Día 19, DAB Español, Sábado 19 de Enero
Génesis 39:1-41:16; Mateo 12:46-13:23; Salmos 17; Proverbios 3:33-35 (Dios Habla Hoy (DHH))
Génesis
39:1-41:16 Dios Habla Hoy (DHH)
José y la esposa de Potifar
39 Cuando José fue llevado a Egipto, un egipcio
llamado Potifar lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá. Potifar
era funcionario del faraón y capitán de su guardia. 2 Pero el Señor estaba con
José, y le fue muy bien mientras vivía en la casa de su amo egipcio. 3 Su amo
se dio cuenta de que el Señor estaba con José, y que por eso a José le iba bien
en todo. 4 Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, que lo nombró su
ayudante personal y mayordomo de su casa, y dejó a su cargo todo lo que tenía.
5 Desde el día en que Potifar dejó a José a cargo de su casa y de todo lo suyo,
el Señor bendijo a Potifar, tanto en su casa como en el campo. 6 Con José al
cuidado de todo lo que tenía, Potifar ya no se preocupaba mas que de comer.
José era muy bien parecido y causaba buena impresión,
7 así que después de algún tiempo la esposa de su amo se fijó en él, y un día
le dijo:
—Acuéstate conmigo.
8 Pero José no quiso, y le contestó:
—Mire usted, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que
tiene, y estando yo aquí, no tiene de qué preocuparse. 9 En esta casa nadie es
más que yo; mi amo no me ha negado nada, sino sólo a usted, pues es su esposa;
así que, ¿cómo podría yo hacer algo tan malo, y pecar contra Dios?
10 Y aunque ella insistía con José todos los días para
que se acostara con ella y estuviera a su lado, él no le hacía caso. 11 Pero un
día José entró en la casa para hacer su trabajo y, como no había nadie allí, 12
ella lo agarró de la ropa y le dijo:
—Acuéstate conmigo.
Pero él salió corriendo y dejó su ropa en las manos de
ella. 13 Cuando ella vio que al salir le había dejado la ropa en sus manos, 14
llamó a los siervos de la casa y les dijo:
—Miren, mi esposo nos trajo un hebreo que ahora se
burla de nosotros. Entró a verme y quería acostarse conmigo, pero yo grité muy
fuerte; 15 y cuando me oyó gritar con todas mis fuerzas, salió corriendo y
hasta dejó aquí su ropa.
16 Luego, ella guardó la ropa de José hasta que su amo
llegó a la casa. 17 Entonces le contó lo mismo, y dijo:
—El esclavo hebreo que nos trajiste entró en mi cuarto
y quiso deshonrarme, 18 pero cuando grité con todas mis fuerzas, salió
corriendo y dejó su ropa aquí. 19 Así me trató tu esclavo.
El amo de José se enojó mucho al oír lo que su esposa
le estaba contando, 20 así que agarró a José y ordenó que lo metieran en la
cárcel, donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel 21 el Señor
siguió estando con José y mostrándole su bondad, pues hizo que se ganara la
simpatía del jefe de la cárcel, 22 el cual dejó todos los presos a su cargo.
José era el que daba las órdenes para todo lo que allí se hacía, 23 y el jefe
de la cárcel no tenía que revisar nada de lo que estaba a cargo de José, porque
el Señor estaba con él y hacía que todo le saliera bien.
José interpreta dos sueños
40 Después de esto, el copero, o sea el encargado de
servirle vino al rey, y también el panadero, ofendieron a su amo, el rey de
Egipto. 2 El faraón, o sea el rey, se enojó contra estos dos funcionarios, el
jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, 3 y los mandó presos a la casa
del capitán de la guardia, donde estaba la cárcel. Era el mismo lugar donde
José estaba preso. 4 El capitán de la guardia encargó a José que atendiera a estos
funcionarios, y ellos pasaron mucho tiempo en la cárcel.
5 Una noche los dos presos, el copero y el panadero,
tuvieron cada uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado. 6 Por la
mañana, cuando José vino a verlos, los encontró muy preocupados; 7 así que les
preguntó:
—¿Por qué tienen hoy tan mala cara?
8 —Tuvimos un sueño y no hay quien nos explique lo que
quiere decir —contestaron ellos.
—¿Y acaso no es Dios quien da las interpretaciones?
—preguntó José—. Vamos, cuéntenme lo que soñaron.
9 Entonces el jefe de los coperos le contó su sueño a
José con estas palabras:
—En mi sueño veía una vid, 10 que tenía tres ramas. Y
la vid retoñaba y echaba flores, y las flores se convertían en racimos de uvas
maduras. 11 Yo tenía la copa del faraón en la mano, y tomaba las uvas y las
exprimía en la copa. Luego, yo mismo ponía la copa en manos del faraón.
12 Y José le dijo:
—El sueño de usted quiere decir esto: las tres ramas
son tres días, 13 y dentro de tres días el faraón revisará el caso de usted y
lo pondrá de nuevo en su trabajo, y usted volverá a darle la copa al faraón,
tal como antes lo hacía. 14 Cuando esto suceda, acuérdese usted de mí, y por
favor háblele de mí al faraón para que me saque de este lugar. ¡Compadézcase de
mí! 15 A mí me robaron de la tierra de los hebreos, y no merezco estar en la
cárcel porque no he hecho nada malo.
16 Cuando el jefe de los panaderos vio que José había
dado una interpretación favorable, le dijo:
—Por mi parte, yo soñé que tenía tres canastillos de
pan blanco sobre mi cabeza. 17 El canastillo de arriba tenía un gran surtido de
pasteles para el faraón, pero las aves venían a comer del canastillo que estaba
sobre mi cabeza.
18 Entonces José le contestó:
—El sueño de usted quiere decir esto: los tres
canastillos son tres días, 19 y dentro de tres días el faraón revisará el caso
de usted y hará que lo cuelguen de un árbol, y las aves se comerán su carne.
20 Al tercer día era el cumpleaños del faraón, y él
hizo una gran fiesta para todos sus funcionarios. Delante de sus invitados, el
faraón mandó sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los
panaderos. 21 Al copero lo puso de nuevo en su trabajo, y él volvió a darle la
copa al faraón, como antes; 22 pero al panadero lo mandó ahorcar, tal como José
lo había interpretado. 23 Sin embargo, el copero no volvió a acordarse de José.
José interpreta los sueños del faraón
41 Pasaron dos años. Un día, el faraón soñó que estaba
de pie a la orilla del río Nilo, 2 y que del río salían siete vacas hermosas y
gordas, que comían hierba entre los juncos. 3 Detrás de ellas, siete vacas feas
y flacas salieron del río y se pusieron en la orilla, cerca de las otras. 4
Luego, estas vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas hermosas y
gordas.
El faraón se despertó, 5 pero se volvió a dormir y
tuvo otro sueño: veía que siete espigas de trigo llenas y hermosas crecían en
un solo tallo. 6 Detrás de ellas salieron otras siete espigas, secas y quemadas
por el viento del este, 7 y estas espigas secas se comieron a las siete espigas
gruesas y llenas.
El faraón se despertó, y se dio cuenta de que era un
sueño. 8 Pero al día siguiente por la mañana estaba muy preocupado, y ordenó
que vinieran todos los adivinos y sabios de Egipto. El faraón les contó sus
sueños, pero ninguno de ellos pudo decirle lo que significaban. 9 Entonces el
jefe de los coperos le dijo al faraón:
—Ahora me acuerdo de lo mal que me he portado. 10
Cuando Su Majestad se enojó con el jefe de los panaderos y con este servidor
suyo, nos mandó a los dos a la cárcel del capitán de la guardia. 11 Una noche,
el jefe de los panaderos tuvo un sueño y yo tuve otro, y cada sueño tenía su
propio significado. 12 En ese lugar estaba con nosotros un joven hebreo, que
era esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños y él los
interpretó, y nos dijo su significado. 13 ¡Y todo pasó tal como él nos lo había
dicho! Yo volví de nuevo a mi trabajo, y el otro fue ahorcado.
14 Entonces el faraón mandó llamar a José, y lo
sacaron inmediatamente de la cárcel. José se cortó el pelo, se cambió de ropa y
se presentó delante del faraón. 15 Y el faraón le dijo:
—He tenido un sueño y no hay quien pueda
interpretarlo, pero he sabido que cuando tú oyes un sueño lo puedes
interpretar.
16 —Eso no depende de mí —contestó José—; pero Dios le
dará a Su Majestad una contestación para su bien.
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966,
1970, 1979, 1983, 1996.
Mateo
12:46-13:23 Dios Habla Hoy (DHH)
La madre y los hermanos de Jesús
46 Todavía estaba Jesús hablando a la gente, cuando
acudieron su madre y sus hermanos, que deseaban hablar con él. Como se quedaron
fuera, 47 alguien avisó a Jesús:
—Tu madre y tus hermanos están ahí fuera, y quieren
hablar contigo.
48 Pero él contestó al que le llevó el aviso:
—¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
49 Entonces, señalando a sus discípulos, dijo:
—Éstos son mi madre y mis hermanos. 50 Porque
cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi
hermano, mi hermana y mi madre.
La parábola del sembrador
13 Aquel mismo día salió Jesús de casa y se sentó a la
orilla del lago. 2 Como se reunió mucha gente, Jesús subió a una barca y se
sentó, mientras la gente se quedaba en la playa. 3 Entonces se puso a hablarles
de muchas cosas por medio de parábolas.
Les dijo: «Un sembrador salió a sembrar. 4 Y al
sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la
comieron. 5 Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa
semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; 6 pero el sol, al
salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte de la semilla cayó
entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. 8 Pero otra parte cayó en
buena tierra, y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien granos por
semilla, otras sesenta granos, y otras treinta. 9 Los que tienen oídos, oigan.»
El porqué de las parábolas
10 Los discípulos se acercaron a Jesús y le
preguntaron por qué hablaba a la gente por medio de parábolas. 11 Jesús les
contestó: «A ustedes, Dios les da a conocer los secretos del reino de los
cielos; pero a ellos no. 12 Pues al que tiene, se le dará más, y tendrá
bastante; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. 13 Por
eso les hablo por medio de parábolas; porque ellos miran, pero no ven;
escuchan, pero no oyen ni entienden. 14 Así, en el caso de ellos se cumple lo
que dijo el profeta Isaías:
“Por más que escuchen, no entenderán,
por más que miren, no verán.
15 Pues la mente de este pueblo está entorpecida,
tienen tapados los oídos
y han cerrado sus ojos,
para no ver ni oír,
para no entender ni volverse a mí,
para que yo no los sane.”
16 »Pero dichosos ustedes, porque tienen ojos que ven
y oídos que oyen. 17 Les aseguro que muchos profetas y personas justas
quisieron ver esto que ustedes ven, y no lo vieron; quisieron oír esto que
ustedes oyen, y no lo oyeron.
Jesús explica la parábola del sembrador
18 »Escuchen, pues, lo que quiere decir la parábola
del sembrador: 19 Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden, son como
la semilla que cayó en el camino; viene el maligno y les quita el mensaje
sembrado en su corazón. 20 La semilla que cayó entre las piedras representa a
los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, 21 pero como no tienen
suficiente raíz, no se mantienen firmes; cuando por causa del mensaje sufren
pruebas o persecución, fallan. 22 La semilla sembrada entre espinos representa
a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les preocupan
demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y
no lo deja dar fruto en ellos. 23 Pero la semilla sembrada en buena tierra
representa a los que oyen el mensaje y lo entienden y dan una buena cosecha,
como las espigas que dieron cien, sesenta o treinta granos por semilla.»
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966,
1970, 1979, 1983, 1996.
Salmos
17 Dios Habla Hoy (DHH)
Oración pidiendo justicia
(1a) Oración de David.
17 (1b) Señor, escucha mi causa justa,
atiende a mi clamor,
presta oído a mi oración,
pues no sale de labios mentirosos.
2 ¡Que venga de ti mi sentencia,
pues tú sabes lo que es justo!
3 Tú has penetrado mis pensamientos;
de noche has venido a vigilarme;
me has sometido a pruebas de fuego,
y no has encontrado maldad en mí.
No he dicho cosas indebidas,
4 como hacen los demás;
me he alejado de caminos de violencia,
de acuerdo con tus mandatos.
5 He seguido firme en tus caminos;
jamás me he apartado de ellos.
6 Oh Dios, a ti mi voz elevo,
porque tú me contestas;
préstame atención, escucha mis palabras.
7 Dame una clara muestra de tu amor,
tú, que salvas de sus enemigos
a los que buscan protección en tu poder.
8 Cuídame como a la niña de tus ojos;
protégeme bajo la sombra de tus alas
9 de los malvados que me atacan,
¡de los enemigos mortales que me rodean!
10 Son engreídos, hablan con altanería;
11 han seguido de cerca mis pasos
esperando el momento de echarme por tierra.
12 Parecen leones, feroces leones
que agazapados en su escondite
esperan con ansias dar el zarpazo.
13 Levántate, Señor, ¡enfréntate con ellos!
¡Hazles doblar las rodillas!
Con tu espada, ponme a salvo del malvado;
14 con tu poder, Señor, líbrame de ellos;
¡arrójalos de este mundo,
que es su herencia en esta vida!
Deja que ellos se llenen de riquezas,
que sus hijos coman hasta que revienten,
y que aún sobre para sus nietos.
15 Pero yo, en verdad, quedaré satisfecho
con mirarte cara a cara,
¡con verme ante ti cuando despierte!
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966,
1970, 1979, 1983, 1996.
Proverbios
3:33-35 Dios Habla Hoy (DHH)
33 El Señor maldice la casa del malvado,
pero bendice el hogar del hombre justo.
34 El Señor se burla de los burlones,
pero trata con bondad a los humildes.
35 La honra es el premio de los sabios,
pero los necios se destacan por su deshonra.
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966,
1970, 1979, 1983, 1996.
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