Saturday, May 19, 2018

DAB Español, Domingo 20 de Mayo

Día 140, DAB Español, Domingo 20 de Mayo

1 Samuel 26:1-28:25; Juan 11:1-54; Salmos 117; Proverbios 15:22-23 (Reina Valera Actualizada (RVA-2015))






1 Samuel 26-28 Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
David perdona de nuevo la vida a Saúl
26 Entonces los de Zif fueron a Saúl, a Gabaa, y le dijeron:

—¿No está David escondido en la colina de Haquila, que mira hacia Jesimón?

2 Saúl se levantó y descendió al desierto de Zif, acompañado por tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif. 3 Y Saúl acampó en la colina de Haquila, que mira hacia Jesimón, junto al camino.

David, que permanecía en el desierto, vio que Saúl había venido al desierto tras él. 4 Luego David envió espías y supo con certeza que Saúl había venido. 5 Después David se levantó y se fue al lugar donde Saúl había acampado. Entonces David observó bien el lugar donde estaban acostados Saúl y Abner hijo de Ner, jefe de su ejército. Saúl estaba acostado en el centro del campamento, y la gente estaba acampada alrededor de él.

6 David preguntó a Ajimelec el heteo y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo:

—¿Quién descenderá conmigo al campamento, a Saúl?

Y Abisai dijo:

—Yo descenderé contigo.

7 Entonces David y Abisai fueron de noche a la gente de guerra, y he aquí que Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento, con su lanza clavada en la tierra, a su cabecera. Abner y el pueblo estaban acostados alrededor de él.

8 Entonces Abisai dijo a David:

—¡Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano! Ahora pues, déjame que lo hiera con la lanza. Lo clavaré en la tierra de un solo golpe, y no tendré que darle un segundo.

9 David respondió a Abisai:

—No lo mates, porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido del SEÑOR y quedará sin culpa? 10 —Dijo además David—: Vive el SEÑOR, que el SEÑOR mismo lo herirá; o le llegará su día, y morirá; o irá a la guerra, y perecerá. 11 Pero el SEÑOR me libre de extender mi mano contra el ungido del SEÑOR. Ahora pues, por favor, toma la lanza que está a su cabecera y la cantimplora de agua, y vámonos.

12 David tomó la lanza y la cantimplora de agua de la cabecera de Saúl, y ellos se fueron. No hubo nadie que viera ni nadie que se diera cuenta ni nadie que se despertara. Todos dormían, porque había caído sobre ellos un profundo sueño de parte del SEÑOR. z

13 David pasó al otro lado y se detuvo a lo lejos, sobre la cumbre de la colina. Había una considerable distancia entre ellos. 14 Y David gritó al pueblo y a Abner hijo de Ner, diciendo:

—¿No respondes, Abner?

Abner respondió y dijo:

—¿Quién eres tú, que gritas al rey?

15 David preguntó a Abner:

—¿No eres tú un hombre? ¿Quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has protegido al rey, tu señor? Porque uno del pueblo entró para destruir al rey, tu señor. 16 Esto que has hecho no está bien. ¡Vive el SEÑOR, que son dignos de muerte, porque no han guardado a su señor, el ungido del SEÑOR! Ahora, mira dónde está la lanza del rey y la cantimplora de agua que estaba a su cabecera.

17 Saúl reconoció la voz de David y preguntó:

—¿No es esa tu voz, David, hijo mío?

David respondió:

—¡Sí, es mi voz, oh mi señor el rey! 18 —Y añadió—: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué maldad hay en mi mano? 19 Ahora, por favor, escuche mi señor el rey las palabras de su siervo. Si el SEÑOR te ha incitado contra mí, que él acepte una ofrenda. Pero si han sido hombres, sean ellos malditos delante del SEÑOR, porque hoy me han expulsado para que yo no tenga parte en la heredad del SEÑOR, diciendo: “¡Ve y sirve a otros dioses!”. 20 Ahora pues, no caiga mi sangre en tierra lejos de la presencia del SEÑOR, porque el rey de Israel ha salido para buscar una pulga, como quien persigue una perdiz por los montes.

21 Entonces Saúl dijo:

—He pecado. Vuelve, David, hijo mío, porque ningún mal te haré en adelante, pues hoy mi vida ha sido estimada preciosa ante tus ojos. He aquí que he actuado neciamente y he cometido un grave error.

22 David respondió y dijo:

—He aquí la lanza del rey. Pase aquí alguno de los jóvenes y tómela. 23 El SEÑOR pague a cada uno según su justicia y su lealtad, porque el SEÑOR te entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido del SEÑOR. 24 Y he aquí, como tu vida ha sido valiosa ante mis ojos en este día, así sea valiosa mi vida ante los ojos del SEÑOR, y él me libre de toda aflicción.

25 Saúl dijo a David:

—¡Bendito seas, David, hijo mío! Sin duda, tú harás grandes cosas y ciertamente triunfarás.

Después David continuó su camino, y Saúl regresó a su lugar.

David se refugia entre los filisteos
27 David dijo en su corazón: “Ahora bien, algún día voy a perecer por la mano de Saúl. Nada será mejor para mí que escapar de inmediato a la tierra de los filisteos, para que Saúl deje de ocuparse de mí y no me ande buscando por todo el territorio de Israel. Así escaparé de su mano”.

2 Se levantó pues David y se pasó, con los seiscientos hombres que estaban con él, a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat. 3 David habitó con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia, y David con sus dos mujeres: Ajinoam, de Jezreel, y Abigaíl, que fuera mujer de Nabal, de Carmel. 4 A Saúl le llegó la noticia de que David había huido a Gat, y no lo buscó más.

Incursiones de David desde Siclag
5 Entonces David dijo a Aquis:

—Si he hallado ahora gracia ante tus ojos, por favor, que se me dé un lugar en alguna de las ciudades en el campo, para que habite allí. ¿Por qué ha de habitar tu siervo contigo en la ciudad real?

6 Aquel día Aquis le dio la ciudad de Siclag. Por esto Siclag pertenece a los reyes de Judá, hasta el día de hoy. 7 Y el tiempo que David habitó en la tierra de los filisteos fue de un año[a] y cuatro meses.

8 David subía con sus hombres, y hacían incursiones contra los de Gesur, los de Gezer[b] y los de Amalec; pues desde antaño estos habitaban en aquella tierra, desde las inmediaciones de Shur hasta la tierra de Egipto. 9 David atacaba la tierra y no dejaba vivo hombre ni mujer. Se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y la ropa; y después regresaba e iba a Aquis. 10 Cuando Aquis preguntaba: “¿Contra quién[c] han hecho hoy la incursión?”, David respondía: “Contra el Néguev de Judá”, o “Contra el Néguev de Jerameel”, o “Contra el Néguev de los queneos”.

11 David no dejaba que llevaran a Gat con vida ni hombres ni mujeres, porque decía: “No sea que informen acerca de nosotros diciendo: ‘Esto hizo David’ ”. Así fue su manera de proceder todo el tiempo que vivió en la tierra de los filisteos. 12 Aquis creía a David y pensaba: “Él ha llegado a hacerse odioso a su pueblo Israel, de modo que será mi siervo para siempre”.

Los filisteos se alistan contra Israel
28 Aconteció que en aquellos días los filisteos reunieron sus tropas en un ejército para combatir contra Israel. Entonces Aquis dijo a David:

—Bien sabes que debes ir conmigo a la campaña tú con tus hombres.

2 David respondió a Aquis:

—Sabrás, pues, lo que puede hacer tu servidor.

Y Aquis dijo a David:

—Entonces te haré mi guarda personal para siempre.

Saúl acude a la espiritista de Endor
3 Samuel ya había muerto, y todo Israel había lamentado su partida. Lo habían sepultado en su ciudad, en Ramá. Y Saúl había quitado del país a los que evocaban a los muertos y a los adivinos.

4 Los filisteos se reunieron, vinieron y acamparon en Sunem. Saúl reunió a todo Israel, y ellos acamparon en Gilboa. 5 Al ver Saúl el campamento de los filisteos, se atemorizó, y su corazón se estremeció en gran manera. 6 Entonces Saúl consultó al SEÑOR, pero el SEÑOR no le respondió ni por sueños ni por Urim ni por los profetas.

7 Entonces Saúl dijo a sus servidores:

—Búsquenme una mujer que sepa evocar a los muertos, para que yo vaya a ella y consulte por medio de ella.

Sus servidores le respondieron:

—He aquí que en Endor hay una mujer que sabe evocar a los muertos.

8 Saúl se disfrazó poniéndose otra ropa, y fue con dos hombres. Llegaron de noche a la mujer, y él dijo:

—Por favor, evócame a los muertos y haz que suba quien yo te diga.

9 Pero la mujer le respondió:

—He aquí, tú sabes lo que ha hecho Saúl; cómo ha eliminado del país a los que evocan a los muertos y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones una trampa a mi vida para causarme la muerte?

10 Saúl le juró por el SEÑOR, diciendo:

—¡Vive el SEÑOR, que ningún mal te vendrá por esto!

11 Entonces la mujer preguntó:

—¿A quién haré que suba?

Él respondió:

—Haz que suba Samuel.

12 Al ver la mujer a Samuel, gritó fuertemente. Y la mujer habló a Saúl diciendo:

13 —¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!

El rey le dijo:

—No tengas miedo. ¿Qué has visto?

La mujer respondió a Saúl:

—He visto un espíritu que sube de la tierra.

14 Entonces él le preguntó:

—¿Qué aspecto tiene?

Ella respondió:

—Sube un hombre anciano, envuelto en un manto.

Saúl entendió que era Samuel, e inclinando el rostro a tierra se postró. 15 Entonces Samuel preguntó a Saúl:

—¿Por qué me has molestado haciéndome subir?

Saúl respondió:

—Estoy muy angustiado, pues los filisteos combaten contra mí, y Dios se ha apartado de mí. No me responde más ni por medio de profetas ni por sueños. Por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer.

16 Entonces Samuel dijo:

—¿Para qué me preguntas a mí, puesto que el SEÑOR se ha apartado de ti y se ha vuelto tu adversario? 17 El SEÑOR ha hecho lo que dijo por medio de mí, pues el SEÑOR ha quitado el reino de tu mano y lo ha dado a tu prójimo, a David; 18 porque no obedeciste la voz del SEÑOR ni ejecutaste el ardor de su ira contra Amalec. Por eso el SEÑOR te ha hecho esto hoy. 19 Además, el SEÑOR entregará a Israel y también a ti en mano de los filisteos. Mañana estarán conmigo, tú y tus hijos. El SEÑOR entregará también el ejército de Israel en mano de los filisteos.

20 Entonces Saúl cayó en tierra, tan largo como era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel. No le quedaban fuerzas, pues no había comido nada en todo el día ni en toda la noche. 21 Luego la mujer vino a Saúl; y al verlo tan aterrorizado, le dijo:

—He aquí que tu sierva ha obedecido tu voz. He arriesgado mi vida y he escuchado las palabras que me has hablado. 22 Ahora pues, te ruego que tú también escuches la voz de tu sierva: Permíteme poner delante de ti un pedazo de pan, a fin de que comas y recuperes fuerzas para seguir tu camino.

23 Él rehusó diciendo:

—No comeré.

Pero sus servidores, junto con la mujer, le insistieron[d]; y él los escuchó. Luego se levantó del suelo y se sentó sobre la cama.

24 La mujer tenía en la casa un ternero engordado, y se apresuró a matarlo. Luego tomó harina, la amasó y coció con ella panes sin levadura. 25 Los puso delante de Saúl y de sus servidores. Después que comieron, se levantaron y partieron aquella misma noche.

Footnotes:
1 Samuel 27:7 LXX tiene haga Dios a David y aun le añada.
1 Samuel 27:8 Según algunos mss. y LXX; TM repite sobre mí.
1 Samuel 27:10 Significa insensato.
1 Samuel 28:23 En 2 Sam. 3:15 es Paltiel.
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano

Juan 11:1-54 Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
La muerte de Lázaro
11 Estaba, entonces, enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2 María era la que ungió al Señor con perfume y secó sus pies con sus cabellos. Y Lázaro, que estaba enfermo, era su hermano. 3 Entonces sus hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, he aquí el que amas está enfermo”. 4 Al oírlo, Jesús dijo:

—Esta enfermedad no es para muerte sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba 7 y luego, después de esto, dijo a sus discípulos:

—Vayamos a Judea otra vez.

8 Le dijeron sus discípulos:

—Rabí, hace poco los judíos procuraban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?

9 Respondió Jesús:

—¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza porque ve la luz de este mundo. 10 Pero si uno camina de noche, tropieza porque no hay luz en él.

11 Habiendo dicho estas cosas, después les dijo:

—Nuestro amigo Lázaro duerme pero voy para despertarlo.

12 Entonces dijeron sus discípulos:

—Señor, si duerme se sanará.

13 Sin embargo, Jesús había dicho esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño. 14 Así que luego Jesús les dijo claramente:

—Lázaro ha muerto; 15 y a causa de ustedes me alegro de que yo no haya estado allá para que crean. Pero vayamos a él.

16 Entonces Tomás, que se llamaba Dídimo, dijo a sus condiscípulos:

—Vayamos también nosotros para que muramos con él.

Jesús: la resurrección y la vida
17 Cuando llegó Jesús, halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros, 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano. 20 Entonces, cuando oyó que Jesús venía, Marta salió a encontrarlo pero María se quedó sentada en casa.

21 Marta le dijo a Jesús:

—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero ahora también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

23 Jesús le dijo:

—Tu hermano resucitará.

24 Marta le dijo:

—Yo sé que resucitará en la resurrección en el día final.

25 Jesús le dijo:

—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?

27 Le dijo:

—Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.

28 Y cuando hubo dicho esto, fue y llamó en secreto a su hermana María diciendo:

—El Maestro está aquí y te llama.

29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a donde él estaba; 30 pues Jesús todavía no había llegado a la aldea sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Entonces, los judíos que estaban en la casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron porque pensaban[a] que iba al sepulcro a llorar allí.

32 Luego, cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se postró a sus pies diciéndole:

—Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.

33 Entonces Jesús, al verla llorando y al ver a los judíos que habían venido junto con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó. 34 Y dijo:

—¿Dónde lo han puesto?

Le dijeron:

—Señor, ven y ve.

35 Jesús lloró. 36 Entonces dijeron los judíos:

—Miren cómo lo amaba[b].

37 Pero algunos de ellos dijeron:

—¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, hacer también que Lázaro no muriese?

Lázaro es resucitado
38 Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta una piedra contra la entrada. 39 Jesús dijo:

—Quiten la piedra.

Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:

—Señor, hiede ya porque tiene cuatro días.

40 Jesús le dijo:

—¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?

41 Luego quitaron la piedra, y Jesús alzó los ojos arriba y dijo:

—Padre, te doy gracias porque me oíste. 42 Yo sabía que siempre me oyes pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

43 Habiendo dicho esto, llamó a gran voz:

—¡Lázaro, ven fuera!

44 Y el que había estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas, y su cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:

—Desátenlo y déjenlo ir.

Acuerdo para matar a Jesús
45 Muchos de los judíos que habían venido a María y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.

47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron al Sanedrín y decían:

—¿Qué hacemos? Pues este hombre hace muchas señales. 48 Si lo dejamos seguir así todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación.

49 Entonces uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo:

—Ustedes no saben nada; 50 ni consideran que les[c] conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación.

51 Pero esto no lo dijo de sí mismo sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por la nación sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos. 53 Así que, desde aquel día resolvieron matarle. 54 Por lo tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos sino que se fue de allí a la región que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y estaba allí con sus discípulos.

Footnotes:
Juan 11:31 Algunos mss. antiguos tienen nos.
Juan 11:36 Algunos mss. antiguos incluyen hijo de Simón.
Juan 11:50 Sal. 118:25, 26.
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Salmos 117 Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Llamado a la alabanza
117 ¡Alaben al SEÑOR, naciones todas!

¡Pueblos todos, alábenle!
2 Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia,
y la verdad del SEÑOR es para siempre. ¡Aleluya!

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Proverbios 15:22-23 Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
22 Donde no hay consulta
los planes se frustran,
pero con multitud de consejeros
se realizan.
23 El hombre se alegra con la respuesta
de su boca;
y la palabra dicha a tiempo, ¡cuán buena es!

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