Día 295, DAB Español, Martes 22 de Octubre
Jeremías 39:1-41:18; 2 Timoteo 1:1-18; Salmos 90-91; Proverbios 26:1-2 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Jeremías
39-41 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Datos sobre la caída de Jerusalén
39 El año noveno de Sedecías, rey de Judá, el mes
décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército a Jerusalén
y la sitió. 2 El año undécimo de Sedecías, el día noveno del mes cuarto,
abrieron brecha en las murallas de la ciudad. 3 Los generales del rey de
Babilonia, a saber, Nergal Saréser, príncipe de Sin Maguir, jefe de los magos,
y Nabusasbán, jefe de los eunucos, y el resto de los generales del rey de
Babilonia entraron y ocuparon la puerta principal de la ciudad. 4 Cuando
Sedecías, rey de Judá, y los soldados se apercibieron del hecho, aprovecharon
la noche para huir de la ciudad: atravesaron los jardines reales, por una
puerta entre las dos murallas, y se dirigieron hacia la zona desértica. 5 El
ejército caldeo los persiguió, y dio alcance a Sedecías en las estepas de
Jericó. Lo apresaron y lo condujeron a presencia de Nabucodonosor, rey de
Babilonia, que estaba en Ribla, en territorio de Jamat. Y allí mismo dictó
sentencia. 6 El rey de Babilonia mandó degollar en Ribla a los hijos de
Sedecías en presencia de este, y también hizo degollar a la gente principal de
Judá. 7 A Sedecías le sacó los ojos, lo encadenó y se lo llevó a Babilonia. 8
Los caldeos prendieron fuego al palacio real y a las viviendas de la ciudad, y
derribaron las murallas de Jerusalén. 9 Nabusardán, jefe de la guardia, se
llevó deportados a Babilonia a la gente que había quedado en la ciudad y a los
que se habían pasado a ellos. 10 A la gente pobre, carente de posesiones, los
dejó Nabusardán en Judá y les hizo donación de viñas y tierras. 11 Respecto a
Jeremías, Nabucodonosor, rey de Babilonia, había dado a Nabusardán, jefe de la
guardia, la siguiente orden:
12 — Preocúpate de él y no le hagas ningún daño. Y
pórtate con él como él mismo te diga.
13 Nabusardán, jefe de la guardia; Nabusasbán, jefe de
los eunucos; y Nergal Saréser, jefe de los magos, 14 mandaron traer a Jeremías
del patio de la guardia y se lo entregaron a Godolías, hijo de Ajicán y nieto
de Safán para que lo llevase a su casa y pudiese hacer vida normal. 15 Jeremías
había recibido la palabra del Señor estando detenido en el patio de la guardia.
Le había dicho:
16 — Di a Ebedmélec, el cusita: Así dice el Señor del
universo, Dios de Israel: Voy a hacer que se cumplan las palabras que pronuncié
contra esta ciudad, palabras de desgracia, que no de ventura; y ese día serás
testigo de su cumplimiento. 17 Pero a ti ese día te pondré a buen recaudo
—oráculo del Señor— y no serás entregado en manos de las personas que temes; 18
puedes estar seguro que te haré escapar: no caerás a espada, y tu vida será tu
botín, por haber confiado en mí —oráculo del Señor—.
Actividad política de Godolías
40 Palabra que recibió Jeremías de parte del Señor
después que Nabusardán, jefe de la guardia, lo hiciera venir de Ramá y se
hiciera cargo de él cuando iba encadenado con todos los cautivos de Jerusalén y
de Judá, que iban desterrados a Babilonia. 2 El jefe de la guardia hizo traer a
Jeremías y le dijo:
— El Señor, tu Dios, anunció la desgracia que ha
padecido este lugar. 3 El Señor la ha provocado y ejecutado, conforme predijo,
porque pecaron contra él y no le hicieron caso. Por eso les ha sucedido todo
esto. 4 Ahora voy a quitarte las cadenas de las manos. Si te parece bien venir
conmigo a Babilonia, puedes hacerlo; yo me ocuparé de ti. Ahora bien, si te
parece mal venir conmigo a Babilonia, puedes quedarte. Tienes ante ti todo el
país; puedes ir donde te guste o donde te parezca bien.
5 Al ver que Jeremías no se decidía, añadió:
— Regresa junto a Godolías, hijo de Ajicán y nieto de
Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado gobernador de las ciudades de
Judá. Quédate con él y haz vida normal entre tus paisanos; o vete donde te parezca
bien.
El jefe de la guardia le dio provisiones y regalos, y
lo dejó marchar. 6 Jeremías fue a Mispá, donde se encontraba Godolías, hijo de
Ajicán, y se quedó con él, haciendo vida normal entre la gente que había
quedado en el país. 7 Los oficiales del ejército de Judá que se habían
dispersado con sus tropas por los campos se enteraron que el rey de Babilonia
había nombrado gobernador del país a Godolías, hijo de Ajicán, y que había
puesto bajo su custodia a los hombres, mujeres, niños y gente pobre que no
habían sido deportados a Babilonia. 8 Entonces se trasladaron a Mispá, junto a
Godolías, los siguientes: Ismael, hijo de Natanías; Yojanán y Jonatán, hijos de
Caréaj; Seraías, hijo de Tanjumet; los hijos de Efaí, el netofatita; y
Jezanías, el maacatita; acudieron todos estos junto con sus hombres. 9
Godolías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, les hizo este juramento a ellos y a
sus hombres:
— No tengan miedo de someterse a los caldeos. Quédense
en el país, vivan sometidos al rey de Babilonia y les irá bien. 10 En cuanto a
mí, tengo que quedarme en Mispá a disposición de los caldeos que vengan a
nuestro país. Ustedes cosechen vino, fruta y aceite, hagan acopio de todo en
recipientes, y establézcanse en las ciudades que hayan ocupado.
11 Los judaítas que estaban en Moab, en Amón y en
Edom, o dispersos por otros países, se enteraron también de que el rey de
Babilonia había dejado un resto en Judá y de que había nombrado gobernador a
Godolías, hijo de Ajicán y nieto de Safán. 12 Los judaítas de todas las localidades
de la dispersión fueron a territorio de Judá, a Mispá, a entrevistarse con
Godolías. Y cosecharon gran cantidad de vino y fruta. 13 Yojanán, hijo de
Caréaj, junto con todos los oficiales que se habían dispersado por los campos,
fueron a Mispá, donde estaba Godolías 14 y le dijeron:
— ¿Te has enterado que Baalís, rey de los amonitas, ha
enviado a Ismael, hijo de Netanías, para matarte?
Pero Godolías, hijo de Ajicán, no quiso creerles. 15
Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, se entrevistó en secreto con Godolías en
Mispá y le dijo:
— He pensado ir yo mismo a matar a Ismael, hijo de
Netanías. Que nadie se entere. Si te quita la vida, todos los judaítas que se
han reunido en torno a ti se dispersarán, y desaparecerá el resto de Judá.
16 Godolías, hijo de Ajicán, respondió a Yojanán, hijo
de Caréaj:
— No hagas una cosa así. Lo que dices de Ismael es
falso.
Asesinato de Godolías
41 El mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías y nieto de
Elisamá, de estirpe real, vino con diez hombres a entrevistarse con Godolías,
hijo de Ajicán, en Mispá. Mientras comían juntos, 2 se levantó Ismael, hijo de
Netanías, con sus diez acompañantes, y apuñalaron a Godolías, hijo de Ajicán y
nieto de Safán, hasta matarlo. [Godolías había sido nombrado gobernador por el
rey de Babilonia]. 3 Ismael mató también a todos los judaítas que estaban con
Godolías en Mispá, así como a los soldados caldeos que se encontraban allí. 4
Al día siguiente del asesinato de Godolías, sin que nadie lo supiese aún, 5
llegaron ochenta hombres de Siquén, de Siló y de Samaría, con la barba rapada,
con la ropa desgarrada y con incisiones en el cuerpo. Llevaban consigo ofrendas
e incienso para ofrecerlos en el Templo del Señor. 6 Ismael, hijo de Netanías,
salió de Mispá a su encuentro; caminaba llorando. Al llegar donde ellos, les
dijo:
— Vengan a encontrarse con Godolías, hijo de Ajicán.
7 Cuando ya estuvieron dentro de la ciudad, Ismael los
degolló y los arrojó en la cisterna con la ayuda de los hombres que lo
acompañaban. 8 Había, además, otros diez hombres que dijeron a Ismael:
— No nos mates. Tenemos escondido en el campo trigo,
cebada, aceite y miel.
Ismael desistió de su plan y no los mató como a sus
compañeros. 9 La cisterna a la que Ismael había arrojado todos los cadáveres de
los hombres asesinados, una cisterna enorme, era la que había mandado excavar
el rey Asá para defenderse de Basá, rey de Israel. Ismael, hijo de Netanías, la
llenó de cadáveres. 10 Ismael capturó al resto de la población de Mispá y a las
princesas reales que Nabusardán, jefe de la guardia, había confiado a Godolías,
hijo de Ajicán. Tras hacerlos prisioneros, Ismael, hijo de Netanías, se puso en
marcha para cruzar hacia territorio amonita. 11 Yojanán, hijo de Caréaj, y
todos los oficiales que estaban con él se enteraron de la fechoría que había
cometido Ismael, hijo de Netanías. 12 Así que reunió a todos sus hombres y se
dispuso a luchar contra Ismael, hijo de Netanías. Lo encontraron junto a la
gran alberca de Gabaón. 13 Cuando la gente que Ismael llevaba prisionera vio a
Yojanán, hijo de Caréaj, y a todos sus oficiales, se alegró. 14 Toda la gente
que Ismael llevaba cautiva desde Mispá se dio la vuelta y se pasó a Yojanán,
hijo de Caréaj. 15 Pero Ismael, hijo de Netanías, escapó de Yojanán con un
grupo de ocho hombres y se dirigió a territorio amonita. 16 Yojanán, hijo de
Caréaj, y los oficiales que lo acompañaban se hicieron cargo del resto de gente
que Ismael, hijo de Netanías, se había llevado de Mispá tras dar muerte a
Godolías, hijo de Ajicán. Eran soldados, mujeres, niños y funcionarios, que
Yojanán hizo volver desde Gabaón. 17 La gente se puso en marcha e hicieron una
parada en el albergue de Quinhán, junto a Belén, con la intención de dirigirse
hacia Egipto, 18 pues tenían miedo a los caldeos por el hecho de que Ismael,
hijo de Netanías, había dado muerte a Godolías, hijo de Ajicán, a quien el rey
de Babilonia había nombrado gobernador.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
2
Timoteo 1 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Introducción (1,1-5)
Saludo
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios
para anunciar la promesa de vida que se nos ha hecho en Cristo Jesús, 2 a
Timoteo, hijo querido. Que Dios Padre y Cristo Jesús, Señor nuestro, te
concedan gracia, misericordia y paz.
Acción de gracias
3 Doy gracias a Dios a quien sirvo con una conciencia
limpia según me enseñaron mis progenitores, y te tengo siempre presente día y
noche en mis oraciones.
4 Aún recuerdo tus lágrimas [de despedida]. ¡Ojalá
pudiera verte de nuevo para llenarme de alegría 5 evocando tu sincera fe, esa
fe que tuvieron primero tu abuela Loida y tu madre Eunice, y que no dudo tienes
tú también!
I.— PRIMERA INVITACIÓN A LA FIDELIDAD (1,6—2,13)
Lealtad a Jesucristo
6 Por eso, te recuerdo el deber de reavivar el don que
Dios te otorgó cuando impuse mis manos sobre ti. 7 Porque no es un espíritu de
cobardía el que Dios nos otorgó, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros
mismos. 8 Así que no te avergüences de dar la cara por nuestro Señor y por mí,
su prisionero; al contrario, sostenido por la fuerza de Dios, sufre juntamente
conmigo por la propagación del mensaje evangélico. 9 Dios es quien nos ha
salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no porque lo merecieran
nuestras obras, sino porque tal ha sido su designio conforme al don que se nos
ha concedido por medio de Cristo Jesús antes que el tiempo existiera. 10 Un don
que ahora se ha hecho manifiesto por la aparición de Cristo Jesús, nuestro
Salvador, cuyo mensaje ha destruido la muerte y ha hecho brillar la luz de la
vida y de la inmortalidad. 11 De ese mensaje Dios me ha constituido pregonero,
apóstol y maestro. 12 Por su causa soporto todas estás penalidades. Pero no me
avergüenzo; sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que tiene
poder para proteger hasta el día del juicio la enseñanza que me ha confiado.
13 Toma como norma la auténtica enseñanza que me oíste
acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. 14 Y, con
la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros, guarda la hermosa enseñanza
que te ha sido confiada.
Conducta ejemplar de Onesíforo
15 Ya sabes que todos los de la provincia de Asia,
incluidos Figelo y Hermógenes, me han abandonado. 16 ¡Ojalá el Señor tenga
misericordia de Onesíforo y su familia, pues él fue muchas veces mi paño de
lágrimas y no sintió vergüenza al verme encarcelado! 17 Es más, apenas llegó a
Roma, me buscó con afán hasta encontrarme. 18 Y tú sabes mejor que nadie los
buenos servicios que me prestó en Éfeso; que el Señor le conceda su
misericordia el día del juicio.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
90-91 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 90 (89)
Desde siempre, para siempre eres Dios
90 Oración de Moisés, hombre de Dios.
Señor, durante generaciones
tú has sido nuestro refugio.
2 Antes que se formasen los montes
y la tierra y el orbe surgieran,
desde siempre y para siempre tú eres Dios.
3 Tú haces que el ser humano vuelva al polvo,
diciendo: ¡Regresen hijos de Adán!
4 Porque mil años son ante tus ojos
como un día, como un ayer que ya pasó,
como una vigilia en la noche.
5 Tú los arrastras al sueño de la muerte,
son como hierba que brota en la mañana:
6 por la mañana brota y florece,
por la tarde se agosta y se seca.
7 Con tu ira nos has consumido,
con tu furor nos aterras.
8 Ante ti has puesto nuestras culpas,
a la luz de tu faz nuestros secretos.
9 Nuestros días decaen bajo tu furia,
como un suspiro pasan nuestros años.
10 Setenta años dura nuestra vida,
durará ochenta si se es fuerte;
pero es su brío tarea inútil,
pues pronto pasa y desaparecemos.
11 ¿Quién conoce el poder de tu cólera?
Como tu furor, así es el respeto que inspiras.
12 Enséñanos a contar nuestros días
y tendremos así un corazón sabio.
13 Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
¡Apiádate de tus siervos!
14 Cólmanos de tu amor por la mañana,
para que cantemos alegres toda la vida.
15 Alégranos tanto como días nos afligiste,
como años conocimos el mal.
16 Que se muestre a tus siervos tu obra
y a tus hijos tu esplendor.
17 Que descienda sobre nosotros
la gracia del Señor, nuestro Dios.
Afianza la obra de nuestras manos;
sí, afianza la obra de nuestras manos.
Salmo 91 (90)
El Señor es tu refugio
91 Tú que habitas al amparo del Altísimo,
tú que vives al abrigo del Todopoderoso,
2 dí al Señor: “tú eres mi refugio,
mi baluarte, mi Dios en quien confío”.
3 Él te librará de la red del cazador
y de la peste asoladora;
4 con sus plumas te resguardará,
bajo sus alas te dará cobijo,
escudo y armadura será su lealtad.
5 No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que ondea de día,
6 ni la peste que surca la niebla,
ni la plaga que devasta a pleno día.
7 Que caigan mil a tu lado,
diez mil a tu diestra,
¡a ti no podrán alcanzarte!
8 Sólo con abrir los ojos
verás el escarmiento del malvado,
9 porque el Señor es tu refugio,
y has hecho del Altísimo tu amparo.
10 No vendrá sobre ti la desgracia,
ni mal alguno alcanzará tu tienda,
11 pues él ordenará a sus ángeles
protegerte en todas tus sendas.
12 Te llevarán en las palmas de sus manos
para que tu pie no tropiece en la piedra.
13 Caminarás sobre el león y la víbora,
pisarás al león y al dragón.
14 Voy a salvarlo pues se acogió a mí;
lo protegeré, pues me conoce.
15 Me llamará y le responderé,
estaré con él en la angustia,
lo libraré y lo engrandeceré;
16 le daré una larga vida,
le haré ver mi salvación.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios
26:1-2 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
26 Ni nieve al verano ni lluvia a la siega
ni honores al necio sientan bien.
2 Como gorrión o golondrina sin rumbo,
la maldición sin motivo no prospera.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
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