Día 62, DAB Español, Domingo 3 de Marzo
Levítico 27:14 - Números 1:54; Marcos 11:1-26; Salmos 46; Proverbios 10:23 (Nueva Biblia Viva (NBV))
Levítico
27:14 - Números 1:54 Nueva Biblia Viva (NBV)
14-15 »Si alguno ofrece su casa al Señor, y luego
desea recuperarla, el sacerdote establecerá su valor, y el hombre pagará esa
suma más el veinte por ciento, y la casa será suya nuevamente.
16 »Si alguien consagra una parte de su campo al
Señor, el sacerdote determinará el precio del terreno de acuerdo con la
cantidad de semilla que se pueda sembrar en él. Por cada doscientos veinte
kilos de semilla se pagarán cincuenta monedas de plata. 17 Si alguien consagra
su campo en el año del jubileo, pagará el total de su valor; 18 pero si lo hace
después del año de jubileo, entonces el valor será calculado en proporción al
número de años que falten para el próximo jubileo.
19 »Si la persona decide recuperar el campo, pagará el
veinte por ciento sobre lo establecido por el sacerdote, y el campo volverá a
su poder. 20 Pero si decide no recuperarlo o si ha vendido el campo a otra
persona y ha dado al Señor sus derechos en el año de jubileo, no le será
devuelto. 21 Cuando el campo sea liberado en el año de jubileo, pertenecerá al
Señor, como campo consagrado a él, y será entregado a los sacerdotes.
22 »Si alguien dedica al Señor un campo comprado, que
no es parte de su posesión familiar, 23 el sacerdote estimará su valor según lo
que falte para el año del jubileo, e inmediatamente el oferente pagará al Señor
el valor estimado. 24 En el año del jubileo el campo volverá a ser propiedad de
su dueño original.
25 »Todos los precios se calcularán de acuerdo con la
moneda oficial del santuario, que es de diez gramos de plata.
26 »No pueden consagrar al Señor el primogénito de sus
bueyes u ovejas, porque ya le pertenecen a él, por ser las primeras crías. 27
Pero, si es el primogénito de un animal impuro, el propietario pagará según la
estimación hecha por el sacerdote, más el veinte por ciento. Si el propietario
no desea recuperarlo, el sacerdote puede vender el animal a otra persona.
28 »Sin embargo, cualquier cosa consagrada al Señor,
ya se trate de personas, animales o tierras, no será vendida ni recuperada,
porque es cosa santísima delante del Señor. 29 Ninguno que haya sido
sentenciado a muerte podrá pagar por su rescate, sino que deberá morir.
30 »La décima parte del producto de la tierra, sean
cereales o frutas, es del Señor, y es santa. 31 Si alguien desea rescatar este
producto, debe pagar su valor más el veinte por ciento. 32 El diezmo de sus
vacas, ovejas y animales domésticos es del Señor. 33 La parte que pertenece al
Señor no se podrá cambiar. Así que nadie puede cambiar un animal bueno por uno
malo, pues en ese caso los dos animales serán del Señor, y no podrán ser
rescatados».
34 Estos son los mandamientos para el pueblo de Israel
que Dios le dio a Moisés, en el monte Sinaí.
Censo de las tribus de Israel
1 El primer día del segundo mes del segundo año desde
la salida de los israelitas de Egipto, el Señor dio las siguientes
instrucciones a Moisés, que se encontraba en el santuario, en el desierto del
Sinaí.
2-15 «Haz un censo de todos los hombres, mayores de
veinte años, capaces de ir a la guerra. En la lista anota la tribu y familia a
la que pertenezcan. Aarón y tú deberán organizar este trabajo, con la ayuda de
los siguientes jefes de cada tribu.
Tribu Jefe
Rubén Elisur
(hijo de Sedeúr);
Simeón Selumiel
(hijo de Zurisaday);
Judá Naasón (hijo
de Aminadab);
Isacar Natanael
(hijo de Zuar);
Zabulón Eliab
(hijo de Helón);
hijos de José:
Efraín Elisama
(hijo de Amiud);
Manasés Gamaliel
(hijo de Pedasur);
Benjamín Abidán
(hijo de Gedeoni);
Dan Ajiezer (hijo
de Amisaday);
Aser Paguiel
(hijo de Ocrán);
Gad Eliasaf (hijo
de Deuel);
Neftalí Ajira
(hijo de Enán)».
16 Estos eran los jefes de tribu seleccionados de
entre el pueblo.
17-19 El mismo día, Moisés, Aarón y los jefes de tribu
que se acaban de mencionar convocaron a todos los hombres de Israel de más de
veinte años, para que se inscribieran, indicando su tribu y familia, como el
Señor le había dicho a Moisés. 20-46 La tabla resultante:
Tribu Total
Rubén (el hijo mayor de Jacob) 46.500
Simeón 59.300
Gad 45.650
Judá 74.600
Isacar 54.400
Zabulón 57.400
José: Efraín (hijo de José) 40.500
José: Manasés (hijo de José) 32.200
Benjamín 35.400
Dan 62.700
Aser 41.500
Neftalí 53.400
TOTAL 603.550
Los levitas
47-49 Esa cifra no incluía a los levitas, pues el
Señor le había dicho a Moisés: «Excluye a toda la tribu de Leví, 50 porque los
levitas tienen que hacerse cargo del trabajo del santuario y de su transporte.
Tienen que vivir cerca del santuario, 51 y cuando este deba ser trasladado, los
levitas deberán desmontarlo y montarlo. Si cualquiera otra persona lo toca,
deberá ser ejecutada. 52 Cada tribu de Israel acampará por separado y tendrá su
bandera propia. 53 Las tiendas de campaña de los levitas estarán situadas en
torno al santuario para proteger al pueblo de la ira de Dios».
54 Así pues, todas las instrucciones que el Señor dio
a Moisés se llevaron a cabo.
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Marcos
11:1-26 Nueva Biblia Viva (NBV)
La entrada triunfal
11 Ya se acercaban a Jerusalén; y cuando estaban cerca
de Betfagué y de Betania, frente al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de
sus discípulos con este encargo: 2 «Vayan al pueblecito que está enfrente. Al
entrar verán un burro atado, en el que nadie ha montado. Desátenlo y
tráiganmelo. 3 Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor
lo necesita y que pronto lo devolverá».
4 Los dos discípulos obedecieron y hallaron al burrito
en la calle, atado junto a una puerta. Y lo desataron. 5 Unos que estaban allí
les preguntaron: «¿Por qué lo desatan?».
6 Ellos les respondieron lo que Jesús les había dicho;
y los dejaron ir. 7 Y le llevaron, pues, el burro a Jesús.
Los discípulos pusieron sus mantos sobre el burro, y
Jesús se montó.
8 Y muchos tendían por el camino sus mantos o ramas de
árboles. 9 Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:
―¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del
Señor! 10 ¡Bendito el reino que viene, que es el reino de nuestro padre David!
¡Hosanna en las alturas!
11 Ya en Jerusalén, Jesús entró al templo, miró
detenidamente a su alrededor y salió. Como ya estaba avanzada la tarde, se
marchó a Betania con los doce.
Jesús purifica el templo
12 A la siguiente mañana, al salir de Betania, tuvo
hambre, 13 por lo que se acercó a una frondosa higuera. Esperaba hallar algunos
higos, pero al hallar sólo hojas, porque no era la temporada de higos, 14 dijo
al árbol: «¡Nadie más va a volver a comer jamás de tu fruto!».
Y lo oyeron los discípulos.
15 Al llegar a Jerusalén, se dirigió al templo. Allí
echó fuera a los que vendían y compraban, y volcó las mesas de los que
cambiaban dinero y las sillas de los que vendían palomas. 16 Y no permitía que
nadie entrara al templo cargando mercancías.
17 Y se puso a enseñar. Les decía: «Las Escrituras
dicen que mi templo ha de ser “casa de oración de todas las naciones”, pero
ustedes lo han convertido en “cueva de ladrones”».
18 Cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros
de la ley oyeron esto, comenzaron a urdir un plan para matar a Jesús. Le tenían
miedo a Jesús porque toda la gente estaba maravillada con su enseñanza.
19 Y cuando se hizo de noche, Jesús y sus discípulos
salieron de la ciudad.
La higuera seca
20 A la siguiente mañana, al pasar junto a la higuera,
los discípulos vieron que se había secado hasta las raíces. 21 Pedro,
recordando lo que había pasado, exclamó:
―¡Maestro, mira! La higuera que maldijiste está seca.
22 Jesús respondió:
―Tengan fe en Dios. 23 Les aseguro que si alguien le
dice a este monte que se mueva y se arroje al mar, y no duda que va a suceder,
el monte lo obedecerá. 24 Por eso les digo que todo lo que pidan en oración,
crean que lo recibirán, y así será. 25 Pero cuando oren, perdonen a los que les
hayan hecho algo, para que el Padre que está en el cielo les perdone a ustedes
sus pecados. 26 Pero si no perdonan, nuestro Padre que está en los cielos no
les perdonará sus pecados.
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Salmos
46 Nueva Biblia Viva (NBV)
Al director musical. De los hijo de Coré. Canción
según alamot.
46 Dios es nuestro amparo y nuestra fuerza, nuestra
pronta ayuda en tiempos de tribulación. 2 Por eso no temeremos aunque el mundo
se desintegre y los montes se derrumben y caigan al mar. 3 ¡Que rujan los
océanos espumantes! ¡Que las montañas se hundan en el mar!
4 Un río de gozo fluye a través de la ciudad de
nuestro Dios, de la santa morada del Dios Altísimo. 5 Dios mismo habita en
aquella ciudad, la cual por tanto se mantiene firme. Dios lo protegerá al rayar
el alba. 6 Las naciones se alborotan y tambalean los reinos, pero cuando Dios
habla, la tierra se funde.
7 El Señor Todopoderoso está aquí entre nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob. 8 ¡Vengan! ¡Vean las gloriosas hazañas de
nuestro Dios; vean cómo derrama ruina sobre el mundo; hace cesar 9 las guerras
por todo el mundo; rompe y quema todas las armas! 10 ¡Silencio! ¡Sepan que yo
soy Dios! ¡Todas las naciones del mundo me honrarán!
11 ¡Aquí, entre nosotros, está el Señor Todopoderoso!
¡Nuestro refugio es él, el Dios de Jacob!
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Proverbios
10:23 Nueva Biblia Viva (NBV)
23 El necio se divierte haciendo el mal; la diversión
del sabio es su sabiduría.
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