Wednesday, March 10, 2021

DAB Español, Jueves 11 de Marzo

Día 069, DAB Español, Jueves 11 de Marzo

Números 15:17-16:40; Marcos 15:1-47; Salmos 54; Proverbios 11:5-6 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









Números 15:17-16:35

La Palabra (Hispanoamérica)

 

17 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

 

18 — Di a los israelitas: Cuando entren en la tierra a la cual yo los llevo, 19 y comiencen a comer pan de esa tierra, apartarán algo como ofrenda al Señor. 20 De lo primero que amasen, ofrecerán una torta en ofrenda; lo mismo que hacen con las primicias de su cosecha. 21 Reservarán al Señor como ofrenda las primicias de sus hornadas a lo largo de todas sus futuras generaciones.

 

22 Puede suceder que por inadvertencia dejen de obedecer alguno de estos mandamientos que el Señor ha comunicado a Moisés, 23 es decir, alguna de las cosas que el Señor les ha ordenado por medio de Moisés, desde el día que el Señor lo mandó para todas sus generaciones. 24 Si el pecado fue cometido inadvertidamente, sin que la comunidad se hubiese percatado del hecho, toda la comunidad ofrecerá un novillo como holocausto de olor grato al Señor, con su correspondiente ofrenda de cereal y su libación, y un macho cabrío como ofrenda de purificación. 25 El sacerdote hará así expiación por toda la comunidad israelita, que podrá ser perdonada, pues fue un error involuntario; por este error y por todos sus errores involuntarios ha presentado su ofrenda de alimentos al Señor, y su ofrenda de purificación ante el Señor. 26 Tanto la comunidad israelita como el residente extranjero serán perdonados, ya que se trata de un error involuntario de todo el pueblo.

 

27 Si es una sola persona la que ha pecado por inadvertencia, ofrecerá una cabra de un año como ofrenda de purificación. 28 El sacerdote hará expiación ante el Señor por esa persona que ha pecado por inadvertencia, cometiendo así una falta involuntaria; hará expiación por ella y será perdonada. 29 Utilizarán el mismo ritual con respecto a quien peque involuntariamente, tanto si es ciudadano israelita como si es un residente extranjero que vive entre ustedes.

 

30 Pero la persona, sea ciudadano nativo o residente extranjero, que cometa un pecado a sabiendas, ultraja al Señor y debe ser extirpada de su pueblo. 31 Por cuanto menospreció la palabra del Señor y violó su mandamiento, esa persona será inexorablemente extirpada [del pueblo] y cargará con las consecuencias de su pecado.

Violación del sábado

 

32 Estando los israelitas en el desierto, sorprendieron a un hombre que estaba recogiendo leña en sábado. 33 Los que lo hallaron realizando tal actividad, lo llevaron ante Moisés, Aarón y toda la comunidad, 34 y lo pusieron bajo custodia, porque aún no estaba especificado qué se debía hacer en tales casos. 35 Entonces el Señor dijo a Moisés:

 

— Esa persona debe ser condenada a muerte y toda la comunidad deberá darle muerte a pedradas, fuera del campamento.

 

36 Entonces la comunidad sacó al culpable fuera del campamento y lo apedrearon hasta darle muerte, tal como el Señor había mandado a Moisés.

Borlas en los vestidos

 

37 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

 

38 — Manda a los israelitas que ellos y todos sus descendientes se hagan borlas en los bordes de sus vestidos y que las aten con un cordón de color púrpura violeta. 39 Esto les servirá de señal para que, cuando lo vean, se acuerden de todos los mandamientos del Señor y los obedezcan, apartando así su corazón y sus ojos de esos deseos inconfesables que los conducen a la infidelidad. 40 De esta manera recordarán y cumplirán todos mis mandamientos, viviendo como consagrados a mí que soy su Dios. 41 Yo, el Señor, soy su Dios que los saqué de la tierra de Egipto, para ser su Dios. Yo soy el Señor, su Dios.

La rebelión de Coré y sus secuaces

 

16 Coré, hijo de Izhar, nieto de Queat y biznieto de Leví, se confabuló con Datán y Abirán, hijos de Eliab, y con On, hijo de Pelet, de la descendencia de Rubén, 2 y se rebelaron contra Moisés junto con doscientos cincuenta israelitas, jefes de la comunidad y miembros del consejo, todos ellos personas de renombre. 3 Se amotinaron contra Moisés y Aarón y les dijeron:

 

— ¡Ya está bien de privilegios! Si toda la comunidad es santa y el Señor está en medio de ella, ¿por qué sólo ustedes se arrogan el derecho a presidir la comunidad del Señor?

 

4 Cuando Moisés oyó esto, se postró rostro en tierra. 5 Luego se dirigió a Coré y a todos sus secuaces y les dijo:

 

— Vengan mañana por la mañana y el Señor mostrará quién es suyo, quién le está consagrado y quién puede acercarse a él; a quien el Señor elija, ese podrá acercársele. 6 Procederán así: tú, Coré, y todos tus secuaces háganse con incensarios 7 y mañana, en presencia del Señor, pongan en ellos fuego e incienso. A quien el Señor escoja, ese será el consagrado. ¡Veremos quién se arroga privilegios, hijos de Leví!

 

8 Dijo además Moisés a Coré:

 

— Escúchenme, hijos de Leví: 9 ¿no les parece suficiente que el Dios de Israel los haya elegido de entre la comunidad de Israel, permitiendo que ustedes se acerquen a él, que estén al servicio de la Morada del Señor y que representen a la comunidad oficiando en su lugar? 10 El Señor les ha permitido, a ti y a tus hermanos levitas, que se acerquen a él; ¿van a reclamar también el sacerdocio? 11 En realidad, es contra el Señor contra quien se han amotinado tú y tus secuaces. Porque, ¿quién es Aarón para que murmuren contra él?

 

12 Moisés mandó llamar a Datán y Abirán, hijos de Eliab; pero ellos respondieron:

 

— No iremos. 13 ¿No es suficiente que nos hayas sacado de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en el desierto, que ahora pretendes también enseñorearte de nosotros? 14 A la vista está que no nos has traído a una tierra que mana leche y miel, ni nos has dado campos y viñas como heredad. ¿A quién quieres engañar ahora? ¡No iremos!

 

15 Moisés se enojó sobremanera y dijo al Señor:

 

— No aceptes su ofrenda. En cuanto a mí, ni un asno he tomado de ninguno de ellos, ni a ninguno de ellos he agraviado.

Desenlace de la rebelión

 

16 Moisés dijo a Coré:

 

— Mañana, tú y todos tus secuaces comparezcan junto con Aarón en presencia del Señor. 17 Que cada uno tome su incensario y ponga incienso en él, doscientos cincuenta incensarios en total; tú y Aarón traerán también su propio incensario.

 

18 Así pues, cada uno tomó su incensario y después de poner fuego y echar incienso en él, ocuparon su lugar a la entrada de la Tienda del encuentro, al igual que Moisés y Aarón. 19 Coré había reunido contra ellos a toda la comunidad a la entrada de la Tienda del encuentro. Entonces la gloria del Señor se manifestó a toda la comunidad, 20 y el Señor se dirigió a Moisés y a Aarón y les dijo:

 

21 — ¡Apártense de esa comunidad pues la voy a aniquilar en un instante!

 

22 Pero ellos se postraron sobre sus rostros y dijeron:

 

— Oh Dios, origen de toda vida, si ha sido uno solo el que pecó, ¿te enojarás contra toda la comunidad?

 

23 El Señor contestó a Moisés:

 

24 — Pide a la comunidad que se retire de los alrededores de las tiendas de Coré, Datán y Abirán.

 

25 Moisés se levantó y, junto con los ancianos de Israel, se dirigió adonde estaban Datán y Abirán. 26 Dijo entonces a la comunidad:

 

— Apártense de las tiendas de esos hombres impíos y no toquen ninguna cosa suya si no quieren perecer a causa de todos sus pecados.

 

27 Así lo hicieron; se apartaron de los alrededores de las tiendas de Coré, de Datán y de Abirán, mientras estos habían salido y estaban a las puertas de sus tiendas, con sus mujeres y sus hijos, incluidos los más pequeños. 28 Y Moisés dijo:

 

— Ahora conocerán que es el Señor quien me ha enviado para hacer todo esto, y que no lo he hecho por mi propia voluntad. 29 Si estos hombres mueren de muerte natural o siguiendo el destino común de todos los humanos, entonces no es el Señor quien me ha enviado. 30 Pero si el Señor hace algo extraordinario y la tierra, abriendo su boca, los traga con todas sus pertenencias, de suerte que desciendan vivos al reino de los muertos, entonces sabrán que estos hombres han menospreciado al Señor.

 

31 Apenas terminó Moisés de decir todas estas palabras, cuando la tierra que estaba debajo de ellos 32 abrió su boca y se los tragó, junto con sus casas; lo mismo les ocurrió a todos los secuaces de Coré y a todas sus pertenencias. 33 Descendieron vivos al reino de los muertos; la tierra se cerró sobre ellos y desaparecieron de en medio de la comunidad. 34 Al oír sus gritos, todos los israelitas que estaban cerca de ellos huyeron diciendo: “¡No sea que también a nosotros nos trague la tierra!”.

 

35 Salió entonces un fuego de la presencia del Señor que devoró a los doscientos cincuenta hombres que estaban ofreciendo el incienso.

Marcos 15

La Palabra (Hispanoamérica)

Jesús ante Pilato (Mt 27,1-2.11-14; Lc 23,1-5; Jn 18,28-33)

 

15 Al amanecer, habiéndose reunido a deliberar los jefes de los sacerdotes, junto con los ancianos, los maestros de la ley y el Consejo Supremo en pleno, llevaron atado a Jesús y se lo entregaron a Pilato. 2 Pilato le preguntó:

 

— ¿Eres tú el rey de los judíos?

 

Jesús le contestó:

 

— Tú lo dices.

 

3 Los jefes de los sacerdotes no dejaban de acusarlo; 4 así que Pilato le preguntó otra vez:

 

— ¿No respondes nada? ¡Mira cómo te están acusando!

 

5 Pero Jesús no contestó, de manera que Pilato se quedó extrañado.

Jesús sentenciado a muerte (Mt 27,15-26; Lc 23,13-25; Jn 18,39-40; 19,1.4-16)

 

6 En la fiesta de la Pascua, Pilato concedía la libertad a un preso, el que le pidieran. 7 Había entonces un preso llamado Barrabás que, junto con otros sediciosos, había cometido un asesinato en un motín. 8 Cuando llegó la gente y se pusieron a pedir a Pilato que hiciera como tenía por costumbre, 9 Pilato les contestó:

 

— ¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?

 

10 Pues se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes se lo habían entregado por envidia. 11 Pero estos incitaron a la gente para que les soltara a Barrabás. 12 Pilato les preguntó de nuevo:

 

— ¿Y qué quieren que haga con el que ustedes llaman rey de los judíos?

 

13 Ellos gritaron:

 

— ¡Crucifícalo!

 

14 Pilato preguntó:

 

— Pues ¿cuál es su delito?

 

Pero ellos gritaban más y más:

 

— ¡Crucifícalo!

 

15 Entonces Pilato, queriendo contentar a la gente, ordenó que pusieran en libertad a Barrabás y les entregó a Jesús para que lo azotaran y lo crucificaran.

Los soldados se burlan de Jesús (Mt 27,27-31; Jn 19,2-3)

 

16 Los soldados llevaron a Jesús al interior del palacio, es decir, al pretorio. Reunieron allí a toda la tropa, 17 le pusieron un manto de púrpura y una corona de espinas en la cabeza, 18 y empezaron a saludarlo:

 

— ¡Viva el rey de los judíos!

 

19 Le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, poniéndose de rodillas ante él, le hacían reverencias. 20 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura, lo vistieron con su propia ropa y lo sacaron de allí para crucificarlo.

Jesús es crucificado (Mt 27,32-44; Lc 23,26-43; Jn 19,17-27)

 

21 Y a uno que pasaba por allí al volver del campo, a un tal Simón, natural de Cirene, padre de Alejandro y Rufo, lo obligaron a cargar con la cruz de Jesús. 22 Llevaron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa lugar de la Calavera. 23 Allí le dieron vino mezclado con mirra, pero él lo rechazó. 24 A continuación lo crucificaron y los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suertes, para ver con qué se quedaba cada uno. 25 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. 26 Y había un letrero en el que estaba escrito el motivo de la condena: “El rey de los judíos”. 27 Al mismo tiempo que a Jesús, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda. 28 [Así se cumplió la Escritura que dice: Fue incluido entre los criminales].

 

29 Los que pasaban lo insultaban y, meneando la cabeza, decían:

 

— ¡Eh, tú que derribas el Templo y vuelves a edificarlo en tres días: 30 sálvate a ti mismo bajando de la cruz!

 

31 De igual manera los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se burlaban de él diciéndose unos a otros:

 

— Ha salvado a otros, pero no puede salvarse a sí mismo. 32 ¡Que baje ahora mismo de la cruz ese mesías, ese rey de Israel, para que lo veamos y creamos en él!

 

Los otros que estaban crucificados junto a él, también lo llenaban de insultos.

Muerte de Jesús (Mt 27,45-56; Lc 23,44-49; Jn 19,28-30)

 

33 Al llegar el mediodía, la tierra entera quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde. 34 A esa hora Jesús gritó con fuerza:

 

— ¡Eloí, Eloí! ¿lemá sabaqtaní? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”).

 

35 Lo oyeron algunos de los que estaban allí y comentaron:

 

— Miren, está llamando a Elías.

 

36 Uno de ellos fue corriendo a empapar una esponja en vinagre, y con una caña se la acercó a Jesús para que bebiera, diciendo:

 

— Dejen, a ver si viene Elías a librarlo.

 

37 Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, murió.

 

38 Entonces la cortina del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 El comandante de la guardia, que estaba frente a Jesús, al ver cómo había muerto, dijo:

 

— ¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!

 

40 Había también algunas mujeres contemplándolo todo desde lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé; 41 eran las que, cuando Jesús estaba en Galilea, lo habían seguido y atendido. Y había también otras muchas que habían venido con él a Jerusalén.

Jesús es sepultado (Mt 27,57-61; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42)

 

42 Ya al atardecer, como era el día de la preparación, esto es, la víspera del sábado, 43 José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, que esperaba también el reino de Dios, se presentó valerosamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato, extrañado de que ya hubiera muerto, mandó llamar al comandante de la guardia para preguntarle si efectivamente había muerto ya. 45 Debidamente informado por el comandante, Pilato mandó entregar el cuerpo a José. 46 Este lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana que había comprado y lo puso en un sepulcro excavado en la roca. Después hizo rodar una piedra, cerrando con ella la entrada del sepulcro. 47 María Magdalena y María la madre de José miraban dónde lo ponía.

Salmos 54

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 54 (53)

Es Dios quien me ayuda

 

54 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Poema para David. 2 Cuando vinieron los de Zif y dijeron a Saúl: “¿No está escondido David entre nosotros?”.

 

3

¡Oh Dios, por el honor de tu nombre sálvame,

con tu poder defiende mi causa!

4

¡Escucha, oh Dios, mi oración,

estate atento a mis palabras!

5

Se alzan contra mí extranjeros,

gente cruel desea mi muerte

sin tener presente a Dios. [ Pausa]

6

Pero es Dios quien me ayuda,

mi Señor está con los que me protegen.

7

Que el mal se vuelva contra mis rivales

y tú, por tu fidelidad, hazlos perecer.

8

Te ofreceré sacrificios voluntarios,

alabaré tu nombre, Señor, porque es bueno.

9

Él me ha librado de todas mis angustias

y he visto a mis enemigos derrotados.

Proverbios 11:5-6

La Palabra (Hispanoamérica)

 

5

El justo encuentra llano el camino,

el malvado cae por su propia maldad.

6

La justicia salva a los honrados,

los desleales quedan presos de su ambición.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

 

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

 

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