Friday, December 16, 2022

DAB Español, Sábado 17 de Diciembre

Día 351, DAB Español, Sábado 17 de Diciembre


Nahúm 1:1-3:19; Apocalipsis 8:1-13; Salmos 136; Proverbios 30:7-9 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









Nahúm 1-3

La Palabra (Hispanoamérica)

Título

1 Oráculo sobre Nínive. Libro de la visión de Nahum, el de Elcós.

Himno al Señor temible y clemente

2 El Señor es Dios celoso y vengador,

él toma venganza con gran indignación;

el Señor se venga de sus adversarios,

se enoja contra sus enemigos.

3 El Señor es paciente, pero fuerte;

a ningún culpable deja impune.

En el huracán y la tempestad traza su sendero,

las nubes son el polvo que levanta a su paso.

4 Increpa al mar y lo seca,

deja sin agua a los ríos;

el Basán y el Carmelo languidecen,

se marchitan las flores del Líbano.

5 Tiemblan ante él los montes,

las colinas se estremecen;

la tierra en su presencia se conmueve,

el mundo y cuantos en él habitan.

6 ¿Quién podrá hacer frente a su cólera?

¿Quién podrá resistir el ardor de su ira?

Su indignación se derrama como fuego,

las rocas quedan desmenuzadas ante él.

7 El Señor es bondadoso,

refugio en día de angustia;

acoge a quienes en él se refugian.

8 Mas con una inundación arrolladora

destruirá la tierra de los adversarios

y a sus enemigos sumirá en tinieblas.

Interpelaciones divinas a Judá y sus opresores

9 ¿Qué traman contra el Señor?

Su acción destructora será total,

no se repetirá la opresión.

10 Embotados como están en su embriaguez,

serán consumidos como hojarasca,

como una maraña de espinos.

11 De ti, [Nínive], ha salido

quien trama el mal contra el Señor:

un consejero de perversas intenciones.

12 Así ha dicho el Señor:

Aunque sean muchos y vigorosos,

serán talados y no quedará rastro.

Y a ti, [Judá], que te afligí, no te afligiré más;

13 quebraré el yugo que te impusieron

y romperé tus ataduras.

14 Contra ti, en cambio, [Nínive],

esto ha dispuesto el Señor:

No se perpetuará tu estirpe,

haré desaparecer del templo de tus dioses

los ídolos de talla, las imágenes de fundición;

¡eres tan despreciable

que voy a prepararte la tumba!

2 ¡Miren! Vean sobre los montes

las pisadas de un heraldo,

de uno que anuncia la paz.

Celebra tus fiestas, Judá,

cumple tus promesas.

Nunca más te hollará el malvado

pues ha sido totalmente destruido.

2 Un destructor avanza contra ti.

¡Monta la guardia en la fortaleza!

¡Vigila todos los accesos!

¡Prepárate a luchar!

¡Haz acopio de toda tu fuerza!

3 El Señor va a restaurar

la viña de Jacob y la viña de Israel

que los saqueadores habían arrasado

destruyendo sus sarmientos.

La caída de Nínive

4 El escudo de sus guerreros es rojo,

los soldados visten de púrpura;

están listos para el combate,

empuñan las lanzas.

El acero de los carros flamea como fuego;

5 recorren vertiginosos los caminos,

se precipitan por las plazas;

parecen antorchas encendidas,

que se agitan como relámpagos.

6 [El rey] pasa revista a sus capitanes

que se atropellan en su marcha

al correr hacia la muralla

para asegurar el parapeto.

7 Las esclusas de los canales son forzadas,

el palacio se desploma.

8 La reina, descubierta, es deportada;

sus esclavas se golpean el pecho

y gimen igual que palomas.

9 Nínive es como un estanque

cuyas aguas se escapan.

¡Deténganse, deténganse!

Mas nadie se da la vuelta.

10 ¡Saqueen la plata, saqueen el oro!

El tesoro es magnífico,

los objetos preciosos incontables.

11 Destrucción, vacío y devastación,

corazones desfallecidos,

rodillas temblorosas,

entrañas estremecidas,

rostros demudados.

12 ¿Dónde está la guarida de los leones?

En ella los cachorros se alimentaban;

al salir el león, quedaba la leona

para que nadie atemorizara a los cachorros.

13 Desgarraba el león

la presa para sus cachorros,

la despedazaba para sus leonas

y llenaba de caza sus guaridas,

de carne fresca sus cuevas.

14 ¡Aquí estoy contra ti!,

—dice el Señor del universo—.

Convertiré tus carros en humo,

y la espada devorará tus cachorros;

acabaré con tus rapiñas sobre la tierra

y no se oirá más la voz de tus mensajeros.

Ruina de Nínive, la sanguinaria

3 ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria,

que estás llena de mentira

y acumulas rapiña!

¡Tu pillaje no tiene fin!

2 Chasquidos de látigo,

estrépito de ruedas,

caballos al galope,

carros que saltan,

3 caballería a la carga,

flamear de espadas,

relampagueo de lanzas;

multitud de heridos,

montones de muertos,

cadáveres incontables

en los que todos tropiezan.

4 Todo por culpa de esa prostituta

hermosa y atractiva,

maestra en hechizos,

que seducía a las naciones

con su desenfrenada lujuria,

a los pueblos con sus hechizos.

5 ¡Aquí estoy contra ti!,

dice el Señor del universo:

te levantaré las faldas hasta la cara,

enseñaré a las naciones tu desnudez,

mostraré a los reinos tus vergüenzas;

6 te cubriré de inmundicias,

deshonrándote y exponiéndote

a pública vergüenza.

7 Todos los que te vean

se apartarán de ti diciendo:

“¡Nínive ha sido devastada!

¿Quién la compadecerá?

¿Dónde se podrá encontrar

gente que te consuele?”.

El ejemplo de Tebas

8 ¿Eres tú mejor que Tebas,

que se asentaba junto al Nilo,

toda rodeada de aguas,

a la que el río le servía de baluarte

y las aguas de muralla?

9 Etiopía y Egipto constituían

su fuerza ilimitada;

Put y Libia eran sus aliados.

10 Pero también ella, cautiva,

tuvo que marchar al destierro;

también fueron estrellados sus niños

en las encrucijadas de los caminos;

sobre todos sus nobles echaron suertes

y a sus magnates ataron con grilletes.

Desastre total de Nínive

11 Pues bien, también a ti

te van a emborrachar;

también tú buscarás abrigo

adonde escapar del enemigo.

12 Tus baluartes serán como

higueras cargadas de brevas:

cuando las sacuden,

caen en la boca de quien las espera.

13 Las tropas que hay en tu interior

son como mujeres;

las puertas del país

se abren de par en par

ante tus enemigos

y el fuego consume tus cerrojos.

14 Abastécete de agua para el asedio,

refuerza tus fortificaciones;

pisa el barro, amasa la arcilla

y prepara el molde de hacer ladrillos.

15 Allí te consumirá el fuego,

te destruirá la espada:

te devorará como lo hace la langosta.

Te multiplicaste como la langosta,

te multiplicaste como el saltamontes;

16 eran multitud tus mercaderes,

más numerosos que las estrellas del cielo:

langostas que despliegan sus alas

y se echan a volar.

17 Tus guardianes eran como saltamontes

y tus oficiales como nube de langostas

que se posan sobre los vallados

en los días de invierno,

pero huyen cuando sale el sol,

y nadie sabe a dónde van.

18 Tus pastores, rey de Asiria,

se han quedado dormidos,

tus capitanes están soñolientos,

dispersas tus tropas por los montes.

¡No hay nadie que las agrupe!

19 No hay alivio para tu desastre,

tu herida es incurable.

Todos los que oyen la noticia,

aplauden tu desgracia,

porque ¿quién no sufrió

una y mil veces tu crueldad?

Apocalipsis 8

La Palabra (Hispanoamérica)

El séptimo sello

8 Cuando, finalmente, el Cordero rompió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora.

III.— LAS SIETE TROMPETAS (8,2—14,20)

El ángel con el incensario de oro

2 Vi entonces cómo se entregaban siete trompetas a los siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, 3 mientras otro ángel se colocaba junto al altar con un incensario de oro. Recibió perfumes en abundancia para ofrecerlos, junto con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que se levanta delante del trono de Dios. 4 Y el aroma de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subió de la mano del ángel hasta la presencia de Dios. 5 Entonces, el ángel tomó el incensario, lo llenó con las brasas del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y retumbaron los truenos, los relámpagos cruzaron el cielo y se produjo un terremoto.

Las cuatro primeras trompetas

6 Los siete ángeles se prepararon para tocar las siete trompetas.

7 Tocó la trompeta el primero, y cayó sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. La tercera parte de la tierra quedó abrasada; la tercera parte de los árboles quedó abrasada; toda la hierba verde quedó abrasada.

8 El segundo ángel tocó la trompeta, y una especie de enorme montaña en llamas se precipitó en el mar. La tercera parte de las aguas del mar se convirtió en sangre; 9 la tercera parte de los seres vivientes del mar perdió la vida; la tercera parte de las naves quedó aniquilada.

10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo un astro de grandes proporciones que, ardiendo como una antorcha, se abatió sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales. 11 “Ajenjo” se llamaba el astro, y en ajenjo se tornó la tercera parte de las aguas, y fue mucha la gente que murió a causa del amargor de las aguas.

12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas quedó como herida de muerte, la tercera parte de ellos se oscureció y las tinieblas invadieron la tercera parte del día y de la noche.

13 Miré entonces, y pude oír cómo un águila que volaba por lo más alto del cielo gritaba con voz poderosa:

— ¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra! ¿Qué va a ser de ellos cuando suenen las trompetas de los tres ángeles restantes, que ya se disponen a tocarlas?

Salmos 136

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 136 (135)

Alaben al Señor por su bondad

136 Alaben al Señor por su bondad,

porque es eterno su amor.

2 Alaben al Dios de dioses,

porque es eterno su amor.

3 Alaben al Señor de señores,

porque es eterno su amor.

4 Al único que hace maravillas,

porque es eterno su amor.

5 Al que hizo los cielos con inteligencia,

porque es eterno su amor.

6 Al que afirmó la tierra sobre las aguas,

porque es eterno su amor.

7 Al que hizo los grandes astros,

porque es eterno su amor:

8 el sol que domina el día,

porque es eterno su amor;

9 la luna y las estrellas que dominan la noche,

porque es eterno su amor.

10 Al que mató a los primogénitos de Egipto,

porque es eterno su amor;

11 al que sacó a Israel de en medio de ellos,

porque es eterno su amor,

12 con mano fuerte y brazo extendido,

porque es eterno su amor.

13 Al que hendió el mar de las Cañas,

porque es eterno su amor,

14 e hizo que Israel lo atravesara,

porque es eterno su amor;

15 al faraón y su ejército hundió en él,

porque es eterno su amor.

16 Al que por el desierto condujo a su pueblo,

porque es eterno su amor.

17 Al que abatió a los grandes reyes,

porque es eterno su amor,

18 y mató a reyes poderosos,

porque es eterno su amor:

19 a Sijón, rey de los amorreos,

porque es eterno su amor;

20 a Og, el rey de Basán,

porque es eterno su amor,

21 y como heredad entregó sus territorios,

porque es eterno su amor,

22 a su siervo Israel,

porque es eterno su amor.

23 Estando abatidos se acordó de nosotros,

porque es eterno su amor;

24 nos libró de nuestros enemigos,

porque es eterno su amor.

25 El Señor da sustento a toda criatura,

porque es eterno su amor.

26 ¡Alaben al Dios del cielo

porque es eterno su amor!

Proverbios 30:7-9

La Palabra (Hispanoamérica)

7 Dos cosas te he pedido,

concédemelas antes de morir:

8 aleja de mí la falsedad y la mentira;

y no me des pobreza ni riqueza,

sino sólo el alimento necesario;

9 no sea que, si estoy saciado, reniegue de ti

y diga: “¿Quién es el Señor?”;

y si estoy necesitado, me dedique a robar

y a ofender así el nombre de mi Dios.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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