Día 172
2 Reyes 1:1-2:25; Hechos 13:42-14:7; Salmos 139:1-24; Proverbios 17:19-21 (Nueva Traducción Viviente)
2 Reyes 1-2 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Elías enfrenta al rey
Ocozías
1 Después de la
muerte del rey Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel.
2 Cierto día Ocozías,
el nuevo rey de Israel, se cayó por la reja de la ventana de una habitación en
el piso superior de su palacio en Samaria y quedó gravemente herido. Entonces
envió mensajeros al templo de Baal-zebub, dios de Ecrón, para que consultaran
si iba a recuperarse.
3 Entonces el ángel
del Señor le dijo a Elías, quien era de Tisbé: «Ve y enfrenta a los mensajeros
del rey de Samaria, y pregúntales: “¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué
recurren a Baal-zebub, dios de Ecrón, a consultarle si el rey va a recuperarse?
4 Por lo tanto, esto dice el Señor: nunca te levantarás de la cama donde estás;
ten por seguro que morirás”». Entonces Elías fue a transmitirles el mensaje.
5 Cuando los
mensajeros regresaron, el rey les preguntó:
—¿Por qué volvieron
tan pronto?
6 Ellos contestaron:
—Se nos cruzó un
hombre y nos dijo que regresáramos y le diéramos este mensaje al rey: “Esto
dice el Señor: ‘¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué mandas hombres a
preguntarle a Baal-zebub, dios de Ecrón, si vas a recuperarte? Por eso que
hiciste, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que
morirás’”.
7 —¿Qué hombre les
dijo eso? —preguntó el rey—. ¿Cómo era?
8 Y ellos contestaron:
—Era un hombre
velludo[a] y tenía un cinto de cuero en la cintura.
—¡Elías de Tisbé!
—exclamó el rey.
9 Entonces envió a un
capitán del ejército con cincuenta soldados para que lo arrestaran. Lo
encontraron sentado en la cima de una colina, y el capitán le dijo:
—Hombre de Dios, el
rey te ordena que vengas con nosotros.
10 Elías respondió al
capitán:
—Si yo soy un hombre
de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta
hombres!
Enseguida cayó fuego
del cielo y los mató a todos.
11 Entonces el rey
envió a otro capitán con otros cincuenta hombres, y el capitán dijo a Elías:
—Hombre de Dios, el
rey te exige que bajes de inmediato.
12 Elías respondió:
—Si yo soy un hombre
de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta
hombres!
Y de nuevo el fuego
de Dios cayó del cielo y los mató a todos.
13 Por tercera vez,
el rey envió a un capitán con cincuenta hombres; pero esta vez el capitán subió
a la colina, se arrodilló ante Elías y le suplicó:
—Hombre de Dios, por
favor, perdone mi vida y también la vida de estos cincuenta siervos suyos. 14
Sabemos que cayó fuego del cielo y destruyó a los primeros dos grupos; pero
ahora, ¡le ruego que me perdone la vida!
15 Entonces el ángel
del Señor dijo a Elías: «Desciende con él y no le tengas miedo». Así que Elías
se levantó y fue con el capitán a ver al rey.
16 Así que Elías dijo
al rey: «Esto dice el Señor: “¿Por qué enviaste mensajeros a Baal-zebub, dios
de Ecrón, a preguntarle si te recuperarías? ¿Acaso no hay Dios en Israel para
contestar tu pregunta? Ahora, porque hiciste esto, nunca te levantarás de la
cama donde estás; ten por seguro que morirás”».
17 Así que Ocozías
murió como el Señor lo había anunciado por medio de Elías. Dado que Ocozías no
tenía ningún hijo que reinara en su lugar, su hermano Joram[b] lo sucedió en el
trono. Esto ocurrió en el segundo año del reinado de Yoram, hijo de Josafat,
rey de Judá.
18 Los demás
acontecimientos del reinado de Ocozías y todo lo que él hizo están registrados
en El libro de la historia de los reyes de Israel.
Elías es llevado al
cielo
2 Cuando el Señor
estaba por llevarse a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo estaban
en camino desde Gilgal. 2 Y Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque
el Señor me dijo que fuera a Betel.
Eliseo respondió:
—Tan cierto como que
el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré!
Así que descendieron
juntos a Betel.
3 El grupo de
profetas de Betel se acercó a Eliseo para preguntarle:
—¿Sabías que hoy el
Señor se llevará a tu amo?
—Claro que lo sé
—contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!
4 Entonces Elías le
dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque
el Señor me dijo que fuera a Jericó.
Pero Eliseo le
respondió de nuevo:
—Tan cierto como que
el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré!
Así que continuaron
juntos a Jericó.
5 Después el grupo de
profetas de Jericó se acercó a Eliseo para preguntarle:
—¿Sabías que hoy el
Señor se llevará a tu amo?
—Claro que lo sé
—contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!
6 Entonces Elías le
dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque
el Señor me dijo que fuera al río Jordán.
Pero una vez más,
Eliseo respondió:
—Tan cierto como que
el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré!
Así que siguieron
juntos.
7 Cincuenta hombres
del grupo de profetas también fueron y observaron de lejos cuando Elías y
Eliseo se detuvieron junto al río Jordán. 8 Luego Elías dobló su manto y con él
golpeó el agua. ¡El río se dividió en dos y ambos cruzaron sobre tierra seca!
9 Cuando llegaron al
otro lado, Elías le dijo a Eliseo:
—Dime qué puedo hacer
por ti antes de ser llevado.
Y Eliseo respondió:
—Te pido que me
permitas heredar una doble porción de tu espíritu y que llegue a ser tu
sucesor.
10 —Has pedido algo
difícil —respondió Elías—. Si me ves en el momento en que sea llevado de tu
lado, recibirás lo que pediste; pero si no me ves, no lo recibirás.
11 Mientras iban
caminando y conversando, de pronto apareció un carro de fuego, tirado por
caballos de fuego. Pasó entre los dos hombres y los separó, y Elías fue llevado
al cielo por un torbellino. 12 Eliseo lo vio y exclamó: «¡Padre mío! ¡Padre
mío! ¡Veo los carros de Israel con sus conductores!». Mientras desaparecían de
su vista, rasgó su ropa en señal de angustia.
13 Entonces Eliseo
tomó el manto de Elías, el cual se había caído cuando fue llevado, y regresó a
la orilla del río Jordán. 14 Golpeó el agua con el manto de Elías y exclamó:
«¿Dónde está el Señor, Dios de Elías?». Entonces el río se dividió en dos y
Eliseo lo cruzó.
15 Cuando el grupo de
profetas de Jericó vio desde lejos lo que había sucedido, exclamaron: «¡El
espíritu de Elías reposa sobre Eliseo!». Enseguida salieron a su encuentro y se
inclinaron hasta el suelo delante de él.
16 —Señor —le
dijeron—, usted tan solo dé la orden y cincuenta de nuestros hombres más
fuertes buscarán a su amo por todo el desierto. Tal vez el Espíritu del Señor
lo haya dejado en alguna montaña o en algún valle.
—No —respondió
Eliseo—, no los manden.
17 Pero ellos
insistieron tanto que él, avergonzado, finalmente aceptó:
—Está bien —les
dijo—, mándenlos.
Así que cincuenta
hombres buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. 18 Eliseo
aún estaba en Jericó cuando los hombres regresaron. «¿Acaso no les dije que no
fueran?», preguntó.
Primeros milagros de
Eliseo
19 Cierto día, los
líderes de la ciudad de Jericó fueron a visitar a Eliseo.
—Tenemos un problema,
señor —le dijeron—. Como puedes ver, esta ciudad está situada en un entorno agradable,
pero el agua es mala y la tierra no produce.
20 Eliseo dijo:
—Tráiganme un
recipiente nuevo y pónganle sal.
Así que se lo
llevaron 21 y Eliseo fue hasta el manantial que suministraba el agua a la
ciudad, le echó la sal y dijo: «Esto dice el Señor: “Yo he purificado el agua,
ya no causará muerte ni esterilidad[c]”». 22 Desde entonces el agua quedó pura,
tal como dijo Eliseo.
23 Después Eliseo
salió de Jericó y subió a Betel. Mientras iba por el camino, unos muchachos de
la ciudad comenzaron a burlarse y a reírse de él. «¡Vete de aquí, viejo calvo!
—gritaban—. ¡Vete de aquí, viejo calvo!». 24 Eliseo se dio la vuelta, los miró
y los maldijo en el nombre del Señor. Entonces dos osos salieron del bosque y
atacaron a cuarenta y dos de ellos. 25 De allí, Eliseo fue al monte Carmelo y
finalmente regresó a Samaria.
Footnotes:
1:8 O Vestía ropa
hecha de pelo.
1:17 En hebreo Yoram,
una variante de Joram.
2:21 O ni volverá
improductiva la tierra; en hebreo dice ni infecundidad.
Nueva Traducción
Viviente (NTV)
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Hechos 13:42-14:7 Nueva Traducción Viviente (NTV)
42 Cuando Pablo y
Bernabé salieron de la sinagoga ese día, la gente les suplicó que volvieran a
hablar sobre esas cosas la semana siguiente. 43 Muchos judíos y devotos
convertidos al judaísmo siguieron a Pablo y a Bernabé, y ambos hombres los
exhortaban a que continuaran confiando en la gracia de Dios.
Pablo se dirige a los
gentiles
44 A la semana
siguiente, casi toda la ciudad fue a oírlos predicar la palabra del Señor. 45
Cuando algunos judíos vieron las multitudes tuvieron envidia; así que
calumniaban a Pablo y debatían contra todo lo que él decía.
46 Entonces Pablo y
Bernabé hablaron con valentía y declararon: «Era necesario que primero les
predicáramos la palabra de Dios a ustedes, los judíos; pero ya que ustedes la
han rechazado y se consideran indignos de la vida eterna, se la ofreceremos a
los gentiles. 47 Pues el Señor nos dio este mandato cuando dijo:
“Yo te he hecho luz
para los gentiles,
a fin de llevar salvación a los rincones
más lejanos de la tierra”[a]».
48 Cuando los
gentiles oyeron esto, se alegraron y le dieron las gracias al Señor por su
mensaje, y todos los que fueron elegidos para la vida eterna se convirtieron en
creyentes. 49 Así que el mensaje del Señor se extendió por toda esa región.
50 Luego los judíos
provocaron a las mujeres religiosas influyentes y a los líderes de la ciudad, e
incitaron a una turba contra Pablo y Bernabé, y los echaron de la ciudad. 51
Así que ellos se sacudieron el polvo de sus pies en señal de rechazo y se
dirigieron a la ciudad de Iconio. 52 Y los creyentes[b] se llenaron de alegría
y del Espíritu Santo.
Pablo y Bernabé en
Iconio
14 Lo mismo sucedió
en Iconio.[c] Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga judía y predicaron con tanto
poder que un gran número de judíos y griegos se hicieron creyentes. 2 Sin
embargo, algunos de los judíos rechazaron el mensaje de Dios y envenenaron la
mente de los gentiles[d] en contra de Pablo y Bernabé; 3 pero los apóstoles se
quedaron allí por mucho tiempo, predicando con valentía acerca de la gracia del
Señor. Y el Señor demostraba que el mensaje era verdadero al darles poder para
hacer señales milagrosas y maravillas; 4 pero la gente de la ciudad estaba
dividida en cuanto a su opinión sobre ellos. Algunos estaban del lado de los
judíos, y otros apoyaban a los apóstoles.
5 Entonces una turba
de gentiles y judíos, junto con sus líderes, decidieron atacarlos y
apedrearlos. 6 Cuando los apóstoles se enteraron, huyeron a la región de
Licaonia, a las ciudades de Listra y Derbe y sus alrededores. 7 Y allí
predicaron la Buena Noticia.
Footnotes:
13:47 Is 49:6.
13:52 En griego los
discípulos.
14:1 Iconio, así como
Listra y Derbe (14:6), eran ciudades en lo que ahora es Turquía.
14:2 Gentil[es], que
no es judío.
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Salmos 139 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 139
Para el director del
coro: salmo de David.
1 Oh Señor, has
examinado mi corazón
y sabes todo acerca de mí.
2 Sabes cuándo me
siento y cuándo me levanto;
conoces mis pensamientos aun cuando me
encuentro lejos.
3 Me ves cuando viajo
y cuando descanso en casa.
Sabes todo lo que hago.
4 Sabes lo que voy a
decir
incluso antes de que lo diga, Señor.
5 Vas delante y
detrás de mí.
Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza.
6 Semejante
conocimiento es demasiado maravilloso para mí,
¡es tan elevado que no puedo entenderlo!
7 ¡Jamás podría
escaparme de tu Espíritu!
¡Jamás podría huir de tu presencia!
8 Si subo al cielo,
allí estás tú;
si desciendo a la tumba,[a] allí estás tú.
9 Si cabalgo sobre
las alas de la mañana,
si habito junto a los océanos más lejanos,
10 aun allí me guiará
tu mano
y me sostendrá tu fuerza.
11 Podría pedirle a
la oscuridad que me ocultara,
y a la luz que me rodea, que se convierta
en noche;
12 pero ni siquiera en la oscuridad puedo
esconderme de ti.
Para ti, la noche es
tan brillante como el día.
La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.
13 Tú creaste las
delicadas partes internas de mi cuerpo
y me entretejiste en el vientre de mi
madre.
14 ¡Gracias por
hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
15 Tú me observabas
mientras iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes en la
oscuridad de la matriz.
16 Me viste antes de
que naciera.
Cada día de mi vida estaba registrado en tu
libro.
Cada momento fue
diseñado
antes de que un solo día pasara.
17 Qué preciosos son
tus pensamientos acerca de mí,[b] oh Dios.
¡No se pueden enumerar!
18 Ni siquiera puedo
contarlos;
¡suman más que los granos de la arena!
Y cuando despierto,
¡todavía estás conmigo!
19 ¡Oh Dios, si tan
solo destruyeras a los perversos!
¡Lárguense de mi vida, ustedes asesinos!
20 Blasfeman contra
ti;
tus enemigos hacen mal uso de tu nombre.
21 Oh Señor, ¿no
debería odiar a los que te odian?
¿No debería despreciar a los que se te
oponen?
22 Sí, los odio con
todas mis fuerzas,
porque tus enemigos son mis enemigos.
23 Examíname, oh
Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce los pensamientos que me
inquietan.
24 Señálame cualquier
cosa en mí que te ofenda
y guíame por el camino de la vida eterna.
Footnotes:
139:8 En hebreo al
Seol.
139:17 O Qué
preciosos son para mí tus pensamientos.
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Proverbios 17:19-21 Nueva Traducción Viviente (NTV)
19 Al que le gusta
pelear, le gusta pecar;
el que confía en sus altas murallas invita
al desastre.
20 El corazón
retorcido no prosperará;
la lengua mentirosa cae en problemas.
21 Los padres de un
necio sufren;
no hay alegría para el padre de un rebelde.
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