Friday, July 1, 2022

DAB Español, Sábado 02 de Julio

Día 183, DAB Español, Sábado 02 de Julio


2 Reyes  20:1-22:3; Hechos 21:18-36; Salmos 150; Proverbios 18:9-10 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









2 Reyes 20:1-22:3

La Palabra (Hispanoamérica)

Enfermedad y curación de Ezequías (Is 38,1-8)

20 Por aquel tiempo enfermó gravemente Ezequías. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:

— Esto dice el Señor: “Pon en orden tus asuntos, pues vas a morir; no te curarás”.

2 Ezequías se volvió cara a la pared y oró con estas palabras al Señor:

3 — ¡Ay, Señor! recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada.

Y rompió a llorar a lágrima viva. 4 Antes de que Isaías hubiese salido del patio, le llegó este mensaje del Señor:

5 — Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: “Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del Señor. 6 Voy a alargar tu vida otros quince años; libraré a ti y a esta ciudad de caer en poder del rey de Asiria, y la defenderé por mi honor y el de David, mi servidor”.

7 Luego Isaías ordenó:

— Tráiganme una torta de higos.

Se la llevaron, la aplicaron sobre la parte enferma y Ezequías sanó. 8 Entonces Ezequías preguntó a Isaías:

— ¿Cuál será la señal de que el Señor me curará y de que en tres días podré ir al Templo?

9 Isaías le respondió:

— Esta será la señal de que el Señor cumplirá la promesa que te ha hecho. ¿Qué prefieres, que la sombra avance diez grados o que retroceda otros tantos?

10 Ezequías dijo:

— Lo normal es que la sombra avance. Prefiero que retroceda diez grados.

11 Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de sol de Ajaz.

Embajada babilónica (2 Cr 32,30.32-33)

12 Por entonces el rey de Babilonia, Merodac Baladán, hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que estaba enfermo. 13 Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y todo lo que había en sus depósitos. Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su palacio y de todos sus dominios.

14 Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:

— ¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido?

Ezequías respondió:

— Han venido de Babilonia, un país lejano.

15 Isaías preguntó de nuevo:

— ¿Y qué han visto en tu palacio?

Ezequías le dijo:

— Todo lo que hay en palacio. No ha quedado nada de mis tesoros por enseñarles.

16 Entonces Isaías le dijo:

— Escucha este mensaje del Señor: 17 “Llegará un día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor. 18 Incluso a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.”

19 Ezequías dijo:

— Me parece bien la palabra del Señor que me has anunciado.

Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz y seguridad.

Conclusión del reinado de Ezequías (2 Cr 32,30.32-33)

20 El resto de la historia de Ezequías y todas sus hazañas, la alberca y el canal que hizo para llevar las aguas a la ciudad, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 21 Cuando Ezequías murió, su hijo Manasés le sucedió como rey.

Reinados de Manasés y de Amón (21,1-26)

Manasés de Judá (698-643) (2 Cr 33,1-9.18.20)

21 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jefsibá. 2 Manasés ofendió al Señor imitando las perversiones de los pueblos que el Señor había expulsado ante los israelitas. 3 Reconstruyó los santuarios de los altos que su padre Ezequías había destruido, levantó altares a Baal, erigió una columna como la de Ajab, el rey de Israel, y adoró y dio culto a todos los astros del cielo. 4 Construyó altares en el Templo del que el Señor había dicho: “En Jerusalén se invocará mi nombre”. 5 Levantó altares a todos los astros del cielo en los dos patios del Templo. 6 Quemó a su hijo en sacrificio, practicó el espiritismo y la brujería, instituyó nigromantes y adivinos y ofendió tanto al Señor, que provocó su indignación. 7 Hizo una estatua de Asera y la colocó en el Templo sobre el que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: “En este Templo y en Jerusalén, mi ciudad elegida entre todas las tribus de Israel, residirá mi nombre por siempre. 8 No volveré a dejar que Israel ande errante, lejos de la tierra que di a sus antepasados, con tal que cumplan y se comporten conforme a todo lo que les he mandado, y conforme a la ley que les dio Moisés, mi servidor”. 9 Pero no hicieron caso, y Manasés los indujo a portarse peor que las naciones que el Señor había aniquilado ante los israelitas.

10 Entonces el Señor les habló por medio de sus servidores, los profetas, diciendo:

11 — Puesto que Manasés, el rey de Judá, ha cometido tales perversiones y se ha portado peor que los amorreos que lo precedieron, haciendo pecar a Judá con sus ídolos, 12 así dice el Señor, Dios de Israel: “Voy a descargar tal castigo sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que lo oiga le retumbarán los oídos. 13 Mediré a Jerusalén con la vara de Samaría, con el nivel de la dinastía de Ajab; y lavaré a Jerusalén como se lava un plato y luego se pone boca abajo”. 14 Abandonaré al resto de mi heredad y los entregaré como despojos y botín en poder de sus enemigos, 15 porque me han ofendido y han provocado mi indignación desde que sus antepasados salieron de Egipto hasta hoy.

16 Además, Manasés derramó tanta sangre inocente que llegó a inundar Jerusalén por todos lados; y esto, sin contar los pecados que hizo cometer a Judá, ofendiendo al Señor.

17 El resto de la historia de Manasés, todo lo que hizo y los pecados que cometió, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 18 Cuando Manasés murió fue enterrado en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá, y su hijo Amón le sucedió como rey.

Amón de Judá (643-640) (2 Cr 33,21-22a.24-25)

19 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante dos años. Su madre se llamaba Mesulémet y era hija de Jarús, natural de Jotbá. 20 Amón ofendió al Señor como su padre Manasés 21 y siguió en todo las huellas de su padre: dio culto a los ídolos y los adoró, como había hecho su padre. 22 Abandonó al Señor, Dios de sus antepasados, y no siguió sus caminos. 23 Sus servidores conspiraron contra el rey y lo asesinaron en su palacio. 24 Pero el pueblo mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón y en su lugar nombraron rey a su hijo Josías. 25 El resto de la historia de Amón, todo cuanto hizo, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 26 Lo enterraron en su sepultura, en el jardín de Uzá y su hijo Josías le sucedió como rey.

La reforma de Josías (22,1—23,30)

Josías de Judá (640-609) (2 Cr 34,1-2)

22 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá y era hija de Adaías, natural de Boscat. 2 Actuó correctamente ante el Señor y siguió siempre las huellas de su antepasado David, sin desviarse lo más mínimo.

El Libro de la Ley (2 Cr 34,8-11.15-28)

3 En el año décimo octavo del reinado de Josías, el rey envió al Templo al secretario Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, con este mensaje:

Hechos 21:18-36

La Palabra (Hispanoamérica)

18 Al día siguiente fuimos con Pablo a visitar a Santiago. Asistieron a la reunión todos los dirigentes. 19 Pablo los saludó y a continuación les refirió detalladamente todo lo que Dios había llevado a cabo entre los no judíos por su ministerio. 20 Ellos alabaron a Dios al oír esto, pero al mismo tiempo dijeron a Pablo:

— Como ves, hermano, millares de judíos son ahora creyentes. Y todos siguen siendo fieles observantes de la ley. 21 Por otra parte, les han informado que tú induces a todos los judíos residentes en el extranjero a abandonar la ley de Moisés y que les aconsejas que no circunciden a sus hijos ni observen nuestras tradiciones. 22 ¿Qué hacer en tal situación? Porque, sin duda, se enterarán de que has llegado. 23 Lo mejor es que sigas este consejo que te damos. Están con nosotros cuatro hombres obligados aún a cumplir una promesa. 24 Llévalos contigo, participa con ellos en el ritual de la purificación y paga lo que les cueste raparse la cabeza. Todos sabrán así que los rumores que circulan acerca de ti carecen de fundamento, y que tú mismo observas y cumples fielmente la ley. 25 En lo concerniente a los no judíos que han abrazado la fe, en su día les comunicamos por escrito nuestra decisión, a saber, que se abstengan de comer carne ofrecida a los ídolos o procedente de animales ahogados, y que se abstengan también de alimentarse de sangre y de cometer cualquier clase de inmoralidad sexual.

26 Tomó, pues, Pablo consigo a aquellos hombres, y al siguiente día inició con ellos la ceremonia de la purificación. Después entró en el Templo para fijar la fecha en que, una vez terminado el período de la purificación, debía ofrecerse un sacrificio por cada uno de ellos.

Detención de Pablo en el Templo

27 A punto de cumplirse los siete días, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo y, amotinando a la gente, se abalanzaron sobre él 28 mientras gritaban:

— ¡Israelitas, ayúdennos! ¡Este es el individuo que va por todas partes difamando nuestra nación, nuestra ley y este sagrado recinto! Por si fuera poco, ha introducido extranjeros en el Templo, profanando así este santo lugar.

29 Es que habían visto antes a Pablo andar por la ciudad en compañía de Trófimo, de Éfeso, y suponían que también lo había llevado al Templo. 30 La ciudad entera se alborotó; y la gente acudió en masa. Agarraron a Pablo, lo sacaron fuera del Templo y cerraron sus puertas inmediatamente. 31 Estaban dispuestos a matarlo, cuando llegó al comandante de la guarnición la noticia de que toda Jerusalén estaba alborotada. 32 Al momento movilizó un grupo de soldados y oficiales y corrió a cargar contra los agitadores. A la vista del comandante y sus soldados, la gente dejó de golpear a Pablo. 33 Se adelantó luego el comandante, arrestó a Pablo y dio orden de atarlo con dos cadenas. Preguntó después quién era y qué había hecho. 34 Pero entre aquella masa, unos gritaban una cosa, y otros, otra. Así que, al no poder el comandante conseguir algún dato cierto en medio de aquel tumulto, ordenó conducir a Pablo a la fortaleza. 35 Cuando llegaron a la escalinata, la multitud estaba tan enardecida, que los soldados tuvieron que llevar en volandas a Pablo; 36 detrás, el pueblo en masa vociferaba sin cesar:

— ¡Mátalo!

Salmos 150

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 150

¡Aleluya!

150 ¡Aleluya!

Alaben a Dios en su santuario,

alábenlo en su majestuoso cielo;

2 alábenlo por sus proezas,

alábenlo por su grandeza.

3 Alábenlo al son de trompetas,

alábenlo con cítara y arpa;

4 alábenlo con danza y pandero,

alábenlo con cuerdas y flautas;

5 alábenlo con címbalos sonoros,

alábenlo con címbalos vibrantes.

6 ¡Que cuanto respira alabe al Señor!

¡Aleluya!

Proverbios 18:9-10

La Palabra (Hispanoamérica)

9 El descuidado en su trabajo

es hermano del destructor.

10 El nombre del Señor es fortaleza,

a ella acude el justo para protegerse.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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