Día 12, DAB Español, Viernes 12 de Enero
Génesis 26:17-27:46; Mateo 9:1-17; Salmos 10:6-18; Proverbios 3:9-10 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Génesis 26:17-27:46 Reina Valera Contemporánea (RVC)
17 Entonces Isaac se
fue y acampó en el valle de Gerar, y allí se quedó a vivir; 18 volvió a abrir
los pozos de agua que en los días de Abrahán su padre se habían abierto, y que
después de la muerte de Abrahán los filisteos habían cegado, y volvió a ponerles
los nombres que su padre les había dado. 19 Luego los siervos de Isaac cavaron
en el valle, y encontraron allí un manantial de agua viva; 20 entonces los
pastores de Gerar contendieron con los pastores de Isaac, pues decían: «Esta
agua es nuestra.» Por eso Isaac llamó a ese pozo «Esek»,[a] porque habían
contendido con él.
21 Abrieron otro
pozo, y también riñeron por él; y le puso por nombre «Sitna».[b] 22 Luego Isaac
se apartó de allí, y abrió otro pozo, y ya no riñeron por él, así que le puso
por nombre «Rejobot»,[c] pues dijo: «Ahora el Señor nos ha hecho prosperar, así
que fructificaremos en la tierra.»
23 De allí, Isaac se
fue a Berseba. 24 Y esa misma noche el Señor se le apareció y le dijo: «Yo soy
el Dios de Abrahán tu padre. No tengas miedo, pues yo estoy contigo; y por
causa de Abrahán, mi siervo, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia.»
25 Isaac edificó allí
un altar, e invocó el nombre del Señor; luego plantó allí mismo su tienda, y
sus siervos abrieron un pozo.
26 Abimelec fue desde
Gerar a visitarlo. Lo acompañaban su amigo Ajuzat y Ficol, el capitán de su
ejército. 27 Y les dijo Isaac:
«¿Por qué vienen a
mí, si ustedes me odian, y hasta me echaron de entre ustedes?»
28 Pero ellos
respondieron:
«Nos hemos dado
cuenta de que el Señor está contigo. Por eso dijimos: “Que haya ahora un
juramento entre nosotros, entre tú y nosotros.” Queremos hacer un pacto
contigo, 29 de que no nos hagas ningún daño, así como nosotros no te hemos
tocado. Nosotros sólo te hemos tratado bien, y te dejamos ir en paz, y ahora tú
eres bendecido por el Señor.»
30 Entonces Isaac les
ofreció un banquete, y ellos comieron y bebieron. 31 Al día siguiente se
levantaron de madrugada, y el uno al otro se hicieron juramentos. Luego Isaac
los despidió, y ellos se marcharon en paz. 32 Ese mismo día los criados de
Isaac fueron a darle buenas noticias acerca del pozo que habían abierto, y le
dijeron: «Hemos hallado agua.» 33 Isaac lo llamó «Sebá»; de allí que el nombre
de aquella ciudad sea Berseba, hasta este día.
34 Esaú tenía
cuarenta años cuando tomó por mujeres a Judit, la hija de Berí el hitita, y a
Basemat, la hija de Elón el hitita, 35 las cuales fueron motivo de amargura
para Isaac y Rebeca.
Jacob recibe la
bendición de Isaac
27 Un día, cuando
Isaac ya era anciano y sus ojos se le habían nublado hasta perder la vista,
llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:
«¡Hijo mío!»
Y Esaú respondió:
«¡Aquí estoy!»
2 Isaac le dijo:
«Mira, ya soy viejo,
y puedo morir en cualquier momento. 3 Así que toma tus armas, es decir, tu
aljaba y tu arco, y ve al campo y caza algo para mí; 4 hazme luego un guisado,
como a mí me gusta, y tráemelo para que lo coma. Así, yo te bendeciré antes de
que muera.»
5 Mientras Isaac
hablaba con su hijo Esaú, Rebeca escuchaba. Y Esaú se fue al campo para cazar
algo y traerlo. 6 Entonces Rebeca fue a hablar con su hijo Jacob, y le dijo:
«Acabo de oír a tu
padre hablar con tu hermano Esaú. Le dijo: 7 “Caza algo, y tráemelo; hazme un
guisado, para que yo lo coma y ante el Señor te bendiga antes de que muera.” 8
Así que, hijo mío, escúchame y haz lo que voy a ordenarte: 9 Ve al ganado ahora
mismo, y de entre las cabras tráeme de allí dos buenos cabritos. Con ellos haré
para tu padre un guiso, como a él le gusta. 10 Luego tú se lo llevarás a tu
padre, para que él coma y te bendiga antes de que muera.»
11 Pero Jacob le dijo
a su madre:
«Si te fijas, mi
hermano Esaú es muy velludo, pero yo soy lampiño. 12 Puede ser que mi padre me
palpe; entonces creerá que me estoy burlando de él, y en vez de bendición
recibiré maldición.»
13 Y su madre le
respondió:
«Hijo mío, ¡que caiga
sobre mí tu maldición! Tú, hazme caso y ve a traerme los cabritos.»
14 Jacob fue por los
cabritos, y se los llevó a su madre; y ella hizo un guisado, como le gustaba a
Isaac. 15 Luego, tomó Rebeca la ropa de Esaú, su hijo mayor, la mejor ropa que
ella tenía en casa, y con ella vistió a Jacob, su hijo menor; 16 además, con la
piel de los cabritos le cubrió las manos y la parte del cuello donde no tenía
vello, 17 y puso en las manos de Jacob, su hijo, el guisado y el pan que ella
había preparado.
18 Entonces Jacob fue
a ver a su padre, y le dijo:
«¡Padre mío!»
Isaac respondió:
«Aquí estoy. ¿Quién
eres tú, hijo mío?»
19 Jacob le dijo a su
padre:
«Soy Esaú, tu hijo
primogénito. Ya hice lo que me pediste. Así que ven y siéntate a comer de lo
que he cazado, para que me bendigas.»
20 Isaac le dijo a su
hijo:
«¿Cómo fue que tan
pronto hallaste algo que cazar, hijo mío?»
Y él respondió:
«Es porque el Señor,
tu Dios, me permitió encontrarlo.»
21 Isaac le dijo a
Jacob:
«Acércate, hijo mío,
que voy a palparte para saber si eres mi hijo Esaú, o no.»
22 Jacob se acercó a
Isaac, su padre, y éste lo palpó y dijo:
«La voz es la de
Jacob, pero las manos son las de Esaú.»
23 Y no lo reconoció,
pues tenía las manos velludas como las de Esaú, así que lo bendijo, 24 aunque
le preguntó:
«¿Eres tú mi hijo
Esaú?»
Y Jacob respondió:
«Sí, yo soy.»
25 Dijo también
Isaac:
«Acércame lo que
cazaste, hijo mío, para que yo coma y luego te bendiga.»
Y Jacob le acercó el
guiso, y además le llevó vino, e Isaac comió y bebió. 26 Entonces Isaac le
dijo:
«Ahora, hijo mío,
acércate y dame un beso.»
27 Jacob se acercó y
lo besó. Cuando Isaac percibió el olor de su ropa, lo bendijo así:
«¡Fíjense en el aroma
de mi hijo!
¡Es como el aroma del
campo que el Señor ha bendecido!
28 ¡Que Dios te dé
del rocío del cielo
y de las grosuras de
la tierra!
¡Que te dé abundante
trigo y vino!
29 ¡Que te sirvan los
pueblos!
¡Que las naciones se
inclinen ante ti!
¡Conviértete en señor
de tus hermanos,
y que ante ti se
inclinen los hijos de tu madre!
¡Malditos sean los
que te maldigan,
y benditos sean los
que te bendigan!»
30 Pero sucedió que,
cuando Isaac acabó de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de la
presencia de su padre, su hermano Esaú volvió de andar cazando. 31 También él
hizo un guisado, y se lo llevó a su padre y le dijo:
«Levántate, padre
mío, y come de lo que tu hijo ha cazado, para que me bendigas.»
32 Isaac, su padre,
le dijo:
«¿Y tú quién eres?»
Y él le contestó:
«Pues soy Esaú, tu
hijo primogénito.»
33 A Isaac le
sobrevino un gran estremecimiento, y dijo:
«¿Y quién es el que
vino aquí, y trajo lo que cazó, y me dio a comer de todo ello antes de que tú
vinieras? Yo le di mi bendición, y ha quedado bendito.»
34 Cuando Esaú oyó
las palabras de su padre, lanzó una grande y amarga exclamación, y dijo:
«¡Bendíceme también a
mí, padre mío!»
35 Isaac dijo:
«Es que vino tu
hermano, y con engaños tomó tu bendición.»
36 Y Esaú respondió:
«¡Qué bien le queda
el nombre Jacob! ¡Ya me ha suplantado dos veces! ¡Primero me arrebató mi
primogenitura, y ahora me ha arrebatado mi bendición!»
Y añadió:
«¿No has reservado
una bendición para mí?»
37 Isaac le respondió
a Esaú:
«Es que yo lo he
puesto como señor tuyo, y le he entregado a todos sus hermanos para que sean
sus siervos; además, lo he provisto de trigo y de vino; ¿qué puedo hacer ahora
por ti, hijo mío?»
38 Esaú respondió a
su padre:
«Padre mío, ¿acaso no
tienes más que una sola bendición? ¡Bendíceme también a mí, padre mío!»
Y levantó Esaú el
tono de su voz, y lloró. 39 Entonces Isaac, su padre, le respondió así:
«Tendrás tu
habitación en lo mejor de la tierra,
y gozarás del rocío
de los cielos de arriba.
40 Vivirás gracias a
tu espada, y servirás a tu hermano;
y una vez que te
hayas fortalecido
te quitarás del
cuello su yugo.»
Jacob huye de Esaú
41 Esaú llegó a odiar
a Jacob por causa de la bendición que había recibido de su padre, y dijo en su
corazón: «Ya están cerca los días de guardar luto por mi padre. Entonces mataré
a mi hermano Jacob.»
42 Cuando llegaron a
oídos de Rebeca estas palabras de Esaú, su hijo mayor, ella mandó llamar a
Jacob, su hijo menor, y le dijo:
«Mira, tu hermano
Esaú halla consuelo cuando piensa en matarte. 43 Así que hazme caso, hijo mío,
y prepárate a huir a la casa de mi hermano Labán, que vive en Jarán. 44 Quédate
a vivir con él por algún tiempo, hasta que se calme el enojo de tu hermano. 45
Cuando se haya aplacado la ira de tu hermano contra ti, y olvide lo que le has
hecho, yo te haré volver de allá. ¿Por qué voy a perderlos a ustedes dos en un
solo día?»
46 A Isaac, Rebeca le
dijo:
«Mi vida es un
fastidio, por culpa de las hititas que viven en esta tierra. Si Jacob toma como
mujer a alguna de estas hititas, ¿para qué quiero seguir viviendo?»
Footnotes:
Génesis 26:20 Es
decir, Contención.
Génesis 26:21 Es
decir, Enemistad.
Génesis 26:22 Es
decir, Lugares amplios o espaciosos.
Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Copyright © 2009,
2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Mateo 9:1-17 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Jesús sana a un
paralítico
9 Después de esto,
Jesús subió a la barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. 2 Allí le
llevaron un paralítico, tendido sobre una camilla. Cuando Jesús vio la fe de
ellos, le dijo al paralítico: «Ten ánimo, hijo; los pecados te son perdonados.»
3 Algunos de los escribas se decían a sí mismos: «Éste blasfema.» 4 Pero Jesús,
que conocía los pensamientos de ellos, dijo: «¿Por qué piensan mal dentro de
ustedes mismos? 5 ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga “los pecados te son
perdonados”, o que le diga “levántate y anda”? 6 Pues para que ustedes sepan
que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados,
entonces éste le dice al paralítico: “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu
casa.”» 7 Entonces el paralítico se levantó y se fue a su casa. 8 Al ver esto,
la gente se quedó asombrada y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los
hombres.
Llamamiento de Mateo
9 Al continuar su
camino, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado donde se
cobraban los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Y Mateo se levantó y lo siguió.
10 Estando Jesús en la casa, sentado a la mesa, muchos cobradores de impuestos
y pecadores que habían venido se sentaron también a la mesa, con Jesús y sus
discípulos. 11 Cuando los fariseos vieron esto, dijeron a los discípulos: «¿Por
qué come su Maestro con cobradores de impuestos y con pecadores?» 12 Al oír
esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan de un médico, sino
los enfermos. 13 Vayan y aprendan lo que significa “Misericordia quiero, y no
sacrificio”. Porque no he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino
a los pecadores.»
La pregunta sobre el
ayuno
14 Los discípulos de
Juan se le acercaron entonces, y le preguntaron: «¿Por qué nosotros y los
fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no?» 15 Jesús les respondió:
«¿Acaso los invitados a una boda pueden estar de luto mientras el esposo está
con ellos? ¡Claro que no! Pero vendrán días, cuando el esposo les será quitado.
Entonces ayunarán.» 16 Nadie remienda un vestido viejo con un paño de tela
nueva, porque la tela nueva estira la tela vieja, y la rotura se hace peor. 17
Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta
los odres, y entonces el vino se derrama y los odres se echan a perder. Más
bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos, y tanto lo uno como lo otro
se conserva juntamente.
Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Copyright © 2009,
2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Salmos 10:6-18 Reina Valera Contemporánea (RVC)
6 Y se dice: «Jamás
voy a tropezar.
¡Jamás me alcanzará
la desgracia!»
7 Abundan en su boca
maldiciones, engaños y mentiras.
Bajo su lengua
esconde ofensas y maldad.
8 Se acerca a las
aldeas, y las acecha;
tiende emboscadas
para matar al inocente;
pone los ojos en el
desvalido.
9 Se agazapa, como el
león en su cueva;
luego se acerca para
caer sobre el pobre
y atraparlo en su red
y arrebatarle sus bienes.
10 Se encoge, se
agazapa,
y muchos desdichados
caen en sus garras.
11 Piensa para sí que
Dios se ha olvidado,
que esconde la cara y
nunca ve nada.
12 ¡Vamos, Señor y
Dios, levanta la mano!
¡No te olvides de los
pobres!
13 ¿Por qué tendría
que menospreciarte el malvado?
¿Por qué habría de
pensar que no intervendrás?
14 Pero tú sí ves los
trabajos y la humillación,
y a cada uno le das
su recompensa.
En ti busca amparo el
desvalido;
¡eres el refugio de
los huérfanos.
15 ¡Rómpeles los
brazos a los malvados!
¡Persigue su maldad,
hasta acabar con ella!
16 Tú, Señor, reinas
eternamente y para siempre;
¡borra de su tierra a
las naciones!
17 Tú, Señor,
escuchas las plegarias de los pobres;
tú les das ánimo y
les prestas atención.
18 Tú reivindicas al
huérfano y al oprimido,
para que los simples
mortales
no sigan violentando
la tierra.
Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Copyright © 2009,
2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Proverbios 3:9-10 Reina Valera Contemporánea (RVC)
9 Honra al Señor con
tus bienes
y con las primicias
de tus cosechas.
10 Tus graneros se
saturarán de trigo,
y tus lagares
rebosarán de vino.
Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Copyright © 2009,
2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
No comments:
Post a Comment