Día 175
2 Reyes 6:1-7:20; Hechos 15:32-16:15; Salmos 142:1-7; Proverbios 17:24-25 (Nueva Traducción Viviente)
2 Reyes 6-7 Nueva Traducción Viviente (NTV)
La cabeza del hacha
que flotó
6 Cierto día, el
grupo de profetas fue a ver a Eliseo para decirle:
—Como puedes ver,
este lugar, donde nos reunimos contigo es demasiado pequeño. 2 Bajemos al río
Jordán, donde hay bastantes troncos. Allí podemos construir un lugar para
reunirnos.
—Me parece bien —les
dijo Eliseo—, vayan.
3 —Por favor, ven con
nosotros —le dijo uno de ellos.
—Está bien, iré
—contestó él.
4 Entonces Eliseo fue
con ellos. Una vez que llegaron al Jordán, comenzaron a talar árboles; 5 pero
mientras uno de ellos cortaba un árbol, la cabeza de su hacha cayó al río.
—¡Ay, señor! —gritó—.
¡Era un hacha prestada!
6 —¿Dónde cayó?
—preguntó el hombre de Dios.
Cuando le mostró el
lugar, Eliseo cortó un palo y lo tiró al agua en ese mismo sitio. Entonces la
cabeza del hacha salió a flote.
7 —Agárrala —le dijo
Eliseo.
Y el hombre extendió
la mano y la tomó.
Eliseo atrapa a los
arameos
8 Cada vez que el rey
de Aram entraba en guerra con Israel, consultaba con sus funcionarios y les
decía: «Movilizaremos nuestras fuerzas en tal y tal lugar».
9 Sin embargo, de
inmediato Eliseo, hombre de Dios, le advertía al rey de Israel: «No te acerques
a ese lugar, porque allí los arameos piensan movilizar sus tropas». 10 Entonces
el rey de Israel mandaba un aviso al lugar indicado por el hombre de Dios.
Varias veces Eliseo le advirtió al rey para que estuviera alerta en esos
lugares.
11 Esa situación
disgustó mucho al rey de Aram y llamó a sus oficiales y les preguntó:
—¿Quién de ustedes es
el traidor? ¿Quién ha estado informándole al rey de Israel acerca de mis
planes?
12 —No somos
nosotros, mi señor el rey —respondió uno de los oficiales—. ¡Eliseo, el profeta
de Israel, le comunica al rey de Israel hasta las palabras que usted dice en la
intimidad de su alcoba!
13 —Vayan a averiguar
dónde está —les ordenó el rey—, para mandar soldados a capturarlo.
Luego le avisaron:
«Eliseo está en Dotán». 14 Así que una noche, el rey de Aram envió un gran
ejército con muchos caballos y carros de guerra para rodear la ciudad.
15 Al día siguiente,
cuando el sirviente del hombre de Dios se levantó temprano y salió, había
tropas, caballos y carros de guerra por todos lados.
—¡Oh señor! ¿Qué
vamos a hacer ahora? —gritó el joven a Eliseo.
16 —¡No tengas miedo!
—le dijo Eliseo—. ¡Hay más de nuestro lado que del lado de ellos!
17 Entonces Eliseo
oró: «Oh Señor, ¡abre los ojos de este joven para que vea!». Así que el Señor
abrió los ojos del joven, y cuando levantó la vista vio que la montaña
alrededor de Eliseo estaba llena de caballos y carros de fuego.
18 Cuando el ejército
arameo avanzó hacia él, Eliseo rogó: «Oh Señor, haz que ellos queden ciegos».
Entonces el Señor los hirió con ceguera, tal como Eliseo había pedido.
19 Luego Eliseo salió
y les dijo: «¡Ustedes vinieron por el camino equivocado! ¡Esta no es la ciudad
correcta! Síganme y los llevaré a donde está el hombre que buscan», y los guió
a la ciudad de Samaria.
20 Apenas entraron en
Samaria, Eliseo pidió en oración: «Oh Señor, ahora ábreles los ojos para que
vean». Entonces el Señor les abrió los ojos, y se dieron cuenta de que estaban
en el centro de la ciudad de Samaria.
21 Cuando el rey de
Israel los vio, gritó a Eliseo:
—¿Los mato, padre
mío, los mato?
22 —¡Claro que no!
—contestó Eliseo—. ¿Acaso matamos a los prisioneros de guerra? Dales de comer y
de beber, y mándalos de regreso a su casa, con su amo.
23 Entonces el rey
hizo un gran banquete para ellos y luego los mandó de regreso a su amo. Después
de este incidente, los saqueadores arameos se mantuvieron lejos de la tierra de
Israel.
Ben-adad sitia
Samaria
24 Sin embargo,
tiempo después, el rey de Aram reunió a todo su ejército y sitió Samaria. 25
Como consecuencia, hubo mucha hambre en la ciudad. Estuvo sitiada por tanto
tiempo que la cabeza de un burro se vendía por ochenta piezas de plata, y
trescientos mililitros de estiércol de paloma se vendía por cinco piezas[a] de
plata.
26 Cierto día,
mientras el rey de Israel caminaba por la muralla de la ciudad, una mujer lo
llamó:
—¡Mi señor el rey,
por favor, ayúdeme! —le dijo.
27 Él le respondió:
—Si el Señor no te
ayuda, ¿qué puedo hacer yo? No tengo comida en el granero ni vino en la prensa
para darte.
28 Pero después el
rey le preguntó:
—¿Qué te pasa?
Ella contestó:
—Esta mujer me dijo:
“Mira, comámonos a tu hijo hoy y mañana nos comeremos al mío”. 29 Entonces
cocinamos a mi hijo y nos lo comimos. Al día siguiente, yo le dije: “Mata a tu
hijo para que nos lo comamos”, pero ella lo había escondido.
30 Cuando el rey oyó
esto, rasgó sus vestiduras en señal de desesperación; y como seguía caminando
por la muralla, la gente pudo ver que debajo del manto real tenía tela áspera
puesta directamente sobre la piel. 31 Entonces el rey juró: «Que Dios me
castigue y aun me mate si hoy mismo no separo la cabeza de Eliseo de sus
hombros».
32 Eliseo estaba
sentado en su casa con los ancianos de Israel cuando el rey mandó a un
mensajero a llamarlo; pero antes de que llegara el mensajero, Eliseo dijo a los
ancianos: «Un asesino ya mandó a un hombre a cortarme la cabeza. Cuando llegue,
cierren la puerta y déjenlo afuera. Pronto oiremos los pasos de su amo detrás
de él».
33 Mientras Eliseo
decía esto, el mensajero llegó, y el rey[b] dijo:
—¡Todo este
sufrimiento viene del Señor! ¿Por qué seguiré esperando al Señor?
7 Eliseo le
respondió:
—¡Escucha el mensaje
del Señor! Esto dice el Señor: “Mañana, a esta hora, en los mercados de
Samaria, siete litros de harina selecta costarán apenas una pieza de plata[c] y
catorce litros de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata[d]”.
2 El funcionario que
atendía al rey le dijo al hombre de Dios:
—¡Eso sería imposible
aunque el Señor abriera las ventanas del cielo!
Pero Eliseo le
respondió:
—¡Lo verás con tus
propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!
Unos leprosos visitan
el campamento enemigo
3 Sucedió que había
cuatro hombres con lepra[e] sentados en la entrada de las puertas de la ciudad.
«¿De qué nos sirve sentarnos aquí a esperar la muerte? —se preguntaban unos a
otros—. 4 Si nos quedamos aquí, moriremos, pero con el hambre que hay en la
ciudad, moriremos de hambre también allá si regresamos. Así que mejor sería ir
y entregarnos al ejército arameo. Si ellos nos perdonan la vida, mucho mejor;
pero si nos matan, igual habríamos muerto».
5 Así que, al ponerse
el sol, salieron hacia el campamento de los arameos; pero cuando se aproximaron
al límite del campamento, ¡no había nadie! 6 Pues el Señor había hecho que el
ejército arameo escuchara el traqueteo de carros de guerra a toda velocidad, el
galope de caballos y los sonidos de un gran ejército que se acercaba. Por eso
se gritaron unos a otros: «¡El rey de Israel ha contratado a los hititas y a
los egipcios[f] para que nos ataquen!». 7 Así que se llenaron de pánico y
huyeron en la oscuridad de la noche; abandonaron sus carpas, sus caballos, sus
burros y todo lo demás, y corrieron para salvar la vida.
8 Cuando los leprosos
llegaron al límite del campamento, fueron de carpa en carpa, comieron y
bebieron vino, sacaron plata, oro y ropa, y escondieron todo. 9 Finalmente se
dijeron entre ellos: «Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, ¡y
nosotros no lo hemos dicho a nadie! Si esperamos hasta la mañana, seguro que
nos ocurre alguna calamidad. ¡Vamos, regresemos al palacio y contémosle a la
gente!».
10 Así que regresaron
a la ciudad e informaron a los porteros lo que había sucedido. «Salimos al
campamento arameo —dijeron—, ¡y allí no había nadie! Los caballos y los burros
estaban atados, y todas las carpas estaban en orden, ¡pero no había ni una sola
persona!». 11 Entonces los porteros gritaron la noticia a la gente del palacio.
Israel saquea el
campamento
12 El rey se levantó
de su cama a la mitad de la noche y dijo a sus oficiales:
—Yo sé lo que pasó.
Los arameos saben que estamos muriendo de hambre, por eso abandonaron su campamento
y están escondidos en el campo; esperan que salgamos de la ciudad para
capturarnos vivos y tomar la ciudad.
13 Entonces uno de
sus oficiales le dijo:
—Deberíamos mandar
espías a investigar. Que se lleven cinco de los caballos que quedan. Si les pasa
algo, no será peor que si se quedan aquí y mueren con todos nosotros.
14 Así que prepararon
dos carros de guerra con caballos, y el rey envió espías para que averiguaran
qué le había sucedido al ejército arameo. 15 Los espías recorrieron todo el
camino hasta el río Jordán siguiendo un rastro de prendas y objetos tirados por
los arameos cuando huyeron desesperadamente. Luego regresaron y le informaron
al rey. 16 Entonces la gente de Samaria salió corriendo y saqueó el campamento
de los arameos. Así se cumplió ese día, tal como el Señor había prometido, que
se venderían siete litros de harina selecta por una pieza de plata y catorce
litros de grano de cebada por una pieza de plata. 17 El rey asignó al
funcionario que lo atendía para que controlara a las multitudes en la puerta,
pero cuando salieron corriendo, lo atropellaron y lo pisotearon y así el hombre
murió.
Así que todo sucedió
exactamente como el hombre de Dios lo había predicho cuando el rey fue a verlo
a su casa. 18 El hombre de Dios le había dicho al rey: «Mañana, a esta hora, en
los mercados de Samaria, siete litros de harina selecta costarán una pieza de
plata y catorce litros de grano de cebada costarán una pieza de plata».
19 El funcionario del
rey había respondido: «¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las
ventanas del cielo!». Y el hombre de Dios había dicho: «¡Lo verás con tus
propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!». 20 Y así fue, las multitudes
lo aplastaron y murió a la entrada de la ciudad.
Footnotes:
6:25 En hebreo se
vendía por 80 [siclos] [0,9 kilos o 2 libras] de plata, y 1⁄4 de un cab [una
taza] de estiércol de paloma se vendía por 5 [siclos] [57 gramos o 2 onzas].
Estiércol de paloma podría ser una clase de vegetal silvestre.
6:33 En hebreo él.
7:1a En hebreo un
seah [6 cuartos] de harina selecta costará un siclo [11 gramos o 0,4 onzas];
también en 7:16, 18.
7:1b En hebreo 2
seahs [12 cuartos] de grano de cebada costarán un siclo [11 gramos o 0,4
onzas]; también en 7:16, 18.
7:3 O con una
enfermedad contagiosa de la piel. El término hebreo empleado aquí y en todo
este pasaje puede describir diversas enfermedades de la piel.
7:6 Posiblemente y a
la gente de Musri, un distrito cerca de Cilicia.
Nueva Traducción
Viviente (NTV)
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Hechos 15:32-16:15 Nueva Traducción Viviente (NTV)
32 Entonces Judas y
Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con los creyentes para
animarlos y fortalecerlos en su fe. 33 Se quedaron allí un tiempo, y luego los
creyentes los enviaron de regreso a la iglesia de Jerusalén con una bendición
de paz.[a] 35 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros
enseñaban y predicaban la palabra del Señor en esa ciudad.
Pablo y Bernabé se
separan
36 Después de un
tiempo Pablo le dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar cada una de las ciudades
donde ya antes predicamos la palabra del Señor para ver cómo andan los nuevos
creyentes». 37 Bernabé estuvo de acuerdo y quería llevar con ellos a Juan
Marcos; 38 pero Pablo se opuso terminantemente ya que Juan Marcos los había
abandonado en Panfilia y no había continuado con ellos en el trabajo. 39 Su
desacuerdo fue tan intenso que se separaron. Bernabé tomó a Juan Marcos consigo
y navegó hacia Chipre. 40 Pablo escogió a Silas y, al salir, los creyentes lo
encomendaron al cuidado misericordioso del Señor. 41 Luego viajó por toda Siria
y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.
Segundo viaje
misionero de Pablo
16 Pablo fue primero
a Derbe y luego a Listra, donde había un discípulo joven llamado Timoteo. Su
madre era una creyente judía, pero su padre era griego. 2 Los creyentes[b] de
Listra e Iconio tenían un buen concepto de Timoteo, 3 de modo que Pablo quiso
que él los acompañara en el viaje. Por respeto a los judíos de la región,
dispuso que Timoteo se circuncidara antes de salir, ya que todos sabían que su
padre era griego. 4 Luego fueron de ciudad en ciudad enseñando a los creyentes
a que siguieran las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos de
Jerusalén. 5 Así que las iglesias se fortalecían en su fe y el número de
creyentes crecía cada día.
Un llamado de
Macedonia
6 Luego, Pablo y
Silas viajaron por la región de Frigia y Galacia, porque el Espíritu Santo les
había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia en ese tiempo.
7 Luego, al llegar a los límites con Misia, se dirigieron al norte, hacia la provincia
de Bitinia,[c] pero de nuevo el Espíritu de Jesús no les permitió ir allí. 8
Así que siguieron su viaje por Misia hasta el puerto de Troas.
9 Esa noche Pablo
tuvo una visión. Puesto de pie, un hombre de Macedonia —al norte de Grecia— le
rogaba: «¡Ven aquí a Macedonia y ayúdanos!». 10 Entonces decidimos[d] salir de
inmediato hacia Macedonia, después de haber llegado a la conclusión de que Dios
nos llamaba a predicar la Buena Noticia allí.
En Filipos, Lidia
cree en Jesús
11 Subimos a bordo de
un barco en Troas, navegamos directo a la isla de Samotracia y, al día
siguiente, desembarcamos en Neápolis. 12 De allí llegamos a Filipos, una ciudad
principal de ese distrito de Macedonia y una colonia romana. Y nos quedamos
allí varios días.
13 El día de descanso
nos alejamos un poco de la ciudad y fuimos a la orilla de un río, donde
pensamos que la gente se reuniría para orar, y nos sentamos a hablar con unas
mujeres que se habían congregado allí. 14 Una de ellas era Lidia, de la ciudad
de Tiatira, una comerciante de tela púrpura muy costosa, quien adoraba a Dios.
Mientras nos escuchaba, el Señor abrió su corazón y aceptó lo que Pablo decía.
15 Ella y los de su casa fueron bautizados, y nos invitó a que fuéramos sus
huéspedes. «Si ustedes reconocen que soy una verdadera creyente en el Señor
—dijo ella—, vengan a quedarse en mi casa». Y nos insistió hasta que aceptamos.
Footnotes:
15:33 Algunos
manuscritos agregan el versículo 34: Pero Silas decidió quedarse allí.
16:2 En griego
hermanos; también en 16:40.
16:6-7 Frigia,
Galacia, Asia, Misia y Bitinia eran distritos en lo que ahora es Turquía.
16:10 Lucas, el
escritor de este libro, aquí se unió a Pablo y lo acompañó en su viaje.
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Viviente (NTV)
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Salmos 142 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 142
Salmo[a] de David,
acerca de su experiencia en la cueva. Oración.
1 Clamo al Señor;
ruego la misericordia del Señor.
2 Expongo mis quejas delante
de él
y le cuento todos mis problemas.
3 Cuando me siento
agobiado,
solo tú sabes qué camino debo tomar.
Vaya adonde vaya,
mis enemigos me han tendido trampas.
4 Busco a alguien que
venga a ayudarme,
¡pero a nadie se le ocurre hacerlo!
Nadie me ayudará;
a nadie le importa un bledo lo que me pasa.
5 Entonces oro a ti,
oh Señor,
y digo: «Tú eres mi lugar de refugio.
En verdad, eres todo lo que quiero en la
vida.
6 Oye mi clamor,
porque estoy muy decaído.
Rescátame de mis
perseguidores,
porque son demasiado fuertes para mí.
7 Sácame de la
prisión
para que pueda agradecerte.
Los justos se
amontonarán a mi alrededor,
porque tú eres bueno conmigo».
Footnotes:
142:Título En hebreo
Masquil. Puede ser un término literario o musical.
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Proverbios 17:24-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)
24 Los sensatos
mantienen sus ojos en la sabiduría,
pero los ojos del necio vagan por los
confines de la tierra.
25 Los hijos necios
traen[a] dolor a su padre
y amargura a la que los dio a luz.
Footnotes:
17:25 En hebreo Un
hijo necio trae.
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