Día 171
1 Reyes 22:1-53; Hechos 13:16-41; Salmos 138:1-8; Proverbios 17:17-18 (Nueva Traducción Viviente)
1 Reyes 22 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Josafat y Acab
22 Durante tres años
no hubo guerra entre Aram e Israel; 2 pero al tercer año, el rey Josafat de
Judá fue a visitar a Acab, rey de Israel. 3 Durante la visita, el rey de Israel
dijo a sus funcionarios: «¿Se dan cuenta de que la ciudad de Ramot de Galaad
nos pertenece? ¡Sin embargo, no hemos hecho nada por recuperarla de manos del
rey de Aram!».
4 Entonces se dirigió
a Josafat y le preguntó:
—¿Saldrás conmigo a
la batalla para recuperar Ramot de Galaad?
—¡Por supuesto!
—contestó Josafat al rey de Israel—. Tú y yo somos como uno solo. Mis tropas
son tus tropas y mis caballos son tus caballos.
5 Entonces agregó:
—Pero primero
averigüemos qué dice el Señor.
6 Así que el rey de
Israel convocó a los profetas, unos cuatrocientos en total, y les preguntó:
—¿Debo ir a pelear
contra Ramot de Galaad o desistir?
Todos ellos
contestaron:
—¡Sí, adelante! El
Señor dará la victoria al rey.
7 Pero Josafat
preguntó:
—¿Acaso no hay
también un profeta del Señor aquí? Debemos hacerle la misma pregunta.
8 El rey de Israel
contestó a Josafat:
—Hay un hombre más
que podría consultar al Señor por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me
profetiza nada bueno, solo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla.
—¡Un rey no debería
hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.
9 De modo que el rey
de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le dijo:
—¡Rápido! Trae a
Micaías, hijo de Imla.
Micaías profetiza
contra Acab
10 El rey Acab de
Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban
sentados en sus respectivos tronos en el campo de trillar que está cerca de la
puerta de Samaria. Todos los profetas de Acab profetizaban allí, delante de
ellos. 11 Uno de los profetas llamado Sedequías, hijo de Quenaana, hizo unos
cuernos de hierro y proclamó:
—Esto dice el Señor:
¡Con estos cuernos cornearás a los arameos hasta matarlos!
12 Todos los demás
profetas estaban de acuerdo.
—Sí —decían—, sube a
Ramot de Galaad y saldrás vencedor, porque ¡el Señor dará la victoria al rey!
13 Mientras tanto, el
mensajero que había ido a buscar a Micaías le dijo:
—Mira, todos los
profetas le prometen victoria al rey. Ponte tú también de acuerdo con ellos y
asegúrale que saldrá vencedor.
14 Pero Micaías
respondió:
—Tan cierto como que
el Señor vive, solo diré lo que el Señor me indique.
15 Cuando Micaías se
presentó ante el rey, Acab le preguntó:
—Micaías, ¿debemos ir
a pelear contra Ramot de Galaad o desistir?
Micaías le respondió
con sarcasmo:
—¡Sí, sube y saldrás
vencedor, porque el Señor dará la victoria al rey!
16 Pero el rey le
respondió con dureza:
—¿Cuántas veces tengo
que exigirte que solo me digas la verdad cuando hables de parte del Señor?
17 Entonces Micaías
le dijo:
—En una visión, vi a
todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el Señor dijo:
“Han matado a su amo.[a] Envíalos a sus casas en paz”.
18 —¿No te dije?
—exclamó el rey de Israel a Josafat—. Nunca me profetiza otra cosa que
desgracias.
19 Micaías continuó
diciendo:
—¡Escucha lo que dice
el Señor! Vi al Señor sentado en su trono, rodeado por todos los ejércitos del
cielo, a su derecha y a su izquierda. 20 Entonces el Señor dijo: “¿Quién puede
seducir a Acab para que vaya a pelear contra Ramot de Galaad y lo maten?”.
»Hubo muchas
sugerencias, 21 hasta que finalmente un espíritu se acercó al Señor y dijo:
“¡Yo puedo hacerlo!”.
22 »“¿Cómo lo
harás?”, preguntó el Señor.
»El espíritu
contestó: “Saldré e inspiraré a todos los profetas de Acab para que hablen
mentiras”.
»“Tendrás éxito —dijo
el Señor—, adelante, hazlo”.
23 »Así que, como
ves, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos tus
profetas, porque el Señor ha dictado tu condena.
24 Entonces
Sedequías, hijo de Quenaana, se acercó a Micaías y le dio una bofetada.
—¿Desde cuándo el
Espíritu del Señor salió de mí para hablarte a ti? —le reclamó.
25 Y Micaías le
contestó:
—¡Ya lo sabrás,
cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!
26 «¡Arréstenlo!
—ordenó el rey de Israel—. Llévenlo de regreso a Amón, el gobernador de la
ciudad, y a mi hijo Joás. 27 Denles la siguiente orden de parte del rey:
“¡Metan a este hombre en la cárcel y no le den más que pan y agua hasta que yo regrese
sano y salvo de la batalla!”».
28 Pero Micaías
respondió: «¡Si tú regresas a salvo, eso significará que el Señor no habló por
medio de mí!». Entonces dirigiéndose a los que estaban alrededor, agregó:
«¡Todos ustedes, tomen nota de mis palabras!».
Muerte de Acab
29 Entonces Acab, rey
de Israel, y Josafat, rey de Judá, dirigieron a sus ejércitos contra Ramot de
Galaad. 30 El rey de Israel dijo a Josafat: «Cuando entremos en la batalla, yo
me disfrazaré para que nadie me reconozca, pero tú ponte tus vestiduras
reales». Así que el rey de Israel se disfrazó, y ambos entraron en la batalla.
31 Mientras tanto, el
rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus treinta y dos comandantes
de carros de guerra: «Ataquen solo al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con
nadie más!». 32 Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a
Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey
de Israel!», gritaban; pero cuando Josafat gritó, 33 los comandantes de los
carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel y dejaron de
perseguirlo.
34 Sin embargo, un
soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió
al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta[b] y sácame
de aquí! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor de su carro—. ¡Estoy
gravemente herido!».
35 La encarnizada
batalla se prolongó todo ese día, y el rey permaneció erguido en su carro
frente a los arameos. La sangre de su herida corría hasta llegar al piso del
carro, y al atardecer, murió. 36 Justo cuando se ponía el sol, este clamor
recorrió las filas israelitas: «¡Estamos perdidos! ¡Sálvese quien pueda!».
37 Así que el rey
murió, y llevaron su cuerpo a Samaria, donde lo enterraron. 38 Después lavaron
su carro junto al estanque de Samaria y llegaron los perros y lamieron su
sangre en el lugar donde se bañaban las prostitutas,[c] tal como el Señor lo
había anunciado.
39 Los demás
acontecimientos del reinado de Acab y todo lo que él hizo —incluso la historia del
palacio de marfil y las ciudades que construyó— están registrados en El libro
de la historia de los reyes de Israel. 40 Así que Acab murió y su hijo Ocozías
lo sucedió en el trono.
Josafat gobierna
sobre Judá
41 Josafat, hijo de
Asa, comenzó a gobernar Judá durante el cuarto año del reinado de Acab, rey de
Israel. 42 Josafat tenía treinta y cinco años cuando subió al trono y reinó en
Jerusalén veinticinco años. Su madre era Azuba, hija de Silhi.
43 Josafat fue un
buen rey, quien siguió el ejemplo de su padre Asa. Hizo lo que era agradable a
los ojos del Señor. [d]Sin embargo, durante su reinado no quitó todos los
santuarios paganos, y la gente siguió ofreciendo sacrificios y quemando
incienso allí. 44 Josafat también hizo la paz con el rey de Israel.
45 Los demás
acontecimientos del reinado de Josafat, el alcance de su poder y las guerras
que hizo están registrados en El libro de la historia de los reyes de Judá. 46
Expulsó de la tierra a los demás prostitutos y prostitutas de los santuarios
paganos, quienes seguían con sus prácticas desde los días de su padre Asa.
47 (En ese tiempo no
había rey en Edom sino solo un regente).
48 Josafat también
construyó una flota de barcos mercantes[e] para que navegaran hasta Ofir en
busca de oro; pero los barcos nunca llegaron a zarpar porque naufragaron en su
propio puerto de Ezión-geber. 49 En una oportunidad, Ocozías, hijo de Acab, le
propuso a Josafat: «Deja que mis hombres naveguen con los tuyos en los barcos»;
pero Josafat rechazó la propuesta.
50 Cuando Josafat
murió, lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Después su hijo
Yoram lo sucedió en el trono.
Ocozías gobierna
sobre Israel
51 Ocozías, hijo de
Acab, comenzó a gobernar Israel en el año diecisiete del reinado de Josafat en
Judá; reinó en Samaria dos años. 52 Él hizo lo malo a los ojos del Señor al
seguir el ejemplo de su padre y de su madre y también el ejemplo de Jeroboam, hijo
de Nabat, quien había hecho pecar a Israel. 53 Ocozías sirvió a Baal y le
rindió culto, con lo que provocó el enojo del Señor, Dios de Israel, tal como
lo había hecho su padre.
Footnotes:
22:17 En hebreo Esta
gente no tiene amo.
22:34 En hebreo Gira
tu mano.
22:38 O su sangre, y
las prostitutas se bañaron [en ella]; o su sangre, y lavaron su armadura.
22:43 Los versículos
del 22:43b-53 corresponden al 22:44-54 en el texto hebreo.
22:48 En hebreo flota
de barcos de Tarsis.
Nueva Traducción
Viviente (NTV)
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Hechos 13:16-41 Nueva Traducción Viviente (NTV)
16 Entonces Pablo se
puso de pie, levantó la mano para hacer que se callaran y comenzó a hablar: «Hombres
de Israel —dijo— y ustedes, gentiles[a] temerosos de Dios, escúchenme.
17 »El Dios de esta
nación de Israel eligió a nuestros antepasados e hizo que se multiplicaran y se
hicieran fuertes durante el tiempo que pasaron en Egipto. Luego, con brazo poderoso
los sacó de la esclavitud. 18 Tuvo que soportarlos[b] durante los cuarenta años
que anduvieron vagando por el desierto. 19 Luego destruyó a siete naciones en
Canaán y le dio su tierra a Israel como herencia. 20 Todo esto llevó cerca de
cuatrocientos cincuenta años.
»Después de eso, Dios
les dio jueces para que gobernaran hasta los días del profeta Samuel. 21 Luego
el pueblo suplicó por un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, un hombre de
la tribu de Benjamín que reinó durante cuarenta años. 22 Pero Dios quitó a Saúl
y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: “He encontrado en
David, hijo de Isaí, a un hombre conforme a mi propio corazón; él hará todo lo
que yo quiero que haga”[c].
23 »Y es precisamente
uno de los descendientes del rey David, Jesús, ¡el Salvador de Israel prometido
por Dios! 24 Antes de que él viniera, Juan el Bautista predicaba que todo el
pueblo de Israel tenía que arrepentirse de sus pecados, convertirse a Dios y
bautizarse. 25 Cuando estaba en los últimos días de su ministerio, Juan
preguntó: “¿Creen ustedes que yo soy el Mesías? No, ¡no lo soy! Pero él pronto
viene, y yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo ni de desatarle las
sandalias de sus pies”.
26 »Hermanos
—ustedes, hijos de Abraham, y también ustedes, gentiles temerosos de Dios—,
¡este mensaje de salvación ha sido enviado a nosotros! 27 La gente de Jerusalén
y sus líderes no reconocieron a Jesús como la persona de quien hablaron los
profetas. En cambio, lo condenaron y, al hacerlo, cumplieron las palabras de
los profetas que se leen todos los días de descanso. 28 No encontraron ninguna
razón legal para ejecutarlo, pero de cualquier forma le pidieron a Pilato que
lo matara.
29 »Una vez que
llevaron a cabo todo lo que las profecías decían acerca de él, lo bajaron de la
cruz[d] y lo pusieron en una tumba. 30 ¡Pero Dios lo levantó de los muertos! 31
Y, durante varios días, se apareció a los que habían ido con él de Galilea a
Jerusalén. Actualmente ellos son sus testigos al pueblo de Israel.
32 »Y ahora nosotros
estamos aquí para traerles la Buena Noticia. La promesa fue dirigida a nuestros
antepasados. 33 Y ahora Dios nos la cumplió a nosotros, los descendientes, al
resucitar a Jesús. Esto es lo que el segundo salmo dice sobre Jesús:
“Tú eres mi Hijo.
Hoy he llegado a ser tu Padre[e]”.
34 Pues Dios había
prometido levantarlo de los muertos, no dejarlo que se pudriera en la tumba.
Dijo: “Yo te daré las bendiciones sagradas que le prometí a David”[f]. 35 Otro
salmo lo explica con más detalle: “No permitirás que tu Santo se pudra en la
tumba”[g]. 36 Este salmo no hace referencia a David, pues, después de haber
hecho la voluntad de Dios en su propia generación, David murió, fue enterrado
con sus antepasados y su cuerpo se descompuso. 37 No, el salmo se refería a
otra persona, a alguien a quien Dios resucitó y cuyo cuerpo no se descompuso.
38 »Hermanos,
¡escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio de este hombre Jesús,
ustedes tienen el perdón de sus pecados. 39 Todo el que cree en él es declarado
justo ante Dios, algo que la ley de Moisés nunca pudo hacer. 40 ¡Tengan
cuidado! No dejen que las palabras de los profetas se apliquen a ustedes. Pues
ellos dijeron:
41 “Miren, ustedes
burlones,
¡asómbrense y mueran!
Pues estoy haciendo
algo en sus propios días,
algo que no creerían
aun si alguien les dijera”[h]».
Footnotes:
13:16 Gentil[es], que
no es judío.
13:18 Algunos
manuscritos dicen Él los cuidó; comparar Dt 1:31.
13:22 1 Sm 13:14.
13:29 En griego del
madero.
13:33 U Hoy te doy a
conocer como mi Hijo. Sal 2:7.
13:34 Is 55:3.
13:35 Sal 16:10.
13:41 Ha 1:5 (versión
griega).
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Salmos 138 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 138
Salmo de David.
1 Te doy gracias, oh
Señor, con todo el corazón;
delante de los dioses cantaré tus
alabanzas.
2 Me inclino ante tu
santo templo mientras adoro;
alabo tu nombre por tu amor inagotable y tu
fidelidad,
porque tus promesas
están respaldadas
por todo el honor de tu nombre.
3 En cuanto oro, tú
me respondes;
me alientas al darme fuerza.
4 Todos los reyes del
mundo te darán gracias, Señor,
porque cada uno de ellos escuchará tus
palabras.
5 Así es, cantarán
acerca de los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es muy grande.
6 Aunque el Señor es
grande, se ocupa de los humildes,
pero se mantiene distante de los
orgullosos.
7 Aunque estoy
rodeado de dificultades,
tú me protegerás del enojo de mis enemigos.
Extiendes tu mano,
y el poder de tu mano derecha me salva.
8 El Señor llevará a
cabo los planes que tiene para mi vida,
pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para
siempre.
No me abandones, porque tú me creaste.
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Proverbios 17:17-18 Nueva Traducción Viviente (NTV)
17 Un amigo es
siempre leal,
y un hermano nace para ayudar en tiempo de
necesidad.
18 Es una insensatez
dar garantía por la deuda de otro
o ser fiador de un amigo.
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