Ezequiel 10:1-11:25; Hebreos 6:1-20; Salmos 105:16-36; Proverbios 27:1-2 (Nueva Biblia Viva (NBV))
Ezequiel 10-11 Nueva Biblia Viva (NBV)
La
gloria del Señor abandona el templo
10
Repentinamente un trono hecho de hermosos zafiros azules apareció en el cielo
encima de las cabezas de los seres alados, también llamados querubines.
2
Entonces el Señor habló al hombre vestido de lino y le dijo: «Ve entre las
ruedas que giran debajo de los querubines y toma un puñado de brasas encendidas
y espárcelas sobre la ciudad». Él lo hizo así, mientras yo observaba.
3
Los querubines estaban parados al sur del templo cuando el hombre entró. Y una
nube esplendorosa llenó el atrio interior.
4
Luego la magnífica presencia del Señor se alzó desde los querubines, donde
estaba asentada, y se trasladó a la puerta del templo. El templo estaba lleno
de la magnífica presencia, que se veía como una nube, y el atrio del templo se
llenó también del esplendor de la magnífica presencia del Señor. 5 Y el sonido
de las alas de los querubines era como la voz del Dios Todopoderoso cuando
habla, y podía oírse con claridad hasta en el atrio exterior.
6
Cuando el Señor le mandó al hombre vestido de lino que fuera entre los
querubines y tomara algunas brasas encendidas de entre las ruedas, el hombre
entró y se paró al lado de una de estas ruedas. 7-8 Entonces uno de los
querubines extendió su mano (pues cada querubín tenía, debajo de sus alas, lo
que se parecían a manos humanas) y tomó algunas brasas encendidas de las llamas
de entre las ruedas y las puso en las manos del hombre vestido de lino, quien
las tomó y salió.
9-13
Cada uno de los cuatro querubines tenía una rueda junto a él, Las Ruedas que
Giran, como las oí llamar, pues cada una tenía una segunda rueda cruzada
adentro, resplandeciente como el crisolito, con un color verde amarillo. Debido
a la construcción de estas ruedas, los querubines podían ir hacia adelante en
cada una de las cuatro direcciones; no se volvían atrás cuando cambiaban de
dirección puesto que podían desplazarse a cualquiera de las cuatro direcciones
a las que sus caras miraban. Cada una de las cuatro ruedas estaba cubierta de
ojos, ¡incluyendo las llantas y los rayos! 14 Cada uno de los cuatro querubines
tenía caras diferentes: la primera era la de un buey; la segunda, la de un
hombre; la tercera, la de un león; y la cuarta, la de un águila.
15-16
Estos eran los mismos seres que yo había visto al lado del río Quebar, y cuando
se alzaban en el aire las ruedas subían con ellos, y permanecían junto a ellos
al volar. 17 Cuando los querubines se paraban, también lo hacían las ruedas,
pues el espíritu de los querubines estaba en las ruedas.
18
Luego la presencia magnífica del Señor se elevó de la puerta principal del templo
y se puso encima de los querubines. 19 Y al estar yo observando, los querubines
volaron con sus ruedas junto a ellos a la puerta oriental del templo. Y la
presencia magnífica del Dios de Israel estaba sobre ellos.
20
Estos eran los seres vivientes que yo había visto debajo del Dios de Israel al
lado del río Quebar. Yo sabía que eran los mismos, 21 pues cada uno tenía
cuatro caras y cuatro alas, y con lo que parecían manos humanas debajo de sus
alas. 22 Sus caras también eran idénticas a las que yo había visto al lado del
río, y viajaban desplazándose hacia adelante, tal como lo hacían los otros.
Juicio
contra los líderes de Israel
11
Luego el Espíritu me alzó de nuevo y me llevó a la entrada oriental del templo,
donde vi a veinticinco de los hombres más prominentes de la ciudad, incluyendo
a dos funcionarios, Jazanías, hijo de Azur, y Palatías, hijo de Benaías. 2 El
Espíritu me dijo: «Hombre mortal, estos son los hombres responsables de tanta
maldad por todo el consejo perverso que se está dando en esta ciudad, pues
ellos dicen al pueblo: 3 “Ahora es el tiempo de reconstruir Jerusalén, pues
nuestra ciudad es tan segura como un escudo de hierro y nos protegerá de todo
mal”. 4 Por lo tanto, hombre mortal, profetiza contra ellos con voz fuerte y
clara».
5
Luego el Espíritu del Señor vino sobre mí y me mandó que dijera: «El Señor dice
al pueblo de Israel: “¿Es eso lo que ustedes están diciendo? Sí, yo sé que lo
están haciendo, pues yo conozco todo lo que piensan, cada pensamiento que viene
a sus mentes. 6 Ustedes han asesinado sin parar y han llenado sus calles con
los muertos de su violencia.
7
»”Por lo tanto el Señor dice: ¿Ustedes piensan que esta ciudad es tan segura
como un escudo de hierro? ¡Pues no lo es, no los protegerá! Sus muertos estarán
tendidos adentro, pero ustedes serán arrastrados afuera y ahí los matarán. 8 Yo
los expondré a la guerra que tanto han temido, dice Dios el Señor, 9 y los
tomaré de Jerusalén y los entregaré a extranjeros que ejecutarán mis juicios
contra ustedes. 10 Serán muertos por todo el camino hacia las fronteras de
Israel, y entonces comprenderán que yo soy el Señor. 11 ¡No, esta ciudad no
será como un escudo de hierro para ustedes, y no estarán seguros dentro de
ella! ¡Yo los perseguiré aun hasta las fronteras de Israel! 12 Y comprenderán
que yo soy el Señor, al que ustedes no han querido obedecer, sino que ustedes
han preferido imitar a las naciones a su alrededor”».
13
Mientras aún estaba hablando y contándoles esto, Palatías, hijo de Benaías,
murió de repente. Luego me eché con el rostro hasta el suelo y clamé: «¡Oh
Señor Dios!, ¿has de matar a todos en Israel?».
14
De nuevo me vino un mensaje del Señor:
15
«Hombre mortal, el remanente que queda en Jerusalén está diciendo de tus
hermanos que están exiliados: “Ha sido a consecuencia de que eran tan malvados
que el Señor los exilió. Ahora el Señor nos ha dado sus tierras a nosotros”. 16
Pero diles a los exiliados que el Señor Dios dice: “Aunque los he esparcido
entre las naciones del mundo, sin embargo, yo seré un santuario para ustedes
por el tiempo que estén allí, 17 y algún día los juntaré de entre las naciones
donde están esparcidos y les haré volver de nuevo a la tierra de Israel. 18 Y
cuando vuelvan, quitarán todo rastro de toda esta horrible idolatría que está practicándose
en la actualidad. 19 Les daré un solo corazón y un espíritu nuevo; quitaré sus
corazones duros como si fueran de piedra y les daré corazones tiernos llenos de
amor hacia Dios 20 para que puedan seguir con gusto mis instrucciones y ser mi
pueblo, y yo seré su Dios. 21 Pero en cuanto a los que están ahora en
Jerusalén, esos que anhelan los ídolos, yo les pagaré en pleno por sus malas
conductas, dice el Señor Dios”».
La
gloria del Señor abandona Jerusalén
22
Los querubines desplegaron sus alas y se alzaron en el aire con sus ruedas
junto a ellos, y la magnífica presencia del Dios de Israel estaba sobre ellos.
23 Luego la presencia magnífica del Señor se alzó de encima de la ciudad y se
puso sobre la montaña al oriente.
24
Después el Espíritu de Dios me llevó de vuelta a Babilonia, a los judíos que
estaban exiliados allí. Y así concluyó la visión de mi visita a Jerusalén. 25 Y
les conté a los exiliados todo lo que el Señor me había mostrado.
Nueva
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Hebreos 6 Nueva Biblia Viva (NBV)
6
Así que, sigamos adelante a otras cosas y, como adultos, dejemos a un lado las
primeras enseñanzas acerca de Cristo. No repitamos otra vez las primeras
lecciones sobre cómo volvernos a Dios, sobre las acciones que llevan a la
muerte, sobre la fe en Dios. 2 Dejemos ya lo que se refiere al bautismo, la
imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. 3 Si
Dios lo permite, esto es lo que haremos.
4
A los que en alguna ocasión han entendido el evangelio, han gustado las cosas
del cielo, han participado del Espíritu Santo, 5 han saboreado la Palabra de
Dios y los poderes del mundo venidero, 6 y caen de nuevo, es imposible que se
les haga volver a Dios. Sería como crucificar de nuevo al Hijo de Dios y
exponerlo a la burla pública.
7
Si sobre un terreno llueve mucho y proporciona una buena cosecha a sus
propietarios, aquel terreno recibe bendición de Dios. 8 Pero si lo único que
produce es espinos y abrojos, resulta ser un mal terreno y se le condena al
fuego.
9
En cuanto a ustedes, amados hermanos, aunque les hemos hablado en estos
términos, estamos seguros de cosas mejores con respecto a su salvación. 10 Dios
no es injusto. ¿Cómo podría él olvidar el ardor con que ustedes han trabajado o
el amor que le han demostrado y le siguen demostrando al ayudar a los del
pueblo santo? 11 Pero anhelamos que cada uno siga con el mismo entusiasmo hasta
el fin, para que puedan obtener lo que esperan. 12 No se vuelvan perezosos,
sino sigan el ejemplo de los que por fe y con paciencia heredan las promesas de
Dios.
La
certeza de la promesa de Dios
13
En la promesa que Dios hizo a Abraham, Dios juró por sí mismo, ya que no había
nombre mayor por el cual jurar. Y dijo:
14
«En verdad te bendeciré abundantemente y te multiplicaré en gran manera».
15
Abraham esperó con paciencia hasta que un día Dios cumplió su promesa.
16
Cuando una persona jura, lo hace apelando a alguien superior a ella misma. Un
juramento pone fin a cualquier controversia.
17
Dios se ató a un juramento para que los herederos de la promesa estuvieran
absolutamente seguros de su cumplimiento, y que supieran que nada cambiaría el
juramento.
18
De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que es imposible que Dios
mienta, recibimos un gran consuelo los que ahora acudimos a él en busca de su
protección y confiados en la esperanza que nos ha dado.
19
Esta esperanza es como un ancla firme y segura para nuestra alma y penetra
hasta la presencia misma de Dios. 20 Allí Cristo entró por nosotros como
precursor, convertido ya en sumo sacerdote eterno, de la misma clase de
Melquisedec.
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Salmos 105:16-36 Nueva Biblia Viva
(NBV)
16
Hizo venir el hambre sobre la tierra de Canaán, cortando su fuente de alimento.
17 Luego, envió delante de ellos a José, al que vendieron como esclavo a
Egipto. 18 Allá en la cárcel le sujetaron los pies con grilletes y le pusieron
la cabeza en cepo de hierro, 19 hasta que llegó el tiempo de que se cumpliera
lo que él predijo y el Señor probó el carácter de José. ¡Cómo le probó Dios su
paciencia! 20 Entonces el faraón lo mandó llamar y lo puso en libertad, el
gobernante de la nación abrió las puertas de su prisión. 21 Pusieron a su cargo
todo lo que le pertenecía al faraón, él mandaba sobre todas las cosas que eran
del faraón. 22 Él podía instruir a su antojo a los ayudantes del rey, y enseñar
a sus consejeros.
23
Y luego Israel llegó a Egipto y vivió allí, como un extranjero, en la tierra de
Cam. 24 El Señor hizo que su pueblo se multiplicara; lo hizo más numeroso que
sus enemigos. 25 En esas circunstancias, Dios enemistó a los egipcios contra
los israelitas; y conspiraron en contra de los siervos del Señor.
26
Pero Dios envió a su siervo Moisés, junto con Aarón, a quien había escogido; 27
ellos hicieron señales maravillosas entre los egipcios, y milagros en la tierra
de Cam. 28 El Señor envió tinieblas, y la tierra se oscureció, pero ellos no
atendieron a sus palabras. 29 Convirtió en sangre sus aguas y causó la muerte
de sus peces. 30 Todo Egipto se infestó de ranas; ¡hasta las habitaciones del
rey! 31 Cuando él habló, moscas y mosquitos cubrieron como nubes a Egipto de un
extremo al otro. 32 En vez de lluvia envió mortal granizo, y los rayos
sobrecogieron a la nación. 33 Sus viñas y sus higueras se arruinaron; todos los
árboles quedaron despedazados. 34 Dio una orden y millares de langostas
acudieron, ¡muchísimos saltamontes! 35 Devoraron toda la vegetación y
destruyeron todas las cosechas. 36 Luego mató al hijo mayor de cada familia egipcia:
el orgullo y alegría de cada familia.
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Proverbios 27:1-2 Nueva Biblia Viva
(NBV)
27
No presumas del día de mañana porque no sabes lo que el día traerá.
2
Deja que sean otros los que te alaben; no te alabes tú mismo.
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