Friday, October 29, 2021

DAB Español, Sábado 30 de Octubre

Día 303, DAB Español, Sábado 30 de Octubre

Lamentaciones 2:20-3:66; Hebreos 1:1-14; Salmos 102; Proverbios 26:21-22 (Reina Valera Contemporánea (RVC))









Lamentaciones 2:20-3:66

Reina Valera Contemporánea

 

20

Ponte a pensar, Señor:

¿A quién has tratado así?

¿Acaso han de comerse las madres

a sus hijos, fruto de sus entrañas?

¿Acaso dentro de tu santuario

han de asesinar a sacerdotes y profetas?

 

21

En las calles, por los suelos,

yacen cuerpos de niños y viejos;

mis doncellas y mis jóvenes

han muerto a filo de espada.

¡En el día de tu furor

mataste y degollaste sin misericordia!

 

22

De todas partes convocaste al terror,

como si convocaras a una fiesta.

En el día de tu furor,

nadie, Señor, pudo escapar con vida.

A los hijos que tuve y mantuve,

el enemigo los aniquiló.

La misericordia de Dios es constante

 

3 Yo soy aquel que ha visto la aflicción

bajo el látigo de su enojo.

2

Me ha llevado por un sendero

no de luz sino de tinieblas.

3

A todas horas vuelve y revuelve

su mano contra mí.

 

4

Ha hecho envejecer mi carne y mi piel;

me ha despedazado los huesos.

5

Ha levantado en torno mío

un muro de amargura y de trabajo.

6

Me ha dejado en las tinieblas,

como a los que murieron hace tiempo.

 

7

Por todos lados me asedia y no puedo escapar;

¡muy pesadas son mis cadenas!

8

Grito pidiéndole ayuda,

pero él no atiende mi oración.

9

Ha cercado con piedras mis caminos;

me ha cerrado el paso.

 

10

Como un oso en acecho,

como león agazapado,

11

me desgarró por completo

y me obligó a cambiar de rumbo.

12

Tensó su arco y me puso

como blanco de sus flechas.

 

13

Me clavó en las entrañas

las saetas de su aljaba.

14

Todo el tiempo soy para mi pueblo

motivo de burla.

15

¡Me ha llenado de amargura!

¡Me ha embriagado de ajenjo!

 

16

Me ha roto los dientes,

me ha cubierto de ceniza;

17

Ya no sé lo que es tener paz

ni lo que es disfrutar del bien,

18

y concluyo: «Fuerzas ya no tengo,

ni esperanza en el Señor.»

 

19

Tan amargo como la hiel es pensar

en mi aflicción y mi tristeza,

20

y lo traigo a la memoria

porque mi alma está del todo abatida;

21

pero en mi corazón recapacito,

y eso me devuelve la esperanza.

 

22

Por la misericordia del Señor

no hemos sido consumidos;

¡nunca su misericordia se ha agotado!

23

¡Grande es su fidelidad,

y cada mañana se renueva!

24

Por eso digo con toda el alma:

«¡El Señor es mi herencia, y en él confío!»

 

25

Es bueno el Señor con quienes le buscan,

con quienes en él esperan.

26

Es bueno esperar en silencio

que el Señor venga a salvarnos.

27

Es bueno que llevemos el yugo

desde nuestra juventud.

 

28

Dios nos lo ha impuesto.

Así que callemos y confiemos.

29

Hundamos la cara en el polvo.

Tal vez aún haya esperanza.

30

Demos la otra mejilla a quien nos hiera.

¡Cubrámonos de afrentas!

 

31

El Señor no nos abandonará para siempre;

32

nos aflige, pero en su gran bondad

también nos compadece.

33

No es la voluntad del Señor

afligirnos ni entristecernos.

 

34

Hay quienes oprimen a todos

los encarcelados de la tierra,

35

y tuercen los derechos humanos

en presencia del Altísimo,

36

y aun trastornan las causas que defienden.

Pero el Señor no lo aprueba.

 

37

¿Quién puede decir que algo sucede

sin que el Señor lo ordene?

38

¿Acaso lo malo y lo bueno no proviene

de la boca del Altísimo?

39

¿Cómo podemos quejarnos,

si sufrimos por nuestros pecados?

 

40

Examinemos nuestra conducta;

busquemos al Señor y volvámonos a él.

41

Elevemos al Dios de los cielos

nuestras manos y nuestros corazones.

42

Hemos sido rebeldes y desleales,

y tú no nos perdonaste.

 

43

Lleno de ira, no nos perdonaste;

¡nos perseguiste y nos mataste!

44

Te envolviste en una nube

para no escuchar nuestros ruegos.

45

Entre los paganos hiciste de nosotros

motivo de vergüenza y de rechazo.

 

46

Todos nuestros enemigos nos tuercen la boca;

47

son para nosotros una trampa,

¡son motivo de temor, destrucción y quebranto!

48

¡Los ojos se me llenan de llanto

al ver el desastre de mi ciudad amada!

 

49

Mis ojos no dejan de llorar,

pues ya no hay remedio,

50

a menos que desde los cielos

el Señor se digne mirarnos.

51

Me llena de tristeza ver el sufrimiento

de las mujeres de mi ciudad.

 

52

Mis enemigos me acosaron sin motivo,

como si persiguieran a un ave;

53

me ataron y me arrojaron en un pozo,

y sobre mí pusieron una piedra;

54

las aguas me llegaron hasta el cuello,

y llegué a darme por muerto.

 

55

Desde el fondo de la cárcel

invoqué, Señor, tu nombre,

56

y tú oíste mi voz; no cerraste tus oídos

al clamor de mis suspiros;

57

el día que te invoqué, viniste a mí

y me dijiste: «No tengas miedo.»

 

58

Tú, Señor, me defendiste;

me salvaste la vida.

59

Tú, Señor, viste mi agravio

y viniste en mi defensa;

60

te diste cuenta de que ellos

sólo pensaban en vengarse de mí.

 

61

Tú, Señor, sabes cómo me ofenden,

cómo hacen planes contra mí;

62

sabes que mis enemigos

a todas horas piensan hacerme daño;

63

¡en todo lo que hacen

soy el tema de sus burlas!

 

64

¡Dales, Señor, el pago que merecen sus acciones!

65

¡Déjalos en manos de su obstinación!

¡Que tu maldición caiga sobre ellos!

66

En tu furor, Señor, ¡persíguelos!

¡Haz que desaparezcan de este mundo!

Hebreos 1

Reina Valera Contemporánea

Dios ha hablado por su Hijo

 

1 Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas, 2 en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo. 3 Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la derecha de la Majestad, en las alturas, 4 y ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha recibido un nombre más sublime que el de ellos.

El Hijo es superior a los ángeles

 

5 Porque jamás dijo Dios a ninguno de sus ángeles:

 

«Tú eres mi Hijo.

Yo te he engendrado hoy.»

 

Ni tampoco:

 

«Yo seré su Padre,

y él será mi hijo.»

 

6 Además, cuando Dios introduce al Primogénito en el mundo, dice:

 

«Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»

 

7 Acerca de los ángeles, dice:

 

«Él hace que sus ángeles sean como vientos,

y sus ministros como llamas de fuego.»

 

8 Pero del Hijo dice:

 

«Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;

el cetro de tu reino es un cetro de justicia.

9

Amas la justicia, y odias la maldad.

Por eso te ungió Dios, tu Dios,

con óleo de alegría más que a tus compañeros.»

 

10 Y también dice:

 

«Señor, tú fundaste la tierra en el principio,

Y los cielos son obra de tus manos.

11

Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre.

Todos ellos se desgastarán como un vestido;

12

los enrollarás como un manto, y quedarán cambiados;

pero tú eres el mismo,

Y tus años no tendrán fin.»

 

13 Dios jamás le dijo a ninguno de los ángeles:

 

«Siéntate a mi derecha

hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies.»

 

14 ¿Y acaso no son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir a quienes serán los herederos de la salvación?

Salmos 102

Reina Valera Contemporánea

Oración de un afligido

Oración de alguien que sufre y que, en su angustia, expone su queja en presencia del Señor.

 

102 Señor, escucha mi oración;

¡deja que mi queja llegue a tus oídos!

2

No te alejes de mí cuando me veas angustiado;

inclina a mí tu oído,

¡respóndeme pronto cuando te invoque!

 

3

Mi vida se va desvaneciendo, como el humo;

mis huesos se deshacen, como tizón quemado.

4

Débil está mi corazón, y seco cual la hierba;

¡hasta me he olvidado de comer!

5

Tanto he llorado

que los huesos se me pegan a la carne.

6

Soy como los pelícanos del desierto;

¡soy como los búhos de las soledades!

7

Ya no duermo, y hasta me siento

como un pájaro solitario sobre el tejado.

8

Todos los días me insultan mis enemigos;

se confabulan y hacen planes contra mí.

9

El pan que como, me sabe a ceniza;

lo que bebo, se mezcla con mis lágrimas.

10

¡Y es porque estás enojado conmigo!

¡Primero me elevas, y luego me dejas caer!

11

Mi vida se diluye como una sombra;

¡me voy secando como la hierba!

 

12

Pero tú, Señor, permaneces para siempre,

y todas las generaciones te recordarán.

13

Te levantarás y tendrás misericordia de Sión,

porque ya se ha cumplido su tiempo;

¡ya es hora de que le tengas misericordia!

14

Tus siervos aman cada una de sus piedras;

ven sus ruinas, y se compadecen de ella.

 

15

Señor, las naciones honrarán tu nombre;

los reyes de la tierra reconocerán tu gloria,

16

porque tú, Señor, reconstruirás a Sión,

y en su esplendor serás reconocido.

17

Tendrás en cuenta la oración de los pobres,

y no dejarás de escuchar sus ruegos.

18

Esto, Señor, quedará escrito para los pueblos futuros,

¡para que las generaciones del mañana te alaben!

 

19

Desde su alto santuario, el Señor observa;

desde los cielos, el Señor contempla la tierra

20

para oír el clamor de los cautivos

y dar libertad a los sentenciados a muerte;

21

para que en Sión se anuncie el nombre del Señor,

¡para que en Jerusalén se proclame su alabanza!

22

Entonces todas las naciones y todos los reinos

vendrán y se unirán para servir al Señor.

 

23

En mi camino, el Señor me retiró su apoyo;

¡me recortó los días de mi vida!

24

Pero yo le supliqué:

«Dios mío, tú vives por todas las generaciones:

¡no me reduzcas la mitad de mi vida!

25

Tú fundaste la tierra desde el principio,

y con tus propias manos formaste los cielos.

26

Un día, ellos serán destruidos;

envejecerán, como vestidos usados,

y tú los cambiarás por otros;

¡Pero tú permanecerás!

27

¡Tú seguirás siendo el mismo,

y tus años nunca tendrán fin!

28

Los hijos de tus siervos vivirán tranquilos,

y sus descendientes se afirmarán en tu presencia.

Proverbios 26:21-22

Reina Valera Contemporánea

 

21

Para hacer brasas, el carbón;

para encender el fuego, la leña;

para encender los ánimos, el pendenciero.

 

22

Los chismes son deliciosos bocados,

que penetran hasta lo más profundo.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

 

Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas

 

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