Friday, December 13, 2019

DAB Español, Sábado 14 de Diciembre

Día 348, DAB Español, Sábado 14 de Diciembre

Jonás 1:1-4:13; Apocalipsis 5:1-14; Salmos 133; Proverbios 29:26-27 (Reina Valera Contemporánea (RVC))






Jonás 1-4 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Jonás huye de Dios
1 La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay, y le dijo:

2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y predica contra ella, porque hasta mí ha llegado la maldad de sus habitantes.»

3 Y Jonás se levantó para irse a Tarsis y huir de la presencia del Señor. Descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis. Entonces pagó su pasaje y, para alejarse de la presencia del Señor, subió a bordo, dispuesto a irse con ellos a Tarsis.

4 Pero el Señor hizo que en el mar se levantara un fuerte viento, y se desató una tempestad tan grande que parecía que la nave se iba a partir. 5 Los marineros tenían mucho miedo, y cada uno de ellos clamaba a su dios. Entonces echaron al mar los enseres que había en la nave, para deshacerse de ellos. Jonás, en cambio, había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir. 6 Así que el patrón de la nave se le acercó y le dijo:

«¿Qué te pasa, dormilón? ¡Levántate, y clama a tu Dios! Tal vez tenga compasión de nosotros, y no pereceremos.»

7 Los marineros decían cada uno a sus compañeros:

«Vengan, echemos suertes para saber por culpa de quién nos ha sobrevenido este mal.»

Y echaron suertes, y la suerte recayó sobre Jonás. 8 Entonces ellos le dijeron:

«Dinos ahora por qué nos ha sobrevenido este mal. ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»

9 Y él les respondió:

«Soy hebreo, y temo al Señor, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.»

10 Aquellos hombres tuvieron mucho miedo, y le dijeron:

«¿Por qué has hecho esto?»

Y como sabían que Jonás huía de la presencia del Señor, pues él mismo se lo había dicho, 11 le dijeron:

«¿Qué haremos contigo para que el mar se calme?»

Y como el mar se iba embraveciendo más y más, 12 Jonás les respondió:

«Pues agárrenme y échenme al mar, y el mar se calmará. Yo sé bien que por mi culpa les ha sobrevenido esta gran tempestad.»

13 Aquellos hombres se esforzaron para llevar la nave a tierra, pero no pudieron porque el mar se iba embraveciendo más y más. 14 Entonces clamaron al Señor y dijeron:

«Señor, te rogamos que no nos dejes perecer por causa de este hombre, ni nos culpes de derramar sangre inocente, pues tú, Señor, haces lo que te parece mejor.»

15 Entonces tomaron a Jonás y lo arrojaron al mar, y la furia del mar se calmó. 16 Y aquellos hombres sintieron gran temor del Señor, y le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos. 17 Pero el Señor tenía preparado un gran pez, para que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.

Oración de Jonás
2 Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez, 2 y dijo:

«Señor, en mi angustia te invoqué, y tú me oíste.
Desde el fondo del abismo clamé a ti,
y tú escuchaste mi voz.
3 Me echaste a las profundidades del mar,
y las corrientes me rodearon;
¡todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí!
4 Entonces dije:
“Me has desechado delante de tus ojos,
pero todavía he de ver tu santo templo.”

5 Las aguas me rodearon hasta el cuello,
y el abismo me envolvió.
¡Las algas se enredaron en mi cabeza!
6 Bajé hasta los cimientos de los montes;
la tierra echó para siempre sus cerrojos sobre mí;
pero tú, mi Señor y Dios, rescataste mi vida del sepulcro.
7 Cuando dentro de mí desfallecía mi alma,
me acordé de ti, Señor,
Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.

8 Los que siguen vanidades ilusorias,
abandonan tu misericordia.
9 Pero yo, con voz de alabanza,
te ofreceré sacrificios y cumpliré mis promesas.
La salvación es tuya, Señor.»

10 Y el Señor ordenó al pez que vomitara a Jonás en tierra.

Nínive se arrepiente
3 La palabra del Señor vino a Jonás por segunda vez, y le dijo:

2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y proclama allí el mensaje que yo te daré.»

3 Jonás se levantó y, conforme a la palabra del Señor, fue a Nínive. Y era Nínive una ciudad grande en extremo, de tres días de camino. 4 Jonás comenzó a recorrer la ciudad, camino de un día, y en su predicación decía:

«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»

5 Todos los habitantes de Nínive creyeron a Dios y decretaron ayuno, y desde el mayor hasta el menor se vistieron de cilicio.

6 Cuando la noticia llegó hasta el rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de sus vestidos, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza; 7 luego ordenó que, por mandato suyo y de sus altos personajes, se proclamara en Nínive este decreto:

«Ningún hombre ni animal, ni tampoco ningún buey ni oveja, debe probar bocado ni alimento alguno, ni beber agua. 8 Al contrario, hombres y animales por igual deberán cubrirse de cilicio y clamar a Dios con todas sus fuerzas. Apártese cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. 9 ¿Quién sabe? Tal vez Dios se arrepienta y el ardor de su ira se calme, ¡y entonces no pereceremos!»

10 Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño que les había anunciado, y desistió de hacerlo.

El enojo de Jonás
4 Pero Jonás se quedó muy disgustado, y se enojó. 2 Entonces oró al Señor y le dijo:

«Y bien, Señor, ¿no es esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? ¡Por eso me apresuré a huir a Tarsis! ¡Ya sabía yo que tú eres un Dios clemente y piadoso, lento para la ira y grande en misericordia, y que te arrepientes del mal! 3 Yo te ruego, Señor, que me quites la vida. ¡Prefiero la muerte a la vida!»

4 Y el Señor le dijo:

«¿Te parece bien enojarte tanto?»

5 Entonces Jonás salió de la ciudad y acampó en la parte oriental de la ciudad; allí se hizo una enramada y se sentó bajo su sombra, esperando a ver lo que sucedería en la ciudad.

6 Dios, el Señor, preparó una enredadera para que creciera por encima de Jonás y le hiciera sombra sobre la cabeza, y le quitara el malestar. Jonás se alegró en gran manera por la enredadera. 7 Pero al día siguiente, al llegar el alba, Dios dispuso que un gusano dañara la enredadera, y ésta se marchitó. 8 Además, Dios dispuso que al salir el sol soplara un fuerte viento solano, y el sol le dio a Jonás en la cabeza. Éste casi se desmayaba, y hasta deseaba morirse. Decía: «Mejor me sería morir que seguir viviendo.»

9 Entonces Dios le dijo a Jonás:

«¿Tanto enojo te causa lo que le pasó a la enredadera?»

Y él respondió:

«Es tanto el enojo que me causa, ¡que hasta quisiera morirme!»

10 Y el Señor le dijo:

«Tú sientes lástima por la enredadera, por la cual no trabajaste, y a la cual no hiciste crecer; durante una noche creció, y a la noche siguiente dejó de existir. 11 ¿Y yo no habría de tener piedad de Nínive, esa gran ciudad con más de ciento veinte mil habitantes que no saben distinguir cuál es su mano derecha y cuál su mano izquierda, y donde hay muchos animales?»

Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Apocalipsis 5 Reina Valera Contemporánea (RVC)
El rollo y el Cordero
5 Vi entonces que el que estaba sentado en el trono tenía en la mano derecha un libro, el cual estaba escrito por dentro y por fuera. El libro estaba sellado con siete sellos. 2 Vi también a un ángel poderoso, que a gran voz proclamaba: «¿Quién es digno de abrir el libro y de quitarle los sellos?» 3 Pero no había nadie en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra, que pudiera abrir el libro, y ni siquiera mirarlo. 4 Yo lloraba mucho al ver que no había nadie digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5 Y uno de los ancianos me dijo: «No llores, pues el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido y puede abrir el libro y quitarle sus siete sellos.»

6 En ese momento vi un Cordero en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos. Estaba de pie, y parecía haber sido inmolado. Tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete espíritus que Dios ha enviado por toda la tierra. 7 El Cordero se acercó al que estaba sentado en el trono, y de su mano derecha tomó el libro. 8 Tan pronto como lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Todos llevaban arpas, y también copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos, 9 y entonaban un cántico nuevo, que decía:

«Digno eres de tomar el libro
y de abrir sus sellos,
porque fuiste inmolado.
Con tu sangre redimiste para Dios
gente de toda raza, lengua, pueblo y nación,
10 y para nuestro Dios los hiciste
reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra.»

11 Miré entonces, y alrededor del trono oí la voz de muchos ángeles, y de los seres vivientes y de los ancianos. Eran una multitud incontable; ¡miríadas y miríadas de ellos! 12 A grandes voces decían:

«Digno es el Cordero inmolado
de recibir el poder y las riquezas,
la sabiduría y la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza.»

13 Entonces oí que todo lo creado en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían:

«Al que está sentado en el trono,
y al Cordero,
sean dadas la alabanza, la honra,
la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.»

14 Los cuatro seres vivientes decían: «Amén.» Y los veinticuatro ancianos se inclinaron y adoraron.

Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos 133 Reina Valera Contemporánea (RVC)
El amor fraternal
Cántico gradual. De David.
133 ¡Qué bueno es, y qué agradable,
que los hermanos convivan en armonía!
2 Es como el buen perfume
que resbala por la cabeza de Aarón,
y llega hasta su barba
y hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío del monte Hermón,
que cae sobre los montes de Sión.
Allí el Señor ha decretado para su pueblo
bendición y vida para siempre.

Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Proverbios 29:26-27 Reina Valera Contemporánea (RVC)
26 Muchos buscan el favor del gobernante,
pero la sentencia de cada uno viene del Señor.
27 Para los justos, los malvados son repugnantes;
para los malvados, los repugnantes son los justos.

Reina Valera Contemporánea (RVC)
Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas

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