Tuesday, May 9, 2023

DAB Español, Miércoles 10 de Mayo

Día 130, DAB Español, Miércoles 10 de Mayo


1 Samuel 8:1-9:27; Juan 6:22-42; Salmos 106:32-48; Proverbios 14:34-35 (Reina Valera Contemporánea (RVC))








1 Samuel 8-9

Reina Valera Contemporánea

Israel pide rey


8 Cuando Samuel envejeció, nombró como caudillos a sus hijos para que guiaran al pueblo de Israel. 2 Su primogénito se llamaba Joel, y su segundo hijo se llamaba Abías. Los dos eran caudillos en Berseba, 3 pero no siguieron el ejemplo de su padre sino que se dejaron llevar por la avaricia, pues aceptaban sobornos y corrompieron la impartición de justicia. 4 Por eso todos los ancianos israelitas fueron a Ramá para hablar con Samuel, 5 y le dijeron:


«Es un hecho que tú ya eres viejo, y que tus hijos no siguen tu ejemplo. Por lo tanto, escógenos un rey, como lo tienen todas las naciones, para que nos gobierne.»


6 Pero a Samuel no le agradó esta propuesta de dar al pueblo un rey que lo gobernara; entonces oró al Señor, 7 y el Señor le dijo:


«Atiende todas las peticiones que te haga el pueblo. No te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos. 8 Están haciendo contigo lo que han hecho conmigo desde que los saqué de Egipto: me están dejando para ir y servir a otros dioses. 9 Tú, atiende sus peticiones, pero aclárales todos los inconvenientes, y muéstrales cómo los tratará quien llegue a ser su rey.»


10 Samuel comunicó al pueblo que pedía un rey todo lo que el Señor había dicho. 11 Les dijo:


«El rey que ustedes ahora piden les quitará a sus hijos para ponerlos como soldados en sus carros de guerra; unos serán jinetes de su caballería, e irán abriéndole paso a su carruaje; 12 a otros los pondrá al mando de mil soldados, y a otros al mando de cincuenta soldados; a otros los pondrá a labrar sus campos y a levantar sus cosechas, y a otros los pondrá a fabricar sus armas y los pertrechos de sus carros de guerra. 13 También les quitará a sus hijas, para convertirlas en perfumistas, cocineras y panaderas. 14 Además, les quitará sus mejores tierras, y sus viñedos y olivares, y todo eso se lo entregará a sus sirvientes. 15 Les quitará también la décima parte de sus granos y de sus viñedos para pagarles a sus oficiales y a sus sirvientes. 16 Les quitará a sus siervos y siervas, y sus mejores jóvenes, y sus asnos y bueyes, para que trabajen para él. 17 También les exigirá la décima parte de sus rebaños, y ustedes pasarán a ser sus sirvientes. 18 El día que ustedes elijan su rey, lo van a lamentar; pero el Señor no les responderá.»


19 El pueblo no le hizo caso a Samuel, sino que dijo:


«No será así. A como dé lugar, tendremos un rey. 20 Así seremos como todas las naciones. Y nuestro rey nos gobernará, y saldrá al frente de nosotros y presentará batalla por nosotros.»


21 Samuel oyó todo lo que decía el pueblo, y se lo hizo saber al Señor. 22 Y el Señor le respondió:


«Atiende su petición, y ponles un rey que los gobierne.»


Entonces Samuel les pidió a los israelitas que regresara cada uno a su ciudad.

Saúl, elegido rey


9 Había un benjaminita muy valiente que se llamaba Cis hijo de Abiel. Era descendiente en línea directa de Seror, Becorat y Afía. 2 Este hombre tenía un hijo que se llamaba Saúl, el cual era un joven muy bien parecido. Entre todos los jóvenes israelitas no había nadie más bien parecido que él; además, era más alto que cualquiera del pueblo.


3 Un día, se perdieron las asnas de Cis, su padre, así que éste le dijo a su hijo Saúl:


«Levántate y ve enseguida a buscar las asnas. Lleva contigo a uno de los criados.»


4 Saúl y su criado atravesaron los montes de Efraín y llegaron hasta el territorio de Salisa, pero no las encontraron. De allí siguieron a la tierra de Sagalín, y tampoco las hallaron. Fueron entonces a la tierra de Benjamín, y tampoco estaban allí. 5 Cuando llegaron a la tierra de Suf, Saúl le dijo al criado que lo acompañaba:


«Vamos a regresar. Tal vez ahora mi padre esté más preocupado por nosotros que por las asnas.»


6 Pero el criado le dijo:


«En esta ciudad hay un hombre de Dios, a quien todos respetan, pues todo lo que él anuncia sucede sin falta. Vamos a verlo; tal vez nos dé alguna pista en cuanto al propósito de nuestro viaje.»


7 Y Saúl le respondió:


«Está bien, vamos; pero ¿qué podemos ofrecerle? Ya no tenemos pan en nuestras alforjas. ¿Qué podemos llevarle a ese hombre de Dios?»


8 El criado respondió:


«Yo tengo un poco de plata, pero se la daré a ese hombre para que nos diga hacia dónde dirigirnos.»


9 Antiguamente, cualquiera en Israel que consultaba a Dios, decía: «Vamos a ver al vidente», porque así se le llamaba al que luego se llamó «profeta». 10 Así que Saúl le dijo a su criado:


«Bien dicho. Vamos, pues.»


Y se dirigieron a la ciudad en donde estaba el hombre de Dios. 11 Cuando subían por la cuesta de la ciudad, se encontraron con unas jóvenes que salían por agua, y les preguntaron:


«¿Vive aquí el vidente?»


12 Ellas les respondieron:


«Sí, pero más adelante. Dense prisa, porque hoy ha venido a la ciudad para acompañar al pueblo, que va a ofrecer sacrificios en el santuario que está en lo alto del cerro. 13 En cuanto entren en la ciudad lo van a ver, pero búsquenlo antes de que suba al santuario para el banquete, pues el pueblo no comerá hasta que él llegue, ya que es él quien bendice el sacrificio; después de eso, comen los invitados. Vayan ahora mismo, y lo hallarán.»


14 Ellos se dirigieron a la ciudad, y cuando llegaron al centro, Samuel ya venía hacia ellos y en dirección al santuario del cerro. 15 Pero el Señor ya había hablado con Samuel un día antes de que Saúl llegara. Le había dicho:


16 «Prepárate, porque mañana a esta misma te enviaré a un joven benjaminita. Vas a consagrarlo como rey de mi pueblo Israel, pues él lo va a salvar de los filisteos. El clamor de mi pueblo ha llegado a mis oídos, y yo he puesto en ellos mis ojos.»


17 En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo:


«Éste es el hombre de quien te hablé. Éste es el que va a gobernar a mi pueblo.»


18 En cuanto Saúl vio que Samuel entraba en la ciudad, se acercó a él y le dijo:


«Te ruego que me digas dónde vive el vidente.»


19 Y Samuel le respondió:


«Yo soy el vidente. Acompáñame al santuario allá arriba, y come hoy conmigo. Mañana, cuando te vayas, te diré todo lo que te está inquietando. 20 Yo sé que hace tres días se perdieron las asnas de tu padre, pero no te preocupes, porque ya las encontraron. Ahora dime: ¿Quién merece tener lo mejor que hay en Israel? Te lo voy a decir. Lo merecen tú y la familia de tu padre.»


21 Pero Saúl respondió:


«Yo soy descendiente de Benjamín, que es la más pequeña de las tribus de Israel. ¿Por qué me dices estas cosas?»


22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, y los llevó a la sala y les ofreció la cabecera de la mesa, aun cuando Samuel tenía treinta invitados más. 23 Luego le dijo al cocinero:


«Trae la porción de carne que te dije que apartaras.»


24 El cocinero llevó la espaldilla y todo lo que iba con ella, y la puso delante de Saúl. Entonces Samuel le dijo:


«Esto estaba reservado para ti. Sírvete y come, pues se reservó para tu visita que ya esperaba, aun cuando todo el pueblo también estaba invitado.»


Y Saúl comió aquel día con Samuel. 25 Y cuando bajaron del cerro, fueron a la ciudad y Samuel habló con Saúl en la azotea de la casa. 26 Al día siguiente, al despuntar el alba, Saúl estaba en la azotea; pero Samuel lo llamó y le dijo:


«Levántate, para que te despida.»


Saúl se levantó, y ambos salieron; 27 y cuando se dirigían al otro lado de la ciudad, Samuel le pidió a Saúl que ordenara al criado adelantarse. El criado se adelantó, y entonces Samuel le dijo a Saúl:


«Tengo un mensaje de Dios para ti.»

Juan 6:22-42

Reina Valera Contemporánea

La gente busca a Jesús


22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago vio que allí no había habido más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. 23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias, cerca del lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor. 24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, entraron en las barcas y fueron a Cafarnaún, para buscar a Jesús.

Jesús, el pan de vida


25 Cuando lo hallaron al otro lado del lago, le dijeron: «Rabí, ¿cuándo llegaste acá?» 26 Jesús les respondió: «De cierto, de cierto les digo que ustedes no me buscan por haber visto señales, sino porque comieron el pan y quedaron satisfechos. 27 Trabajen, pero no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a éste señaló Dios el Padre.» 28 Entonces le dijeron: «¿Y qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?» 29 Jesús les respondió: «Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.» 30 Le dijeron entonces: «Pero ¿qué señal haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué es lo que haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, tal y como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer.”» 32 Y Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo, que no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, sino que es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. 33 Y el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.» 34 Le dijeron: «Señor, danos siempre este pan.»


35 Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Pero yo les he dicho que, aunque me han visto, no creen. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no lo echo fuera. 38 Porque no he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y ésta es la voluntad del que me envió: Que de todo lo que él me dio, yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. 40 Y ésta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.»


41 Los judíos murmuraban acerca de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo.» 42 Y decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? Entonces ¿cómo puede decir: “Del cielo he descendido”?»

Salmos 106:32-48

Reina Valera Contemporánea


32

Junto a las aguas en Meriba irritaron al Señor,

y por culpa de ellos le fue mal a Moisés,

33

pues hicieron que su ánimo se exaltara,

y que hablara con precipitación.

34

No destruyeron a los pueblos

que el Señor les ordenó destruir,

35

sino que se mezclaron con ellos

y asimilaron sus malas costumbres;

36

rindieron culto a sus ídolos,

y eso los llevó a la ruina;

37

ofrecieron a sus hijos y a sus hijas

en sacrificio a esos demonios,

38

y así derramaron sangre inocente;

sangre que fue ofrecida a los dioses de Canaán,

sangre que dejó manchada la tierra.

39

Esos hechos los hicieron impuros,

pues actuaron como un pueblo infiel.


40

El Señor se enfureció contra su pueblo,

y sintió repugnancia por los que eran suyos.

41

Los dejó caer en manos de los paganos,

y fueron sometidos por quienes los odiaban.

42

Sus enemigos los oprimieron;

los sometieron bajo su poder.

43

Muchas veces el Señor los libró,

pero ellos optaron por ser rebeldes,

y por su maldad fueron humillados.


44

Al verlos Dios angustiados,

y al escuchar su clamor,

45

se acordaba de su pacto con ellos,

y por su gran misericordia los volvía a perdonar

46

y hacía que todos sus opresores

les tuvieran compasión.


47

Señor y Dios nuestro, ¡sálvanos!

¡haz que regresemos de entre las naciones

para que alabemos tu santo nombre,

y alegres te cantemos alabanzas!


48

¡Bendito seas Señor, Dios de Israel,

desde siempre y hasta siempre!

Que todo el pueblo diga: «¡Amén!»

¡Aleluya!

Proverbios 14:34-35

Reina Valera Contemporánea


34

Un pueblo justo es un gran pueblo,

pero el pecado deshonra a las naciones.

35

El rey es amable con el siervo inteligente,

pero se enoja con el que lo avergüenza.

Reina Valera Contemporánea (RVC)


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