Friday, February 19, 2021

DAB Español, Sábado 20 de Febrero

Día 051, DAB Español, Sábado 20 de Febrero

Levítico 9:7-10:20; Marcos 4:26-5:20; Salmos 37:29-40; Proverbios 10:6-7 (Reina Valera Contemporánea (RVC))









Levítico 9:7-10:20

Reina Valera Contemporánea

 

7 A Aarón, Moisés le dijo:

 

«Acércate al altar, y presenta tu holocausto y tu ofrenda de expiación, y haz la reconciliación con Dios por ti mismo y por el pueblo. Presenta además la ofrenda del pueblo, para su reconciliación con Dios, tal y como lo ha ordenado el Señor.»

 

8 Entonces Aarón se acercó al altar y degolló el becerro para su propia expiación. 9 Los hijos de Aarón le llevaron la sangre; y él mojó en ella su dedo y la untó sobre los cuernos del altar, luego derramó la sangre restante al pie del altar, 10 y quemó sobre el altar la grasa con los riñones y la grasa del hígado de la expiación, tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés, 11 pero la carne y la piel las quemó fuera del campamento.

 

12 Aarón degolló también el holocausto, y los hijos de Aarón le llevaron la sangre y él la roció sobre el altar y alrededor de éste. 13 Entonces le llevaron el holocausto pieza por pieza, y la cabeza, y Aarón quemó todo esto sobre el altar. 14 Luego lavó los intestinos y las piernas, y quemó todo esto en el altar, junto con el holocausto; 15 ofreció también la ofrenda del pueblo, tomó el macho cabrío que era para la expiación del pueblo y, como había hecho con el primero, lo degolló y lo ofreció por el pecado; 16 además, ofreció el holocausto, según el rito establecido, 17 ofreció la ofrenda, tomó un puñado de ella, y la quemó sobre el altar, además del holocausto de la mañana.

 

18 Aarón degolló también el buey y el carnero en sacrificio de paz, que era del pueblo, y los hijos de Aarón le llevaron la sangre y él la roció sobre el altar y alrededor de éste; 19 tomó las grasas del buey y del carnero, junto con la cola, la grasa que recubre los intestinos, los riñones, y la grasa del hígado, 20 y poniendo las grasas sobre el pecho del animal sacrificado las quemó sobre el altar. 21 Sin embargo, el pecho y la espaldilla derecha los meció Aarón delante del Señor, como ofrenda mecida, tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

 

22 Luego, Aarón levantó las manos en dirección al pueblo, lo bendijo y descendió, después de hacer la expiación, el holocausto y el sacrificio de paz. 23 Entonces Moisés y Aarón entraron en el tabernáculo de reunión, y luego salieron y bendijeron al pueblo, y el Señor mostró su gloria a todo el pueblo: 24 De la presencia del Señor salió un fuego que consumió el holocausto y las grasas que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo alabó a Dios y se postró sobre su rostro.

El pecado de Nadab y Abiú

 

10 Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y pusieron fuego e incienso en ellos, y ofrecieron delante del Señor un fuego extraño, que él nunca les mandó ofrecer. 2 Entonces, de la presencia del Señor salió un fuego que los quemó, y murieron delante del Señor. 3 Entonces Moisés le dijo a Aarón:

 

«A esto se refería el Señor cuando dijo: “Seré santificado entre aquellos que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado.”»

 

Pero Aarón guardó silencio.

 

4 Luego Moisés llamó a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, el tío de Aarón, y les dijo:

 

«Acérquense y saquen del santuario, y llévenlos fuera del campamento.»

 

5 Y ellos se acercaron y, siguiendo las órdenes de Moisés, con túnicas y todo los sacaron del campamento. 6 Entonces Moisés le dijo a Aarón, y también a sus hijos Eleazar e Itamar:

 

«No se descubran la cabeza, ni se rasguen los vestidos en señal de duelo, para que no mueran ni caiga la ira de Dios sobre toda la congregación. Sólo sus hermanos, todo el pueblo de Israel, lamentarán su muerte y el incendio que el Señor ha enviado. 7 Pero ustedes, no salgan del tabernáculo de reunión, o morirán; porque el aceite de la unción del Señor está sobre ustedes.»

 

Y ellos hicieron lo que Moisés les ordenó.

 

8 El Señor habló con Aarón, y le dijo:

 

9 «Cuando tú y tus hijos entren en el tabernáculo de reunión, no deben beber vino ni sidra, para que no mueran. Éste es un estatuto perpetuo para sus descendientes, 10 para que puedan discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo limpio y lo impuro, 11 y para que enseñen a los hijos de Israel todos los estatutos que el Señor les ha dado por medio de Moisés.»

 

12 Entonces Moisés le dijo a Aarón, y también a Eleazar y a Itamar, los hijos que le habían quedado:

 

«Tomen la ofrenda que queda de las ofrendas encendidas al Señor, y cómanla sin levadura junto al altar. Se trata de una ofrenda muy santa, 13 así que deben comerla en un lugar santo. Esto deben hacerlo tú y tus hijos con las ofrendas encendidas al Señor, porque así se me ha ordenado. 14 Además, tú y tus hijos y tus hijas deben comer en un lugar limpio el pecho mecido y la espaldilla elevada, porque son tuyos y de tus hijos. Por derecho les han sido dados de los sacrificios de paz de los hijos de Israel. 15 Llevarán ante el Señor la espaldilla que se eleva y el pecho que se mece como ofrenda, junto con las ofrendas de las grasas que se queman. Por derecho perpetuo serán tuyos y de tus hijos, tal y como el Señor lo ha ordenado.»

 

16 Moisés preguntó entonces por el macho cabrío de la expiación, y como resultó que ya había sido quemado, se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón que habían quedado, y les dijo:

 

17 «¿Por qué no comieron la ofrenda de expiación en un lugar santo? Se trata de una ofrenda muy santa, y el Señor se la dio a ustedes para que llevaran la iniquidad de la congregación, y para que sean reconciliados delante del Señor. 18 Miren, la sangre no fue llevada adentro del santuario; y ustedes debían haber comido la ofrenda en un lugar santo, como yo lo ordené.»

 

19 Aarón le respondió a Moisés:

 

«Mira, mis hijos han ofrecido hoy su expiación y su holocausto delante del Señor, ¡y es a mí a quien tenía que sucederme todo esto! ¿Le habría agradado al Señor que yo hubiera comido hoy del sacrificio de expiación?»

 

20 Al oír esto, Moisés se dio por satisfecho.

Marcos 4:26-5:20

Reina Valera Contemporánea

Parábola del crecimiento de la semilla

 

26 Jesús dijo también: «El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra: 27 ya sea que él duerma o esté despierto, de día y de noche la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. 28 Y es que la tierra da fruto por sí misma: primero sale una hierba, luego la espiga, y después el grano se llena en la espiga; 29 y cuando el grano madura, enseguida se mete la hoz, porque ya es tiempo de cosechar.»

Parábola de la semilla de mostaza

 

30 También dijo: «¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola nos sirve de comparación? 31 Puede compararse con el grano de mostaza, que al sembrarlo en la tierra es la más pequeña de todas las semillas, 32 pero que después de sembrada crece hasta convertirse en la más grande de todas las plantas, y echa ramas tan grandes que aun las aves pueden poner su nido bajo su sombra.»

Aplicación de las parábolas

 

33 Con muchas parábolas como éstas Jesús les hablaba de la palabra, hasta donde podían entender, 34 y sin parábolas no les hablaba, aunque a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Jesús calma la tempestad

 

35 Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»

El endemoniado geraseno

 

5 Llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos, 2 y en cuanto Jesús salió de la barca, se le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro. 3 Este hombre vivía entre los sepulcros, y nadie lo podía sujetar, ni siquiera con cadenas. 4 Muchas veces había sido sujetado con grilletes y cadenas, pero él rompía las cadenas y despedazaba los grilletes, de manera que nadie podía dominarlo. 5 Este hombre andaba de día y de noche por los montes y los sepulcros, gritando y lastimándose con las piedras, 6 pero al ver a Jesús de lejos, corrió para arrodillarse delante de él, 7 y a voz en cuello le dijo: «Jesús, Hijo del Dios Altísimo, ¿qué tienes que ver conmigo? ¡Yo te ruego por Dios que no me atormentes!» 8 Y es que Jesús le había dicho: «Espíritu impuro, ¡deja a este hombre!» 9 Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?», y él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.» 10 Y el hombre le rogaba e insistía que no los mandara lejos de aquella región. 11 Cerca del monte pacía un gran hato de cerdos, 12 y todos los demonios le rogaron: «¡Envíanos a los cerdos! ¡Déjanos entrar en ellos!» 13 Jesús se lo permitió. Y en cuanto los espíritus impuros salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran como dos mil, y el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y allí se ahogaron.

 

14 Los que cuidaban de los cerdos huyeron, y fueron a contar todo esto a la ciudad y por los campos. La gente salió a ver qué era lo que había sucedido, 15 y cuando llegaron a donde estaba Jesús, y vieron que el que había estado atormentado por la legión de demonios estaba sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo. 16 Luego, los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás, 17 y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de sus contornos. 18 Cuando Jesús abordó la barca, el que había estado endemoniado le rogó que lo dejara estar con él; 19 pero Jesús, en vez de permitírselo, le dijo: «Vete a tu casa, con tu familia, y cuéntales las grandes cosas que el Señor ha hecho contigo. Cuéntales cómo ha tenido misericordia de ti.» 20 El hombre se fue, y en Decápolis comenzó a contar las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y todos se quedaban asombrados.

Salmos 37:29-40

Reina Valera Contemporánea

 

29

Los justos heredarán la tierra

y para siempre vivirán en ella.

 

30

Cuando el justo habla, imparte sabiduría;

con su lengua proclama la justicia.

31

En su corazón habita la ley de su Dios;

por eso sus pies nunca resbalan.

 

32

El impío acecha al justo

con la intención de matarlo,

33

pero el Señor no lo pondrá en sus manos,

ni dejará que en el juicio lo condenen.

 

34

Tú espera en el Señor, y sigue su camino,

y él te exaltará, y heredarás la tierra;

y cuando los pecadores sean destruidos,

tú estarás allí para verlo.

 

35

Yo vi cómo el maligno era enaltecido;

lo vi extenderse como verde laurel;

36

pero el tiempo pasó, y él dejó de existir;

cuando lo busqué, ¡ya había desaparecido!

 

37

Fíjate en quienes son íntegros y justos:

Hay un final venturoso para la gente pacífica.

38

Pero los pecadores serán todos destruidos;

el final de los malvados será su exterminio.

 

39

La salvación de los justos proviene del Señor;

él les da fuerzas en momentos de angustia.

40

El Señor los ayuda y los pone a salvo;

los libra y los pone a salvo de los impíos

porque ellos pusieron en él su esperanza.

Proverbios 10:6-7

Reina Valera Contemporánea

 

6

La cabeza del justo se cubre de bendiciones;

la boca de los impíos encubre violencia.

7

Recordar a los justos es una bendición;

nombrar a los impíos resulta repugnante.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

 

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