Wednesday, July 21, 2021

DAB Español, Jueves 22 de Julio

Día 203, DAB Español, Jueves 22 de Julio

2 Crónicas 6:13b-8:10; Romanos 7:15-8:8; Salmos 18:1-15; Proverbios 19:24-25 (Traducción en lenguaje actual (TLA))









2 Crónicas 6:13-8:10

Traducción en lenguaje actual

 

12-13 Luego Salomón subió sobre una plataforma de bronce que había construido en medio del patio del templo. Esa plataforma medía dos metros veinticinco centímetros de largo y de ancho, y un metro treinta y cinco centímetros de alto.

 

Entonces, a la vista de todo el pueblo, Salomón se puso de rodillas delante del altar de Dios, y levantando sus manos al cielo 14 dijo:

 

«Dios de Israel, ni en el cielo ni en la tierra hay otro que se compare a ti. Tú cumples tu pacto y amas profundamente a los que te obedecen de corazón.

 

15-16 »Dios de Israel, hoy has cumplido una de tus promesas a mi padre. Ahora cumple también la promesa que le hiciste, de que sus descendientes reinarían siempre en Israel, si seguían su ejemplo. 17 Por eso, Dios nuestro, cumple las promesas que le hiciste a mi padre.

 

18 »Dios mío, ni el cielo ni la tierra son suficientes para ti, mucho menos esta casa que te he construido. 19-21 Pero de todos modos te pido que escuches mi oración: Cuida de esta casa de día y de noche, pues tú mismo has dicho que vivirás en ella. Cuando estemos lejos de Jerusalén y oremos en dirección a tu templo, escucha desde el cielo nuestras oraciones, y perdónanos.

 

22 »Si alguien perjudica a otra persona, y delante del altar de este templo jura que no lo hizo, 23 escucha desde el cielo y castígalo. Examínanos, y castiga al que resulte culpable, pero deja libre al inocente.

 

24-25 »Si tu pueblo Israel llega a pecar contra ti, y en castigo sus enemigos se lo llevan prisionero, perdónalo y tráelo de nuevo a este país que tú les diste a sus antepasados. Perdónalos, siempre y cuando vengan a tu templo y se arrepientan de haberte ofendido.

 

26 »Si llegamos a pecar contra ti, y en castigo deja de llover por mucho tiempo, perdónanos, siempre y cuando oremos en este lugar y nos arrepintamos de haberte ofendido. 27 Escúchanos desde el cielo, y perdónanos. Enséñanos a vivir haciendo lo bueno, y mándanos de nuevo la lluvia que nos quitaste.

 

28-30 »Si en este país nos llegara a faltar la comida, o nos atacaran enfermedades, o plagas de hongos, langostas o pulgón, escúchanos cuando oremos a ti. Y si los enemigos nos rodean, o atacan a alguna de las ciudades de Israel, escúchanos cuando oremos a ti. Y cuando en medio de este sufrimiento alguno de nosotros, o todo el pueblo de Israel, levante las manos hacia este templo y ore a ti, escúchanos siempre desde el cielo, que es en donde vives, y perdónanos. Examínanos, y danos lo que cada uno de nosotros se merezca. Sólo tú nos conoces de verdad. 31 Así que te serviremos y te obedeceremos durante toda nuestra vida en esta tierra que nos diste.

 

32-33 »Cuando los extranjeros sepan en su país lo grande y poderoso que eres, y vengan a orar a este templo, escúchalos desde el cielo, que es tu casa. Dales todo lo que te pidan, para que todos los pueblos del mundo te conozcan y te obedezcan, como lo hace tu pueblo Israel. Así sabrán que este templo lo construí para adorarte.

 

34 »Si tu pueblo va a la guerra, y desde allí donde lo envíes ora a ti mirando hacia tu amada ciudad de Jerusalén, y hacia este templo, 35 escucha desde el cielo sus oraciones y ruegos, y ayúdalo.

 

36 »Dios mío, todos somos pecadores, y si tu pueblo llega a pecar contra ti, a lo mejor te vas a enojar tanto que lo entregarás a sus enemigos, y ellos se llevarán a tu pueblo a otro lugar, lejano o cercano. 37-38 Pero si allí donde estén prisioneros, tu pueblo se acerca a ti de nuevo, con toda sinceridad, atiéndelo. Si reconoce que ha pecado y actuado mal, y te lo dice, óyelo. Si tu pueblo ora a ti y te ruega, mirando hacia este país que le diste a sus antepasados, hacia esta ciudad de Jerusalén, y hacia este templo, 39 escucha desde el cielo sus oraciones y ruegos, y ayúdalo; perdónale a tu pueblo todos los pecados que haya cometido contra ti.

 

40 »Dios mío, míranos y escucha las oraciones que se hagan en este lugar.

 

41

»Y ahora, mi Dios,

¡ven con el cofre de tu pacto,

que es símbolo de tu poder,

al templo donde vivirás para siempre!

 

»¡Tus sacerdotes, Dios mío,

llevarán tu salvación a todos!

¡Los que siempre te obedecen

gozarán de prosperidad!

 

42

»Dios mío,

no niegues tu apoyo

al rey que has elegido;

acuérdate de la obediencia de David,

tu servidor».

Consagración del templo

 

7 En cuanto Salomón terminó de orar, cayó fuego del cielo y quemó por completo las ofrendas y los sacrificios. Luego, la presencia misma de Dios llenó el templo, 2 y por eso los sacerdotes ya no pudieron entrar en él.

 

3 Cuando todos los israelitas vieron descender el fuego y la presencia de Dios sobre el templo, se arrodillaron y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente; y adoraron a Dios y le dieron gracias, diciendo una y otra vez: «Dios es bueno, y nunca deja de amarnos».

 

4-5 Después, el rey, junto con todo el pueblo, dedicó el templo a Dios, y sacrificó en su honor veintidós mil toros y ciento veinte mil ovejas.

 

6 Todo el pueblo estaba de pie. Los sacerdotes estaban en sus lugares y tocaban las trompetas; los levitas tocaban los instrumentos musicales que David había fabricado para dar gracias a Dios, y cantaban el canto que dice: «Dios nunca deja de amarnos».

 

7 Salomón dedicó a Dios el centro del patio que está frente al templo, porque allí ofreció los sacrificios para pedir el perdón de Dios. No los pudo presentar en el altar de bronce que había mandado hacer, pues no cabían allí.

 

8-9 En esa ocasión, Salomón celebró delante de Dios la fiesta de las enramadas, y una gran cantidad de israelitas de todas partes del país asistió a la fiesta. En total la celebración duró catorce días; siete para la dedicación del altar, y siete para la fiesta de las enramadas. Al final celebraron un culto especial de adoración.

 

10 El día veintitrés del mes de Etanim,[a] el rey despidió al pueblo. Ellos se fueron a sus casas muy contentos por todo lo bueno que Dios había sido con su servidor David, con Salomón y con su pueblo Israel.

Dios hace un pacto con Salomón (1 R 9.1-9)

 

11 Cuando Salomón terminó exitosamente todo lo que había planeado hacer en el templo de Dios y en su palacio, 12-16 Dios se le apareció una noche y le dijo:

 

«He escuchado tu oración, y he elegido este templo para que en él me ofrezcan sacrificios; siempre viviré en él, y lo cuidaré y amaré. Todo el tiempo estaré atento y escucharé las oraciones que aquí se hagan.

 

»Si ustedes me desobedecen, no les enviaré lluvia, y les enviaré saltamontes para que devoren sus cosechas, o les enviaré una enfermedad. Pero si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, yo escucharé en el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo.

 

17-18 »En cuanto a ti, Salomón, si te comportas bien y me obedeces en todo, Israel siempre tendrá como rey un descendiente tuyo. Así también se lo prometí a tu padre; compórtate como él lo hizo.

 

19 »Pero si tú no me obedeces, sino que sirves y adoras a otros dioses, 20 entonces expulsaré a Israel de la tierra que le he dado. Abandonaré el templo que había elegido para que me adoraran, y todas las naciones se burlarán de tu pueblo. 21 Este templo no será más que un montón de ruinas, y todos los que pasen junto a él se asombrarán y se burlarán, diciendo: “¿Por qué Dios ha hecho esto con Israel y con este templo?” 22 Y se les contestará: “Porque Israel abandonó a su Dios, quien lo había sacado de Egipto. Su pueblo adoró y obedeció a otros dioses. Por eso Dios ha traído todo este mal sobre ellos”».

Otras actividades de Salomón (1 R 9.10-28)

 

8 1-10 Salomón tardó veinte años en construir el templo de Dios y su palacio. Además, conquistó el poblado de Hamat, en la región de Sobá. También reconstruyó las ciudades que el rey Hiram le entregó, y se las dio a los israelitas para que vivieran allí.

 

Salomón obligó a trabajar a todos los descendientes de los amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos que habían quedado en el país y que los israelitas dejaron con vida. Ellos siguieron trabajando como esclavos hasta el día en que esto se escribió. Pero a los israelitas no los obligó a trabajar como esclavos, sino que ellos eran soldados, oficiales, jefes, capitanes, jinetes y conductores de carros de guerra. Salomón tenía doscientos cincuenta capataces a cargo de los trabajos, y ellos dirigían a los trabajadores en todo lo que tenían que hacer. Ellos construyeron todo lo que el rey quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en todo su territorio.

 

Éstas son algunas de las obras que realizaron:

 

El templo de Dios.

 

El palacio del rey.

 

La ciudad de Tadmor en el desierto.

 

Las ciudades de Hamat, que al igual que muchas otras, usaba Salomón para guardar alimentos.

 

Bet-horón de arriba, y Bet-horón de abajo.

 

Las ciudades fortificadas con muros, puertas y barras.

 

El poblado de Baalat.

 

Las ciudades en donde Salomón guardaba los carros de combate.

 

Los cuarteles de caballería.

Footnotes

 

    2 Crónicas 7:10 Etanim. Véase nota en 5.3.

 

Romanos 7:15-8:8

Traducción en lenguaje actual

 

15 La verdad es que no entiendo nada de lo que hago, pues en vez de hacer lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 16 Pero, aunque hago lo que no quiero hacer, reconozco que la ley es buena. 17 Así que no soy yo quien hace lo malo, sino el pecado que está dentro de mí. 18 Yo sé que mis deseos egoístas no me permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no puedo hacerlo. 19 En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 20 Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está dentro de mí.

 

21 Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo. 22 En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios. 23-25 Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!

El Espíritu de Dios nos da vida

 

8 Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados. 2 Ahora, por estar unidos a él, el Espíritu Santo nos controla y nos da vida, y nos ha librado del pecado y de la muerte. 3 Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado. 4 Lo hizo para que ya no vivamos de acuerdo con nuestros malos deseos, sino conforme a todos los justos mandamientos de la ley, con la ayuda del Espíritu Santo.

 

5 Los que viven sin controlar sus malos deseos, sólo piensan en hacer lo malo. Pero los que viven obedeciendo al Espíritu Santo sólo piensan en hacer lo que desea el Espíritu. 6 Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz. 7 Los que no controlan sus malos deseos sólo piensan en hacer lo malo. Son enemigos de Dios, porque no quieren ni pueden obedecer la ley de Dios. 8 Por eso, los que viven obedeciendo sus malos deseos no pueden agradarlo.

Salmos 18:1-15

Traducción en lenguaje actual

Gracias Dios mío

SALMO 18 (17)

Himno de David, fiel servidor de Dios. David dedicó a Dios la letra de esta canción cuando Dios lo salvó de Saúl y de todos sus enemigos. En aquella ocasión, David dijo:

 

18 ¡Dios mío, yo te amo

porque tú me das fuerzas!

 

2

Tú eres para mí

la roca que me da refugio;

¡tú me cuidas y me libras!

Me proteges como un escudo,

y me salvas con tu poder.

¡Tú eres mi más alto escondite!

3

Tú mereces que te alabe porque,

cuando te llamo,

me libras de mis enemigos.

 

4

Hubo una vez en que la muerte

quiso atraparme entre sus lazos,

fui arrastrado por una corriente

que todo lo destruía.

5

Me vi atrapado por la muerte,

me vi al borde de la tumba.

6

Lleno de angustia

llamé a mi Dios,

y él me escuchó desde su templo,

¡mi oración llegó hasta sus oídos!

 

7

Hubo un temblor de tierra,

y la tierra se estremeció.

También los cerros temblaron

desde sus cimientos;

¡temblaron por el enojo de Dios!

8

Echaba humo por la nariz,

arrojaba fuego por la boca,

y lanzaba carbones encendidos.

 

9

Dios partió el cielo en dos

y bajó sobre una espesa nube.

10

Cruzó los cielos

sobre un querubín;

se fue volando

sobre las alas del viento.

11

Se escondió en la oscuridad,

entre las nubes cargadas de agua

que lo cubrían por completo.

12

¡De su grandioso trono salían

nubes, granizos y carbones encendidos!

 

13

De pronto, en el cielo

se oyó una voz de trueno:

¡era la voz del Dios altísimo

que se dejó escuchar

entre granizos y carbones encendidos!

14

Arrojó sus relámpagos

como si disparara flechas;

¡dispersó a sus enemigos,

y los hizo salir corriendo!

 

15

Dios mío,

tú reprendiste al mar,

y por causa de tu enojo

el fondo del mar quedó a la vista.

En tu enojo resoplaste,

y los cimientos de la tierra

quedaron al descubierto.

Proverbios 19:24-25

Traducción en lenguaje actual

 

24

Hay gente tan perezosa

que hasta de comer se cansa.

 

25

El tonto sólo aprende

a través del castigo;

al que es sabio le basta

con sólo ser reprendido.

Traducción en lenguaje actual (TLA)

 

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