Día 44, DAB Español, Miércoles 13 de Febrero
Éxodo 35:10-36:38; Mateo 27:35-66; Salmos 34:1-10; Proverbios 9:7-8 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Éxodo
35:10-36:38 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Los utensilios del santuario (Ex 39,32-41)
10 Todo aquel que tenga habilidades especiales, que
las ponga al servicio del Señor para hacer lo que él ha mandado: 11 la Morada,
su Tienda y lo que la recubre, sus ganchos, sus tablones, sus varales, sus
columnas y sus basas; 12 el Arca y sus varales, su cubierta y el velo que sirve
de separación; 13 la mesa con sus varales y todos sus utensilios junto con los
panes de la ofrenda; 14 el candelabro, con sus accesorios y sus lámparas y el
aceite para el alumbrado; 15 el altar del incienso y sus varales, el aceite de
la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la Morada; 16
el altar de los holocaustos con su enrejado de bronce, sus varales y todos sus
utensilios; la pila con su base; 17 las cortinas del atrio, con sus columnas y
basas, la cortina que hace las veces de puerta del atrio; 18 los tableros de la
Morada y del atrio, con sus cuerdas; 19 las vestiduras de ceremonia para
oficiar en el santuario, las vestiduras sagradas del sacerdote Aarón y las
vestiduras que usarán sus hijos cuando oficien como sacerdotes.
Las ofrendas de los israelitas
20 Entonces, la comunidad de los israelitas se retiró
de la presencia de Moisés; 21 todos los que se sintieron movidos por un impulso
de generosidad volvieron con ofrendas al Señor para que se construyera la
Tienda del encuentro, para todo su servicio y para las vestiduras sagradas. 22
Y vinieron hombres y mujeres trayendo de corazón broches, pendientes, anillos,
brazaletes, y toda clase de alhajas de oro; y cada uno presentaba ritualmente
ante el Señor su ofrenda de oro. 23 Los que tenían púrpura violeta, escarlata o
carmesí, o lino fino o pelo de cabra, o pieles de carnero curtidas o pieles de
marsopa, lo traían. 24 Los que podían ofrendar objetos de plata o bronce, los
donaban voluntariamente como ofrenda al Señor; y los que disponían de madera de
acacia, útil para cualquier trabajo manual, también la traían. 25 Las mujeres
con habilidad para tejer traían sus tejidos hechos a mano de color violeta,
escarlata o carmesí y también lino fino; 26 y otras mujeres, que conocían bien
el oficio, se ofrecieron voluntariamente a tejer el pelo de cabra. 27 Los
principales del pueblo aportaron piedras de ónice y otras piedras preciosas
para el engaste del efod y el pectoral; 28 aportaron también especias, aceite
para las lámparas y para la unción e incienso aromático.
29 Tanto los hombres como las mujeres que sintieron el
impulso de ayudar libremente en la obra que el Señor había ordenado a Moisés,
trajeron su ofrenda voluntariamente al Señor.
Los artesanos Besalel y Oholiab (Ex 31,1-6)
30 Moisés les dijo a los israelitas:
— Miren, el Señor ha escogido a Besalel, hijo de Urí y
nieto de Jur, de la tribu de Judá, 31 y lo ha dotado de habilidades
extraordinarias, de destreza, talento y pericia en toda clase de trabajos, 32
para idear proyectos y realizarlos en oro, plata y bronce, 33 para tallar y
engastar piedras preciosas, para trabajar la madera y realizar cualquier otra
labor de artesanía. 34 También lo ha dotado de talento para trasmitir sus
enseñanzas a otros. A él y a Oholiab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, 35
el Señor los ha dotado de manos habilidosas para realizar toda clase de
trabajos: de tallado y de diseño, de recamado de telas de púrpura violeta,
escarlata o carmesí y de lino fino. Sabrán diseñar proyectos artísticos y
ejecutarlos.
36 Así, pues, Besalel, Oholiab y aquellos a quienes el
Señor había dotado de talento y habilidad especial para realizar los distintos
trabajos del santuario, llevaron a cabo todo lo que había ordenado el Señor.
La suspensión de las ofrendas
2 Moisés reunió a Besalel, a Oholiab y a todos los
artesanos a quienes el Señor había dotado de habilidad y estaban dispuestos a
colaborar en la realización de esa tarea, 3 y personalmente les entregó todas
las ofrendas que los israelitas habían donado para la realización del
santuario. Pero como día tras día el pueblo seguía llevando ofrendas
voluntarias, 4 todos los artesanos que trabajaban en el santuario suspendieron
su labor 5 para ir a decirle a Moisés:
— La gente está trayendo más de lo que se necesita
para acabar lo que el Señor ha ordenado.
6 Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento:
— Que nadie, ni hombre ni mujer, contribuya más para
la obra del santuario.
Así el pueblo dejó de llevar más ofrendas, 7 pues lo
que ya habían aportado era más que suficiente para llevar a cabo todo el
trabajo.
La construcción de la Morada (Ex 26,1-37)
8 Los artesanos más hábiles hicieron la Morada con
diez cortinas de lino trenzado con púrpura violeta, escarlata y carmesí, y con
querubines esmeradamente bordados. 9 Cada cortina medía catorce metros de
largo, por dos de ancho; todas las cortinas tenían las mismas medidas. 10 Cinco
cortinas estaban unidas una con otra, y las otras cinco las empalmaron de igual
modo. 11 Luego, en el borde de la primera serie de cortinas, pusieron unas
presillas de púrpura violeta; y lo mismo hicieron en el borde de la última
cortina del otro grupo. 12 Pusieron cincuenta presillas en la primera cortina y
otras cincuenta en la última del segundo grupo. Las presillas se correspondían
entre sí. 13 Enlazaron un cuerpo de cortinas con el otro mediante cincuenta
corchetes de oro, de modo que la Morada formó un todo.
14 También se tejieron con pelo de cabra once cortinas
para la cubierta de la Morada. 15 Todas las cortinas medían lo mismo: quince
metros de largo, por dos de ancho. 16 Cinco cortinas iban empalmadas por una
parte, y las seis restantes por la otra. 17 Los bordes de cada serie de
cortinas empalmadas iban rematados con cincuenta presillas; 18 fabricaron
también cincuenta pasadores de bronce los cuales, metidos por las presillas,
cerraban la Tienda formando un todo.
19 Se fabricó, además, para la Tienda una cubierta de
pieles de carnero curtidas y una sobrecubierta de pieles de marsopa. 20 Luego
prepararon unos tableros de madera de acacia y los colocaron verticalmente para
formar la Morada. 21 Cada tablero medía cinco metros de largo por setenta y
cinco centímetros de ancho; 22 y tenía dos espigas, para ensamblarlos uno con
otro. Todos los tableros de la Morada fueron hechos de la misma forma. 23 Para
el lado de la Morada que mira al sur, hicieron veinte tableros 24 debajo de los
cuales colocaron cuarenta basas de plata, una para cada una de las dos espigas
de cada tablero. 25 Para el otro lado de la Morada, el que mira al norte,
también prepararon veinte tableros 26 con sus cuarenta basas de plata, dos por
cada tablero. 27 Y para la parte de la Morada que mira a poniente, prepararon
seis tableros, 28 además de otros dos que situaron en las esquinas posteriores
de la Morada, 29 y que estaban unidos de abajo a arriba hasta la primera
argolla, formando de este modo los dos ángulos del santuario. 30 Eran, pues, en
total ocho tableros con sus correspondientes dieciséis basas de plata; dos por
tablero.
31 Prepararon también cinco travesaños de madera de
acacia para los tableros de un lado de la Morada, 32 y cinco para los del otro
lado y cinco más para los tableros de la parte posterior, la que mira al
poniente. 33 El travesaño central lo hicieron de tal forma que pasara por entre
los tableros, de una punta a otra. 34 Revistieron de oro los tableros y les
pusieron unas argollas de oro por donde pasaban los travesaños, que estaban
igualmente revestidos de oro.
35 Hicieron, además, un velo de lino trenzado y
púrpura violeta, escarlata y carmesí, con querubines esmeradamente bordados. 36
Para colgar el velo, hicieron cuatro columnas de madera de acacia revestidas de
oro, con ganchos también de oro, y las apoyaron sobre cuatro basas de plata.
37 Para la entrada de la Tienda hicieron una cortina
de lino fino trenzado y púrpura violeta, escarlata y carmesí, todo ello
esmeradamente recamado; 38 y colgaron la cortina de cinco columnas de madera de
acacia revestidas de oro lo mismo que sus ganchos, capiteles y molduras; en
cambio, las cinco basas para las columnas, se fundieron en bronce.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Mateo
27:35-66 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
35 Los que lo habían crucificado se repartieron sus
ropas echándolas a suertes, 36 y se quedaron allí sentados para vigilarlo. 37
Por encima de la cabeza de Jesús fijaron un letrero con la causa de su condena;
decía: “Este es Jesús, el rey de los judíos”. 38 Al mismo tiempo que a Jesús,
crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. 39 Los
que pasaban lo insultaban 40 y, meneando la cabeza, decían:
— ¡Tú que derribas el Templo y en tres días vuelves a
edificarlo, sálvate a ti mismo! ¡Baja de la cruz si eres el Hijo de Dios!
41 De igual manera, los jefes de los sacerdotes, los
maestros de la ley y los ancianos se burlaban de él diciendo:
42 — Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí
mismo. Que baje ahora mismo de la cruz ese rey de Israel y creeremos en él. 43
Puesto que ha confiado en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo
ama. ¿Acaso no afirmaba que es el Hijo de Dios?
44 Hasta los ladrones que estaban crucificados junto a
él lo llenaban de insultos.
Muerte de Jesús (Mc 15,33-41; Lc 23,44-49; Jn
19,28-30)
45 Desde el mediodía, toda la tierra quedó sumida en
oscuridad hasta las tres de la tarde. 46 Hacia esa hora Jesús gritó con fuerza:
— Elí, Elí, ¿lemá sabaqtaní?, es decir: “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
47 Lo oyeron algunos de los que estaban allí y
comentaron:
— Está llamando a Elías.
48 Al punto, uno de ellos fue corriendo a buscar una
esponja, la empapó en vinagre y sirviéndose de una caña se la acercó a Jesús
para que bebiera. 49 Pero los otros le decían:
— Deja, veamos si viene Elías a salvarlo.
50 Jesús, entonces, lanzando otra vez un fuerte gritó,
expiró.
51 De pronto, la cortina del Templo se rasgó en dos de
arriba abajo; la tierra tembló y las rocas se resquebrajaron; 52 las tumbas se
abrieron y resucitaron muchos creyentes ya difuntos. 53 Estos salieron de sus
tumbas y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa
donde se aparecieron a mucha gente.
54 El oficial del ejército romano y los que estaban con
él vigilando a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que estaba sucediendo,
exclamaron sobrecogidos de espanto:
— ¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!
55 Había también allí muchas mujeres contemplándolo
todo de lejos. Eran las que habían seguido a Jesús desde Galilea para
atenderlo. 56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de
Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Jesús es sepultado (Mc 13,42-47; Lc 23,50-56; Jn
19,38-42)
57 Al atardecer llegó un hombre rico llamado José,
natural de Arimatea, que se contaba también entre los seguidores de Jesús. 58
Este hombre se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó
que se lo entregaran, 59 y José, después de envolverlo en una sábana limpia, 60
lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca. Después hizo
rodar una gran piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro, y se marchó.
61 Entre tanto, María Magdalena y la otra María estaban allí sentadas frente al
sepulcro.
El sepulcro bajo custodia
62 A la mañana siguiente, cuando ya había pasado el
día de preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos fueron juntos a
ver a Pilato, 63 y le dijeron:
— Señor, nos hemos acordado de que aquel embaucador,
cuando aún vivía, afirmó que iba a resucitar al tercer día. 64 Por eso debes
ordenar que se asegure el sepulcro hasta que haya pasado el tercer día, no sea
que sus seguidores vayan y roben el cuerpo, y luego digan al pueblo que ha
resucitado. De donde el último engaño resultaría más grave que el primero.
65 Pilato les contestó:
— Ahí tienen un piquete de soldados; vayan ustedes
mismos y aseguren el sepulcro como mejor les parezca.
66 Ellos fueron y aseguraron el sepulcro. Sellaron la
piedra que lo cerraba y dejaron allí el piquete de soldados.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
34:1-10 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 34 (33)
Bendigo al Señor en todo momento
34 De David cuando fingió estar loco delante de
Abimélec y, expulsado por este, se marchó.
2 Yo bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza sin cesar está en mi boca.
3 Todo mi ser se gloría en el Señor;
que lo oigan los humildes y se alegren.
4 Glorifiquen conmigo al Señor,
ensalcemos su nombre todos juntos.
5 Yo busqué al Señor y me respondió,
me libró de todos mis miedos.
6 Quienes lo miran, se llenan de luz
y no se sonrojan sus rostros.
7 Clama el humilde y el Señor lo escucha,
de todas sus angustias lo salva.
8 El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los defiende.
9 Sientan y vean qué bueno es el Señor,
feliz todo el que en él confía.
10 Que veneren al Señor sus consagrados
pues al que lo venera nada le falta.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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Proverbios
9:7-8 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Contra los cínicos
7 Quien corrige al cínico recibe insultos,
quien reprende al malvado, desprecio.
8 No reprendas al cínico, que te odiará;
corrige al sabio y te amará.
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