Día 21, DAB Español, Lunes 21 de Enero
Génesis 42:18-43:34; Mateo 13:47-14:13; Salmos 18:16-34; Proverbios 4:7-10 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
Génesis
42:18-43:34 Traducción en lenguaje actual (TLA)
18-20 Pasado ese tiempo, les dijo:
«Yo creo en Dios. Si ustedes realmente son gente
honrada y quieren seguir con vida, hagan lo siguiente: dejen aquí a uno de
ustedes, y vayan los demás a llevarles trigo a sus familiares, pues deben estar
muriéndose de hambre. Pero tienen que traerme a su hermano menor. Así veré si
es cierto lo que dicen».
Ellos aceptaron lo que José les propuso, 21 pero se
decían los unos a los otros:
«Seguramente estamos recibiendo nuestro merecido por
lo que le hicimos a nuestro hermano. Cuando nos rogaba que le perdonáramos la
vida, no le hicimos caso, aunque podíamos ver su miedo. Ahora estamos pagando
las consecuencias».
22 Entonces dijo Rubén: «¿Acaso no les decía yo que no
le hicieran daño al muchacho? ¡Pero ustedes no me hicieron caso! ¡Por eso ahora
recibimos este castigo!»
23 Como José estaba hablando con ellos por medio de un
traductor, no se dieron cuenta de que él les podía entender. 24 Sin embargo,
José se apartó de ellos y se echó a llorar. Luego regresó a donde estaban y
ordenó que tomaran preso a Simeón, y que lo encadenaran. 25 Después ordenó que
les llenaran de trigo sus sacos, y que pusieran en los sacos el dinero que
habían pagado. También ordenó que les dieran comida para el viaje. Una vez
hecho esto, 26 los hermanos de José echaron el trigo sobre los burros y se
pusieron en camino.
27 Cuando llegaron al lugar donde iban a pasar la
noche, uno de ellos abrió su saco para darle de comer a su burro, ¡y se
encontró con que en el saco estaba su dinero! Enseguida les dijo a sus
hermanos: 28 «¡Me devolvieron mi dinero! ¡Mírenlo, aquí está, dentro del saco!»
Al ver esto, todos ellos se asustaron y empezaron a
temblar de miedo, mientras se preguntaban: «¿Qué es lo que Dios está haciendo
con nosotros?»
29 Cuando llegaron a Canaán, le contaron a su padre
todo lo que les había pasado. Le dijeron:
30 «El gobernador de Egipto nos habló muy fuerte, y
hasta nos acusó de ser espías. 31 Nosotros le dijimos que no éramos espías,
sino gente honrada. 32 También le dijimos que éramos doce hermanos, hijos del
mismo padre; que uno de nosotros ya había muerto, y que el menor se había
quedado contigo aquí en Canaán.
33 »Pero el gobernador nos dijo: “Ahora voy a ver si
de veras son gente honrada: Dejen aquí a uno de sus hermanos, y váyanse a
llevarles comida a sus familiares, que deben estar muriéndose de hambre. 34
Pero tienen que traerme a su hermano menor. Así sabré que no son espías, sino
gente honrada, y yo les devolveré a su hermano. Entonces podrán hacer negocios
aquí”».
35 Cuando comenzaron a vaciar sus sacos, se
encontraron con que en cada uno de ellos estaba su dinero. Al ver las bolsas de
dinero, tanto ellos como su padre se asustaron mucho. 36 Entonces su padre les
dijo:
—¡Ustedes me van a dejar sin hijos! José ya no está
con nosotros; Simeón, tampoco; ¡y ahora quieren llevarse también a Benjamín!
¡Todo esto acabará por matarme!
37 Pero Rubén le propuso a su padre:
—Tú deja a Benjamín en mis manos, que yo te lo
devolveré. Y si no te lo traigo de vuelta, ¡te dejo que mates a mis dos hijos!
38 Sin embargo, Jacob respondió:
—Mi hijo no va a ir con ustedes. Ya su hermano está
muerto, y sólo me queda él. Si algo llega a pasarle en este viaje, viviré
triste por el resto de mis días.
Benjamín en Egipto
43 En todo Canaán el hambre seguía aumentando, 2 así
que cuando se acabó el trigo que habían traído de Egipto, su padre les dijo:
—Vuelvan a Egipto y compren más trigo para que
tengamos comida.
3-5 Pero Judá le dijo:
—El gobernador de Egipto claramente nos dijo que no va
a recibirnos si no llevamos a nuestro hermano. Así que iremos a comprar trigo
sólo si dejas que él nos acompañe.
6 Su padre les dijo:
—¿Y para qué le dijeron que tenían otro hermano? ¿Por
qué me causan tantos problemas?
7 Ellos le respondieron:
—Es que ese hombre nos hacía muchas preguntas acerca
de nosotros y de nuestra familia. Que si todavía vivías, que si teníamos algún
otro hermano. Nosotros no hicimos más que responderle. Jamás nos imaginamos que
nos pediría llevar a nuestro hermano.
8 Por su parte, Judá le dijo a su padre:
—Si queremos seguir con vida, Benjamín tiene que venir
con nosotros. Déjalo ir, y nos iremos enseguida. 9 Yo me hago responsable por
él. Si no te lo devuelvo aquí mismo, toda mi vida cargaré con la culpa. 10
Francamente, si no hubiéramos dejado pasar tanto tiempo, ¡ya hubiéramos ido y
vuelto dos veces!
11-13 Ante esto, su padre no tuvo más remedio que
aceptar:
—Pues si no hay otra solución, llévense a su hermano y
vuelvan ya a donde está ese hombre. Pero hagan lo siguiente: Llenen sus sacos
con los mejores productos de nuestro país para regalárselos. Llévenle bálsamo,
un poco de miel, algunas especias, y mirra, pistachos y almendras. Lleven
también una doble cantidad de dinero, pues tienen que entregar el que les devolvieron
en sus sacos. Tal vez lo pusieron allí por error. 14 Que el Dios todopoderoso
haga que ese hombre les tenga compasión, y deje que Benjamín y su otro hermano
regresen con ustedes. En cuanto a mí, si he de perder a todos mis hijos, tendré
que aceptarlo.
15 Los hijos de Jacob tomaron los regalos, una doble
cantidad de dinero, y a Benjamín, y a toda prisa se fueron a Egipto. Al llegar,
se presentaron ante José, 16 y cuando José vio a Benjamín con ellos, le dijo al
mayordomo de su palacio: «Lleva a esos hombres a mi casa, y prepara la comida.
Mata un animal, porque al mediodía van a almorzar conmigo».
17 El mayordomo cumplió con sus órdenes y llevó a la
casa de José a sus hermanos; 18 pero ellos se asustaron mucho y pensaron: «Este
hombre nos ha traído a su casa por el dinero que se nos devolvió en el primer
viaje. Lo que quiere es atacarnos, hacernos sus esclavos y quedarse con
nuestros burros». 19 Por eso, al llegar a la entrada de la casa se acercaron al
mayordomo de José y le dijeron:
20 —Señor, como usted sabe, la vez pasada vinimos a
comprar trigo. 21-22 Y resulta que cuando paramos para pasar la noche, al abrir
nuestros sacos cada uno de nosotros encontró allí su dinero. ¡No faltaba nada!
Pero no sabemos quién lo haya puesto allí. Aquí lo traemos con nosotros, y
también traemos más dinero para comprar más trigo.
23 El mayordomo los tranquilizó:
—No se preocupen, que todo está en orden. Yo recibí el
dinero que ustedes pagaron. Tal vez el Dios de ustedes y de su padre les puso
en sus sacos ese regalo.
Entonces sacó a Simeón 24 y a todos ellos los invitó a
entrar en la casa de José; luego les dio agua para que se bañaran, y les dio de
comer a sus burros. 25 Y como ellos ya sabían que José iba a comer con ellos al
mediodía, prepararon los regalos para cuando él llegara.
26-28 Cuando José llegó a su casa, ellos se inclinaron
delante de él y le entregaron los regalos que le habían llevado. Luego de
saludarlos, José les preguntó si su padre aún vivía.
Ellos le respondieron:
—Así es, nuestro padre todavía vive, está bien de
salud y listo para servirle.
29 José miró a su alrededor, y cuando vio a Benjamín,
su hermano de padre y madre, les preguntó:
—¿Es éste su hermano menor, del que me hablaron? ¡Que
Dios te bendiga, hijo mío!
30 Tan conmovido quedó José al ver a su hermano, que
salió de prisa, entró en su cuarto y se echó a llorar. 31 Luego se lavó la cara
y, controlando sus emociones, salió y dijo:
—¡Sirvan ya la comida!
32 A José le sirvieron de comer aparte, porque los egipcios
no comen con los hebreos, pues los consideran gente repugnante. 33 Los hermanos
de José se sentaron frente a él según su edad, del mayor al menor, y unos a
otros se miraban sin salir de su asombro. 34 Cuando les sirvieron de lo que
José tenía en su mesa, a Benjamín le sirvieron cinco veces más que a los otros.
Y bebieron con José y estuvieron muy alegres.
Traducción en lenguaje actual (TLA)
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Mateo
13:47-14:13 Traducción en lenguaje actual (TLA)
La red de pescar
47 »El reino de Dios se parece a una red de pescar.
Los pescadores echan la red al mar, y en ella recogen toda clase de peces. 48
Cuando la red ya está llena, la sacan a la orilla y se sientan a separar el
pescado bueno del malo. Guardan el pescado bueno en una canasta, y tiran el
pescado malo. 49 Así también sucederá cuando llegue el fin del mundo: Los
ángeles saldrán a separar a las personas buenas de las malas. 50 A las malas
las echarán en el infierno, y allí tendrán tanto horror que llorarán y les rechinarán
los dientes.»
Cosas nuevas y cosas viejas
51 Jesús les preguntó a sus discípulos:
—¿Entienden ustedes todas estas enseñanzas?
Ellos contestaron:
—Sí, las entendemos.
52 Jesús les dijo:
—Todo maestro de la Ley que se convierte en discípulo del
reino de Dios, se parece al que va a su bodega, y de allí saca cosas nuevas y
cosas viejas.
Jesús viaja a Nazaret
53 Cuando Jesús terminó de enseñar con estos ejemplos,
se fue de allí. 54 Llegó a su pueblo y comenzó a enseñar en la sinagoga. La
gente estaba tan sorprendida que algunos decían: «¿Dónde aprendió este hombre
tantas cosas? ¿Cómo puede hacer esos milagros?»
Otros decían: 55 «Pero, ¡si es Jesús, el hijo de José,
el carpintero! Su madre es María, y sus hermanos son Santiago, José, Simón y
Judas. 56 Sus hermanas aún viven aquí. ¿Cómo es que Jesús sabe tanto y puede
hacer estos milagros?»
57 Pero ninguno de los que estaban allí quiso aceptar
las enseñanzas de Jesús. Entonces él dijo: «A un profeta se le respeta en todas
partes, menos en su propio pueblo y en su propia familia.»
58 Y como la gente no creía en él, Jesús no hizo
muchos milagros en aquel lugar.
La muerte de Juan el Bautista
14 En aquel tiempo, Herodes Antipas era gobernador de
Galilea. Y cuando supo lo que la gente decía acerca de Jesús, 2 un día les dijo
a sus asistentes: «En realidad, ese Jesús es Juan el Bautista, que ha vuelto a
vivir. Por eso tiene poder para hacer milagros».
3-4 Tiempo atrás, Juan el Bautista le había dicho a
Herodes: «¡Lo que has hecho no está bien! Herodías es la esposa de tu hermano
Filipo, y tú se la quitaste para casarte con ella».
Entonces Herodes se enojó contra Juan, y ordenó que lo
arrestaran, lo encadenaran y lo pusieran en la cárcel. 5 Herodes quería matar a
Juan. Pero no se atrevía a matarlo porque le tenía miedo a la gente, pues
muchos creían que Juan era un profeta.
6 Cuando Herodes celebró su cumpleaños, la hija de
Herodías bailó delante de los invitados. 7 A Herodes le gustó mucho el baile de
la muchacha. Por eso prometió darle lo que ella le pidiera. 8 Herodías escuchó
eso, y convenció a su hija de que le pidiera a Herodes la cabeza de Juan el
Bautista.
9 Al oír esto, Herodes se puso muy triste, pues había
prometido darle todo lo que ella le pidiera, y no podía romper una promesa
hecha delante de sus invitados. Así que no tuvo más remedio, y ordenó a sus
sirvientes que le dieran a la muchacha lo que pedía. 10 Entonces los sirvientes
fueron a la cárcel y le cortaron la cabeza a Juan, 11 la pusieron en un plato,
y se la llevaron a la muchacha. Ella se la entregó a su madre.
12 Los discípulos de Juan pasaron a recoger el cuerpo
de su maestro y lo enterraron. Después, fueron y le contaron a Jesús lo que
había sucedido.
Jesús da de comer a mucha gente
13 Cuando Jesús oyó lo que le habían hecho a Juan el
Bautista, subió a una barca y se fue a donde pudiera estar solo. Cuando la
gente de los pueblos cercanos supo que Jesús se iba, lo siguió por tierra.
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Salmos
18:16-34 Traducción en lenguaje actual (TLA)
16 Desde los altos cielos
me tendiste la mano
y me sacaste del mar profundo.
17 Mis enemigos me odiaban;
eran más fuertes y poderosos que yo,
¡pero tú me libraste de ellos!
18 Se enfrentaron a mí
en el peor momento,
pero tú me apoyaste.
19 Me diste libertad,
¡me libraste porque me amas!
20 Me diste mi recompensa
porque hago lo que quieres.
Me trataste con bondad
porque hago lo que es justo.
21 Yo obedezco tus enseñanzas
y no me aparto de ti.
22 Cumplo todas tus leyes,
y jamás me aparto de ellas.
23 He sido honesto contigo
y no he hecho nada malo.
24 Me diste mi recompensa
porque hago lo que quieres,
porque tú sabes
que yo hago lo que es justo.
25 Tú eres fiel
con los que te son fieles,
y tratas bien
a quienes bien se comportan.
26 Eres sincero
con los que son sinceros,
pero con los tramposos
demuestras ser más astuto.
27 A la gente humilde
le concedes la victoria,
pero a los orgullosos
los haces salir derrotados.
28-30 Dios mío,
tú alumbras mi vida,
tú iluminas mi oscuridad.
Con tu ayuda venceré al enemigo
y podré conquistar sus ciudades.
Tus enseñanzas son perfectas,
tu palabra no tiene defectos.
Tú proteges como un escudo
a los que buscan refugio en ti.
31 Dios de Israel,
sólo tú eres Dios,
¡sólo tú puedes protegernos!
32 ¡Sólo tú me llenas de valor
y me guías por el buen camino!
33 ¡Tú me das fuerzas para correr
con la velocidad de un venado!
Cuando ando por las altas montañas,
tú no me dejas caer.
34 Tú me enseñas
a enfrentarme a mis enemigos;
tú me das valor para vencerlos.
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Proverbios
4:7-10 Traducción en lenguaje actual (TLA)
7 Lo que realmente importa
es que cada día seas más sabio
y que aumentes tus conocimientos,
aunque tengas que vender
todo lo que poseas.
8 Valoriza el conocimiento,
y tu vida tendrá más valor;
si haces tuyo el conocimiento,
todos te tratarán con respeto,
9 y quedarán admirados
de tu gran sabiduría.
10 »Escúchame, jovencito:
hazme caso y vivirás muchos años.
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