Día 177
2 Reyes 9:16-10:31; Hechos 17:1-34; Salmos 144:1-15; Proverbios 17:27-28 (Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy)
2 Reyes 9:16-10:31 Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy
(NBLH)
16 Entonces Jehú
montó en un carro y fue a Jezreel, porque Joram estaba allí en cama. Y Ocozías,
rey de Judá, había descendido para ver a Joram.
17 Y el centinela que
estaba en la torre de Jezreel vio la comitiva de Jehú que venía, y dijo: “Veo
una comitiva.” Y Joram dijo: “Toma un jinete y envíalo a su encuentro, y que
diga: ‘¿Hay paz?’” 18 Fue el jinete a su encuentro, y dijo: “Así dice el rey:
‘¿Hay paz?’” Y Jehú dijo: “¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte[a] detrás
de mí.” Y el centinela le avisó: “El mensajero llegó hasta ellos, pero no
regresó.” 19 Entonces envió un segundo jinete, que vino a ellos, y dijo: “Así
dice el rey: ‘¿Hay paz?’” Y Jehú respondió: “¿Qué tienes tú que ver con la paz?
Ponte detrás de mí.” 20 El centinela le aviso de nuevo: “El llegó hasta ellos,
y no regresó; y el modo de guiar es como el guiar de Jehú, hijo de Nimsi,
porque guía alocadamente.”
21 Entonces Joram
dijo: “Preparen el carro.” Y prepararon su carro. Y salieron Joram, rey de
Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, y fueron al encuentro de
Jehú, y lo hallaron en el campo de Nabot de Jezreel. 22 Cuando Joram vio a
Jehú, dijo: “¿Hay paz, Jehú?” Y él respondió: “¿Qué paz, mientras sean tantas
las prostituciones de tu madre Jezabel y sus hechicerías?”
23 Pero Joram volvió
las riendas[b] para huir, y dijo a Ocozías: “¡Traición, Ocozías!” 24 Pero Jehú
entesó su arco con toda su fuerza e hirió a Joram en la espalda; y la flecha
salió por su corazón y se desplomó en su carro. 25 Entonces Jehú dijo a su
oficial Bidcar: “Tómalo y tíralo en la porción del campo de Nabot de Jezreel,
pues recuerdo cuando tú y yo íbamos juntos montados detrás de su padre Acab,
que el Señor pronunció esta sentencia (este oráculo profético) contra él: 26
‘Ayer ciertamente he visto la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos,’
declaró el Señor, ‘y te recompensaré en este campo,’ declaró el Señor. Ahora
pues, tómalo y tíralo en el campo, conforme a la palabra del Señor.”
27 Cuando Ocozías,
rey de Judá, vio esto, huyó por el camino de la casa del huerto. Y Jehú lo
persiguió y dijo: “Mátenlo a él también en el carro.” Y lo hirieron en la
subida de Gur, que está en Ibleam. Y huyó a Meguido, y allí murió. 28 Entonces
sus siervos lo llevaron en carro a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro
con sus padres en la ciudad de David.
29 En el año once de
Joram, hijo de Acab, Ocozías había comenzado a reinar sobre Judá.
30 Y llegó Jehú a
Jezreel, y cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos, adornó su cabeza y se
asomó por la ventana. 31 Cuando Jehú entraba por la puerta, ella dijo: “¿Le va
bien a Zimri, asesino de tu señor?” 32 Entonces Jehú alzó su rostro hacia la
ventana y dijo: “¿Quién está conmigo? ¿Quién?” Y dos o tres oficiales se
asomaron desde arriba. 33 Y Jehú les dijo: “Echenla abajo.” Y la echaron abajo
y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos, y él la pisoteó. 34
Cuando él entró, comió y bebió; entonces dijo: “Encárguense ahora de esta
maldita y entiérrenla, pues es hija de rey.”
35 Cuando fueron a
enterrarla, no encontraron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de
sus manos. 36 Entonces, volvieron y se lo hicieron saber. Entonces Jehú dijo:
“Esta es la palabra que el Señor habló por medio de Su siervo Elías el Tisbita:
‘En la parcela de Jezreel los perros comerán la carne de Jezabel; 37 y el
cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la
parcela de Jezreel, para que no puedan decir: “Esta es Jezabel.”’”
Reinado de Jehú
10 Acab tenía setenta
hijos en Samaria. Y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, a los príncipes
de Jezreel, a los ancianos y a los preceptores de los hijos de Acab, diciendo:
2 “Ahora, cuando esta carta llegue a ustedes, como los hijos de su señor están
con ustedes, así como también los carros y los caballos y una ciudad
fortificada y las armas, 3 escojan al mejor y más capaz[c] de entre los hijos
de su señor, y pónganlo en el trono de su padre, y luchen por la casa de su
señor.” 4 Pero ellos temieron en gran manera y dijeron: “Si los dos reyes no
pudieron sostenerse delante de él; ¿cómo, pues, podremos sostenernos nosotros?”
5 Y el que estaba a cargo de la casa, y el que estaba sobre la ciudad, los
ancianos, y los preceptores de los hijos, enviaron palabra a Jehú, diciendo:
“Somos sus siervos, haremos todo lo que nos digas, a nadie proclamaremos rey.
Haga usted lo que le parezca bien.” 6 Entonces por segunda vez les escribió una
carta, diciendo: “Si están de mi parte y escuchan mi voz, tomen las cabezas de
los hombres, de los hijos de su señor, y vengan a verme a Jezreel mañana a
estas horas.” Y los hijos del rey, setenta personas, estaban con los
principales de la ciudad, que los criaban.
7 Cuando les llegó la
carta, tomaron a los hijos del rey y los degollaron, setenta personas, pusieron
sus cabezas en canastas y se las enviaron a Jehú en Jezreel. 8 Cuando el
mensajero vino y le avisó: “Han traído las cabezas de los hijos del rey,” él dijo:
“Pónganlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana.” 9 Por la
mañana, Jehú salió, y estando en pie, dijo a todo el pueblo: “Ustedes son
inocentes[d]; porque yo conspiré contra mi señor y lo maté, pero, ¿quién mató a
todos éstos? 10 Sepan entonces que no caerá a tierra ninguna de las palabras
del Señor, las cuales el Señor habló acerca de la casa de Acab. El Señor ha
hecho lo que habló por medio de Su siervo Elías.” 11 Jehú mató a todos los que
quedaban de la casa de Acab en Jezreel, y a todos sus grandes, a sus amigos
íntimos y a sus sacerdotes, hasta que no le dejó ningún sobreviviente.
12 Después Jehú se
levantó y partió, y fue a Samaria. En el camino mientras estaba en Bet Eked de
los pastores, 13 se encontró con los parientes[e] de Ocozías, rey de Judá, y
les preguntó: “¿Quiénes son ustedes?” Y ellos respondieron: “Somos parientes[f]
de Ocozías; y hemos descendido para saludar a[g] los hijos del rey y a los
hijos de la reina madre.” 14 Entonces Jehú dijo: “Tómenlos vivos.” Y los tomaron
vivos, y los mataron en el foso de Bet Eked, cuarenta y dos hombres. No dejó
ninguno de ellos.
15 Cuando partió de
allí, Jehú se encontró con Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro, lo
saludó[h] y le dijo: “¿Es recto tu corazón como mi corazón es con el tuyo?” Y
Jonadab respondió: “Lo es.” Y Jehú dijo: “Si lo es, dame la mano.” Y le dio su
mano y lo hizo subir al carro. 16 Y él dijo: “Ven conmigo y verás mi celo por
el Señor.” Y lo hizo ir con él en su carro. 17 Cuando llegó a Samaria, mató a todos
los que quedaban de Acab en Samaria, hasta acabar con ellos, conforme a la
palabra que el Señor había hablado a Elías.
18 Entonces Jehú
reunió a todo el pueblo, y les dijo: “Acab sirvió a Baal un poco, Jehú lo
servirá mucho. 19 Llamen ahora a todos los profetas de Baal, a todos sus
adoradores y a todos sus sacerdotes. Que no falte ninguno, porque tengo un gran
sacrificio para Baal; todo el que falte no vivirá.” Pero Jehú lo hizo con
astucia para poder destruir a los adoradores de Baal.
20 Y Jehú dijo:
“Santifiquen una asamblea solemne para Baal.” Y ellos la convocaron. 21
Entonces Jehú envió aviso por todo Israel y vinieron todos los adoradores de
Baal, y no quedó ninguno que no viniera. Y cuando entraron en la casa de Baal,
la casa de Baal se llenó de un extremo al otro. 22 Y dijo al que estaba
encargado del vestuario: “Saca vestiduras para todos los adoradores de Baal.” Y
él les sacó vestiduras. 23 Jehú entró en la casa de Baal con Jonadab, hijo de
Recab; y dijo a los adoradores de Baal: “Busquen y vean que no haya aquí con
ustedes ninguno de los siervos del Señor, sino sólo los adoradores de Baal.” 24
Entonces entraron a ofrecer sacrificios y holocaustos. Y Jehú había colocado
ochenta hombres afuera, y había dicho: “El que permita escapar a uno de los
hombres que yo ponga en manos de ustedes, dará su vida por la de él.”
25 Tan pronto como
acabó de ofrecer el holocausto, Jehú dijo a la guardia y a los oficiales
reales: “Entren, mátenlos; que ninguno salga.” Y los mataron a filo de espada;
y la guardia y los oficiales reales los echaron fuera, y llegaron hasta el
aposento interior[i] de la casa de Baal. 26 Sacaron los pilares sagrados de la
casa de Baal, y los quemaron. 27 También derribaron el pilar sagrado de Baal y
demolieron la casa de Baal, y la convirtieron en una letrina, hasta hoy. 28 Así
Jehú extirpó a Baal de Israel.
29 Sin embargo, en
cuanto a los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel, Jehú
no se apartó de éstos, o sea, de los becerros de oro que estaban en Betel (Casa
de Dios) y en Dan. 30 Y el Señor dijo a Jehú: “Porque has hecho bien al hacer
lo recto ante Mis ojos, y has hecho a la casa de Acab conforme a todo lo que
estaba en Mi corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el
trono de Israel.” 31 Pero Jehú no se cuidó de andar en la ley del Señor, Dios
de Israel, con todo su corazón, ni se apartó de los pecados con que Jeroboam
hizo pecar a Israel.
Footnotes:
2 Reyes 9:18 Lit
Vuelve
2 Reyes 9:23 Lit
manos
2 Reyes 10:3 Lit
justo
2 Reyes 10:9 Lit justos
2 Reyes 10:13 Lit
hermanos
2 Reyes 10:13 Lit
hermanos
2 Reyes 10:13 Lit
para el bienestar de
2 Reyes 10:15 Lit
bendijo
2 Reyes 10:25 Lit la
ciudad
Nueva Biblia
Latinoamericana de Hoy (NBLH)
© 2005 by The Lockman Foundation, La Habra, California
Hechos 17 Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH)
Pablo y Silas en
Tesalónica
17 Después de pasar
por Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una
sinagoga de los Judíos. 2 Y Pablo, entró según su costumbre, y por tres días de
reposo[a] discutió con ellos basándose en las Escrituras, 3 explicando[b] y presentando[c]
evidencia de que era necesario que el Cristo (el Mesías) padeciera y resucitara
de entre los muertos, y diciendo: “Este Jesús, a quien yo les anuncio, es el
Cristo.” 4 Algunos de ellos creyeron, y se unieron a Pablo y a Silas, junto
con[d] una gran multitud de Griegos temerosos de Dios y muchas[e] de las
mujeres principales.
5 Pero los Judíos,
llenos de envidia, llevaron[f] algunos hombres malvados[g] de la plaza pública,
organizaron una turba y alborotaron la ciudad. Asaltando la casa de Jasón,
procuraban sacarlos al pueblo. 6 Al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y a
algunos de los hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: “Esos que
han trastornado al mundo han venido acá también; 7 y Jasón los[h] ha recibido.
Todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey,
Jesús.” 8 Y alborotaron a la multitud y a las autoridades de la ciudad que oían
esto. 9 Pero después de recibir una fianza de Jasón y de los otros, los
soltaron.
Pablo y Silas
Enviados a Berea
10 Enseguida los
hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas a Berea, los cuales, al llegar,
fueron a la sinagoga de los Judíos. 11 Estos eran más nobles que los de
Tesalónica, pues[i] recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando
diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así. 12 Por eso muchos
de ellos creyeron, así como también un buen número de[j] Griegos, hombres y
mujeres de distinción.
13 Pero cuando los
Judíos de Tesalónica supieron que la palabra de Dios había sido proclamada por
Pablo también en Berea, fueron también allá para agitar y alborotar a las
multitudes. 14 Entonces los hermanos inmediatamente enviaron a Pablo para que
fuera hasta el mar; pero Silas y Timoteo se quedaron allí. 15 Los que conducían
a Pablo lo llevaron hasta Atenas; y después de recibir órdenes de que Silas y
Timoteo se unieran[k] a él lo más pronto posible, se fueron.
Pablo en Atenas
16 Mientras Pablo los
esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía (se indignaba) dentro de él al
contemplar la ciudad llena de ídolos. 17 Así que discutía en la sinagoga con
los Judíos y con los Gentiles temerosos de Dios, y diariamente en la plaza con
los que estuvieran presentes.
18 También discutían
con él algunos de los filósofos Epicúreos y Estoicos. Y algunos decían: “¿Qué
quiere decir este palabrero[l]?” “Parece ser un predicador de divinidades
extrañas[m],” decían otros; porque les predicaba a (anunciaba el evangelio de)
Jesús y la resurrección.
19 Entonces tomaron a
Pablo y lo llevaron al[n] Areópago[o], diciendo: “¿Podemos saber qué es esta
nueva enseñanza que usted proclama[p]? 20 Porque le oímos decir[q] cosas
extrañas; por tanto, queremos saber qué significan.” 21 Pues todos los
Atenienses y los extranjeros de visita allí, no pasaban el tiempo en otra cosa sino
en decir o en oír algo nuevo.
22 Entonces Pablo
poniéndose en pie en medio del Areópago[r], dijo: “Varones Atenienses, percibo
que ustedes son muy religiosos[s] en todo sentido. 23 Porque mientras pasaba y
observaba los objetos de su adoración, hallé también un altar con esta
inscripción: ‘AL[t] DIOS DESCONOCIDO.’ Pues lo que ustedes adoran sin conocer,
eso les anuncio yo.
24 El Dios que hizo
el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra,
no mora en templos hechos por manos de hombres, 25 ni es servido por manos
humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y
todas las cosas.
26 “De uno solo, Dios
hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la superficie
de la tierra, habiendo determinado sus tiempos y las fronteras de los lugares
donde viven, 27 para que buscaran a Dios, y de alguna manera, palpando, Lo
hallen, aunque El no está lejos de ninguno de nosotros. 28 Porque en El
vivimos, nos movemos y existimos[u], así como algunos de los poetas de ustedes
han dicho: ‘Porque también nosotros somos linaje Suyo.’
29 “Siendo, pues,
linaje de Dios, no debemos pensar que la Naturaleza Divina sea semejante a oro,
plata o piedra, esculpidos por el[v] arte y el pensamiento humano. 30 Por
tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a
todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. 31 Porque El ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un
Hombre a quien El ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres
cuando Lo resucitó de entre los muertos.”
32 Cuando oyeron de
la resurrección de los muertos, algunos se burlaban, pero otros dijeron: “Le
escucharemos otra[w] vez acerca de esto.” 33 Entonces Pablo salió de entre
ellos. 34 Pero algunos se unieron a él y creyeron, entre los cuales estaban[x]
Dionisio el Areopagita, una mujer llamada Dámaris y otros con ellos.
Footnotes:
Hechos 17:2 O por
tres sábados
Hechos 17:3 Lit
abriendo
Hechos 17:3 Lit
exponiendo
Hechos 17:4 Lit y
Hechos 17:4 Lit no
pocas
Hechos 17:5 Lit
tomaron
Hechos 17:5 U ociosos
Hechos 17:7 Lit a
quienes Jasón
Hechos 17:11 Lit
quienes
Hechos 17:12 Lit y no
pocos
Hechos 17:15 Lit
vinieran
Hechos 17:18 I.e. uno
que se gana la vida recogiendo desperdicios
Hechos 17:18 Lit
demonios extraños
Hechos 17:19 O ante
el
Hechos 17:19 O a la
colina de Ares (también llamado Marte), el dios de la guerra
Hechos 17:19 Lit de
la que estás hablando
Hechos 17:20 Lit
traes a nuestros oídos
Hechos 17:22 O
posiblemente, Concilio del Areópago
Hechos 17:22 O
supersticiosos
Hechos 17:23 O A UN
Hechos 17:28 Lit
somos
Hechos 17:29 Lit
escultura del
Hechos 17:32 Lit
también otra
Hechos 17:34 Lit
también
Nueva Biblia
Latinoamericana de Hoy (NBLH)
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Salmos 144 Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH)
Oración Pidiendo
Rescate y Prosperidad
Salmo de David.
144 Bendito sea el
Señor, mi Roca,
Que adiestra mis
manos para la guerra,
Y mis dedos para la
batalla.
2 Misericordia mía y
fortaleza mía,
Mi baluarte y mi
libertador,
Escudo mío en quien
me he refugiado,
El que sujeta a mi
pueblo debajo de mí.
3 Oh Señor, ¿qué es
el hombre para que Tú lo tengas en cuenta,
O el hijo del hombre
para que pienses en él?
4 El hombre es
semejante a un soplo;
Sus días son como una
sombra que pasa.
5 Oh Señor, inclina
Tus cielos y desciende;
Toca los montes para
que humeen.
6 Despide relámpagos
y dispérsalos;
Lanza Tus flechas y
confúndelos.
7 Extiende Tu mano
desde lo alto;
Rescátame y líbrame
de las muchas aguas;
De la mano de
extranjeros,
8 Cuya boca habla
falsedad
Y cuya diestra es
diestra de mentira.
9 Oh Dios, un cántico
nuevo Te cantaré;
Con arpa de diez
cuerdas cantaré alabanzas a Ti,
10 El que da la
victoria (salvación) a los reyes,
El que rescata a
David Su siervo de la espada maligna.
11 Rescátame y
líbrame de la mano de extranjeros,
Cuya boca habla
falsedad
Y cuya diestra es
diestra de mentira.
12 Sean nuestros
hijos en su juventud como plantíos florecientes,
Y nuestras hijas como
columnas de esquinas labradas como las de un palacio.
13 Estén llenos
nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento,
Y nuestros rebaños
produzcan miles y diez miles en nuestros campos.
14 Esté cargado
nuestro ganado,
Sin fracasos y sin
pérdida,
Y no haya gritos de
alarma en nuestras calles.
15 Bienaventurado el
pueblo a quien así le sucede;
Bienaventurado el
pueblo cuyo Dios es el Señor.
Nueva Biblia
Latinoamericana de Hoy (NBLH)
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Proverbios 17:27-28 Nueva Biblia Latinoamericana de
Hoy (NBLH)
27 El que retiene sus
palabras tiene conocimiento[a],
Y el de espíritu
sereno es hombre entendido.
28 Aun el necio, cuando
calla, es tenido por sabio,
Cuando cierra los
labios, por prudente.
Footnotes:
Proverbios 17:27 Lit
sabe
Nueva Biblia
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