Día 42, DAB Español, Lunes 11 de Febrero
Éxodo 32:1-33:23; Mateo 26:69-27:14; Salmos 33:1-11; Proverbios 8:33-36 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Éxodo
32-33 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
32 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar del
monte, se presentaron en masa ante Aarón y le dijeron:
— Anda, haznos un dios que nos guíe pues no sabemos
qué le habrá pasado a ese Moisés, el hombre que nos sacó de Egipto.
2 Aarón les respondió:
— Quítenles los pendientes de oro que llevan en las
orejas sus mujeres, hijos e hijas, y tráiganmelos.
3 Todos se quitaron los pendientes de oro de las
orejas y se los llevaron a Aarón; 4 este los recibió de sus manos e hizo con el
oro fundido un becerro modelado a cincel. Entonces ellos exclamaron:
— ¡Israel, este es tu dios, el que te sacó de Egipto!
5 Cuando Aarón vio esto, construyó un altar delante
del becerro y proclamó:
— Mañana será un día de fiesta en honor del Señor.
6 Al día siguiente madrugaron y ofrecieron holocaustos
y sacrificios de comunión. Después se sentaron a comer y beber y, al finalizar,
se levantaron a divertirse. 7 El Señor dijo a Moisés:
— Desciende del monte, porque tu pueblo, el que tú
sacaste de Egipto, se ha pervertido. 8 Muy pronto se han apartado del camino
que yo les había indicado. Se han fabricado un becerro de metal al que adoran y
ofrecen sacrificios al tiempo que proclaman: “¡Israel, este es tu dios, el que
te sacó de Egipto!”.
9 El Señor continuó diciendo:
— Me estoy dando cuenta de que este pueblo es muy
testarudo. 10 Déjame, pues, que descargue mi ira contra ellos y los aniquile. Y
tú serás el que dé origen a una gran nación.
11 Entonces Moisés intentó aplacar el furor del Señor,
su Dios, diciendo:
— Señor, ¿por qué vas a descargar tu ira contra tu
pueblo, el mismo en favor del que hiciste uso de tu gran fuerza y poder para
sacarlo de Egipto? 12 ¿Acaso vas a permitir que los egipcios digan: “Con malos
fines los sacó Dios; lo hizo para matarlos en las montañas y borrarlos de la
faz de la tierra”? No te dejes llevar por la ira y renuncia al castigo que
pensabas para tu pueblo. 13 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac e Israel, a
quienes hiciste solemne promesa diciendo: “Multiplicaré su descendencia como
las estrellas del cielo y daré a sus descendientes como herencia perpetua la
tierra de la que les he hablado”.
14 Entonces el Señor renunció a aplicar el castigo con
que había amenazado a su pueblo.
15 Moisés se volvió y descendió del monte trayendo en
sus manos las dos losas del testimonio. Estaban escritas por ambos lados, por
delante y por detrás. 16 Las losas y la escritura que había grabada en ellas
eran obra de Dios.
17 Cuando Josué escuchó el griterío del pueblo, dijo a
Moisés:
— Se escuchan gritos de guerra en el campamento.
18 Y Moisés respondió:
— No son gritos de victoria ni de derrota; lo que
estoy oyendo son cantos festivos.
19 Cuando llegó Moisés al campamento y vio el becerro
y las danzas, se enfureció y arrojó al pie del monte las losas que llevaba en
sus manos, haciéndolas añicos. 20 Agarró el becerro que habían fabricado, lo
arrojó al fuego y, una vez convertido en ceniza, lo disolvió en agua y obligó a
los israelitas a que bebieran esa agua.
21 Y dijo a Aarón:
— ¿Se puede saber qué te hizo este pueblo para que le
indujeras a cometer un acto tan aberrante?
22 Aarón respondió:
— Señor mío, no te enfades contra mí; tú sabes que
este pueblo es proclive al mal. 23 Me dijeron: “Haznos un dios que nos guíe,
pues no sabemos qué le habrá pasado a ese Moisés, el hombre que nos sacó de
Egipto”. 24 Yo les contesté: “El que tenga oro, que se desprenda de él”. Ellos
me lo entregaron, yo lo eché al fuego ¡y salió este becerro!
25 Se percató Moisés de que el pueblo estaba
descontrolado, pues Aarón no le había puesto freno, y ahora el pueblo estaba
expuesto a las burlas de sus enemigos. 26 Entonces Moisés se plantó en la
puerta del campamento y gritó:
— ¡Que se pongan a mi lado los que están de parte del
Señor!
Y todos los levitas se le unieron.
27 Él les dijo:
— Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: Que cada
uno se ciña su espada al muslo, recorra el campamento y vaya de puerta en
puerta matando a los culpables sin tener en cuenta si es su hermano, su amigo o
su vecino.
28 Los levitas cumplieron la orden de Moisés y aquel
día murieron unos tres mil hombres del pueblo. 29 Moisés les dijo:
— Hoy el Señor los bendice y los constituye sus
sacerdotes, pues lo han preferido a sus propios hijos y hermanos.
Intercesión de Moisés
30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo:
— Han cometido un pecado gravísimo; no obstante voy a
subir adonde está el Señor, a ver si logro que los perdone.
31 Volvió Moisés adonde estaba el Señor, y le dijo:
— Sin duda que este pueblo ha cometido un gran pecado
al hacerse un dios de oro. 32 Pero te ruego que les perdones su pecado; si no
lo haces, bórrame del libro donde nos tienes inscritos.
33 Pero el Señor le contestó:
— Al que haya pecado contra mí, lo borraré del libro.
34 Tú lleva al pueblo al lugar que te dije. Mi ángel te irá guiando. Y llegado
el momento les pediré cuentas por su pecado.
35 Y el Señor castigó al pueblo por haber adorado al
becerro de oro fabricado por Aarón.
El Señor en el camino
33 El Señor dijo a Moisés:
— Anda, ponte en camino con el pueblo que sacaste de
Egipto hacia la tierra que juré dar a los descendientes de Abrahán, Isaac y
Jacob. 2 Un ángel, que yo enviaré delante de ti, expulsará a los cananeos,
amorreos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos, 3 para que puedas entrar en la
tierra que mana leche y miel. Pero yo no iré contigo, porque son un pueblo
testarudo y puede que los aniquile en el camino.
4 Al oír el pueblo estas palabras tan duras, guardó
luto y nadie se puso sus joyas. 5 Dijo entonces el Señor a Moisés:
— Di a los israelitas: “Ustedes son un pueblo muy
testarudo y, aunque solo estuviera con ustedes un momento, acabaría por
aniquilarlos. Despréndanse, pues, de las joyas que llevan encima, y veré qué
hago con ustedes”.
6 Y por eso, a partir del monte Horeb, los israelitas
dejaron de usar sus joyas.
En la Tienda del encuentro
7 Moisés trasladó la Tienda y la plantó fuera del
campamento a cierta distancia, y la llamó “Tienda del encuentro”. Si alguien
quería consultar al Señor, salía del campamento e iba a la Tienda del
encuentro. 8 Cuando Moisés se dirigía a la Tienda del encuentro, todo el pueblo
se levantaba y permanecía en pie a la entrada de su propia tienda, siguiendo
con la mirada a Moisés hasta que entraba en ella. 9 En cuanto él entraba en la
Tienda del encuentro, la columna de nube descendía y se situaba en la puerta
mientras el Señor hablaba con Moisés. 10 Y cada uno del pueblo se postraba a la
puerta de su propia tienda cuando veían la columna de nube detenida a la
entrada de la Tienda.
11 El Señor hablaba cara a cara con Moisés, como lo
hace uno con un amigo. Cuando Moisés regresaba al campamento, allí se quedaba
Josué, su joven ayudante, que no se movía del interior de la Tienda.
Moisés suplica al Señor
12 Moisés dijo al Señor:
— Mira, tú mismo me has encomendado que guíe a este
pueblo, pero no me has indicado a quién enviarás para ayudarme. Dices que me he
ganado tu confianza y gozo de tu favor; 13 pues si realmente es así, dame a
conocer tus intenciones para que sepa que confías en mí. Recuerda que esta
gente es tu pueblo.
El Señor respondió:
14 — Yo mismo te acompañaré y te conduciré al lugar de
tu descanso.
15 A lo que Moisés replicó:
— Si tú no nos vas a acompañar, no nos hagas salir de
aquí; 16 porque ¿cómo voy a estar seguro de que tu pueblo y yo gozamos de tu
favor, si tú no nos acompañas? Precisamente en esto nos diferenciamos tu pueblo
y yo del resto de los pueblos que habitan la tierra.
Respondió el Señor:
17 — También te concedo esta petición que acabas de
hacerme porque gozas de mi favor y te has ganado mi confianza.
La gloria del Señor
Moisés suplicó:
18 — ¡Déjame ver tu gloria!
19 Y el Señor le respondió:
— Haré pasar delante de ti todo mi esplendor. Delante
de ti proclamaré mi nombre: “El Señor”. Tendré misericordia de quien quiera y
seré compasivo con quien me plazca; 20 pero no podrás ver mi rostro, porque
nadie puede verlo y quedar con vida.
21 Y añadió:
— Aquí, junto a mí, hay un lugar. Ponte sobre la roca,
22 y cuando pase mi gloria, te meteré en una hendidura de la roca y te
esconderé en el hueco de mi mano hasta que yo haya pasado. 23 Después, cuando
retire mi mano, podrás ver mi espalda, pero no mi rostro.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Mateo
26:69-27:14 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Pedro niega a Jesús (Mc 14,66-72; Lc 22,56-62; Jn
18,15-18.25-27)
69 Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el
patio. Se le acercó una criada, y le dijo:
— Tú eres uno de los que acompañaban a Jesús, el
galileo.
70 Pedro lo negó delante de todos, diciendo:
— ¡No sé de qué hablas!
71 Luego se dirigió hacia la puerta y, cuando salía,
lo vio otra criada, que aseguró a los que estaban allí:
— Este también andaba con Jesús de Nazaret.
72 Otra vez lo negó Pedro, jurando:
— ¡No sé quién es ese hombre!
73 Algo más tarde se acercaron a Pedro unos que
estaban allí, y le dijeron:
— Pues no cabe duda de que tú eres de los suyos; el
acento mismo te delata.
74 Entonces él comenzó a jurar y perjurar:
— ¡No sé quién es ese hombre!
Y al instante cantó un gallo. 75 Pedro se acordó de
que Jesús le había dicho: “Antes de que cante el gallo me habrás negado tres
veces”. Y saliendo de allí, se echó a llorar amargamente.
Jesús ante Pilato (Mc 15,1; Lc 23,1-2; Jn 18,28-32)
27 Al amanecer el nuevo día, los jefes de los
sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron el acuerdo de matar a Jesús. 2 Lo
llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.
Muerte de Judas (Hch 1,18-19)
3 Entre tanto, Judas, el que lo había entregado, al
ver que habían condenado a Jesús, se llenó de remordimientos y fue a devolver
las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos 4
diciendo:
— ¡He pecado entregando a un inocente!
Ellos le contestaron:
— Eso es asunto tuyo y no nuestro.
5 Judas arrojó entonces el dinero en el Templo. Luego
fue y se ahorcó. 6 Los jefes de los sacerdotes recogieron aquellas monedas y
dijeron:
— Este dinero está manchado de sangre. No podemos
ponerlo en el cofre de las ofrendas.
7 Así que acordaron emplearlo para comprar un terreno
conocido como el Campo del Alfarero y destinarlo a cementerio de extranjeros. 8
Por esta razón, aquel campo recibió el nombre de Campo de Sangre, que es el que
ha conservado hasta el día de hoy. 9 Así se cumplió lo dicho por medio del
profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio de
aquel a quien tasaron los israelitas, 10 y compraron con ellas el campo del
alfarero, de acuerdo con lo que el Señor me había ordenado.
Pilato interroga a Jesús (Mc 15,1-5; Lc 23,3-5; Jn
18,33)
11 Jesús compareció ante el gobernador, el cual le
preguntó:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices.
12 Y ya no habló más, a pesar de que los sacerdotes y
los ancianos no dejaban de acusarlo.
13 Pilato le preguntó:
— ¿No oyes lo que estos están testificando contra ti?
14 Pero Jesús no le contestó ni una palabra, de manera
que el gobernador se quedó muy extrañado.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
33:1-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 33 (32)
El amor del Señor llena la tierra
33 Regocíjense, justos, en el Señor;
es buena para los honrados la alabanza.
2 Ensalcen al Señor con la cítara,
con un arpa de diez cuerdas alábenlo;
3 canten para él un cántico nuevo,
toquen con esmero entre gritos de júbilo.
4 Porque recta es la palabra del Señor
y toda acción suya es sincera.
5 Él ama la justicia y el derecho,
el amor del Señor llena la tierra.
6 Con la palabra del Señor se hicieron los cielos,
con el soplo de su boca el cortejo celeste.
7 Él embalsa como un dique las aguas de los mares,
guarda en depósitos las aguas del abismo.
8 Que toda la tierra venere al Señor,
que lo respeten los que moran en el mundo,
9 porque habló y todo fue hecho,
él dio la orden y todo existió.
10 El Señor frustra los planes de las naciones,
hace fracasar los proyectos de los pueblos;
11 pero por siempre perdura el plan del Señor,
generación tras generación sus proyectos.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios
8:33-36 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
33 Acepten la corrección,
no la rechacen y serán sabios.
34 Felices aquellos que me escuchan
velando a mis puertas cada día,
vigilando los dinteles de mi entrada.
35 Quien me encuentra, encuentra la vida
y obtiene el favor del Señor.
36 Mas quien me ofende, se daña a sí mismo;
los que me odian, aman la muerte”.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
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