Wednesday, July 2, 2025

DAB Español, Jueves 03 de Julio

Día 185, DAB Español, Jueves 03 de Julio


2 Reyes  22:4-23:30; Hechos 21:37-22:16; Salmos 1; Proverbios 18:11-12 (Reina Valera Contemporánea (RVC))










    

2 Reyes 22:4-23:30

Reina Valera Contemporánea


4 «Ve a ver al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que el pueblo ha traído al templo del Señor, y que han recibido los guardianes de la puerta. 5 Dile que entreguen ese dinero a los que tienen a su cargo las obras de reparación del templo del Señor, y a los que están reparando las grietas del templo; 6 es decir, a los carpinteros, maestros y albañiles, y a los que compran la madera y la piedra de cantería para reparar el templo. 7 Dile que no les pidan cuentas del dinero que se les confíe, porque ellos proceden con honradez.»


8 El sumo sacerdote Hilcías dijo entonces al escriba Safán:


«He hallado en el templo del Señor el libro de la ley.»


Y no sólo le dio el libro a Safán, sino que se lo leyó. 9 Y cuando el escriba Safán se presentó ante el rey, le dijo:


«Tus siervos han recogido el dinero que había en el templo, y se lo han entregado a los que hacen las obras y tienen a su cargo los arreglos del templo del Señor.»


10 Además, el escriba Safán le informó al rey:


«El sacerdote Hilcías me ha dado un libro.»


Enseguida, Safán se lo leyó al rey. 11 Y en cuanto el rey escuchó las palabras del libro de la ley, se rasgó las vestiduras 12 y ordenó al sacerdote Hilcías, a Ajicán hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a su siervo Asaías, lo siguiente:


13 «Vayan y consulten al Señor por mí y por el pueblo, y por todo Judá, en cuanto a las palabras de este libro que se ha hallado. Con toda seguridad la ira del Señor se ha encendido contra nosotros en gran manera, pues nuestros padres no atendieron a las palabras de este libro, para conducirse en conformidad con todo lo que nos fue escrito.»


14 Entonces el sacerdote Hilcías, y Ajicán, Acbor, Safán y Asaías, fueron a ver a la profetisa Julda, que era la mujer de Salún, que cuidaba las vestiduras y era hijo de Ticva y nieto de Jarjás. Julda vivía en la segunda parte de la ciudad de Jerusalén. Hablaron con ella, 15 y ella les dijo:


«Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: “Digan al varón que los envió a consultarme, 16 que yo, el Señor, voy a traer sobre este lugar, y sobre sus habitantes, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá. 17 Lo haré porque me abandonaron, quemaron incienso a dioses extraños, y provocaron mi enojo con todo lo que han hecho. Mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará. 18 Pero al rey de Judá que los ha enviado a consultarme le dirán que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: Puesto que tú has prestado atención a las palabras del libro, 19 y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de mí cuando oíste mi sentencia contra este lugar y contra sus habitantes, los cuales van a ser asolados y malditos, y puesto que te rasgaste las vestiduras y lloraste en mi presencia, también yo te he prestado atención.


—Palabra del Señor.


20 ”Por lo tanto, yo te reuniré con tus antepasados, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y ya no verás todo el mal que voy a traer sobre este lugar.”»


Ellos llevaron al rey la respuesta.


23 Entonces el rey ordenó que todos los ancianos de Judá y de Jerusalén se reunieran con él, 2 y el rey subió al templo del Señor en compañía de todos los varones de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén. Lo acompañaban los sacerdotes y profetas y todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande. Allí leyó, de modo que todos oyeran, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en el templo del Señor. 3 Luego, el rey se puso de pie junto a la columna e hizo un pacto en presencia del Señor, de que siempre lo seguirían y cumplirían sus mandamientos, testimonios y estatutos, y que con todo el corazón y con toda el alma cumplirían las palabras del pacto escritas en ese libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.

Reformas de Josías


4 Entonces el rey ordenó al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacaran del templo del Señor todos los utensilios que habían sido hechos para Baal y para Asera y para todo el ejército de los cielos, y que los quemaran en el campo del Cedrón, fuera de Jerusalén, y que las cenizas fueran llevadas a Betel. 5 Quitó de sus puestos a los sacerdotes idólatras designados por los reyes de Judá para quemar incienso en los altares de los montes en las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, y también a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a todo el ejército de los cielos. 6 Hizo también que la imagen de Asera la sacaran del templo del Señor y de Jerusalén, y que la llevaran al valle del Cedrón para que allí mismo la quemaran y la redujeran a cenizas; y el polvo lo echaron sobre los sepulcros de la gente común. 7 Mandó derribar también los aposentos en el templo del Señor donde se practicaba la prostitución idolátrica y donde las mujeres tejían mantos para Asera.


8 Josías ordenó que todos los sacerdotes de las ciudades de Judá fueran a Jerusalén, y desde Geba hasta Berseba profanó los altares de los montes, donde los sacerdotes quemaban incienso; además, derribó los altares que estaban a la entrada de la ciudad, del lado izquierdo de la puerta de Josué, el gobernador. 9 Los sacerdotes de los altares en los montes no podían acercarse al altar del Señor en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura entre sus hermanos.


10 Josías profanó también a Tofet, que está en el valle de Ben Jinón, para que ninguno ofreciera a su hijo o su hija en el fuego para rendir culto a Moloc. 11 Quitó también los caballos que estaban a la entrada del templo del Señor, junto a la cámara del eunuco Natán Mélec, el cual tenía a su cargo los ejidos. Esos caballos habían sido dedicados al sol por los reyes de Judá, pero Josías ordenó que los quemaran. 12 Además, el rey Josías derribó los altares que los reyes de Judá habían mandado hacer, y que estaban sobre la azotea de la sala de Ajaz, lo mismo que los altares que Manasés había mandado construir en los dos atrios del templo del Señor, y enseguida arrojó el polvo al arroyo del Cedrón. 13 Profanó los altares de los montes delante de Jerusalén, a la derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón, rey de Israel, había mandado construir para Astoret y Quemos, los repugnantes ídolos de los sidonios y de los moabitas, y para Milcón, el repugnante ídolo de los amonitas. 14 Hizo pedazos las estatuas e imágenes de Asera, y rellenó el lugar con huesos humanos.


15 Josías destruyó también el altar que estaba en Betel, y el altar del monte que había construido Jeroboán hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; destruyó aquel altar y le prendió fuego hasta reducirlo a cenizas, y le prendió fuego también a la imagen de Asera.


16 Ya volvía Josías cuando vio los sepulcros que estaban allí en el monte. Entonces mandó sacar los huesos de los sepulcros, y para profanarlo ordenó que los quemaran sobre el altar. Así se cumplió la palabra del Señor, que el varón de Dios había anunciado en su profecía. 17 Después de eso, preguntó:


«Aquí veo un monumento. ¿De quién es?»


Los habitantes de la ciudad le respondieron:


«Es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, el cual predijo contra el altar de Betel todo lo que tú has hecho.»


18 Entonces Josías dijo:


«Que nadie lo toque ni mueva sus huesos.»


Fue así como se preservaron sus huesos y los del profeta que había llegado de Samaria. 19 Pero Josías ordenó que se quitaran todos los santuarios de los altares que había en los montes de Samaria, con los cuales los reyes de Israel habían provocado la ira del Señor, e hizo con ellos lo mismo que había hecho en Betel. 20 Además, sobre esos altares sacrificó a todos los sacerdotes de los santuarios que había en esos montes, y quemó sobre ellos huesos humanos. Después de eso, volvió a Jerusalén.

Josías celebra la pascua


21 El rey dio a todo el pueblo la siguiente orden:


«Celebren la pascua del Señor su Dios, tal y como está escrito en el libro de este pacto.»


22 La pascua no se había celebrado desde los días en que los jueces gobernaban a Israel, ni tampoco en los días de los reyes de Israel y de Judá. 23 Pero se celebró en Jerusalén en el año dieciocho del reinado de Josías, en honor del Señor.

La ira del Señor contra Judá


24 En cumplimiento de las palabras de la ley, escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en el templo del Señor, Josías acabó también con los encantadores, adivinos y terafines, y con todas las prácticas repugnantes que solían verse en Judá y en Jerusalén. 25 Ni antes ni después de Josías hubo otro rey que se volviera al Señor con todo su corazón, y con toda su alma y con todas sus fuerzas, y que cumpliera toda la ley de Moisés. 26 Sin embargo, era tal la ira del Señor contra Judá por todas las provocaciones de Manasés, que el Señor seguía muy enojado. 27 Por eso dijo:


«También quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel, y desecharé a Jerusalén, ciudad a la cual había escogido, y al templo del cual yo había dicho: “Allí estará mi nombre.”»

Muerte de Josías


28 Los demás hechos de Josías, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.


29 Por esos días, el faraón Necao, rey de Egipto, se dirigió al río Éufrates para luchar contra el rey de Asiria, y el rey Josías salió a enfrentarse con él en Meguido, pero en cuanto Necao lo vio, lo mató. 30 Sus oficiales lo pusieron entonces en un carro, y llevaron su cadáver de Meguido a Jerusalén, para ponerlo en su sepulcro. La gente del país tomó entonces a Joacaz hijo de Josías, y lo ungieron y lo proclamaron rey en lugar de su padre.



Hechos 21:37-22:16

Reina Valera Contemporánea

Defensa de Pablo ante el pueblo


37 Cuando estaban por meter a Pablo en la fortaleza, éste le dijo al tribuno: «¿Me permites decirte algo?» Y el tribuno respondió: «¿Sabes griego? 38 ¿Acaso no eres tú aquel egipcio sedicioso, que hace poco se sublevó y llevó al desierto a cuatro mil sicarios?» 39 Pablo le dijo: «No. Soy judío, y nací en Tarso de Cilicia, que no es una ciudad insignificante. Te ruego que me permitas hablar al pueblo.» 40 El tribuno se lo permitió. Entonces Pablo, de pie en las gradas, hizo una señal con la mano al pueblo, para que se callaran. En cuanto hubo silencio, les dijo en arameo:


22 «Padres y hermanos míos, escuchen ahora lo que tengo que decir en mi defensa.»


2 Al oír que les hablaba en lengua aramea, todos guardaron silencio. Pablo siguió diciendo:


3 «Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me criaron en esta ciudad, donde Gamaliel me instruyó con total apego a la ley de nuestros antepasados. El celo por Dios que ustedes sienten hoy, también lo sentí yo, 4 pues perseguí a muerte a los de este Camino. Yo aprehendía y llevaba a las cárceles a hombres y mujeres; 5 el sumo sacerdote y todos los ancianos me dieron cartas para apresar a los hermanos; ellos son testigos de que fui a Damasco para aprehender a los creyentes que estuvieran allí, y llevarlos a Jerusalén para castigarlos.

Pablo relata su conversión


6 »Pero sucedió que en el camino, ya cerca de Damasco y como a mediodía, de repente me rodeó una intensa luz del cielo, 7 Caí al suelo, y entonces oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 8 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.” 9 Los que me acompañaban vieron la luz, y se espantaron; pero no escucharon la voz del que me hablaba. 10 Entonces dije: “Señor, ¿qué debo hacer?” Y el Señor me dijo: “Levántate, y ve a Damasco; allí se te dirá todo lo que se ha determinado que hagas.” 11 Como yo no podía ver por causa de esa luz tan potente, los que me acompañaban me llevaron de la mano, y así llegué a Damasco.


12 »Allí vivía Ananías, un hombre piadoso y apegado a la ley, de quien todos los judíos que allí vivían hablaban bien. 13 Ananías vino, se me acercó y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recibe la vista!” Y en ese mismo instante recobré la vista y pude verlo. 14 Y él me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo y escuches de sus propios labios su palabra, 15 pues tú serás su testigo ante todo el mundo de esto que has visto y oído. 16 ¿Qué esperas, entonces? ¡Levántate y bautízate, e invoca su nombre, para que quedes limpio de tus pecados!”


Salmos 1

Reina Valera Contemporánea

LIBRO I

El justo y los pecadores


1 Bienaventurado el hombre

que no anda en compañía de malvados,

ni se detiene a hablar con pecadores,

ni se sienta a conversar con blasfemos.

2

Que, por el contrario,

se deleita en la ley del Señor,

y día y noche medita en ella.

3

Ese hombre es como un árbol

plantado junto a los arroyos:

llegado el momento da su fruto,

y sus hojas no se marchitan.

¡En todo lo que hace, prospera.

4

Con los malvados no pasa lo mismo;

¡son como el tamo que se lleva el viento!

5

Por eso los malvados y pecadores

no tienen arte ni parte en el juicio

ni en las reuniones de los justos.

6

El Señor conoce el camino de los justos,

pero la senda de los malos termina mal.



Proverbios 18:11-12

Reina Valera Contemporánea


11

El rico piensa que sus riquezas

son una fortaleza de altas murallas.

12

El orgullo humano es presagio del fracaso;

la humildad es preludio de la gloria.

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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