Día 264, DAB Español, Sábado 21 de Septiembre
Isaías 37:1-38:22; Gálatas 6:1-18; Salmos 65; Proverbios 23:24 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Isaías
37-38 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Judá es librado de Senaquerib
37 Cuando el rey Ezequías oyó esto, se rasgó los
vestidos y, cubierto de cilicio, fue a la casa del Señor. 2 Luego envió,
también cubiertos de cilicio, al mayordomo Eliaquín, al escriba Sebna y a los
ancianos de los sacerdotes, para que hablaran con el profeta Isaías hijo de
Amoz 3 y le dijeran de su parte:
«Hoy es un día de angustia, de reprensión y de
blasfemia, porque ha llegado la hora de dar a luz, y la parturienta no tiene
fuerzas. 4 Tal vez el Señor tu Dios habrá oído las palabras del primer oficial,
que su señor, el rey de Asiria, envió para blasfemar contra el Dios vivo, tu
Señor y Dios, y para ofenderlo con sus palabras. Eleva, pues, una oración por
el remanente que todavía queda.»
5 Los siervos de Ezequías fueron a hablar con Isaías,
6 y éste les dijo:
«Digan a su señor el rey que así ha dicho Dios nuestro
Señor: “No tengas miedo por las palabras que has oído, y con las cuales los
siervos del rey de Asiria han blasfemado contra mí. 7 Yo voy a poner un
espíritu en él, y haré que oiga un rumor y regrese a su país. Cuando llegue a
su país, haré que muera a filo de espada.”»
8 El primer oficial se enteró de que el rey de Asiria
se había apartado de Laquis. Entonces volvió a su país y se encontró con que el
rey estaba combatiendo contra Libna. 9 Cuando se enteró de que Tiracá, el rey
de Etiopía, había salido a combatirlo, envió embajadores a Ezequías con este
mensaje:
10 «Digan a Ezequías, rey de Judá: “No te dejes
engañar por tu Dios, en quien confías, ni creas que Jerusalén no caerá en manos
del rey de Asiria. 11 Tú bien sabes lo que han hecho los reyes de Asiria a
todos los países que han destruido. ¿Acaso crees que tú te librarás? 12 ¿Acaso
los dioses de esas naciones que destruyeron mis antepasados libraron a Gozán,
Jarán, Resef y a los hijos de Edén que habitaban en Telasar? 13 ¿Dónde están
ahora los reyes de Jamat y de Arfad, y el rey de las ciudades de Sefarvayin,
Hena y Guivá?”»
14 Ezequías recibió las cartas de mano de los
embajadores, y las leyó; luego subió a la casa del Señor y extendió las cartas
ante el Señor, 15 y elevó esta oración al Señor:
16 «Señor de los ejércitos, Dios de Israel,
que habitas entre los querubines:
sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra,
pues tú hiciste los cielos y la tierra.
17 Inclina, Señor, tu oído, y oye;
abre, Señor, tus ojos, y mira;
oye todas las blasfemias que contra ti, el Dios
viviente,
ha mandado proferir Senaquerib.
18 Ciertamente, Señor, los reyes de Asiria
destruyeron todos los países y sus comarcas,
19 y echaron al fuego los dioses de ellos,
dioses que en realidad no eran dioses
sino hechuras humanas de madera y piedra;
¡por eso los destruyeron!
20 Señor y Dios nuestro,
líbranos ahora de caer en sus manos,
para que todos los reinos de la tierra
sepan que sólo tú eres el Señor.»
21 Entonces Isaías hijo de Amoz mandó que dijeran a
Ezequías:
«Así dice el Señor, Dios de Israel en cuanto a tus
ruegos acerca de Senaquerib, el rey de Asiria. 22 Yo, el Señor, le digo a ese
rey: “La virginal hija de Sión te menosprecia y te escarnece. A tus espaldas
mueve la cabeza la hija de Jerusalén.”
23 »¿A quién vituperaste? ¿Contra quién has
blasfemado? ¿Contra quién has levantado la voz, y puesto en alto los ojos?
¡Contra el Santo de Israel! 24 Por medio de tus siervos me has vituperado, al
decir: “Con la multitud de mis carros subiré a las alturas de los montes y a
las laderas del Líbano; derribaré sus altos cedros y sus mejores cipreses;
llegaré hasta sus cumbres más elevadas y sus bosques más tupidos. 25 Yo he
cavado pozos, y he bebido de sus aguas; con mis pies he pisoteado y secado
todos los ríos de Egipto.”
26 »¿No has oído hablar de lo que yo hice desde los
tiempos antiguos, ni de los planes que desde los días más remotos tengo pensado
realizar? Pues ahora voy a realizarlos, y tú habrás de reducir las ciudades
fortificadas a montones de escombros. 27 Sus habitantes, despojados de su
poder, quedarán confusos y aterrorizados; serán como la hierba del campo y las
verdes hortalizas; ¡serán como la paja sobre los techos, que antes de tiempo se
seca!
28 »Yo conozco tu condición. Sé cuándo entras y cuándo
sales, y sé también de tu furor contra mí. 29 Grande es tu furia contra mí.
Estoy enterado de tu arrogancia. Por eso te pondré un gancho en la nariz, y un
freno en los labios, y haré que regreses por el mismo camino por donde viniste.
30 »Y esto te servirá de señal: Este año y el
siguiente comerán ustedes de lo que crezca por sí mismo, pero al tercer año ya
podrán sembrar y segar, y plantarán viñas y comerán sus uvas. 31 Los habitantes
de Judá que logren escapar y queden con vida volverán a echar raíces y a ser
productivos.»
32 Ciertamente, de Jerusalén y del monte Sión saldrá
un remanente que se salvará. Esto lo hará posible el gran amor del Señor de los
ejércitos.
33 Por lo tanto, así dice el Señor:
«El rey de Asiria no entrará en esta ciudad, ni
lanzará contra ella una sola flecha; tampoco avanzará contra ella con sus
escudos, ni levantará contra ella ningún baluarte. 34 Por el mismo camino por
el que vino, tendrá que volver. ¡No entrará en esta ciudad!
—Palabra del Señor.
35 »Yo ampararé a esta ciudad y la pondré a salvo. Lo
haré por mí mismo y por mi siervo David.»
36 El ángel del Señor salió entonces y mató a ciento
ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios. Y al día
siguiente, cuando se levantaron, todo el campamento estaba cubierto de
cadáveres. 37 Entonces Senaquerib, el rey de Asiria, se fue de allí y se quedó
a vivir en Nínive. 38 Pero sucedió que, mientras él adoraba en el templo de su
dios Nisroc, sus hijos Adramelec y Sarezer lo mataron; le clavaron una espada,
y luego huyeron a la tierra de Ararat. En su lugar reinó su hijo Esarjadón.
Enfermedad de Ezequías
38 Por esos días, Ezequías cayó gravemente enfermo.
Entonces el profeta Isaías hijo de Amoz fue a visitarlo y le dijo:
«Así dice el Señor: “Ordena tu casa, porque de esta
enfermedad no saldrás con vida.”»
2 Ezequías se volvió hacia la pared, y oró al Señor. 3
Con lágrimas en los ojos le dijo:
«Señor, recuerda por favor que me he conducido ante ti
con verdad y con un corazón sincero, y que siempre he hecho lo que te agrada y
apruebas.»
4 Entonces el Señor le habló a Isaías y le dijo:
5 «Ve y dile de mi parte a Ezequías: “Yo soy el Señor,
el Dios de tu padre David. Ya he escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas.
Voy a añadirte quince años más de vida. 6 Yo te libraré de caer en las manos
del rey de Asiria, y a esta ciudad la protegeré. 7 Y esto te servirá de señal
de que yo, el Señor, haré todo esto que he dicho: 8 Yo haré que en el reloj de
sol de Ajaz la sombra retroceda los diez grados que ya ha bajado.”»
Y, en efecto, la sombra retrocedió los diez grados que
ya había bajado.
9 Esto es lo que escribió Ezequías, rey de Judá,
cuando cayó enfermo y sanó de su enfermedad:
10 «Yo creía que a la mitad de mis días bajaría a las
puertas del sepulcro, y que no viviría el resto de mis años. 11 Yo creía que ya
no vería al Señor en la tierra de los vivientes; que ya no volvería a ver a los
que habitan este mundo; 12 que mi casa había sido removida, como cuando se
levanta la tienda de un pastor. ¡Como un tejedor, recorté mi vida, y Dios me la
acortó con la enfermedad! ¡En un solo día acabó conmigo! 13 Esperé hasta el
amanecer, pero con la furia de un león él me molió todos los huesos; ¡en un
solo día acabó conmigo!
14 »Yo me quejaba como una grulla; gemía como una
golondrina; levantaba los ojos al cielo, como una paloma: “Señor, soy víctima
de la violencia; ¡dame fuerzas!” 15 ¿Y qué puedo decir, si esto lo ha hecho el
mismo que me lo dijo? Toda mi vida andaré humildemente, por causa de la
amargura que siento en el alma.
16 »Señor, todo esto nos hace vivir, y en todo esto
halla vida mi espíritu: ¡tú me restablecerás y me prolongarás la vida! 17 ¡Mira
la gran amargura que me sobrevino cuando yo vivía en paz! Pero a ti te agradó
librarme de la corrupción del sepulcro, porque les diste la espalda a todos mis
pecados. 18 Y es que el reino de la muerte no te exalta, ni te alaba la muerte;
tampoco los que bajan al sepulcro esperan tu verdad. 19 Sólo te alaban los que
viven, como hoy vivo yo. Esta verdad la enseñarán los padres a sus hijos. 20
¡El Señor me salvará! ¡Por eso todos los días de nuestra vida elevaremos
nuestros cánticos en la casa del Señor!»
21 Antes Isaías había dicho: «Hagan una pasta de
higos, y póngansela en la llaga; así sanará.» 22 Por su parte, Ezequías había
dicho: «¿Qué señal recibiré de que podré subir a la casa del Señor?»
Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Gálatas
6 Reina Valera Contemporánea (RVC)
6 Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta,
ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa
en ti mismo, no sea que también tú seas tentado. 2 Sobrelleven los unos las
cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo. 3 Porque el que se cree
ser algo, y no es nada, a sí mismo se engaña. 4 Así que, cada uno ponga a
prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de jactarse, pero sólo respecto
de sí mismo y no por otro; 5 porque cada uno llevará su propia carga.
6 El que recibe enseñanza en la palabra, haga
partícipe de toda cosa buena al que lo enseña.
7 No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo
que el hombre siembre, eso también cosechará. 8 El que siembra para sí mismo,
de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu cosechará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer el bien;
porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos. 10 Así que, según
tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de
la fe.
Pablo se gloría en la cruz de Cristo
11 Miren con cuán grandes letras les escribo de mi
propia mano. 12 Todos los que quieren agradar a los demás los obligan a que se
circunciden, solamente para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo.
13 Porque ni siquiera los mismos que se circuncidan cumplen la ley, aunque
quieren que ustedes se circunciden para tener de qué jactarse. 14 Pero lejos
esté de mí el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15 Porque en Cristo Jesús
nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación. 16 Y
a todos los que anden conforme a esta regla, que la paz y la misericordia sean
con ellos, y con el Israel de Dios.
17 De aquí en adelante nadie me cause molestias, que
yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
Bendición final
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo
sea con su espíritu. Amén.
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Salmos
65 Reina Valera Contemporánea (RVC)
La bondad de Dios en la naturaleza
Al músico principal. Salmo. Cántico de David.
65 A ti, Dios mío, debemos alabarte en Sión;
a ti debemos cumplir nuestros votos,
2 pues tú escuchas nuestras oraciones.
A ti acude todo el género humano.
3 Nuestras malas acciones nos dominan,
pero tú perdonas nuestras rebeliones.
4 ¡Cuán dichoso es aquel a quien tú escoges
y lo llevas a vivir en tus atrios!
Nosotros quedamos plenamente satisfechos
con las bondades de tu casa,
con las bendiciones de tu santo templo.
5 Tú, Dios de nuestra salvación,
nos respondes con grandes actos de justicia.
En ti esperan los confines de la tierra
y los mares más remotos.
6 Tú te revistes de valor
y con tu poder afirmas los montes.
7 Tú sosiegas el estruendo de los mares,
acallas el estrépito de sus olas,
y silencias el alboroto de los pueblos.
8 Tiemblan de miedo, ante tus maravillas,
los que habitan en los extremos de la tierra.
Tú haces que el sol grite de alegría
al salir por la mañana, y al caer la tarde.
9 Tú, con la lluvia, cuidas de la tierra,
y en gran manera la fecundas y enriqueces.
Llenas de agua tus corrientes caudalosas
y preparas el grano, cuando así lo dispones.
10 Haces que los surcos se empapen
y que se nivelen los terrones;
con tus lluvias los reblandeces,
y bendices sus renuevos.
11 Con tu bondad engalanas el año;
a tu paso vas esparciendo abundancia.
12 Los pastizales del desierto se ven rebosantes,
y las colinas se revisten de alegría;
13 los llanos se saturan de rebaños,
y los valles se tapizan con trigales.
¡Todo canta y lanza gritos de júbilo!
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Proverbios
23:24 Reina Valera Contemporánea (RVC)
24 El padre del justo siente gran alegría;
el que engendra un hijo sabio se regocija.
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