Thursday, October 28, 2021

DAB Español, Viernes 29 de Octubre

Día 302, DAB Español, Viernes 29 de Octubre

Lamentaciones 1:1-2:19; Filemón 1:1-25; Salmos 101; Proverbios 26:20 (Reina Valera Contemporánea (RVC))









Lamentaciones 1:1-2:19

Reina Valera Contemporánea

Jerusalén lamenta su caída

 

1 ¡Cuán solitaria ha quedado la otrora ciudad populosa!

¡Cual viuda ha quedado la capital de las naciones!

¡La princesa de las provincias es ahora tributaria!

 

2

Por las noches, amargas lágrimas corren por sus mejillas.

Ni uno solo de sus amantes viene a consolarla.

Sus amigos le fallaron; ¡se volvieron sus enemigos!

 

3

Presa de la aflicción y de cruel esclavitud,

Judá marcha al cautiverio;

ahora habita entre las naciones

sin hallar descanso alguno.

La acosan sus perseguidores,

la ponen en aprietos.

 

4

De luto están los caminos de Sión.

Ya nadie asiste a las fiestas.

Todas sus puertas están derribadas.

Sus sacerdotes lloran.

Amargada está Sión,

y afligidas sus doncellas.

 

5

Sus enconados enemigos son ahora grandes magnates.

¡El Señor la afligió por sus muchas rebeliones,

y sus jóvenes marchan ahora al cautiverio,

arreados por el enemigo!

 

6

La sin par belleza de Sión se ha esfumado;

sus príncipes andan como ciervos en busca de pastos;

fuerzas no tienen para oponerse a sus perseguidores.

 

7

Jerusalén recuerda su aflicción y sus rebeliones;

recuerda tantas cosas agradables

de que gozó en los tiempos antiguos;

recuerda cuando cayó ante el enemigo

y nadie vino en ayuda de su pueblo;

recuerda cómo la miraban sus enemigos

y se burlaban de su caída.

 

8

Pero Jerusalén pecó. ¡Por eso ha sido rechazada!

Al verla desnuda, la desprecian

quienes antes la admiraban;

y ella, sollozante, corre a esconderse.

 

9

Cubierta está de inmundicia.

No tuvo en cuenta su futuro.

Ha caído a lo más bajo,

y en su desconsuelo exclama:

«¡Mira, Señor, mi aflicción!

¡Mira cómo se regodean mis enemigos!»

 

10

El enemigo se ha adueñado de todos sus tesoros.

Jerusalén ha visto a los paganos irrumpir en su santuario,

aun cuando prohibiste que esa gente entrara en tu congregación.

 

11

Entre sollozos, sus habitantes buscan algo qué comer;

cambian por comida sus objetos más preciados

para lograr volver a la vida.

«¡Mírame, Señor!

¡Toma en cuenta mi desconsuelo!»

 

12

Ustedes, que van por el camino,

¿esto no los conmueve?

¡Consideren si hay dolor

que se compare con el mío!

¡La ira del Señor se encendió

y me envió este sufrimiento!

 

13

Envió un fuego desde lo alto

que me consumió los huesos;

tendió una red a mi paso

y me hizo retroceder;

me dejó en completa ruina,

y sufro a todas horas.

 

14

El Señor mismo me ha atado

al yugo de mis rebeliones;

me ha puesto en el cuello ataduras

que acaban con mis fuerzas;

me ha dejado en manos de enemigos

que no puedo vencer.

 

15

El Señor ha pisoteado en mis calles

a todos mis hombres fuertes;

ha convocado tropas para derrotar a mis valientes;

¡ha prensado a la virginal Judá

como si prensara uvas!

 

16

Ésta es la causa de mis lágrimas.

El llanto brota de mis ojos,

pues no tengo a nadie que me consuele;

¡no tengo a nadie que me reanime!

¡Mis hijos han sido derrotados!

¡El enemigo nos venció!

 

17

Sión tiende las manos suplicante,

y no hay quien la consuele;

el Señor hizo que los vecinos de Jacob

se volvieran sus enemigos;

¡Jerusalén les resulta algo repugnante!

 

18

Pero el Señor es justo.

¡Yo me rebelé contra su palabra!

¡Oigan esto, pueblos todos,

y consideren mi dolor!

¡Mis doncellas y mis jóvenes

fueron llevados al cautiverio!

 

19

Pedí ayuda a mis amantes, pero ellos me fallaron;

en la ciudad, mis sacerdotes y mis ancianos perecieron;

buscaban comida para volver a la vida.

 

20

¡Mírame, Señor, atribulada

y con gran angustia interna!

El corazón me da vuelcos

por causa de mi gran rebeldía.

Allá afuera, hace estragos la espada;

aquí adentro, predomina la muerte.

 

21

Me oyen sollozar,

pero no hay quien me consuele;

Saben mis enemigos de mi mal,

y se alegran de lo que me haces.

¡Envía ya el día que tienes anunciado,

y que les vaya como a mí!

 

22

¡Hazlos comparecer ante ti por toda su maldad,

y trátalos como a mí por todas mis rebeliones!

¡Demasiadas son mis lágrimas!

¡Tengo deshecho el corazón!

El castigo de Sión

 

2 El Señor, en su furor,

hundió a Sión en profunda oscuridad.

Derribó del cielo la hermosura de Israel;

la hizo caer por tierra;

en el día de su furor

no se acordó del estrado de sus pies.

 

2

El Señor destruyó, y no perdonó;

destruyó, en su furor,

todas las tiendas de Jacob;

derribó las fortalezas de la capital de Judá;

humilló al rey y a sus príncipes.

 

3

En el ardor de su ira,

puso fin al poderío de Israel;

le retiró su apoyo cuando se enfrentó al enemigo;

se encendió en Jacob un fuego que todo lo devoró.

 

4

Cual enemigo, cual adversario,

el Señor tensó su arco;

afirmó su diestra y destruyó todo lo bello;

¡en las calles de la hermosa Sión

cundió su enojo como fuego!

 

5

El Señor se volvió nuestro enemigo

y destruyó a Israel;

destruyó todos sus palacios,

derribó sus fortalezas,

y aumentó la tristeza y el lamento de Judá.

 

6

Como quien deshace la enramada de un huerto,

dejó en ruinas la sede principal de sus festividades;

en Sión, el Señor echó al olvido

las fiestas y los días de reposo;

en el ardor de su ira

desechó al rey y al sacerdote.

 

7

El Señor rechazó su altar,

menospreció su santuario;

dejó caer en manos del enemigo

los muros de sus palacios;

en el templo del Señor éstos vociferan

como si fuera un día de fiesta.

 

8

El Señor decidió destruir las murallas

de la bella ciudad de Sión;

con el nivel en la mano,

no desistió de su plan de destrucción;

entre lamentos, el muro y el antemuro

fueron juntamente destruidos.

 

9

Las puertas se vinieron abajo

cuando el Señor destruyó sus cerrojos;

esparcidos entre los paganos

se hallan su rey y sus príncipes;

ya no hay ley, ni los profetas reciben visiones del Señor.

 

10

En la bella Sión, los ancianos se sientan en el suelo;

en silencio y vestidos de luto

se echan polvo sobre la cabeza.

En Jerusalén, las doncellas

inclinan humilladas la cabeza.

 

11

Mis ojos se inundan en lágrimas,

mis entrañas se conmueven;

mi ánimo rueda por los suelos

al ver destruida a mi amada ciudad,

¡al ver que los niños de pecho

desfallecen por sus calles!

 

12

A sus madres les preguntan por el trigo y por el vino;

se desploman por las calles, como heridos de muerte,

y en el regazo de sus madres lanzan el último suspiro.

 

13

¿Qué te puedo decir, bella Jerusalén?

¿A quién puedo compararte?

¿Comparada con quién podría yo consolarte,

virginal ciudad de Sión?

¡Grande como el mar es tu desgracia!

¿Quién podrá sanarte?

 

14

Tus profetas te hablaron de visiones falsas e ilusorias;

tu cautiverio pudo haberse impedido,

pero no te señalaron tu pecado;

más bien, te engañaron con visiones sin sentido.

 

15

Al verte, todos los viandantes aplaudían;

silbaban y movían con sorna la cabeza,

y decían de la ciudad de Jerusalén:

«¿Y ésta es la ciudad de hermosura perfecta,

la que alegraba a toda la tierra?»

 

16

Todos tus enemigos abrieron la boca contra ti;

rechinando los dientes, decían con sorna:

«¡Acabemos con ella!

¡Éste es el día esperado!

¡Nos ha tocado verlo y vivirlo!»

 

17

El Señor ha llevado a cabo

lo que había decidido hacer.

Ha cumplido lo que hace mucho tiempo

había decidido hacer.

Destruyó, y no perdonó;

hizo que el enemigo se burlara de ti.

¡El Señor enalteció el poder de tus adversarios!

 

18

Tus habitantes demandaban la ayuda del Señor.

¡Que tus lágrimas, bella Sión,

corran día y noche como arroyo!

¡No reprimas el llanto de tus ojos!

 

19

Por la noche, al comenzar las guardias,

¡levántate y grita!

¡Vierte tu corazón, como un torrente,

en la presencia del Señor!

¡Levanta hacia él las manos

y ruega por la vida de tus pequeños,

que desfallecen de hambre

en las esquinas de las calles!

Filemón

Reina Valera Contemporánea

Saludo

 

1 Yo, Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, 2 a la amada hermana Apia, a Arquipo, nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: 3 Reciban ustedes gracia y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

El amor y la fe de Filemón

 

4 Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de ti en mis oraciones, 5 porque me he enterado del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; 6 y pido que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en ustedes por Cristo Jesús. 7 Hermano, tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti han sido reconfortados los corazones de los santos.

Pablo intercede por Onésimo

 

8 Por eso, y aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, 9 más bien te ruego por amor. Yo, Pablo, que ya soy anciano, y además prisionero de Jesucristo, 10 te ruego por mi hijo Onésimo,[a] que es el fruto de mis prisiones. 11 En otro tiempo, él te resultaba inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí. 12 Ahora vuelvo a enviártelo, y te pido recibirlo como si me recibieras a mí mismo. 13 Yo quisiera retenerlo conmigo, para que me sirviera en mis prisiones por el evangelio, en lugar tuyo; 14 pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que tu favor no te resulte una imposición, sino que sea un acto voluntario.

 

15 Tal vez para esto se apartó de ti por algún tiempo; para que lo recibieras para siempre, 16 no ya como a un esclavo, sino como a alguien más que un esclavo, como a un hermano amado, de manera especial para mí, pero más aún para ti, tanto en la carne como en el Señor. 17 Así que, si me consideras tu compañero, recíbelo como si fuera yo mismo. 18 Y si algún daño te causó, o si te debe algo, ponlo a mi cuenta. 19 Yo, Pablo, escribo esto de mi puño y letra; yo te lo pagaré; por no decir que tú mismo estás en deuda conmigo. 20 Así es, hermano; permíteme sacar algún provecho de ti en el Señor; reconforta mi corazón en el Señor.

 

21 Te he escrito porque confío en tu obediencia, y porque sé que harás aun más de lo que te pido. 22 Prepárame también alojamiento, pues espero que por las oraciones de ustedes se les concederá verme.

Salutaciones y bendición final

 

23 Te saludan Epafras, que es mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, 24 y mis colaboradores Marcos, Aristarco, Demas y Lucas.

 

25 Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.

Footnotes

 

    Filemón 1:10 Este nombre significa útil (v. 11) o provechoso (v. 20).

 

Salmos 101

Reina Valera Contemporánea

Promesa de vivir rectamente

Salmo de David.

 

101 Alabaré tu misericordia y tu justicia;

cantaré, Señor, salmos a tu nombre.

2

Quiero entender tus perfectas enseñanzas.

¿Cuándo vendrás a mi encuentro?

Así me conduciré con rectitud en mi hogar,

3

y no pondré los ojos en la injusticia.

 

Odio a los que actúan de manera torcida;

no permito que ninguno de ellos se acerque a mí.

4

Mantengo alejados a los de intenciones perversas;

no tengo nada que ver con los malvados.

 

5

Destruiré al que con malicia deshonre a su prójimo;

no toleraré a los de mirada altanera y vanidosa.

6

Me fijaré en los que son fieles, y conmigo vivirán;

sólo me servirán los que vayan por el buen camino.

7

No habitará en mi casa quien cometa fraudes,

ni se presentará ante mí ningún mentiroso.

8

Por las mañanas borraré del país a todos los impíos,

y expulsaré de la ciudad del Señor a todos los malvados.

Proverbios 26:20

Reina Valera Contemporánea

 

20

Sin leña se apaga el fuego,

y sin chismosos se acaba el pleito.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

 

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