Thursday, March 11, 2021

DAB Español, Viernes 12 de Marzo

Día 070, DAB Español, Viernes 12 de Marzo

Números 16:41-18:32; Marcos 16:1-20; Salmos 55; Proverbios 11:7 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









Números 16:41-18:32

La Palabra (Hispanoamérica)

Destino de los incensarios de Coré

 

17 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

 

2 — Ordena a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que retire los incensarios de en medio de la hoguera, pues están consagrados, y que esparza el fuego a cierta distancia. 3 Y conviertan esos incensarios —los de esos hombres cuyo pecado les costó la vida— en láminas para cubrir al altar; porque una vez que fueron utilizados para presentar ofrendas al Señor, han quedado consagrados, y servirán como advertencia al pueblo de Israel.

 

4 El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce que habían sido presentados como ofrenda por aquellos que murieron devorados por el fuego y los hizo convertir en láminas para cubrir el altar, 5 tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés. Esto serviría para recordar a los israelitas que ningún profano, ajeno a la estirpe de Aarón, puede ofrecer incienso ante el Señor, si no quiere que le suceda lo que a Coré y a sus secuaces.

Nuevas protestas y nueva intercesión

 

6 Al día siguiente, la comunidad israelita en pleno volvió a protestar contra Moisés y Aarón, diciendo:

 

— ¡Son ustedes los que están haciendo perecer al pueblo del Señor!

 

7 Así que, como la comunidad estaba a punto de amotinarse contra ellos, Moisés y Aarón dirigieron su mirada hacia la Tienda del encuentro que había quedado cubierta por la nube, manifestándose de este modo la gloria del Señor. 8 Se acercaron entonces Moisés y Aarón a la Tienda del encuentro, 9 y el Señor dijo a Moisés:

 

10 — ¡Apártense de esa comunidad pues la voy a aniquilar en este mismo instante!

 

Pero ellos se postraron sobre sus rostros 11 y Moisés dijo a Aarón:

 

— Toma el incensario y pon en él fuego del altar; echa incienso en él, llévalo sin demora adonde está la comunidad, y haz expiación por ellos. Porque la ira ha salido de la presencia del Señor y la plaga ha comenzado.

 

12 Entonces Aarón tomó el incensario, tal como Moisés le había dicho, y corrió hacia el medio de la comunidad, cuando la plaga había irrumpido ya entre el pueblo. Así que Aarón echó el incienso, hizo expiación por el pueblo 13 y se interpuso entre los muertos y los vivos hasta que cesó la plaga. 14 Los que murieron víctimas de aquella plaga fueron catorce mil setecientos, sin contar los muertos en la rebelión de Coré. 15 Una vez que la plaga cesó, Aarón regresó a la Tienda del encuentro donde estaba Moisés.

La vara de Aarón

 

16 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

 

17 — Habla con los israelitas y diles que te traigan una vara por cada tribu, es decir, una por cada jefe de casa patriarcal, doce en total. Escribe el nombre de cada uno en su vara, 18 pues habrá una vara por cada jefe de casa patriarcal. Y escribirás el nombre de Aarón en la vara de Leví. 19 Deposítalas en la Tienda del encuentro ante el Arca del testimonio, donde yo me manifiesto a ustedes. 20 La vara de aquel a quien yo elija, esa florecerá. Así acabaré con las protestas de los israelitas contra ustedes.

 

21 Habló, pues, Moisés con los israelitas y los jefes de familia y le trajeron una vara por cada tribu, una por cada jefe de casa patriarcal. Y la vara de Aarón estaba entre ellas. 22 Depositó Moisés las varas ante el Señor en la Tienda del testimonio 23 y sucedió que cuando al día siguiente Moisés fue a la Tienda del testimonio, la vara de Aarón —perteneciente a la tribu de Leví— había retoñado, hasta el punto de echar brotes, salir flores y producir almendras. 24 Seguidamente Moisés retiró todas las varas de la presencia del Señor y se las mostró a los israelitas que las examinaron, tomando cada uno la suya. 25 Y dijo el Señor a Moisés:

 

— Pon de nuevo la vara de Aarón ante el Arca del testimonio, con el fin de que permanezca como advertencia para los rebeldes, de modo que dejen de protestar contra mí y así no tengan que morir.

 

26 Moisés lo hizo tal y como el Señor se lo había ordenado. 27 Pero los israelitas dijeron a Moisés:

 

— ¡Estamos perdidos! ¡Todos vamos a morir sin remedio! 28 Todo el que se aproxime a la Morada del Señor morirá inexorablemente. ¿Es que todos vamos a morir?

Sacerdotes y levitas

 

18 El Señor dijo a Aarón:

 

— Tú, tus hijos y el clan familiar que te suceda, serán los responsables de cualquier profanación de las cosas sagradas; serán también los responsables de los pecados cometidos en el ejercicio de su sacerdocio. 2 En cuanto a tus hermanos de la tribu de Leví, la tribu de tu padre, haz que te ayuden y te asistan, mientras tú y tus descendientes ejerzan el ministerio en la Tienda del testimonio. 3 Ellos estarán a tu servicio y al servicio de la Tienda, pero no entrarán en contacto con los utensilios sagrados ni con el altar, no sea que mueran tanto ustedes como ellos. 4 Serán tus ayudantes y tendrán a su cargo el servicio de la Tienda del encuentro incluyendo todas las tareas de la Tienda; ningún extraño se mezclará con ustedes. 5 A ustedes les corresponde el servicio del santuario y del altar, para que la cólera [divina] no ataque más a los israelitas. 6 Tomo, pues, de entre los israelitas, a sus hermanos levitas y se los asigno como si fueran un don del Señor, para que sirvan en el ministerio de la Tienda del encuentro. 7 En cuanto a ti y tus descendientes, ejercerán su sacerdocio en todo lo relacionado con el altar y con lo que está detrás del velo. Así desempeñarán su servicio, pues les he concedido el sacerdocio como un don; y cualquier intruso que se arrogue ese derecho, será condenado a muerte.

La porción de los sacerdotes

 

8 Dijo además el Señor a Aarón:

 

— Te confío el cuidado de las ofrendas que me pertenecen, y también el cuidado de todas las ofrendas sagradas de los israelitas; te lo concedo a ti y a tus descendientes como prerrogativa perpetua de la unción sacerdotal. 9 Y esto será lo que te corresponde de las cosas sagradas consumidas por el fuego: todo lo que presenten los israelitas, a saber, toda ofrenda de cereal, toda ofrenda de purificación y toda ofrenda de reparación. Todas estas ofrendas te pertenecerán a ti y a tus descendientes; 10 las comerás en el santuario; sólo los varones las podrán comer; las considerarás como algo sagrado. 11 También te corresponden las ofrendas que presenten los israelitas mediante el rito de la elevación; todo esto te lo asigno a ti, a tus hijos y a tus hijas, por estatuto perpetuo; cualquiera de tu familia que se encuentre en estado de pureza lo podrá comer.

 

12 Te concedo igualmente lo más escogido del aceite, del vino y del cereal, es decir, las primicias de todo eso que los israelitas han de presentar al Señor. 13 Tuyas serán las primicias de todos los frutos de la tierra que ellos deben presentar al Señor; cualquiera de tu familia que se encuentre en estado de pureza lo podrá comer. 14 También te corresponderá todo lo que en Israel sea consagrado al exterminio. 15 Los primogénitos de toda criatura, tanto de personas como de animales, que los israelitas presenten al Señor, serán tuyos; pero tú harás que los primogénitos humanos sean rescatados; también rescatarás los primogénitos de los animales impuros. 16 Los rescatarás al mes de nacer y, como precio por el rescate, pagarás cinco siclos, según el valor del siclo del santuario, que es de veinte gueras. 17 Pero no rescatarás a los primogénitos de la vaca, de la oveja o de la cabra, pues son algo sagrado. Derramarás su sangre sobre el altar y quemarás su grasa como sacrificio de olor grato al Señor. 18 Pero su carne te pertenece a ti, lo mismo que el pecho pasado por el rito de la elevación y el muslo derecho.

 

19 Todas las ofrendas sagradas que los israelitas presenten al Señor, te las he dado a ti y a todos tus descendientes por estatuto perpetuo. Es una alianza irrompible, sellada con sal, hecha en presencia del Señor y válida para ti y para toda tu descendencia.

Estatuto de los levitas

 

20 El Señor dijo a Aarón:

 

— Tú, sin embargo, no poseerás heredad alguna en la tierra de los israelitas, ni tendrás porción entre ellos. Yo soy tu porción y tu heredad en medio de los israelitas. 21 En cuanto a los levitas, yo les asigno por heredad todos los diezmos de Israel en pago del servicio que prestan en la Tienda del encuentro. 22 Por tanto, los israelitas no tendrán que entrar en la Tienda del encuentro, cosa que los haría incurrir en pecado y les acarrearía la muerte. 23 Solamente los levitas desarrollarán tareas en la Tienda del encuentro e incurrirán en culpa si no lo hacen así; es esta una norma perpetua para sus descendientes. Los levitas no tendrán heredad entre los demás israelitas, 24 pues a ellos les he dado por heredad los diezmos que los israelitas presentarán al Señor en ofrenda. Por eso les he dicho que no tendrán heredad entre los israelitas.

 

25 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

 

26 — Di a los levitas: Cuando ustedes reciban de los israelitas los diezmos que yo les he asignado como heredad, presentarán la décima parte de esos diezmos como ofrenda hecha al Señor mediante el rito de la elevación. 27 Esto les será tomado en cuenta como si hicieran una ofrenda del grano de la era o del mosto del lagar; 28 así harán también ustedes una ofrenda al Señor de todos los diezmos que reciban de los israelitas; es una ofrenda de lo reservado al Señor que entregarán al sacerdote Aarón. 29 De todo lo que reciban en donación reservarán para el Señor lo mejor de cada cosa consagrada.

 

30 Diles además:

 

— Una vez que me hayan reservado lo mejor de cada cosa, el resto será para ustedes, los levitas, como producto de la era y del lagar. 31 Ustedes y sus familias lo podrán comer en cualquier lugar, pues es el pago por su servicio en la Tienda del encuentro. 32 Y no incurrirán en pecado alguno por ello, una vez que hayan reservado lo mejor. De esta manera no profanarán las cosas santas de los israelitas, y no tendrán que morir.

Marcos 16

La Palabra (Hispanoamérica)

Resurrección de Jesús (Mt 28,1-8; Lc 24,1-12; Jn 20,1-10)

 

16 Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para embalsamar el cuerpo de Jesús. 2 Y el primer día de la semana, muy temprano, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. 3 Iban preguntándose unas a otras:

 

— ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?

 

4 Pero al mirar, vieron que la piedra había sido removida, y eso que era una piedra enorme. 5 Entraron en el sepulcro y, al ver a un joven vestido con una túnica blanca que estaba sentado al lado derecho, se asustaron. 6 Pero el joven les dijo:

 

— No se asusten. Ustedes están buscando a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Vean el lugar donde lo colocaron. 7 Ahora vayan y anuncien a sus discípulos, y también a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal y como él les dijo.

 

8 Las mujeres salieron huyendo del sepulcro. Iban temblando y como fuera de sí, y por el miedo que tenían no dijeron nada a nadie.

IV.— APÉNDICE (16,9-20)

Aparición a María Magdalena (Jn 20,11-18)

 

9 [Jesús resucitó el primer día de la semana, muy temprano y se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ella fue a anunciárselo a los que habían convivido con Jesús que, llenos de tristeza, no cesaban de llorar. 11 Así que, cuando les dijo que Jesús vivía y que ella misma lo había visto, no la creyeron.

Jesús se aparece a dos discípulos (Lc 24,13-35)

 

12 Después de esto, Jesús se apareció, bajo una figura diferente, a dos discípulos que iban de camino hacia una finca en el campo. 13 Estos fueron a anunciárselo a los demás, que tampoco les dieron crédito.

La misión apostólica (Mt 28,16-20; Jn 20,19-23)

 

14 Por último se apareció a los once discípulos, cuando estaban sentados a la mesa. Después de reprocharles su incredulidad y su obstinación en no dar fe a quienes lo habían visto resucitado, 15 les dijo:

 

— Vayan por todo el mundo y proclamen a todos la buena noticia. 16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en idiomas desconocidos; 18 podrán tener serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán.

Ascensión de Jesús (Lc 24,50-53; Hch 1,9-11)

 

19 Después de conversar con sus discípulos, Jesús, el Señor, ascendió al cielo y se sentó junto a Dios, en el lugar de honor. 20 Los discípulos salieron en todas direcciones a proclamar el mensaje. Y el Señor mismo los ayudaba y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas].

Salmos 55

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 55 (54)

Él escuchará mi clamor

 

55 Al maestro del coro. Para instrumentos de cuerda. Poema de David.

2

Escucha, oh Dios, mi oración,

no ignores mi súplica;

3

atiéndeme, respóndeme.

Estoy turbado por mi pesar, aturdido

4

por el clamor del enemigo,

por la opresión del malvado,

pues me cargan de desgracias

y me hostigan con furia.

5

Mi corazón palpita en mi interior,

un terror mortal me sobreviene;

6

me invaden el temor y el miedo,

me sobrecoge el espanto.

7

Me digo: “¡Ojalá tuviera alas de paloma

para poder volar y hallar descanso!

8

Entonces, me alejaría huyendo,

en el desierto habitaría [ Pausa]

9

y buscaría pronto un refugio

frente al fuerte viento y la tormenta”.

10

Tú, mi Señor, destrúyelos,

haz que su lengua se confunda,

porque he visto violencia

y discordia en esta ciudad.

11

Día y noche rondan su muralla,

hay maldad y miseria dentro de ella;

12

hay crímenes en su interior

y nunca abandonan su plaza

la mentira ni el engaño.

13

Si me ofendiera un enemigo,

podría soportarlo;

si se alzase contra mí un rival,

podría esconderme de él;

14

¡pero eres tú, alguien como yo,

mi amigo íntimo, el que conozco!

15

Juntos la intimidad compartimos

y entre la multitud paseamos

por la morada de Dios.

16

Que les sorprenda la muerte,

que bajen vivos al reino de los muertos,

pues el mal anida en su corazón,

en lo más profundo de ellos.

17

Pero yo invocaré a Dios

y el Señor me salvará.

18

Mañana, tarde y mediodía

no dejo de gemir y sollozar;

pero él escuchará mi clamor,

19

me colmará de paz

y me salvará de todo ataque,

aunque muchos me hagan frente.

20

Que me oiga Dios y los humille,

él, que desde siempre reina; [ Pausa]

porque ni se convierten

ni respetan a Dios.

21

Atacan a sus amigos

y quebrantan su alianza;

22

son dulces las lisonjas de su boca,

pero en su corazón hay violencia;

sus palabras, más suaves que el aceite,

no son más que afiladas espadas.

23

Confía al Señor tus inquietudes,

pues él será siempre tu apoyo

y jamás permitirá que el justo caiga.

24

Y tú, oh Dios, los arrojarás a la fosa:

los sanguinarios y los falsos

no alcanzarán la mitad de su vida.

Pero yo en ti pongo mi confianza.

Proverbios 11:7

La Palabra (Hispanoamérica)

 

7

Cuando muere el malvado perece su esperanza,

se acaba la confianza que ha puesto en las riquezas.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

 

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

 

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