Sunday, January 22, 2023

DAB Español, Lunes 23 de Enero


Día 023, DAB Español, Lunes 23 de Enero


Génesis 46:1-47:31; Mateo 15:1-28; Salmos 19; Proverbios 4:14-19 (Nueva Versión Internacional (NVI))







Génesis 46-47

Nueva Versión Internacional

Jacob viaja a Egipto


46 Israel emprendió el viaje con todas sus pertenencias. Al llegar a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2 Esa noche Dios le habló a Israel en una visión:


—¡Jacob! ¡Jacob!


—Aquí estoy —respondió.


3 —Yo soy Dios, el Dios de tu padre —le dijo—. No tengas temor de ir a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. 4 Yo te acompañaré a Egipto, y yo mismo haré que vuelvas. Además, cuando mueras, será José quien te cierre los ojos.


5 Luego Jacob salió de Berseba, y los hijos de Israel hicieron que su padre Jacob, y sus hijos y sus mujeres, subieran en los carros que el faraón había enviado para trasladarlos. 6 También se llevaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Fue así como Jacob y sus descendientes llegaron a Egipto. 7 Con él se llevó a todos sus hijos, hijas, nietos y nietas, es decir, a todos sus descendientes.


8 Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto, es decir, Jacob y sus hijos:


Rubén, el primogénito de Jacob.


9 Los hijos de Rubén: Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.


10 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de una cananea.


11 Los hijos de Leví: Guersón, Coat y Merari.


12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zera. (Er y Onán habían muerto en Canaán).


Los hijos de Fares: Jezrón y Jamul.


13 Los hijos de Isacar: Tola, Fuvá, Job y Simrón.


14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Yalel.


15 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Lea en Padán Aram,[a] además de su hija Dina. En total, entre hombres y mujeres eran treinta y tres personas.


16 Los hijos de Gad: Zefón, Jaguí, Esbón, Suni, Erí, Arodí y Arelí.


17 Los hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá, y su hermana que se llamaba Sera.


Los hijos de Beriá: Héber y Malquiel.


18 Estos fueron los hijos que Zilpá tuvo con Jacob. Zilpá era la esclava que Labán le había regalado a su hija Lea. Sus descendientes eran en total dieciséis personas.


19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín.


20 En Egipto, José tuvo los siguientes hijos con Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On: Manasés y Efraín.


21 Los hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ehí, Ros, Mupín, Jupín y Ard.


22 Estos fueron los descendientes de Jacob y Raquel, en total catorce personas.


23 El hijo de Dan: Jusín.


24 Los hijos de Neftalí: Yazel, Guní, Jéser y Silén.


25 Estos fueron los hijos que Jacob tuvo con Bilhá. Ella era la esclava que Labán le regaló a su hija Raquel. El total de sus descendientes fue de siete personas.


26 Todos los familiares de Jacob que llegaron a Egipto, y que eran de su misma sangre, fueron sesenta y seis, sin contar a las nueras. 27 José tenía dos hijos que le nacieron en Egipto. En total los familiares de Jacob que llegaron a Egipto fueron setenta.


28 Jacob mandó a Judá que se adelantara para que le anunciara a José su llegada y este lo recibiera en Gosén. Cuando llegaron a esa región, 29 José hizo que prepararan su carruaje, y salió a Gosén para recibir a su padre Israel. Cuando se encontraron, José se fundió con su padre en un abrazo, y durante un largo rato lloró sobre su hombro. 30 Entonces Israel le dijo a José:


—¡Ya me puedo morir! ¡Te he visto y aún estás con vida!


31 José les dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:


—Voy a informarle al faraón que mis hermanos y la familia de mi padre, quienes vivían en Canaán, han venido a quedarse conmigo. 32 Le diré que ustedes son pastores que cuidan ganado, y que han traído sus ovejas y sus vacas, y todo cuanto tenían. 33 Por eso, cuando el faraón los llame y les pregunte a qué se dedican, 34 díganle que siempre se han ocupado de cuidar ganado, al igual que sus antepasados. Así podrán establecerse en la región de Gosén, pues los egipcios detestan el oficio de pastor.


47 José fue a informarle al faraón, y le dijo:


—Mi padre y mis hermanos han venido desde Canaán con sus ovejas y sus vacas y todas sus pertenencias. Ya se encuentran en la región de Gosén.


2 Además, José había elegido a cinco de sus hermanos para presentárselos al faraón. 3 Y este les preguntó:


—¿En qué trabajan ustedes?


—Nosotros, sus siervos, somos pastores, al igual que nuestros antepasados —respondieron ellos—. 4 Hemos venido a vivir en este país porque en Canaán ya no hay pastos para nuestros rebaños. ¡Es terrible el hambre que acosa a ese país! Por eso le rogamos a usted que nos permita vivir en la región de Gosén.


5 Entonces el faraón le dijo a José:


—Tu padre y tus hermanos han venido a estar contigo. 6 La tierra de Egipto está a tu disposición. Haz que se asienten en lo mejor de la tierra; que residan en la región de Gosén. Y, si sabes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos a cargo de mi propio ganado.


7 Luego José llevó a Jacob, su padre, y se lo presentó al faraón. Jacob saludó al faraón con reverencia,[b] 8 y el faraón le preguntó:


—¿Cuántos años tienes?


9 —Ya tengo ciento treinta años —respondió Jacob—. Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados.


10 Luego Jacob se despidió del faraón con sumo respeto,[c] y se retiró de su presencia.


11 José instaló a su padre y a sus hermanos, y les entregó terrenos en la mejor región de Egipto, es decir, en el distrito de Ramsés, tal como lo había ordenado el faraón. 12 José también proveyó de alimentos a su padre y a sus hermanos, y a todos sus familiares, según las necesidades de cada uno.

La administración de José


13 El hambre en Egipto y en Canaán era terrible. No había alimento en ninguna parte, y la gente estaba a punto de morir. 14 Todo el dinero que los habitantes de Egipto y de Canaán habían pagado por el alimento, José lo recaudó para depositarlo en el palacio del faraón. 15 Cuando a egipcios y cananeos se les acabó el dinero, los egipcios fueron a ver a José y le reclamaron:


—¡Denos de comer! ¿Hemos de morir en su presencia solo porque no tenemos más dinero?


16 Y José les contestó:


—Si ya se les acabó el dinero, traigan su ganado y, a cambio, les daré alimento.


17 Los egipcios llevaron a José su ganado, es decir, sus caballos, vacas, ovejas y asnos, y a cambio de ellos José les dio alimento durante todo ese año. 18 Al año siguiente fueron a decirle a José:


—Señor, no podemos ocultar el hecho de que ya no tenemos más dinero, y de que todo nuestro ganado ya es suyo. Ya no tenemos nada que ofrecerle, de no ser nuestros propios cuerpos y nuestras tierras. 19 ¿Va usted a permitir que nos muramos junto con nuestras tierras? Cómprenos usted a nosotros y a nuestras tierras, a cambio de alimento. Así seremos esclavos del faraón junto con nuestras tierras. ¡Pero denos usted semilla, para que podamos vivir y la tierra no quede desolada!


20 De esta manera José adquirió para el faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios, obligados por el hambre, le vendieron todos sus terrenos. Fue así como todo el país llegó a ser propiedad del faraón, 21 y todos en Egipto quedaron reducidos a la esclavitud.[d] 22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes. Estos no tuvieron que vender sus terrenos porque recibían una ración de alimento de parte del faraón.


23 Luego José le informó al pueblo:


—Desde ahora ustedes y sus tierras pertenecen al faraón, porque yo los he comprado. Aquí tienen semilla. Siembren la tierra. 24 Cuando llegue la cosecha, deberán entregarle al faraón la quinta parte de lo cosechado. Las otras cuatro partes serán para la siembra de los campos, y para alimentarlos a ustedes, a sus hijos y a sus familiares.


25 —¡Usted nos ha salvado la vida, y hemos contado con su favor! —respondieron ellos—. ¡Seremos esclavos del faraón!


26 José estableció esta ley en toda la tierra de Egipto, que hasta el día de hoy sigue vigente: la quinta parte de la cosecha le pertenece al faraón. Solo las tierras de los sacerdotes no llegaron a ser del faraón.


27 Los israelitas se asentaron en Egipto, en la región de Gosén. Allí adquirieron propiedades, prosperaron y llegaron a ser muy numerosos. 28 Jacob residió diecisiete años en Egipto, y llegó a vivir un total de ciento cuarenta y siete años. 29 Cuando Israel estaba a punto de morir, mandó llamar a su hijo José y le dijo:


—Si de veras me quieres, pon tu mano debajo de mi muslo y prométeme amor y lealtad. ¡Por favor, no me entierres en Egipto! 30 Cuando vaya a descansar junto a mis antepasados, sácame de Egipto y entiérrame en el sepulcro de ellos.


—Haré lo que me pides —contestó José.


31 —¡Júramelo! —insistió su padre.


José se lo juró, e Israel se reclinó sobre la cabecera de la cama.

Footnotes


46:15 Padán Aram. Es decir, el noroeste de Mesopotamia.

47:7 saludó al faraón con reverencia. Lit. bendijo al faraón.

47:10 se despidió del faraón con sumo respeto. Lit. bendijo al faraón.

47:21 quedaron reducidos a la esclavitud (Pentateuco Samaritano, LXX; véase también Vulgata); fueron trasladados a las ciudades (TM).


Mateo 15:1-28

Nueva Versión Internacional

Lo limpio y lo impuro


15 Se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén, y le preguntaron:


2 —¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de los ancianos? ¡Comen sin cumplir primero el rito de lavarse las manos!


3 Jesús les contestó:


—¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición? 4 Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”,[a] y también: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”.[b] 5 Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decir a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como ofrenda a Dios”. 6 En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre.[c] Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios. 7 ¡Hipócritas! Tenía razón Isaías cuando profetizó de ustedes:


8

»“Este pueblo me honra con los labios,

    pero su corazón está lejos de mí.

9

En vano me adoran;

    sus enseñanzas no son más que reglas humanas”».[d]


10 Jesús llamó a la multitud y dijo:


—Escuchen y entiendan. 11 Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca, sino lo que sale de ella.


12 Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron:


—¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oír eso?


13 —Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado será arrancada de raíz —les respondió—. 14 Déjenlos; son guías ciegos.[e] Y, si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.


15 —Explícanos la comparación —le pidió Pedro.


16 —¿También ustedes son todavía tan torpes? —les dijo Jesús—. 17 ¿No se dan cuenta de que todo lo que entra en la boca va al estómago y después se echa en la letrina? 18 Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. 20 Estas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos.

La fe de la mujer cananea


21 Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. 22 Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando:


—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada.


23 Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:


—Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando.


24 —No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.


25 La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó:


—¡Señor, ayúdame!


26 Él le respondió:


—No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.


27 —Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.


28 —¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres.


Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.

Footnotes


15:4 Éx 20:12; Dt 5:16

15:4 Éx 21:17; Lv 20:9

15:6 padre. Var. padre ni a su madre.

15:9 Is 29:13

15:14 guías ciegos. Var. ciegos guías de ciegos.


Salmos 19

Nueva Versión Internacional

Al director musical. Salmo de David.


19 Los cielos cuentan la gloria de Dios,

    el firmamento proclama la obra de sus manos.

2

Un día transmite al otro la noticia,

    una noche a la otra comparte su saber.

3

Sin palabras, sin lenguaje,

    sin una voz perceptible,

4

por toda la tierra resuena su eco,

    ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!


Dios ha plantado en los cielos

    un pabellón para el sol.

5

Y este, como novio que sale de la cámara nupcial,

    se apresta, cual atleta, a recorrer el camino.

6

Sale de un extremo de los cielos

    y, en su recorrido, llega al otro extremo,

    sin que nada se libre de su calor.


7

La ley del Señor es perfecta:

    infunde nuevo aliento.

El mandato del Señor es digno de confianza:

    da sabiduría al sencillo.

8

Los preceptos del Señor son rectos:

    traen alegría al corazón.

El mandamiento del Señor es claro:

    da luz a los ojos.

9

El temor del Señor es puro:

    permanece para siempre.

Las sentencias del Señor son verdaderas:

    todas ellas son justas.

10

Son más deseables que el oro,

    más que mucho oro refinado;

son más dulces que la miel,

    la miel que destila del panal.

11

Por ellas queda advertido tu siervo;

    quien las obedece recibe una gran recompensa.


12

¿Quién está consciente de sus propios errores?

    ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!

13

Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas;

    no permitas que tales pecados me dominen.

Así estaré libre de culpa

    y de multiplicar mis pecados.


14

Sean, pues, aceptables ante ti

    mis palabras y mis pensamientos,

    oh Señor, roca mía y redentor mío.

Proverbios 4:14-19

Nueva Versión Internacional


14

No sigas la senda de los perversos

    ni vayas por el camino de los malvados.

15

¡Evita ese camino! ¡No pases por él!

    ¡Aléjate de allí, y sigue de largo!

16

Los malvados no duermen si no hacen lo malo;

    pierden el sueño si no hacen que alguien caiga.

17

Su pan es la maldad;

    su vino, la violencia.


18

La senda de los justos se asemeja

    a los primeros albores de la aurora:

su esplendor va en aumento

    hasta que el día alcanza su plenitud.

19

Pero el camino de los malvados

    es como la más densa oscuridad;

    ¡ni siquiera saben con qué tropiezan!

Nueva Versión Internacional (NVI)


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