Monday, May 28, 2018

DAB Español, Martes 29 de Mayo

Día 149, DAB Español, Martes 29 de Mayo

2 Samuel 14:1-15:21; Juan 18:1-24; Salmos 119:97-112; Proverbios 16:8-9 (Nueva Biblia al Día (NBD))






2 Samuel 14:1-15:21 Nueva Biblia al Día (NBD)
Absalón regresa a Jerusalén
14 Joab hijo de Sarvia se dio cuenta de que el rey extrañaba mucho a Absalón. 2 Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo:

—Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.

3 Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey, explicándole antes lo que tenía que decirle. 4 Cuando aquella mujer de Tecoa se presentó ante el rey,[a] le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra.

—¡Ayúdeme, Su Majestad! —exclamó.

5 —¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.

—Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha muerto. 6 Esta servidora de Su Majestad tenía dos hijos, los cuales se pusieron a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le asestó un golpe al otro y lo mató. 7 Pero ahora resulta que toda la familia se ha puesto en contra de esta servidora de Su Majestad. Me exigen que entregue al asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin *nombre ni descendencia sobre la tierra.

8 —Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este asunto —respondió el rey.

9 Pero la mujer de Tecoa replicó:

—Su Majestad, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi familia, y no sobre el rey ni su trono.

10 —Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo para que no vuelva a molestarte.

11 Entonces ella le suplicó:

—¡Ruego a Su Majestad invocar al Señor su Dios, para que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi otro hijo!

—¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!

12 Pero la mujer siguió diciendo:

—Permita Su Majestad a esta servidora suya decir algo más.

—Habla.

13 —¿Cómo es que Su Majestad intenta hacer lo mismo contra el pueblo de Dios? Al prometerme usted estas cosas, se declara culpable, pues no deja regresar a su hijo desterrado. 14 Así como el agua que se derrama en tierra no se puede recoger, así también todos tenemos que morir. Pero Dios no nos arrebata la *vida, sino que provee los medios para que el desterrado no siga separado de él para siempre.

15 »Yo he venido a hablar con Su Majestad porque hay gente que me ha infundido temor. He pensado: “Voy a hablarle al rey; tal vez me conceda lo que le pida, 16 librándonos a mí y a mi hijo de quien quiere eliminarnos, para quedarse con la heredad que Dios nos ha dado.”

17 »Pensé, además, que su palabra me traería alivio, pues Su Majestad es como un ángel de Dios, que sabe distinguir entre lo bueno y lo malo. ¡Que el Señor su Dios lo bendiga!

18 Al llegar a este punto, el rey le dijo a la mujer:

—Voy a hacerte una pregunta, y te pido que no me ocultes nada.

—Dígame usted.

19 —¿Acaso no está Joab detrás de todo esto?

La mujer respondió:

—Juro por la vida de Su Majestad que su pregunta ha dado en el blanco.[b] En efecto, fue su siervo Joab quien me instruyó y puso en mis labios todo lo que he dicho. 20 Lo hizo para disimular el asunto,[c] pero Su Majestad tiene la sabiduría de un ángel de Dios, y sabe todo lo que sucede en el país.

21 Entonces el rey llamó a Joab y le dijo:

—Estoy de acuerdo. Anda, haz que regrese el joven Absalón.

22 Postrándose rostro en tierra, Joab le hizo una reverencia al rey y le dio las gracias, añadiendo:

—Hoy sé que cuento con el favor de mi señor y rey, pues usted ha accedido a mi petición.

23 Dicho esto, Joab emprendió la marcha a Guesur, y regresó a Jerusalén con Absalón. 24 Pero el rey dio esta orden: «Que se retire a su casa, y que nunca me visite.» Por tanto, Absalón tuvo que irse a su casa sin presentarse ante el rey.

25 En todo Israel no había ningún hombre tan admirado como Absalón por su hermosura; era perfecto de pies a cabeza. 26 Tenía una cabellera tan pesada que una vez al año tenía que cortársela; y según la medida oficial, el pelo cortado pesaba dos kilos.[d] 27 Además, tuvo tres hijos y una hija. Su hija, que se llamaba Tamar, llegó a ser una mujer muy hermosa.

28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin presentarse ante el rey. 29 Un día, le pidió a Joab que fuera a ver al rey, pero Joab no quiso ir. Se lo volvió a pedir, pero Joab se negó a hacerlo. 30 Así que Absalón dio esta orden a sus criados: «Miren, Joab ha sembrado cebada en el campo que tiene junto al mío. ¡Vayan y préndanle fuego!»

Los criados fueron e incendiaron el campo de Joab. 31 Entonces éste fue en seguida a casa de Absalón y le reclamó:

—¿Por qué tus criados le han prendido fuego a mi campo?

32 Y Absalón le respondió:

—Te pedí que fueras a ver al rey y le preguntaras para qué he vuelto de Guesur. ¡Más me habría valido quedarme allá! Voy a presentarme ante el rey, y si soy culpable de algo, ¡que me mate!

33 Joab fue a comunicárselo al rey; éste, por su parte, mandó llamar a Absalón, el cual se presentó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón con un beso.

Absalón conspira contra David
15 Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados. 2 Se levantaba temprano y se ponía a la vera del camino, junto a la *entrada de la ciudad. Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera un pleito, Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquél le decía de qué tribu israelita era, 3 y Absalón le aseguraba: «Tu demanda es muy justa, pero no habrá quien te escuche de parte del rey.» 4 En seguida añadía: «¡Ojalá me pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda vendría a mí, y yo le haría justicia.»

5 Además de esto, si alguien se le acercaba para inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrazaba y lo saludaba con un beso. 6 Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo.

7 Al cabo de cuatro[e] años, Absalón le dijo al rey:

—Permítame Su Majestad ir a Hebrón, a cumplir un voto que le hice al Señor. 8 Cuando vivía en Guesur de *Aram, hice este voto: “Si el Señor me concede volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio.”

9 —Vete tranquilo —respondió el rey.

Absalón emprendió la marcha a Hebrón, 10 pero al mismo tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: «Tan pronto como oigan el toque de trompeta, exclamen: “¡Absalón reina en Hebrón!” » 11 Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo acompañaron de buena fe y sin sospechar nada. 12 Luego, mientras celebraba los sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más.

13 Un mensajero le llevó a David esta noticia: «Todos los israelitas se han puesto de parte de Absalón.»

14 Entonces David les dijo a todos los oficiales que estaban con él en Jerusalén:

—¡Vámonos de aquí! Tenemos que huir, pues de otro modo no podremos escapar de Absalón. Démonos prisa, no sea que él se nos adelante. Si nos alcanza, nos traerá la ruina y pasará a toda la gente a filo de espada.

15 —Como diga Su Majestad —respondieron los oficiales—; nosotros estamos para servirle.

16 De inmediato partió el rey acompañado de toda la corte, con excepción de diez concubinas que dejó para cuidar el palacio. 17 Habiendo salido del palacio con todo su séquito, se detuvo junto a la casa más lejana de la ciudad. 18 Todos sus oficiales se pusieron a su lado. Entonces los quereteos y los peleteos, y seiscientos guititas que lo habían seguido desde Gat, desfilaron ante el rey.

19 El rey se dirigió a Itay el guitita:

—¿Y tú por qué vienes con nosotros? Regresa y quédate con el rey Absalón, ya que eres extranjero y has sido desterrado de tu propio país. 20 ¿Cómo voy a dejar que nos acompañes, si acabas de llegar y ni yo mismo sé a dónde vamos? Regresa y llévate a tus paisanos. ¡Y que el amor y la fidelidad de Dios te acompañen!

21 Pero Itay le respondió al rey:

—¡Tan cierto como que el Señor y Su Majestad viven, juro que, para vida o para muerte, iré adondequiera que usted vaya!

Footnotes:
2 Samuel 14:4 se presentó ante el rey (muchos mss. hebreos, LXX, Vulgata y Siríaca); le habló al rey (TM).
2 Samuel 14:19 su pregunta ha dado en el blanco. Lit. nadie va a la derecha o a la izquierda de todo lo que mi señor el rey ha dicho.
2 Samuel 14:20 para disimular el asunto. Alt. con el propósito de cambiar la situación.
2 Samuel 14:26 dos kilos. Lit. doscientos *siclos.
2 Samuel 15:7 cuatro (Siríaca, Josefo y mss. de LXX); cuarenta (TM).
Nueva Biblia al Día (NBD)
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Juan 18:1-24 Nueva Biblia al Día (NBD)
Arresto de Jesús
18 Cuando Jesús terminó de orar, salió con sus discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto en el que entró con sus discípulos.

2 También Judas, el que lo traicionaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. 3 Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamento[a] de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los *fariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas.

4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, les salió al encuentro.

—¿A quién buscan? —les preguntó.

5 —A Jesús de Nazaret —contestaron.

—Yo soy.

Judas, el traidor, estaba con ellos. 6 Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», dieron un paso atrás y se desplomaron.

7 —¿A quién buscan? —volvió a preguntarles Jesús.

—A Jesús de Nazaret —repitieron.

8 —Ya les dije que yo soy. Si es a mí a quien buscan, dejen que éstos se vayan.

9 Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste ninguno se perdió.»[b]

10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco.)

11 —¡Vuelve esa espada a su funda! —le ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?

Jesús ante Anás
12 Entonces los soldados, con su comandante, y los guardias de los judíos, arrestaron a Jesús. Lo ataron 13 y lo llevaron primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año. 14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era preferible que muriera un solo hombre por el pueblo.

Pedro niega a Jesús
15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Y como el otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró en el patio del sumo sacerdote con Jesús; 16 Pedro, en cambio, tuvo que quedarse afuera, junto a la puerta. El discípulo conocido del sumo sacerdote volvió entonces a salir, habló con la portera de turno y consiguió que Pedro entrara.

17 —¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? —le preguntó la portera.

—No lo soy —respondió Pedro.

18 Los criados y los guardias estaban de pie alrededor de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.

Jesús ante el sumo sacerdote
19 Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas.

20 —Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el *templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada. 21 ¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.

22 Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:

—¿Así contestas al sumo sacerdote?

23 —Si he dicho algo malo —replicó Jesús—, demuéstramelo. Pero si lo que dije es correcto, ¿por qué me pegas?

24 Entonces Anás lo envió,[c] todavía atado, a Caifás, el sumo sacerdote.

Footnotes:
Juan 18:3 un destacamento. Lit. una cohorte (que tenía 600 soldados).
Juan 18:9 Jn 6:39
Juan 18:24 Entonces … envió. Alt. Ahora bien, Anás lo había enviado.
Nueva Biblia al Día (NBD)
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Salmos 119:97-112 Nueva Biblia al Día (NBD)
Mem
97 ¡Cuánto amo yo tu ley!
    Todo el día medito en ella.
98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos
    porque me pertenecen para siempre.
99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros
    porque medito en tus estatutos.
100 Tengo más entendimiento que los ancianos
    porque obedezco tus preceptos.
101 Aparto mis pies de toda mala senda
    para cumplir con tu palabra.
102 No me desvío de tus juicios
    porque tú mismo me instruyes.
103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
    ¡Son más dulces que la miel a mi boca!
104 De tus preceptos adquiero entendimiento;
    por eso aborrezco toda senda de mentira.

Nun
105 Tu palabra es una lámpara a mis pies;
    es una luz en mi sendero.
106 Hice un juramento, y lo he confirmado:
    que acataré tus rectos juicios.
107 Señor, es mucho lo que he sufrido;
    dame vida conforme a tu palabra.
108 Señor, acepta la ofrenda que brota de mis labios;
    enséñame tus juicios.
109 Mi vida pende de un hilo,[a]
    pero no me olvido de tu ley.
110 Los impíos me han tendido una trampa,
    pero no me aparto de tus preceptos.
111 Tus estatutos son mi herencia permanente;
    son el regocijo de mi corazón.
112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos
    para siempre y hasta el fin.

Footnotes:
Salmos 119:109 pende de un hilo. Lit. está siempre en mi puño.
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Proverbios 16:8-9 Nueva Biblia al Día (NBD)
8 Más vale tener poco con justicia
    que ganar mucho con injusticia.

9 El corazón del hombre traza su rumbo,
    pero sus pasos los dirige el Señor.

Nueva Biblia al Día (NBD)
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