Wednesday, May 10, 2023

DAB Español, Jueves 11 de Mayo

Día 131, DAB Español, Jueves 11 de Mayo


1 Samuel 10:1-11:15; Juan 6:43-71; Salmos 107; Proverbios 15:1-3 (Reina Valera Contemporánea (RVC))








1 Samuel 10-11

Reina Valera Contemporánea


10 Entonces Samuel tomó un frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl; luego lo besó y le dijo:


«El Señor te ha ungido para que seas el rey de su pueblo Israel. 2 Hoy, después de que nos despidamos, vas a encontrar a dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en Selsa, en las tierras de Benjamín; ellos te dirán que ya fueron halladas las asnas que andas buscando, y que tu padre ya no está preocupado por las asnas sino por ustedes, pues no sabe qué les ha sucedido. 3 Sigue tu camino, y cuando llegues a la encina de Tabor te encontrarás con tres hombres que van a adorar a Dios en Betel; uno de ellos llevará tres cabritos; otro, tres tortas de pan; y el tercero, un odre de vino. 4 Después de saludarte, ellos te darán dos panes, y los debes aceptar. 5 Cuando llegues a la colina de Dios, donde está la guarnición de los filisteos, y luego de que entres en la ciudad, te encontrarás con un grupo de profetas que descienden del santuario que está en el cerro. Irán profetizando y tocando salterios, panderos, flautas y arpas. 6 En ese momento el espíritu del Señor vendrá sobre ti con su poder, y profetizarás con ellos, y el cambio en ti será notable pues actuarás como si fueras otro hombre. 7 Cuando sucedan estas señales, haz lo que te venga a la mano hacer, porque Dios está contigo. 8 Luego te adelantarás para llegar a Gilgal antes que yo; siete días después yo me reuniré contigo, y juntos iremos a ofrecer holocaustos y ofrendas de paz al Señor. Espérame hasta que yo llegue y te indique lo que debes hacer.»


9 En cuanto Saúl le dio la espalda a Samuel para irse, Dios le cambió todo su carácter, y ese mismo día sucedió todo lo que Samuel le había dicho. 10 Al llegar a la colina, vieron que el grupo de profetas venía al encuentro de Saúl. Entonces el espíritu de Dios vino sobre él con todo su poder, y Saúl comenzó a profetizar. 11 Y cuando todos los que lo conocían lo vieron profetizar junto con los otros profetas, se preguntaron los unos a los otros:


«¿Qué le pasa al hijo de Cis? ¿Acaso también él es profeta?»


12 Uno de ellos exclamó:


«¡Hoy día, cualquiera es profeta!»[a]


Por eso es tan popular el dicho: «¿También Saúl anda entre los profetas?»


13 En cuanto Saúl llegó al santuario en el cerro dejó de profetizar. 14 Entonces uno de sus tíos les preguntó a Saúl y a su criado:


«¿Y ustedes, dónde andaban?»


Y Saúl le respondió:


«Anduvimos buscando las asnas perdidas, pero como no las encontrábamos, fuimos a consultar a Samuel.»


15 Y el tío de Saúl le dijo:


«Te ruego que me digas lo que les dijo Samuel.»


16 Y Saúl le respondió:


«Claramente nos dijo que las asnas ya habían sido halladas.»


Sin embargo, Saúl no le dijo nada de lo que Samuel le había dicho en cuanto al reino. 17 Más tarde, Samuel pidió al pueblo que se reuniera ante el Señor en Mispá, 18 y les dijo a los israelitas:


«Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo los saqué a ustedes de Egipto. Yo los libré de poder de los egipcios, y de todos los reinos que los afligían. 19 Pero ustedes me rechazan como su Dios, aunque yo los protejo de todas sus aflicciones y angustias, y ahora quieren que los gobierne un rey. Pues ya que piensan así, preséntense ante mí, el Señor, en el orden de sus tribus y familias.”»


20 Una vez que se reunieron todas las tribus de Israel, Samuel ordenó que se acercara la tribu de Benjamín. 21 Luego hizo que se acercara la tribu de Benjamín, en el orden de sus familias; luego pidió que se acercara la familia de Matri, y de ella pidió que se acercara Saúl hijo de Cis. Lo buscaron entonces, pero no lo hallaron, 22 así que le preguntaron al Señor por qué Saúl no estaba allí, y el Señor les dijo:


«Búsquenlo entre el equipaje, pues allí está escondido.»


23 Entonces fueron a buscarlo allí, y lo pusieron en medio del pueblo. Y todos pudieron ver que Saúl era más alto que todos. No había quien le llegara a los hombros. 24 Y Samuel le dijo a todo el pueblo:


«Ante ustedes está el hombre que el Señor ha elegido. Como pueden ver, no hay en todo el pueblo nadie que se le compare.»


Y el pueblo lo aclamó alegremente, y gritaba: «¡Viva el rey!» 25 Después Samuel expuso al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro y las guardó en presencia del Señor. 26 Luego, Samuel envió al pueblo de regreso, cada uno a su casa, y Saúl también regresó a su casa en Gabaa, acompañado de hombres valerosos, a quienes Dios tocó el corazón. 27 Pero no faltaron algunos perversos que dijeron: «¿Y éste es el que nos va a salvar?» Y como lo menospreciaron, tampoco le presentaron regalos. Pero Saúl no les dio importancia.

Saúl derrota a los amonitas


11 Un día, Najás el amonita se dirigió a Jabés de Galaad y la sitió, pero los habitantes de Jabés le propusieron a Najás que, si se aliaba con ellos, se comprometían a servirle. 2 Najás les respondió:


«Haré alianza con ustedes, con la condición de que cada uno de ustedes se deje sacar el ojo derecho. Así el pueblo de Israel quedará en vergüenza.»


3 Los ancianos de Jabés le dijeron:


«Danos siete días para que enviemos mensajeros por todo nuestro territorio. Si nadie sale en nuestra defensa, nos rendiremos a ti.»


4 Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl y le dijeron al pueblo las condiciones de Najás, todos lo lamentaron y se pusieron a llorar. 5 Saúl volvía del campo arreando los bueyes, y preguntó:


«¿Qué le pasa al pueblo? ¿Por qué llora?»


Entonces le dieron el mensaje de los hombres de Jabés. 6 En cuanto Saúl lo oyó, el espíritu de Dios vino sobre él con poder, y él se llenó de ira. 7 Tomó entonces un par de bueyes, los descuartizó y envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con la orden de que los mensajeros dijeran: «Así haremos con los bueyes de los que no sigan a Saúl y a Samuel.»


Fue tal el temor que el Señor infundió en el pueblo, que se unieron como un solo hombre. 8 Cuando Saúl les pasó revista en Bezec, los israelitas eran trescientos mil, y los de Judá eran treinta mil, 9 los cuales dijeron a los mensajeros que habían llevado la noticia: «Digan a los de Jabés de Galaad que mañana, cuando el sol comience a calentar, serán liberados.»


Cuando los mensajeros anunciaron esto, los habitantes de Jabés se alegraron mucho 10 y les dijeron a sus enemigos: «Mañana estaremos aquí, para que hagan con nosotros lo que les parezca mejor.» 11 Pero al día siguiente Saúl distribuyó a los soldados en tres batallones que, antes de que amaneciera, cayeron sobre el campamento y, tomando por sorpresa a los amonitas, los hirieron de muerte hasta bien entrado el día. Los pocos que sobrevivieron se dispersaron, sin que siquiera dos de ellos se vieran juntos.


12 Entonces el pueblo le dijo a Samuel:


«¿Dónde están los que dudaban que Saúl sería nuestro rey? ¡Queremos que nos los entreguen, para matarlos!»


13 Pero Saúl dijo:


«Nadie va a morir hoy, porque el Señor ha traído la salvación a Israel.»


14 Por su parte, Samuel dijo al pueblo:


«Vengan todos, vamos a Gilgal, para renovar el reino.»


15 Y todo el pueblo fue a Gilgal, y allí, ante el Señor, confirmaron a Saúl como rey. Luego ofrecieron al Señor sacrificios y ofrendas de paz, y Saúl y todo el pueblo de Israel hicieron fiesta.

Footnotes


1 Samuel 10:12 «¡Hoy día, cualquiera es profeta!» Lit. ¿Y quién es el padre de ellos?, pregunta que destaca la sorpresa y menosprecio de la gente ante lo que veían.


Juan 6:43-71

Reina Valera Contemporánea


43 Jesús les respondió: «No estén murmurando entre ustedes. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae. Y yo lo resucitaré en el día final. 45 En los profetas está escrito: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que ha oído al Padre, y ha aprendido de él, viene a mí. 46 No es que alguno haya visto al Padre, sino el que vino de Dios; éste sí ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Los padres de ustedes comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo.»


52 Los judíos discutían entre sí, y decían: «¿Y cómo puede éste darnos a comer su carne?» 53 Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del Hombre, y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. 57 Así como el Padre viviente me envió, y yo vivo por el Padre, así también el que me come también vivirá por mí. 58 Éste es el pan que descendió del cielo. No es como el pan que comieron los padres de ustedes, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.» 59 Jesús dijo estas cosas en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

Palabras de vida eterna


60 Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?» 61 Jesús, al darse cuenta de que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les dijo: «¿Esto les resulta escandaloso? 62 ¿Pues qué pasaría si vieran al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba? 63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de ustedes que no creen.» Y es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién lo entregaría, 65 así que dijo: «Por eso les he dicho que ninguno puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.»


66 A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él. 67 Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?» 68 Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído, y sabemos, que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» 70 Jesús les respondió: «¿Y acaso no los he escogido yo a ustedes doce, y uno de ustedes es un diablo?» 71 Y se refería Jesús a Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era uno de los doce, y era el que lo iba a entregar.

Salmos 107

Reina Valera Contemporánea

LIBRO V

Dios libra de la aflicción


107 ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno;

porque su misericordia es constante!

2

Que lo afirmen los redimidos por Dios,

los que salvó del poderoso enemigo,

3

los que reunió desde lejanas tierras,

Del oriente y del occidente,

Del norte y del sur.


4

Perdidos en el desierto, no hallaban un camino

que los llevara a una ciudad habitable.

5

Andaban hambrientos y sedientos,

con el alma a punto de desfallecer.

6

En su angustia, clamaron al Señor,

y él los libró de sus aflicciones,

7

los guió por un buen camino,

hasta encontrar una ciudad habitable.


8

¡Alabemos la misericordia del Señor

y sus grandes hechos en favor de los mortales!

9

El Señor sacia la sed del sediento,

y colma con buena comida al hambriento.


10

Algunos vivían en profunda oscuridad,

prisioneros de la aflicción y las cadenas,

11

pues fueron rebeldes a los mandatos de Dios

y despreciaron los proyectos del Altísimo.

12

Dios quebrantó su orgullo con trabajos pesados;

caían, y no había quien los levantara.

13

Pero en su angustia clamaron al Señor,

y él los salvó de toda su aflicción;

14

los sacó de la profunda oscuridad,

y puso fin a su aflicción y sus cadenas.


15

¡Alabemos la misericordia del Señor,

y sus grandes hechos en favor de los mortales!

16

Él destruye las puertas de bronce,

y despedaza los cerrojos de hierro.


17

Obstinados en su conducta rebelde,

y afligidos por causa de sus maldades,

18

llegaron a aborrecer toda clase de alimento;

¡ya tocaban a las puertas de la muerte!

19

Pero en su angustia clamaron al Señor,

Y él los libró de su aflicción.

20

Con el poder de su palabra los sanó,

y los libró de caer en el sepulcro.


21

¡Alabemos la misericordia del Señor,

y sus grandes hechos en favor de los mortales!

22

¡Ofrezcámosle sacrificios de gratitud,

y jubilosos proclamemos sus obras!


23

Los marinos, que conocen el mar,

con sus naves comercian en muchos lugares.

24

Allí, en lo profundo del mar,

han visto las maravillosas obras del Señor.

25

Él habló, y se desató un viento tempestuoso,

y gigantescas olas se encresparon.

26

Se levantaban hacia el cielo, o se hundían en el mar;

y ellos se desanimaban y temblaban de miedo.

27

Inseguros, daban traspiés, como ebrios;

¡de nada les servía toda su pericia!

28

Pero en su angustia clamaron al Señor,

Y él los libró de su aflicción:

29

convirtió la tempestad en bonanza,

y apaciguó las amenazantes olas.

30

Ante esa calma, sonrieron felices

porque él los lleva a puerto seguro.


31

¡Alabemos la misericordia del Señor,

y sus grandes hechos en favor de los mortales!

32

¡Que lo exalte el pueblo congregado!

¡Que lo alabe el consejo de ancianos!


33

El Señor convierte ríos y manantiales,

en sequedades y áridos desiertos;

34

por la maldad de sus habitantes

deja estéril la tierra generosa;

35

convierte el desierto en lagunas,

y la tierra seca en manantiales.

36

Allí se establecen los que sufren de hambre,

y fundan ciudades donde puedan vivir.

37

Luego siembran los campos, y plantan sus viñas,

y recogen abundantes cosechas.

38

Dios los bendice y les da muchos hijos,

y no deja que sus ganados se reduzcan.


39

Pero si disminuyen y son humillados,

es por causa de la opresión, la maldad y la congoja.

40

Pero el Señor desprecia a los tiranos,

y los hace perderse en desiertos sin camino.

41

El Señor rescata al pobre de su miseria,

y multiplica sus hijos como rebaños de ovejas.

42

Al ver esto, los fieles se alegran,

y los malvados guardan silencio.


43

Si hay alguien sabio, que cumpla con esto,

y que entienda que el Señor es misericordioso.

Proverbios 15:1-3

Reina Valera Contemporánea


15 La respuesta amable calma la ira;

la respuesta grosera aumenta el enojo.

2

La lengua sabia adorna el conocimiento;

la boca de los necios profiere tonterías.

3

Los ojos del Señor están en todas partes,

y observan a los malos y a los buenos.

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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