Día 306, DAB Español, Viernes 2 de Noviembre
Ezequiel 3:16-6:14; Hebreos 4:1-16; Salmos 104:24-35; Proverbios 26:27 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Ezequiel
3:16-6:14 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Israel al cuidado de Ezequiel
16 Pasados los siete días, la palabra del Señor vino a
mí y me dijo:
17 «Hijo de hombre, yo he puesto al pueblo de Israel
bajo tu cuidado. Así que tú oirás lo que yo te diga, y tú los amonestarás de mi
parte. 18 Si yo le digo al impío: “Estás sentenciado a morir”, y tú no lo
amonestas para que sepa que va por mal camino, ni le hablas para que pueda
seguir con vida, el impío morirá por causa de su maldad, pero yo te pediré a ti
cuentas de su sangre. 19 Pero si tú amonestas al impío, y él no se aparta de su
impiedad y mal camino, morirá por causa de su maldad, pero tú te habrás librado
de morir. 20 Ahora bien, si el justo se aparta de su justicia y hace lo malo, y
yo pongo delante de él un tropiezo, él morirá porque tú no lo amonestaste y por
causa de su pecado, y yo no tomaré en cuenta todos sus actos de justicia, pero
a ti te pediré cuentas de su sangre. 21 Pero si amonestas al justo para que no
peque, y éste no peca, ciertamente vivirá por haber sido amonestado, y tú te
habrás librado de morir.»
Ezequiel se queda mudo
22 Allí mismo la mano del Señor vino sobre mí, y me
dijo:
«Levántate y ve al campo, que allí voy a hablar
contigo.»
23 Yo me levanté y me dirigí al campo, y vi que allí
estaba la gloria del Señor, tal y como la había visto junto al río Quebar.
Entonces me incliné sobre mi rostro, 24 y el espíritu entró en mí y me hizo
ponerme sobre mis pies; luego me habló y me dijo:
«Entra en tu casa, y quédate allí, encerrado. 25 Toma
en cuenta, hijo de hombre, que te atarán con cuerdas, y que con ellas te
sujetarán para que no puedas andar entre ellos. 26 Yo haré que la lengua se te
pegue al paladar, y te quedarás mudo, de modo que no podrás reprenderlos, aun
cuando son un pueblo rebelde. 27 Pero cuando yo te hable, te abriré la boca, y
tú les dirás: “Así ha dicho el Señor”. Y el que quiera oír, que oiga; y el que
no quiera oír, que no oiga; porque son un pueblo rebelde.
Predicción del sitio de Jerusalén
4 »Tú, hijo de hombre, toma un adobe y ponlo delante
de ti, y dibuja en él la ciudad de Jerusalén. 2 Ponle sitio, levanta contra
ella fortificaciones, baluartes y arietes, y rodéala con un ejército. 3 Toma
también una plancha de hierro, y ponla entre la ciudad y tú, a manera de un
muro de hierro; la plancha fungirá como cerco. Dirígete luego contra ella, y
ponle sitio. Ésta será una señal contra el pueblo de Israel.
4 »Acuéstate luego sobre tu costado izquierdo, y pon
sobre ese costado la maldad del pueblo de Israel. Llevarás sobre ti su maldad
el mismo número de días que duermas sobre tu costado. 5 Y los años de su maldad
son el mismo número de esos días, es decir, trescientos noventa días. De este
modo llevarás sobre ti la maldad del pueblo de Israel. 6 Cuando se cumplan
estos días, te acostarás de nuevo, pero esta vez sobre tu costado derecho, y
durante cuarenta días llevarás sobre ti la maldad del pueblo de Judá. Estoy
contando un día por año. 7 Luego te dirigirás hacia la Jerusalén sitiada, y con
el brazo descubierto profetizarás contra ella. 8 Yo te sujetaré, de manera que
no puedas girar de un lado a otro, hasta que hayas cumplido con los días del
sitio contra la ciudad.
9 »Pero tú, toma trigo, cebada, habas, lentejas, millo
y avena, y ponlos en una vasija, para alimentarte con todo esto el número de
días que te acuestes sobre tu costado. Esto es lo que comerás durante
trescientos noventa días, 10 en raciones de doscientos gramos al día y a
determinadas horas. 11 También beberás el agua en raciones de medio litro por
día, a determinadas horas. 12 Harás panes de cebada, y los cocerás bajo las
cenizas con fuego de excremento humano, y los comerás a la vista de todos.»
13 También dijo el Señor:
«Un pan así de inmundo comerán los hijos de Israel, en
las naciones por las que voy a arrojarlos.»
14 Entonces dije:
«¡Ay, Señor y Dios! Yo no soy ningún ser inmundo, ni
jamás, desde que era joven y hasta este día, he comido carne de ningún animal
muerto o despedazado, ni tampoco me he llevado a la boca carne inmunda.»
15 El Señor me respondió:
«Mira, voy a permitirte que uses estiércol de bueyes
para cocer tu pan, en lugar de excremento humano.»
16 Y también me dijo:
«Mira, hijo de hombre: Voy a hacer que falte pan en
Jerusalén. El pan se comerá por peso y con angustia, y el agua se beberá por
medida y con espanto, 17 para que, al faltarles el pan y el agua, unos a otros
se miren con espanto y se consuman en su maldad.
5 »Tú, hijo de hombre, toma un cuchillo afilado o una
navaja de barbero, y aféitate la cabeza y la barba; toma luego una balanza, y
divide y pesa los cabellos. 2 Cuando el sitio de la ciudad llegue a su fin
echarás al fuego una tercera parte de ellos, a la vista de todos; otra tercera
parte la desmenuzarás con espada por toda la ciudad; y la tercera parte
restante la arrojarás al viento. Yo voy a perseguirlos espada en mano. 3 Toma
también unos pocos de tus cabellos, y sujétalos en el borde de tu manto, 4
otros pocos de ellos los echarás al fuego, para que se quemen, y de allí el
fuego se propagará por toda el pueblo de Israel.»
5 Así ha dicho Dios el Señor:
«¡Aquí tienen a Jerusalén! La establecí en medio de
las naciones y de los países a su alrededor. 6 Pero ella cambió mis decretos y
mis ordenanzas. Su maldad fue mayor que la de las naciones y países a su
alrededor, pues no obedeció mis decretos y mis mandamientos, sino que los
desechó.»
7 Por lo tanto, así ha dicho el Señor:
«Ustedes se han portado peor que las naciones a su
alrededor. No han seguido mis mandamientos, ni han obedecido mis leyes. ¡Ni
siquiera se han sujetado a las leyes de las naciones a su alrededor!.»
8 Por lo tanto, así ha dicho Dios el Señor:
«Jerusalén, yo estoy contra ti, y voy a dictar
sentencia contra ti a la vista de las naciones. 9 Por tus acciones tan
repugnantes, voy a hacer contigo lo que nunca antes hice, ni volveré a hacer.
10 En tus calles, los padres se comerán a sus hijos, y los hijos se comerán a
sus padres. Voy a dictar sentencia contra ti, y lanzaré a los cuatro vientos
todo lo que de ti quede. 11 Por haber profanado mi santuario con todas tus
abominaciones, yo, el Señor, juro que voy a destruirte por completo y sin
misericordia. ¡No te voy a perdonar!
—Palabra del Señor.
12 »Una tercera parte de tus habitantes morirá en tus
calles por causa de la peste y el hambre; una tercera parte de ellos morirá por
la espada en tus alrededores, y la tercera parte restante la esparciré por los
cuatro vientos. ¡Voy a perseguirlos espada en mano! 13 Así se calmará mi furor
y se saciara mi enojo. Así quedaré satisfecho. Y una vez que se haya calmado mi
enojo, ustedes sabrán que yo, el Señor, he hablado.
14 »Voy a dejarte en ruinas. Serás la burla de las naciones
que te rodean, y de todos los que pasen a tu lado. 15 Cuando en mi furor e
indignación te reprenda y dicte yo sentencia contra ti, serás motivo de burla y
oprobio entre las naciones que te rodean. ¡Les servirás de escarmiento y de
motivo de espanto. Yo, el Señor, lo he dicho.
16 »Cuando yo lance contra ustedes las mortales saetas
del hambre, para destruirlos, haré también que aumente el hambre entre ustedes,
pues les quitaré el abasto de pan. 17 Voy a lanzar contra ustedes hambre, peste
y muerte, y bestias feroces que los devoren y espadas que les quiten la vida.
Yo, el Señor, lo he dicho.»
Profecía contra los montes de Israel
6 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
2 «Hijo de hombre, dirígete a los montes de Israel y
profetiza contra ellos. 3 Di a los montes de Israel que oigan la palabra de su
Dios y Señor. Di a los montes y colinas, y a los arroyos y valles, que así dice
su Dios y Señor: “Voy a lanzar la espada contra ustedes. Voy a destruir sus
lugares altos. 4 Sus altares serán destruidas, y sus imágenes del sol serán
hechas pedazos. Voy a hacer que sus muertos caigan delante de sus ídolos, 5 y
que los cadáveres de los hijos de Israel caigan delante de sus ídolos, y que
sus huesos queden esparcidos alrededor de sus altares. 6 Dondequiera que
ustedes habiten, sus ciudades quedarán desiertas y los lugares altos serán
destruidos; sus altares quedarán en ruinas, y sus ídolos quedarán hechos
añicos; sus imágenes del sol serán destruidas, lo mismo que todo lo que han
hecho. 7 Cuando la gente caiga muerta en medio de ustedes, sabrán entonces que
yo soy el Señor.
8 ”Pero cuando sean esparcidos por los países, dejaré
que algunos de ustedes se salven de la espada, de modo que quede un resto de
sobrevivientes entre las naciones. 9 Aquellos de ustedes que logren escapar se
acordarán de mí entre las naciones donde serán cautivos. Se acordarán de cómo
sufrí por culpa de su corazón infiel, que se apartó de mí, y por haber puesto
sus ojos infieles en los ídolos. Se avergonzarán de ustedes mismos, por causa de
todo el mal que cometieron con sus acciones repugnantes.” 10 Así sabrán ellos
que yo soy el Señor, y que no en vano dije que les traería este mal.»
11 Así ha dicho Dios el Señor:
«Da de palmadas con tus manos, y de golpes con tus
pies. Llora por todas las acciones repugnantes que ha cometido el pueblo de
Israel, porque caerán a filo de espada, o por el hambre o la peste. 12 Los que
se encuentren lejos morirán por la peste; los que estén cerca caerán a filo de
espada, y los que aún queden morirán de hambre durante el sitio de la ciudad.
Así satisfaré en ellos mi enojo. 13 Cuando sus cadáveres caigan ante sus
ídolos, y alrededor de sus altares, y sobre toda colina elevada y en las cimas
de todo monte, o bajo la fronda de los árboles y de las espesas encinas, que es
donde ofrecieron incienso a todos sus ídolos, sabrán que yo soy el Señor. 14 Yo
extenderé mi mano contra ellos, y dondequiera que vivan haré que la tierra
quede más árida y desolada que el desierto de Diblat. ¡Y entonces sabrán que yo
soy el Señor!»
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Hebreos
4 Reina Valera Contemporánea (RVC)
4 Por eso, temamos a Dios mientras tengamos todavía la
promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de ustedes parezca haberse
quedado atrás. 2 Porque la buena nueva se nos ha anunciado a nosotros lo mismo
que a ellos; pero de nada les sirvió a ellos el oír esta palabra porque, cuando
la oyeron, no la acompañaron con fe. 3 Pero los que creímos hemos entrado en el
reposo, conforme a lo que él dijo:
«Por eso, en mi furor juré:
“No entrarán en mi reposo”»,
aun cuando sus obras estaban acabadas desde la creación
del mundo. 4 En cierto lugar se dice así del séptimo día: «Dios reposó de todas
sus obras en el séptimo día.» 5 Y una vez más dice: «No entrarán en mi reposo».
6 Por lo tanto, y puesto que aún falta que algunos entren en el reposo, y como
aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa
de su desobediencia, 7 vuelve a determinarse un día, «Hoy», al decir después de
tanto tiempo, por medio de David:
«Si ustedes oyen hoy su voz,
no endurezcan su corazón».
8 Si Josué les hubiera dado el reposo, no habría
hablado después de otro día. 9 De modo que aún queda un reposo para el pueblo
de Dios. 10 Porque el que entra en su reposo, reposa también de sus obras, como
Dios reposó de las suyas.
11 Procuremos, pues, entrar en ese reposo, para que
nadie siga el ejemplo de los que desobedecieron. 12 La palabra de Dios es viva
y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los
pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Nada de lo que Dios creó puede
esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a
los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.
Jesús el gran sumo sacerdote
14 Por lo tanto, y ya que en Jesús, el Hijo de Dios,
tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, retengamos nuestra
profesión de fe. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo de la
misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Por tanto, acerquémonos
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia
para cuando necesitemos ayuda.
Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos
104:24-35 Reina Valera Contemporánea (RVC)
24 ¡Tus obras, Señor, son innumerables!
¡Todas las hiciste con gran sabiduría!
¡La tierra está llena de tus criaturas!
25 ¡Vean el vasto mar! ¡Contemplen su grandeza!
En él se mueven incontables seres vivos,
lo mismo grandes que pequeños.
26 Allí navegan las grandes naves;
allí está Leviatán, que creaste para jugar con él.
27 Todos los seres esperan de ti
que a su tiempo les des de comer.
28 Si abres tu mano y les das su pan,
ellos lo toman y quedan satisfechos.
29 Si te escondes de ellos, se desconciertan;
si les retiras su espíritu, mueren y vuelven al polvo.
30 Pero si envías tu espíritu, vuelven a la vida,
y así renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Sea tu gloria eterna, Señor!
¡Que te regocijen las obras que has hecho!
32 Si miras la tierra, ésta tiembla;
si tocas los montes, éstos echan humo.
33 Señor, ¡toda mi vida te cantaré!
Dios mío, ¡yo te cantaré salmos mientras viva!
34 Señor, dígnate agradarte de mis pensamientos,
pues yo hallo en ti mi alegría.
35 Que sean borrados de la tierra los malvados;
¡que dejen de existir los malhechores!
¡Bendice, alma mía, al Señor!
¡Aleluya!
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Proverbios
26:27 Reina Valera Contemporánea (RVC)
27 El que cava el foso, en él se cae;
al que empuja la piedra, la piedra lo aplasta.
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