Sunday, June 26, 2022

DAB Español, Lunes 27 de Junio

Día 178, DAB Español, Lunes 27 de Junio


2 Reyes 10:32-12:21; Hechos 18:1-21; Salmos 145; Proverbios 18:1 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









2 Reyes 10:32-12:21

La Palabra (Hispanoamérica)

32 Por entonces el Señor empezó a reducir el territorio de Israel. Jazael derrotó a Israel en todas sus fronteras, 33 desde el Jordán hacia el este, en todo el territorio de Galaad, Gad, Rubén y Manasés; y desde Aroer, junto al arroyo Arnón, hasta Galaad y Basán.

34 El resto de la historia de Jehú, todo cuanto hizo y sus hazañas, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Israel. 35 Cuando Jehú murió, fue enterrado en Samaría y su hijo Joacaz le sucedió como rey. 36 Jehú reinó sobre Israel en Samaría veintiocho años.

Historia de Joás (11—12)

Entronización de Joás (2 Cr 22,10-12; 23,1-12)

11 Cuando Atalía, la madre de Ocozías, supo que su hijo había muerto, se puso a eliminar a toda la familia real. 2 Pero Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, apartó a Joás, hijo de Ocozías, de sus hermanos que iban a ser asesinados y lo escondió con su nodriza en el dormitorio, ocultándolo de Atalía y salvándolo de la muerte. 3 Joás estuvo escondido con su nodriza en el Templo durante seis años, mientras Atalía reinaba en el país. 4 El séptimo año Joyadá mandó llamar a los centuriones de los carios y de la guardia real, los llevó consigo al Templo del Señor, selló allí con ellos un pacto bajo juramento y les mostró al príncipe. 5 Luego les ordenó lo siguiente:

— Esto es lo que harán: el tercio que entra de servicio el sábado y hace la guardia en palacio, 6 junto con el tercio de la puerta de Sur y el tercio de la puerta trasera de la guardia harán la guardia en el Templo por turnos. 7 Y las otras dos secciones, con todos los que salen de servicio el sábado, harán la guardia en el Templo junto al rey. 8 Rodearán completamente al rey con las armas en la mano y si alguien intenta forzar las filas, lo matan. Tienen que acompañar al rey a todas partes.

9 Los centuriones hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado: cada uno con sus hombres, tanto los que entraban de servicio el sábado, como los que salían, se presentaron al sacerdote Joyadá. 10 El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David que se guardaban en el Templo del Señor. 11 Los guardias, empuñando sus armas, tomaron posiciones desde el ala derecha del Templo hasta el ala izquierda, entre el altar y el Templo, alrededor del rey. 12 Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le entregó la corona y el testimonio, lo ungió y lo proclamó rey; finalmente aplaudieron, aclamándolo:

— ¡Viva el rey!

13 Al oír Atalía el griterío de los guardias y del pueblo, se acercó a la gente que estaba en el Templo del Señor. 14 Cuando vio al rey de pie sobre el estrado, según la costumbre, a los oficiales y a los que tocaban las trompetas junto al rey, y a todo el pueblo de fiesta, mientras sonaban las trompetas, se rasgó las vestiduras y gritó:

— ¡Traición! ¡Traición!

15 El sacerdote Joyadá ordenó a los centuriones que estaban al mando del ejército:

— Sáquenla de las filas y maten a cuchillo al que la siga.

Como el sacerdote había ordenado que no la matasen en el Templo, 16 le echaron mano cuando entraba en el palacio por la puerta de las caballerías y la mataron allí.

17 Joyadá selló el pacto entre el Señor por una parte, y el rey y el pueblo por otra, comprometiéndose a ser el pueblo del Señor; y (un pacto) entre el rey y el pueblo. 18 Entonces toda la gente se dirigió al templo de Baal y lo destruyeron, hicieron trizas sus altares e imágenes y degollaron ante los altares a Matán, el sacerdote de Baal. Luego el sacerdote Joyadá puso guardia en el Templo del Señor; 19 tomó consigo a los centuriones, a los carios, a la guardia real y a toda la gente, bajaron al rey desde el Templo, lo llevaron hasta el palacio real por la puerta de la guardia, y el rey se sentó en el trono real. 20 Todo el pueblo hizo fiesta y la ciudad quedó tranquila. En cuanto a Atalía, había muerto a filo de espada en el palacio real.

Reinado de Joás (835-796) (2 Cr 24,1-2.6.8.12.25.27b)

12 Joás comenzó a reinar a los siete años, 2 en el séptimo año de Jehú, y reinó en Jerusalén durante cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá y era de Berseba. 3 Joás actuó correctamente ante el Señor durante toda su vida, pues lo había educado el sacerdote Joyadá. 4 Sin embargo no desaparecieron los santuarios locales de los montes y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. 5 Joás dijo a los sacerdotes:

— Todo el dinero consagrado que entre en el Templo del Señor, tanto el dinero de las tasas, como el del rescate de las personas, todo el dinero de los donativos voluntarios que llega al Templo 6 lo recogerán los sacerdotes, cada uno su parte, y ellos se encargarán de reparar los desperfectos que encuentren en el Templo.

7 Pero el año vigésimo tercero del reinado de Joás los sacerdotes aún no habían reparado los desperfectos del Templo. 8 Entonces el rey Joás convocó a Joyadá y a los demás sacerdotes y les dijo:

— ¿Por qué no han reparado aún los desperfectos del Templo? A partir de ahora no se quedarán con el dinero de sus donantes, sino que lo entregarán para los desperfectos del Templo.

9 Los sacerdotes accedieron a no recibir dinero del pueblo y a no reparar los desperfectos del Templo. 10 El sacerdote Joyadá preparó un cofre, le hizo un agujero en la tapa y lo colocó junto al altar, según se entra al Templo, a la derecha. Los sacerdotes encargados de la entrada echaban allí todo el dinero que se llevaba al Templo. 11 Cuando veían que el dinero llenaba el cofre, subía el secretario real con el sumo sacerdote, lo vaciaban y contaban el dinero que había en el Templo. 12 Luego entregaban el dinero ya contado a los maestros de obras encargados del Templo del Señor y estos lo empleaban para pagar a los carpinteros y a los constructores que trabajaban en el Templo, 13 así como a los albañiles y canteros, y para comprar madera y piedras talladas a fin de reparar los desperfectos del Templo y para todos los gastos de las reparaciones. 14 En cambio, con el dinero que se llevaba al Templo no se hicieron copas de plata, ni cuchillos, aspersorios, trompetas, ni objeto alguno de plata y oro. 15 El dinero se entregaba a los maestros de obras y con él reparaban el Templo del Señor. 16 Sin embargo, no se pedían cuentas a quienes se entregaba el dinero para pagar a los maestros de obras, porque actuaban con honradez. 17 El dinero de los sacrificios penitenciales y el dinero por los pecados no iba a parar al Templo, pues era para los sacerdotes.

18 Por aquella época Jazael, el rey de Siria, subió a atacar Gat y la conquistó. Después se volvió para atacar a Jerusalén. 19 Entonces Joás, el rey de Judá, tomó todas las ofrendas votivas que habían consagrado Josafat, Jorán y Ocozías, los reyes de Judá antepasados suyos, junto a sus propias ofrendas, y todo el oro que encontró en los tesoros del Templo y del palacio real; se lo envió todo a Jazael, el rey de Siria, que se retiró de Jerusalén.

20 El resto de la historia de Joás y todo cuanto hizo está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 21 Sus propios súbditos tramaron una conspiración contra él y lo mataron en la casa del Terraplén, en la bajada a Silá.

Hechos 18:1-21

La Palabra (Hispanoamérica)

Pablo en Corinto

18 A raíz de esto, Pablo partió de Atenas y se dirigió a Corinto. 2 Encontró allí a un judío llamado Áquila, natural del Ponto, y a su esposa Priscila. Habían venido de Italia cuando el emperador Claudio ordenó salir de Roma a todos los judíos. Pablo entró en contacto con ellos 3 y, como era de su mismo oficio, se alojó en su casa, y trabajaron asociados. Su oficio era fabricar tiendas de campaña. 4 Todos los sábados, intervenía Pablo en la sinagoga e intentaba convencer tanto a judíos como a no judíos.

5 Al llegar Silas y Timoteo de Macedonia, Pablo se dedicó totalmente al anuncio del mensaje, dando testimonio ante los judíos de que no había más Mesías que Jesús. 6 Pero como los judíos no dejaban de llevarle la contraria y de insultarlo, sacudió su capa ante ellos en señal de protesta y les advirtió:

— Ustedes son los responsables de cuanto les suceda. Mi conciencia está limpia de culpa; a partir de ahora, me dedicaré a los no judíos.

7 Dicho esto, se retiró de allí y entró en casa de uno de los que, sin ser judíos, rendían culto al verdadero Dios, un tal Ticio Justo, que vivía junto a la sinagoga. 8 Por entonces, Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor junto con toda su familia. También creyeron y se bautizaron muchos corintios que escucharon el mensaje.

9 Cierta noche, dijo el Señor a Pablo en una visión:

— No tengas ningún temor. Sigue anunciando la buena nueva sin que nada te haga callar. 10 Yo estoy contigo, y nadie te atacará ni te causará daño; además hay muchos en esta ciudad que están destinados a formar parte de mi pueblo. 11 Así que Pablo se quedó allí un año y medio exponiéndoles el mensaje de Dios.

Comparecencia ante Galión

12 Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos la emprendieron juntos contra Pablo y lo condujeron ante los tribunales 13 con esta acusación:

— Este individuo induce a la gente a rendir a Dios un culto que va contra la ley.

14 Pablo iba a intervenir, cuando Galión respondió a los judíos:

— Si se tratara de un crimen o de un delito grave, les prestaría la atención que requiriera el caso. 15 Pero si todo es cuestión de palabras y de discusiones sobre particularidades de la ley de ustedes, soluciónenlo ustedes mismos. Yo no quiero ser juez de tales asuntos.

16 Y, sin más, los echó del tribunal. 17 Agarraron entonces entre todos a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y le dieron de palos ante el mismísimo tribunal. Pero Galión permaneció imperturbable, sin hacer ningún caso.

Regreso a Antioquía

18 Pablo se quedó todavía en Corinto durante bastante tiempo. Después se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria junto con Priscila y Áquila. En Céncreas se había rapado la cabeza para cumplir una promesa que había hecho. 19 Al llegar a Éfeso, Pablo se separó de sus acompañantes, entró en la sinagoga y estuvo discutiendo con los judíos. 20 Le rogaron estos que se quedara por más tiempo, pero él se negó, 21 aunque les dijo al despedirse:

— Si Dios quiere, volveré a visitarlos.

Zarpó, pues, de Éfeso,

Salmos 145

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 145 (144)

El Señor es bueno con todos

145 Salmo de David.

Dios mío, mi rey, yo te alabaré,

bendeciré tu nombre por siempre jamás.

2 Cada día te bendeciré,

alabaré tu nombre por siempre jamás.

3 El Señor es grande, digno de alabanza,

es insondable su grandeza.

4 Por generaciones se ensalzarán tus obras,

se contarán tus proezas.

5 Proclamaré tus maravillas

y el esplendor de tu gloria.

6 Se hablará del poder de tus prodigios,

yo narraré tus grandezas.

7 Se evocará tu inmensa bondad,

se cantará tu justicia.

8 El Señor es clemente y compasivo,

paciente y grande en amor.

9 El Señor es bueno con todos,

su amor llega a todas sus obras.

10 Señor, que todas tus obras te alaben,

que te bendigan tus fieles;

11 que pregonen la gloria de tu reino,

que hablen de tus proezas;

12 que proclamen a todos tus hazañas,

el glorioso esplendor de tu reino.

13 Es tu reino un reino eterno,

tu poder dura por generaciones.

14 El Señor sostiene a cuantos flaquean,

levanta a los abatidos.

15 Todos te miran con esperanza

y tú les das la comida a su tiempo.

16 Abres generosamente tu mano

y sacias a todo ser viviente.

17 El Señor es justo en todos sus actos,

actúa con amor en todas sus obras.

18 El Señor está cerca de cuantos lo invocan,

de cuantos lo invocan sinceramente.

19 Él cumple el deseo de su fieles,

escucha su grito y los salva.

20 El Señor protege a cuantos lo aman,

pero a todos los malvados aniquila.

21 ¡Que mi boca alabe al Señor!

¡Que todos bendigan su santo nombre,

por siempre jamás!

Proverbios 18:1

La Palabra (Hispanoamérica)

18 El solitario persigue su interés,

cualquier consejo lo enfada.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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