Daniel 2:24-3:30; 1 Pedro 4:7-5:14; Salmos 119:81-96; Proverbios 28:15-16 (Nueva Versión Internacional (NVI))
Daniel 2:24-3:30 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Daniel
interpreta el sueño del rey
24
Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey le había dado la orden de
ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo:
—No
mates a los sabios babilonios. Llévame ante el rey, y le interpretaré el sueño
que tuvo.
25
Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la presencia del rey, y le dijo:
—Entre
los exiliados de Judá he hallado a alguien que puede interpretar el sueño de Su
Majestad.
26
El rey le preguntó a Daniel, a quien los babilonios le habían puesto por nombre
Beltsasar:
—¿Puedes
decirme lo que vi en mi sueño, y darme su interpretación?
27
A esto Daniel respondió:
—No
hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarle a Su
Majestad el misterio que le preocupa. 28 Pero hay un Dios en el cielo que
revela los misterios. Ese Dios le ha mostrado a usted lo que tendrá lugar en
los días venideros. Estos son el sueño y las visiones que pasaron por la mente
de Su Majestad mientras dormía: 29 Allí, en su cama, Su Majestad dirigió sus
pensamientos a las cosas por venir, y el que revela los misterios le mostró lo
que está por suceder. 30 Por lo que a mí toca, este misterio me ha sido
revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la humanidad, sino para
que Su Majestad llegue a conocer su interpretación y entienda lo que pasaba por
su mente.
31
»En su sueño Su Majestad veía una estatua enorme, de tamaño impresionante y de
aspecto horrible. 32 La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los
brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de bronce, 33 y las piernas
eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies, en tanto que la otra mitad
era de barro cocido. 34 De pronto, y mientras Su Majestad contemplaba la
estatua, una roca que nadie desprendió vino y golpeó los pies de hierro y barro
de la estatua, y los hizo pedazos. 35 Con ellos se hicieron añicos el hierro y
el barro, junto con el bronce, la plata y el oro. La estatua se hizo polvo,
como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El viento barrió con
la estatua, y no quedó ni rastro de ella. En cambio, la roca que dio contra la
estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la tierra.
36
»Este fue el sueño que tuvo Su Majestad, y este es su significado: 37 Su
Majestad es rey entre los reyes; el Dios del cielo le ha dado el reino, el
poder, la majestad y la gloria. 38 Además, ha puesto en manos de Su Majestad a
la humanidad entera, a las bestias del campo y a las aves del cielo. No importa
dónde vivan, Dios ha hecho de Su Majestad el gobernante de todos ellos. ¡Su
Majestad es la cabeza de oro!
39
»Después de Su Majestad surgirá otro reino de menor importancia. Luego vendrá
un tercer reino, que será de bronce, y dominará sobre toda la tierra. 40
Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y así como el hierro
todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará polvo a los otros
reinos.
41
»Su Majestad veía que los pies y los dedos de la estatua eran mitad hierro y
mitad barro cocido. El hierro y el barro, que Su Majestad vio mezclados,
significan que este será un reino dividido, aunque tendrá la fuerza del hierro.
42 Y, como los dedos eran también mitad hierro y mitad barro, este reino será
medianamente fuerte y medianamente débil. 43 Su Majestad vio mezclados el
hierro y el barro, dos elementos que no pueden fundirse entre sí. De igual
manera, el pueblo será una mezcla que no podrá mantenerse unida.
44
»En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás
será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y
hará pedazos a todos estos reinos. 45 Tal es el sentido del sueño donde la roca
se desprendía de una montaña; roca que, sin la intervención de nadie, hizo
añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y al oro. El gran Dios le ha
mostrado a Su Majestad lo que tendrá lugar en el futuro. El sueño es verdadero,
y esta interpretación, digna de confianza».
46
Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y le rindió pleitesía,
ordenó que se le presentara una ofrenda e incienso, 47 y le dijo:
—¡Tu
Dios es el Dios de dioses y el Soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los
misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso!
48
Luego el rey puso a Daniel en un puesto prominente y lo colmó de regalos, lo
nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe de todos sus sabios.
49 Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a Sadrac, Mesac y Abednego
administradores de la provincia de Babilonia. Daniel, por su parte, permaneció
en la corte real.
El
horno en llamas
3
El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de veintisiete metros de
alto por dos metros y medio[a] de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos
de Dura, en la provincia de Babilonia. 2 Luego les ordenó a los sátrapas,
prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás
oficiales de las provincias que asistieran a la dedicación de la estatua que
había mandado erigir. 3 Para celebrar tal dedicación, los sátrapas, prefectos,
gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás oficiales de
las provincias se reunieron ante la estatua. 4 Entonces los heraldos
proclamaron a voz en cuello: «A ustedes, pueblos, naciones y gente de toda
lengua, se les ordena lo siguiente: 5 Tan pronto como escuchen la música de
trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos
musicales, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor ha mandado erigir. 6 Todo el que no se incline ante ella ni la
adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas».
7
Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos
instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua,
se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había
mandado erigir. 8 Pero algunos astrólogos se presentaron ante el rey y acusaron
a los judíos:
9
—¡Que viva Su Majestad por siempre! —exclamaron—. 10 Usted ha emitido un
decreto ordenando que todo el que oiga la música de trompetas, flautas,
cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos musicales se incline ante
la estatua de oro y la adore. 11 También ha ordenado que todo el que no se
incline ante la estatua ni la adore sea arrojado a un horno en llamas. 12 Pero
hay algunos judíos, a quienes Su Majestad ha puesto al frente de la provincia
de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los dioses de Su Majestad
ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de Sadrac, Mesac y Abednego.
13
Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar. Cuando los jóvenes se presentaron
ante el rey, 14 Nabucodonosor les dijo:
—Ustedes
tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran a la estatua de oro que
he mandado erigir? 15 En cuanto escuchen la música de los instrumentos
musicales, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y
que la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en
llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis manos!
16
Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a Nabucodonosor:
—¡No
hace falta que nos defendamos ante Su Majestad! 17 Si se nos arroja al horno en
llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su
Majestad. 18 Pero, aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa usted que no
honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.
19
Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego, Nabucodonosor se puso muy
furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó entonces que se calentara el
horno siete veces más de lo normal, 20 y que algunos de los soldados más
fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y los arrojaran al horno en
llamas. 21 Fue así como los arrojaron al horno con sus mantos, sandalias,
turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos. 22 Tan inmediata fue
la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las llamas alcanzaron y
mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego, 23 los cuales,
atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en llamas.
24
En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus
consejeros:
—¿Acaso
no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?
—Así
es, Su Majestad —le respondieron.
25
—¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y
sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios![b]
26
Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó:
—Sadrac,
Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salgan de allí, y vengan acá!
Cuando
los tres jóvenes salieron del horno, 27 los sátrapas, prefectos, gobernadores y
consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no
les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había
chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo!
28
Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de estos jóvenes, que
envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden
real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera
el suyo. 29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera que hable en
contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea reducida a
cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que hable. ¡No hay
otro dios que pueda salvar de esta manera!»
30
Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y Abednego a un alto puesto en
la provincia de Babilonia.
Footnotes:
3:1 veintisiete metros … dos metros y
medio. Lit. sesenta codos … seis codos.
3:25 dios. Lit. hijo de dioses.
Nueva
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1 Pedro 4:7-5:14 Nueva Versión
Internacional (NVI)
7
Ya se acerca el fin de todas las cosas. Así que, para orar bien, manténganse
sobrios y con la mente despejada. 8 Sobre todo, ámense los unos a los otros
profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados. 9 Practiquen la
hospitalidad entre ustedes sin quejarse. 10 Cada uno ponga al servicio de los
demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en
sus diversas formas. 11 El que habla, hágalo como quien expresa las palabras
mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder
de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la
gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Sufriendo
por seguir a Cristo
12
Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando,
como si fuera algo insólito. 13 Al contrario, alégrense de tener parte en los
sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se
revele la gloria de Cristo. 14 Dichosos ustedes si los insultan por causa del
nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes. 15
Que ninguno tenga que sufrir por asesino, ladrón o delincuente, ni siquiera por
entrometido. 16 Pero, si alguien sufre por ser cristiano, que no se avergüence,
sino que alabe a Dios por llevar el nombre de Cristo. 17 Porque es tiempo de
que el juicio comience por la familia de Dios; y, si comienza por nosotros,
¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!
18
«Si
el justo a duras penas se salva,
¿qué será del impío y del pecador?»[a]
19
Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios, entréguense a su fiel
creador y sigan practicando el bien.
Exhortación
a los ancianos y a los jóvenes
5
A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo
de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de
revelar, les ruego esto: 2 cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su
cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir,
como Dios quiere. 3 No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean
ejemplos para el rebaño. 4 Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes
recibirán la inmarcesible corona de gloria.
5
Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en
su trato mutuo, porque
«Dios
se opone a los orgullosos,
pero da gracia a los humildes».[b]
6
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su
debido tiempo. 7 Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
8
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda
como león rugiente, buscando a quién devorar. 9 Resístanlo, manteniéndose
firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la
misma clase de sufrimientos.
10
Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios
de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los
hará fuertes, firmes y estables. 11 A él sea el poder por los siglos de los
siglos. Amén.
Saludos
finales
12
Con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano fiel, les he escrito
brevemente, para animarlos y confirmarles que esta es la verdadera gracia de
Dios. Manténganse firmes en ella.
13
Saludos de parte de la comunidad que está en Babilonia, escogida como ustedes,
y también de mi hijo Marcos. 14 Salúdense los unos a los otros con un beso de
amor fraternal.
Paz
a todos ustedes que están en Cristo.
Footnotes:
4:18 Pr 11:31
5:5 Pr 3:34
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Salmos 119:81-96 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Caf
81
Esperando
tu salvación se me va la vida.
En tu palabra he puesto mi esperanza.
82
Mis
ojos se consumen esperando tu promesa,
y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»
83
Parezco
un odre ennegrecido por el humo,
pero no me olvido de tus decretos.
84
¿Cuánto
más vivirá este siervo tuyo?
¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?
85
Me
han cavado trampas los insolentes,
los que no viven conforme a tu ley.
86
Todos
tus mandamientos son fidedignos;
¡ayúdame!, pues falsos son mis
perseguidores.
87
Por
poco me borran de la tierra,
pero yo no abandono tus preceptos.
88
Por
tu gran amor, dame vida
y cumpliré tus estatutos.
Lámed
89
Tu
palabra, Señor, es eterna,
y está firme en los cielos.
90
Tu
fidelidad permanece para siempre;
estableciste la tierra, y quedó firme.
91
Todo
subsiste hoy, conforme a tus decretos,
porque todo está a tu servicio.
92
Si
tu ley no fuera mi regocijo,
la aflicción habría acabado conmigo.
93
Jamás
me olvidaré de tus preceptos,
pues con ellos me has dado vida.
94
¡Sálvame,
pues te pertenezco
y escudriño tus preceptos!
95
Los
impíos me acechan para destruirme,
pero yo me esfuerzo por entender tus
estatutos.
96
He
visto que aun la perfección tiene sus límites;
¡solo tus mandamientos son infinitos!
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Proverbios 28:15-16 Nueva Versión
Internacional (NVI)
15
Un
león rugiente, un oso hambriento,
es el gobernante malvado que oprime a los
pobres.
16
El
gobernante falto de juicio es terrible opresor;
el que odia las riquezas prolonga su vida.
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