Día 051, DAB Español, Jueves 20 de Febrero
Levítico 9:7-10:20; Marcos 4:26-5:20; Salmos 37:29-40; Proverbios 10:6-7 (Nueva Biblia de las Américas (NBLA))
Levítico
9:7-10:20 Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
7 Entonces Moisés dijo a Aarón: «Acércate al altar y
presenta tu ofrenda por el pecado y tu holocausto, para que hagas expiación por
ti mismo y por el pueblo; luego presenta la ofrenda por el pueblo, para que
puedas hacer expiación por ellos, tal como el Señor ha ordenado».
8 Se acercó, pues, Aarón al altar y degolló el becerro
de la ofrenda por el pecado que era por sí mismo. 9 Y los hijos de Aarón le
presentaron la sangre; y él mojó su dedo en la sangre, puso parte de ella sobre
los cuernos del altar, y derramó el resto de la sangre al pie del altar. 10
Después quemó sobre el altar la grasa, los riñones y el lóbulo del hígado de la
ofrenda por el pecado, tal como el Señor había ordenado a Moisés. 11 Sin
embargo, la carne y la piel las quemó en el fuego fuera del campamento.
12 Luego degolló el holocausto; y los hijos de Aarón le
dieron la sangre y la roció sobre el altar, por todos los lados. 13 Y le dieron
el holocausto en pedazos, con la cabeza, y los quemó sobre el altar. 14 Lavó
también las entrañas y las patas, y las quemó con el holocausto sobre el altar.
15 Luego presentó la ofrenda por el pueblo, y tomó el
macho cabrío para la ofrenda por el pecado que era por el pueblo, lo degolló y
lo ofreció por los pecados, como el primero. 16 Presentó también el holocausto,
y lo ofreció conforme a la ordenanza. 17 Después presentó la ofrenda de cereal,
y llenó de ella su mano, y la quemó sobre el altar, además del holocausto de la
mañana.
18 Luego degolló el buey y el carnero, el sacrificio de
las ofrendas de paz que era por el pueblo; y los hijos de Aarón le dieron la
sangre y él la roció sobre el altar, por todos los lados. 19 En cuanto a los
pedazos de grasa del buey y del carnero, la cola gorda, la grasa que cubre las
entrañas, los riñones y el lóbulo del hígado, 20 los pusieron sobre los pechos
de los animales sacrificados; y él quemó los pedazos de sebo sobre el altar. 21
Pero Aarón presentó los pechos y la pierna derecha como ofrenda mecida delante
del Señor, tal como Moisés había ordenado.
22 Entonces Aarón alzó sus manos hacia el pueblo y lo
bendijo, y después de ofrecer la ofrenda por el pecado, el holocausto y las
ofrendas de paz, descendió. 23 Moisés y Aarón entraron en la tienda de reunión,
y cuando salieron y bendijeron al pueblo, la gloria del Señor apareció a todo
el pueblo. 24 Y salió fuego de la presencia del Señor que consumió el
holocausto y los pedazos de grasa sobre el altar. Al verlo, todo el pueblo
aclamó y se postró rostro en tierra.
El pecado de Nadab y Abiú
10 Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus
respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso
sobre él, ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que Él no les había
ordenado. 2 Y de la presencia del Señor salió fuego que los consumió, y
murieron delante del Señor. 3 Entonces Moisés dijo a Aarón: «Esto es lo que el
Señor dijo:
“Como santo seré tratado por los que se acercan a Mí,
Y en presencia de todo el pueblo seré honrado”».
Y Aarón guardó silencio. 4 Moisés llamó también a
Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo: «Acérquense,
llévense a sus parientes de delante del santuario, fuera del campamento». 5 Y
ellos se acercaron y los llevaron fuera del campamento todavía en sus túnicas,
como Moisés había dicho.
6 Luego Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e
Itamar: «No descubran su cabeza ni rasguen sus vestidos, para que no mueran y
para que Él no desate todo Su enojo contra toda la congregación. Pero sus
hermanos, toda la casa de Israel, se lamentarán por el incendio que el Señor ha
traído. 7 Ni siquiera saldrán de la entrada de la tienda de reunión, no sea que
mueran; porque el aceite de unción del Señor está sobre ustedes». Y ellos
hicieron conforme al mandato de Moisés.
Deberes y porciones de los sacerdotes
8 El Señor le dijo a Aarón: 9 «Ustedes no beberán vino
ni licor, ni tú ni tus hijos contigo, cuando entren en la tienda de reunión,
para que no mueran. Es un estatuto perpetuo por todas sus generaciones, 10 y
para que hagan distinción entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo
limpio, 11 y para que enseñen a los israelitas todos los estatutos que el Señor
les ha dicho por medio de Moisés».
12 Entonces Moisés dijo a Aarón y a los hijos que le
quedaban, Eleazar e Itamar: «Tomen la ofrenda de cereal que queda de las
ofrendas encendidas para el Señor, y cómanla sin levadura junto al altar,
porque es santísima. 13 La comerán, pues, en lugar santo, porque es la porción
tuya y la porción de tus hijos de las ofrendas encendidas al Señor; porque así
se me ha ordenado. 14 Sin embargo, el pecho de la ofrenda mecida y la pierna de
la ofrenda pueden comerlos en un lugar limpio, tú, y tus hijos y tus hijas
contigo; porque han sido dadas como la porción tuya y la de tus hijos de los
sacrificios de las ofrendas de paz de los israelitas. 15 La pierna que fue
ofrecida levantándola, y el pecho que fue ofrecido meciéndolo, los traerán
junto con las ofrendas encendidas de los pedazos de grasa, para presentarlos
como ofrenda mecida delante del Señor. Así será para siempre la porción tuya y
la de tus hijos contigo, tal como el Señor ha ordenado».
16 Moisés preguntó con diligencia por el macho cabrío
de la ofrenda por el pecado, y aconteció que había sido quemado. Y se enojó con
Eleazar e Itamar, los hijos que le habían quedado a Aarón y les dijo: 17 «¿Por
qué no comieron la ofrenda por el pecado en el lugar santo? Porque es santísima
y les ha sido dada para quitar la culpa de la congregación, para hacer
expiación por ellos delante del Señor. 18 Miren, puesto que la sangre no había
sido traída dentro, al santuario, ciertamente debieran haber comido la ofrenda
en el santuario, tal como yo ordené». 19 Pero Aarón respondió a Moisés: «Mira,
hoy mismo han presentado ellos su ofrenda por el pecado y su holocausto delante
del Señor. Ya que esto me ha sucedido, si yo hubiera comido hoy de la ofrenda
por el pecado, ¿hubiera sido grato a los ojos del Señor?». 20 Cuando Moisés oyó
esto, quedó satisfecho.
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Marcos
4:26-5:20 Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
Parábola del crecimiento de la semilla
26 Jesús decía también: «El reino de Dios es como un
hombre que echa semilla en la tierra, 27 y se acuesta[a] de noche y se levanta
de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe. 28 La tierra produce
fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano
maduro[b] en la espiga. 29 Y cuando el fruto lo permite, él enseguida mete[c]
la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega».
Parábola del grano de mostaza
30 También Jesús decía: «¿A qué compararemos el reino
de Dios, o con qué parábola lo describiremos? 31 Es como un grano de mostaza,
el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las
semillas que hay en la tierra, 32 sin embargo, después de sembrado, crece y
llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que
las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra».
33 Con muchas parábolas como estas Jesús les hablaba la
palabra, según podían oírla; 34 y sin parábolas[d] no les hablaba, pero lo
explicaba todo en privado a Sus propios discípulos.
Jesús calma la tempestad
35 Ese mismo día, caída ya la tarde, Jesús les dijo*:
«Pasemos al otro lado». 36 Despidiendo[e] a la multitud, lo llevaron* con ellos
en la barca, como estaba; y había otras barcas con Él. 37 Pero se levantó* una
violenta tempestad[f], y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que
ya la barca se llenaba de agua. 38 Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una
almohadilla; entonces lo despertaron* y le dijeron*: «Maestro, ¿no te importa
que perezcamos?».
39 Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar:
«¡Cálmate[g], sosiégate[h]!». Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma. 40
Entonces les dijo: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?».
41 Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a
otros: «¿Quién, pues, es Este que aun el viento y el mar le obedecen?».
El endemoniado gadareno
5 Llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los
gadarenos[i]. 2 Cuando Jesús salió de la barca, enseguida se acercó a Él, de
entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3 que tenía su morada
entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas; 4 porque muchas
veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y
destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo. 5 Siempre,
noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e
hiriéndose con piedras.
6 Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró
delante de Él; 7 y gritando a gran voz, dijo*: «¿Qué tengo yo que ver
contigo[j], Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me
atormentes». 8 Porque Jesús le decía: «Sal del hombre, espíritu inmundo». 9
«¿Cómo te llamas?», le preguntó Jesús. «Me llamo Legión», respondió*, «porque
somos muchos». 10 Le rogaba entonces con insistencia que no los enviara fuera
de la tierra.
11 Había allí una gran manada de cerdos paciendo junto
al monte. 12 Y los demonios le rogaron, diciendo: «Envíanos a los cerdos para
que entremos en ellos». 13 Jesús les dio permiso. Y saliendo los espíritus
inmundos, entraron en los cerdos; y la manada, unos 2,000, se precipitó por un
despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron[k].
14 Los que cuidaban los cerdos[l] huyeron y lo contaron
en la ciudad y por los campos. Y la gente vino a ver qué era lo que había
sucedido. 15 Vinieron* a Jesús, y vieron* al que había estado endemoniado,
sentado, vestido y en su cabal juicio, el mismo que había tenido la legión; y
tuvieron miedo. 16 Los que lo habían visto les describieron cómo le había
sucedido esto al endemoniado, y lo de los cerdos. 17 Y comenzaron a rogar a
Jesús que se fuera de su región.
18 Al entrar Él en la barca, el que había estado
endemoniado le rogaba que lo dejara ir con Él[m]. 19 Pero Jesús no se lo
permitió, sino que le dijo*: «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán
grandes cosas[n] el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti».
20 Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán
grandes cosas[o] Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados.
Footnotes:
Marcos 4:27
Lit. Y duerme.
Marcos 4:28 O
lleno.
Marcos 4:29
Lit. envía.
Marcos 4:34
Lit. sin una parábola.
Marcos 4:36
Lit. Dejando.
Marcos 4:37
Lit. tempestad de viento.
Marcos 4:39
Lit. Calla.
Marcos 4:39
Lit. enmudece.
Marcos 5:1
Otros mss. dicen: guerasenos, o, guerguesenos.
Marcos 5:7
Lit. ¿Qué a mí y a ti.
Marcos 5:13
Lit. se ahogaban.
Marcos 5:14
Lit. Y los que los cuidaban.
Marcos 5:18
Lit. para que estuviera con Él.
Marcos 5:19 O
todo lo que.
Marcos 5:20 O
todo lo que.
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Salmos
37:29-40 Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
29
Los justos poseerán la tierra,
Y para siempre morarán en ella.
30
La boca del justo profiere sabiduría
Y su lengua habla rectitud.
31
La ley de su Dios está en su corazón;
No vacilan sus pasos.
32
El impío acecha al justo
Y procura matarlo.
33
El Señor no dejará al justo en sus manos,
Ni permitirá que lo condenen cuando sea juzgado.
34
Espera en el Señor y guarda Su camino,
Y Él te exaltará para que poseas la tierra.
Cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.
35
He visto al impío, violento,
Extenderse como frondoso árbol en su propio suelo.
36
Luego pasó, y ya no estaba;
Lo busqué, pero no se pudo encontrar.
37
Observa al que es íntegro, mira al que es recto;
Porque el hombre de paz tendrá descendencia.
38
Pero los transgresores serán destruidos a una;
La posteridad de los impíos será exterminada.
39
Pero la salvación de los justos viene del Señor;
Él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.
40
El Señor los ayuda y los libra;
Los libra de los impíos y los salva,
Porque en Él se refugian.
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Proverbios
10:6-7 Nueva Biblia de las Américas (NBLA)
6
Hay bendiciones sobre la cabeza del justo,
Pero la boca de los impíos oculta violencia.
7
La memoria del justo es bendita,
Pero el nombre del impío se pudrirá.
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