecho una imagen de la diosa Astarté. El rey Asá destruyó esa imagen y la quemó en el arroyo de Cedrón. 17 Y aunque no todos los pequeños templos de las colinas se destruyeron, Asá fue fiel a Dios durante toda su vida. 18 También llevó al templo todos los objetos de oro y plata que tanto él como su padre le habían prometido a Dios. 19 Y no hubo guerras hasta el año treinta y cinco del reinado de Asá.

Guerra entre Asá y Baasá (1 R 15.16-22)


16 Pero al año siguiente, Baasá, el rey de Israel, fue a atacar a Asá, rey de Judá,[b] y lo primero que hizo fue conquistar la ciudad de Ramá. Enseguida comenzó a convertir a esa ciudad en una fortaleza, y puso en ella soldados, porque desde allí podía impedir que cualquiera entrara o saliera del territorio gobernado por Asá.


2 Entonces Asá tomó toda la plata y el oro que había en los tesoros del templo y del palacio del rey, y se los envió a Ben-hadad, rey de Siria, que vivía en la ciudad de Damasco. Además le envió este mensaje: 3 «Hagamos un pacto tú y yo, como lo hicieron tu padre y el mío. Yo te envío plata y oro a cambio de que rompas el pacto que hiciste con Baasá, para que deje de atacarme».


4 Ben-hadad estuvo de acuerdo y envió a los jefes de su ejército a pelear contra las ciudades de Israel. Así conquistó las ciudades de Iión, Dan, Abel-maim, y todas las ciudades de Neftalí en las que se almacenaban alimentos.


5 Cuando el rey Baasá se enteró de esto, dejó de fortificar Ramá. 6 Entonces el rey Asá le ordenó a todos los de Judá que se llevaran las piedras y la madera que Baasá había usado para fortificar la ciudad de Ramá. Con ese material, el rey Asá fortaleció las ciudades de Gueba y Mispá.

Los pecados de Asá


7-9 Pero en esos días el profeta Hananí fue a hablar con Asá, rey de Judá, y lo reprendió así:


«Nuestro Dios vigila todo el mundo, y siempre está dispuesto a ayudar a quienes lo obedecen y confían en él. Acuérdate de que, gracias a tu confianza en Dios, pudiste derrotar a los etíopes y a los libios, a pesar de que ellos tenían un ejército mucho más poderoso que el tuyo.


»Sin embargo, ahora pusiste tu confianza en el rey de Siria y no en tu Dios; por eso, nunca podrás vencer al ejército sirio. Fuiste muy tonto, y ahora vivirás en guerra toda tu vida».


10 Al oír esto, Asá se enojó tanto contra el profeta que lo encerró en la cárcel. También maltrató con crueldad a varios de los habitantes de la ciudad.

Muerte de Asá (1 R 15.23-24)


11 La historia de Asá, de principio a fin, está escrita en el libro de la historia de los reyes de Judá y de Israel.


12 A los treinta y nueve años de su reinado, Asá enfermó gravemente de los pies. Sin embargo, tuvo más confianza en los médicos que en la ayuda que Dios podía brindarle.


13 En el año cuarenta y uno de su reinado, Asá murió. 14 Lo pusieron sobre una camilla, con toda clase de perfumes. Luego encendieron en su honor una gran hoguera, y lo enterraron en la tumba que él mismo había mandado hacer en la Ciudad de David, donde estaban enterrados sus antepasados.

Footnotes


2 Crónicas 15:10 Siván: Tercer mes del calendario lunar judío. En nuestro calendario solar corresponde al período que va de mediados de mayo a mediados de junio.

2 Crónicas 16:1 Judá: En esta época el territorio de Israel estaba dividido en dos reinos: el de Israel, al norte, y el de Judá, al sur.


Romanos 9:1-24

Traducción en lenguaje actual

El pueblo de Dios


9 Yo creo en Jesucristo, y por eso digo la verdad. El Espíritu Santo me guía, y en lo más profundo de mi ser me asegura que no miento. 2 Es verdad que estoy muy triste, y que en mi corazón siento un dolor que no me deja. 3 Sufro por los judíos, que son mi pueblo, y quisiera ayudarlos. Yo estaría dispuesto a caer bajo la maldición de Dios, y a quedar separado de Cristo, si eso los ayudara a estar cerca de Dios. 4 Ellos son el pueblo que Dios ha elegido. A ellos Dios les dio el derecho de ser sus hijos. Dios ha estado con ellos, y les ha mostrado su gran poder. Hizo pactos con ellos, y les dio su ley. Les enseñó a adorarlo de verdad, y también les hizo promesas. 5 Ellos pertenecen al pueblo de Dios. Y el Mesías, como hombre, pertenece a ese mismo pueblo. Él gobierna sobre todas las cosas, y es Dios. ¡Alabado sea Dios por siempre! Amén.


6 No estoy diciendo que Dios no haya cumplido sus promesas con el pueblo de Israel. Pero no todos los judíos son realmente parte del pueblo de Israel, 7 ni todos los descendientes de Abraham son verdaderos hijos de Abraham. Pues Dios le había dicho: «Tu descendencia vendrá por medio de Isaac.» 8-9 Esto significa que nadie es hijo de Dios sólo por pertenecer a cierta familia o raza. Al contrario, la verdadera familia de Abraham la forman todos los descendientes de Isaac. Porque Isaac fue quien nació para cumplir la promesa que Dios le hizo a Abraham: «Dentro de un año volveré, y para entonces Sara ya tendrá un hijo.»


10-12 Pero eso no es todo. Aun cuando los dos hijos de Rebeca eran de nuestro antepasado Isaac, Dios eligió sólo a uno de ellos para formar su pueblo. Antes de nacer, ninguno de los niños había hecho nada, ni bueno ni malo. Sin embargo, Dios le dijo a Rebeca que el mayor serviría al menor. Con esto Dios demostró que él elige a quien él quiere, de acuerdo con su plan. Así que la elección de Dios no depende de lo que hagamos. 13 Como dice la Biblia: «Preferí a Jacob, y no a Esaú.»


14 ¿Y por eso vamos a decir que Dios es injusto? ¡Claro que no! 15 Porque Dios le dijo a Moisés: «Yo tendré compasión de quien yo quiera tenerla.» 16 Así que la elección de Dios no depende de que alguien quiera ser elegido, o se esfuerce por serlo. Más bien, depende de que Dios le tenga compasión.


17 En la Biblia leemos que Dios le dijo al rey de Egipto: «Te hice rey, precisamente para mostrar mi poder por medio de todo lo que haré contigo, y para que todo el mundo me conozca.» 18 Así que todo depende de lo que Dios decida hacer: él se compadece de quien quiere, y a quien quiere lo vuelve terco.

El enojo y la compasión de Dios


19 Si alguien me dijera: «¿De qué nos va a culpar Dios, si nadie puede oponerse a sus deseos?», 20 yo le contestaría: «Amigo mío, tú no eres nadie para cuestionar las decisiones de Dios.» La olla de barro no puede quejarse con el que la hizo, de haberle dado esa forma. 21 El alfarero puede hacer con el barro lo que quiera. Con el mismo barro puede hacer una vasija para usarla en ocasiones especiales, y también una vasija de uso diario.


22 Algo parecido ha hecho Dios. Ha querido dar un ejemplo de castigo, para que todo el mundo conozca su poder. Por eso tuvo mucha paciencia con los que merecían ser castigados y destruidos. 23 Al mismo tiempo, demostró su gran amor y poder para salvarnos. Desde un principio nos tuvo compasión, y nos eligió para vivir con él. 24 Y no le importó que fuéramos judíos o no lo fuéramos.

Salmos 19

Traducción en lenguaje actual

Creación y palabra

SALMO 19 (18)

Himno de David.


19 El cielo azul nos habla

de la grandeza de Dios

y de todo lo que ha hecho.

2

Los días y las noches

lo comentan entre sí.

3

Aunque no hablan ni dicen nada,

ni se oye un solo sonido,

4

sus palabras recorren toda la tierra

y llegan hasta el fin del mundo.


En el cielo Dios ha puesto

una casa para el sol.

5

Y sale el sol de su casa

feliz como un novio;

alegre como un atleta,

se dispone a recorrer su camino.

6

Sale por un lado

y se oculta por el otro,

sin que nada ni nadie

se libre de su calor.


7

La ley de Dios es perfecta,

y nos da nueva vida.

Sus mandatos son dignos de confianza,

pues dan sabiduría a los jóvenes.

8

Las normas de Dios son rectas

y alegran el corazón.

Sus mandamientos son puros

y nos dan sabiduría.

9

La palabra de Dios es limpia

y siempre se mantiene firme.

Sus decisiones son al mismo tiempo

verdaderas y justas.

10

Yo prefiero sus decisiones

más que montones de oro,

me endulzan la vida

más que la miel del panal.

11

Me sirven de advertencia;

el premio es grande

si uno cumple con ellas.


12

Nadie parece darse cuenta

de los errores que comete.

¡Perdóname, Dios mío,

los pecados que cometo

sin darme cuenta!

13

¡Líbrame del orgullo!

¡No dejes que me domine!

¡Líbrame de la desobediencia

para no pecar contra ti!


14

¡Tú eres mi Dios y mi protector!

¡Tú eres quien me defiende!

¡Recibe, pues, con agrado

lo que digo y lo que pienso!

Proverbios 20:1

Traducción en lenguaje actual

Dios dirige nuestra vida


20 Es de tontos emborracharse,

porque se pierde el control

y se provoca mucho alboroto.

Traducción en lenguaje actual (TLA)


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