Día 149, DAB Español, Martes 29 de Mayo
2 Samuel 14:1-15:21; Juan 18:1-24; Salmos 119:97-112; Proverbios 16:8-9 (Nueva Biblia al Día (NBD))
2
Samuel 14:1-15:21 Nueva Biblia al Día (NBD)
Absalón regresa a Jerusalén
14 Joab hijo de Sarvia se dio cuenta de que el rey
extrañaba mucho a Absalón. 2 Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la
cual vivía en Tecoa, y le dijo:
—Quiero que te vistas de luto, y que no te eches
perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando
la muerte de alguien.
3 Luego Joab le ordenó presentarse ante el rey,
explicándole antes lo que tenía que decirle. 4 Cuando aquella mujer de Tecoa se
presentó ante el rey,[a] le hizo una reverencia y se postró rostro en tierra.
—¡Ayúdeme, Su Majestad! —exclamó.
5 —¿Qué te pasa? —le preguntó el rey.
—Soy una pobre viuda —respondió ella—; mi esposo ha
muerto. 6 Esta servidora de Su Majestad tenía dos hijos, los cuales se pusieron
a pelear en el campo. Como no había nadie que los separara, uno de ellos le
asestó un golpe al otro y lo mató. 7 Pero ahora resulta que toda la familia se
ha puesto en contra de esta servidora de Su Majestad. Me exigen que entregue al
asesino para que lo maten, y así vengar la muerte de su hermano, aunque al
hacerlo eliminen al heredero. La verdad es que de esa manera apagarían la
última luz de esperanza que me queda, y dejarían a mi esposo sin *nombre ni
descendencia sobre la tierra.
8 —Regresa a tu casa, que yo me encargaré de este
asunto —respondió el rey.
9 Pero la mujer de Tecoa replicó:
—Su Majestad, que la culpa caiga sobre mí y sobre mi
familia, y no sobre el rey ni su trono.
10 —Si alguien te amenaza —insistió el rey—, tráemelo
para que no vuelva a molestarte.
11 Entonces ella le suplicó:
—¡Ruego a Su Majestad invocar al Señor su Dios, para
que quien deba vengar la muerte de mi hijo no aumente mi desgracia matando a mi
otro hijo!
—¡Tan cierto como que el Señor vive —respondió el
rey—, juro que tu hijo no perderá ni un solo cabello!
12 Pero la mujer siguió diciendo:
—Permita Su Majestad a esta servidora suya decir algo
más.
—Habla.
13 —¿Cómo es que Su Majestad intenta hacer lo mismo
contra el pueblo de Dios? Al prometerme usted estas cosas, se declara culpable,
pues no deja regresar a su hijo desterrado. 14 Así como el agua que se derrama
en tierra no se puede recoger, así también todos tenemos que morir. Pero Dios
no nos arrebata la *vida, sino que provee los medios para que el desterrado no
siga separado de él para siempre.
15 »Yo he venido a hablar con Su Majestad porque hay
gente que me ha infundido temor. He pensado: “Voy a hablarle al rey; tal vez me
conceda lo que le pida, 16 librándonos a mí y a mi hijo de quien quiere
eliminarnos, para quedarse con la heredad que Dios nos ha dado.”
17 »Pensé, además, que su palabra me traería alivio,
pues Su Majestad es como un ángel de Dios, que sabe distinguir entre lo bueno y
lo malo. ¡Que el Señor su Dios lo bendiga!
18 Al llegar a este punto, el rey le dijo a la mujer:
—Voy a hacerte una pregunta, y te pido que no me
ocultes nada.
—Dígame usted.
19 —¿Acaso no está Joab detrás de todo esto?
La mujer respondió:
—Juro por la vida de Su Majestad que su pregunta ha
dado en el blanco.[b] En efecto, fue su siervo Joab quien me instruyó y puso en
mis labios todo lo que he dicho. 20 Lo hizo para disimular el asunto,[c] pero
Su Majestad tiene la sabiduría de un ángel de Dios, y sabe todo lo que sucede
en el país.
21 Entonces el rey llamó a Joab y le dijo:
—Estoy de acuerdo. Anda, haz que regrese el joven
Absalón.
22 Postrándose rostro en tierra, Joab le hizo una
reverencia al rey y le dio las gracias, añadiendo:
—Hoy sé que cuento con el favor de mi señor y rey,
pues usted ha accedido a mi petición.
23 Dicho esto, Joab emprendió la marcha a Guesur, y
regresó a Jerusalén con Absalón. 24 Pero el rey dio esta orden: «Que se retire
a su casa, y que nunca me visite.» Por tanto, Absalón tuvo que irse a su casa
sin presentarse ante el rey.
25 En todo Israel no había ningún hombre tan admirado
como Absalón por su hermosura; era perfecto de pies a cabeza. 26 Tenía una
cabellera tan pesada que una vez al año tenía que cortársela; y según la medida
oficial, el pelo cortado pesaba dos kilos.[d] 27 Además, tuvo tres hijos y una
hija. Su hija, que se llamaba Tamar, llegó a ser una mujer muy hermosa.
28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin
presentarse ante el rey. 29 Un día, le pidió a Joab que fuera a ver al rey,
pero Joab no quiso ir. Se lo volvió a pedir, pero Joab se negó a hacerlo. 30
Así que Absalón dio esta orden a sus criados: «Miren, Joab ha sembrado cebada
en el campo que tiene junto al mío. ¡Vayan y préndanle fuego!»
Los criados fueron e incendiaron el campo de Joab. 31
Entonces éste fue en seguida a casa de Absalón y le reclamó:
—¿Por qué tus criados le han prendido fuego a mi
campo?
32 Y Absalón le respondió:
—Te pedí que fueras a ver al rey y le preguntaras para
qué he vuelto de Guesur. ¡Más me habría valido quedarme allá! Voy a presentarme
ante el rey, y si soy culpable de algo, ¡que me mate!
33 Joab fue a comunicárselo al rey; éste, por su
parte, mandó llamar a Absalón, el cual se presentó ante el rey y, postrándose
rostro en tierra, le hizo una reverencia. A su vez, el rey recibió a Absalón
con un beso.
Absalón conspira contra David
15 Pasado algún tiempo, Absalón consiguió carros de
combate, algunos caballos y una escolta de cincuenta soldados. 2 Se levantaba
temprano y se ponía a la vera del camino, junto a la *entrada de la ciudad.
Cuando pasaba alguien que iba a ver al rey para que le resolviera un pleito,
Absalón lo llamaba y le preguntaba de qué pueblo venía. Aquél le decía de qué
tribu israelita era, 3 y Absalón le aseguraba: «Tu demanda es muy justa, pero
no habrá quien te escuche de parte del rey.» 4 En seguida añadía: «¡Ojalá me
pusieran por juez en el país! Todo el que tuviera un pleito o una demanda
vendría a mí, y yo le haría justicia.»
5 Además de esto, si alguien se le acercaba para
inclinarse ante él, Absalón le tendía los brazos, lo abrazaba y lo saludaba con
un beso. 6 Esto hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey
para que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del pueblo.
7 Al cabo de cuatro[e] años, Absalón le dijo al rey:
—Permítame Su Majestad ir a Hebrón, a cumplir un voto
que le hice al Señor. 8 Cuando vivía en Guesur de *Aram, hice este voto: “Si el
Señor me concede volver a Jerusalén, le ofreceré un sacrificio.”
9 —Vete tranquilo —respondió el rey.
Absalón emprendió la marcha a Hebrón, 10 pero al mismo
tiempo envió mensajeros por todas las tribus de Israel con este mensaje: «Tan
pronto como oigan el toque de trompeta, exclamen: “¡Absalón reina en Hebrón!” »
11 Además, desde Jerusalén llevó Absalón a doscientos invitados, los cuales lo
acompañaron de buena fe y sin sospechar nada. 12 Luego, mientras celebraba los
sacrificios, Absalón mandó llamar a un consejero de su padre David, el cual se
llamaba Ajitofel y era del pueblo de Guiló. Así la conspiración fue tomando
fuerza, y el número de los que seguían a Absalón crecía más y más.
13 Un mensajero le llevó a David esta noticia: «Todos
los israelitas se han puesto de parte de Absalón.»
14 Entonces David les dijo a todos los oficiales que
estaban con él en Jerusalén:
—¡Vámonos de aquí! Tenemos que huir, pues de otro modo
no podremos escapar de Absalón. Démonos prisa, no sea que él se nos adelante.
Si nos alcanza, nos traerá la ruina y pasará a toda la gente a filo de espada.
15 —Como diga Su Majestad —respondieron los
oficiales—; nosotros estamos para servirle.
16 De inmediato partió el rey acompañado de toda la
corte, con excepción de diez concubinas que dejó para cuidar el palacio. 17 Habiendo
salido del palacio con todo su séquito, se detuvo junto a la casa más lejana de
la ciudad. 18 Todos sus oficiales se pusieron a su lado. Entonces los quereteos
y los peleteos, y seiscientos guititas que lo habían seguido desde Gat,
desfilaron ante el rey.
19 El rey se dirigió a Itay el guitita:
—¿Y tú por qué vienes con nosotros? Regresa y quédate
con el rey Absalón, ya que eres extranjero y has sido desterrado de tu propio
país. 20 ¿Cómo voy a dejar que nos acompañes, si acabas de llegar y ni yo mismo
sé a dónde vamos? Regresa y llévate a tus paisanos. ¡Y que el amor y la
fidelidad de Dios te acompañen!
21 Pero Itay le respondió al rey:
—¡Tan cierto como que el Señor y Su Majestad viven,
juro que, para vida o para muerte, iré adondequiera que usted vaya!
Footnotes:
2 Samuel 14:4 se presentó ante el rey (muchos mss.
hebreos, LXX, Vulgata y Siríaca); le habló al rey (TM).
2 Samuel 14:19 su pregunta ha dado en el blanco. Lit.
nadie va a la derecha o a la izquierda de todo lo que mi señor el rey ha dicho.
2 Samuel 14:20 para disimular el asunto. Alt. con el
propósito de cambiar la situación.
2 Samuel 14:26 dos kilos. Lit. doscientos *siclos.
2 Samuel 15:7 cuatro (Siríaca, Josefo y mss. de LXX);
cuarenta (TM).
Nueva Biblia al Día (NBD)
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Juan 18:1-24 Nueva Biblia al Día (NBD)
Arresto de Jesús
18 Cuando Jesús terminó de orar, salió con sus
discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto en el que
entró con sus discípulos.
2 También Judas, el que lo traicionaba, conocía aquel
lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. 3
Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamento[a] de soldados y
guardias de los jefes de los sacerdotes y de los *fariseos. Llevaban antorchas,
lámparas y armas.
4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, les
salió al encuentro.
—¿A quién buscan? —les preguntó.
5 —A Jesús de Nazaret —contestaron.
—Yo soy.
Judas, el traidor, estaba con ellos. 6 Cuando Jesús
les dijo: «Yo soy», dieron un paso atrás y se desplomaron.
7 —¿A quién buscan? —volvió a preguntarles Jesús.
—A Jesús de Nazaret —repitieron.
8 —Ya les dije que yo soy. Si es a mí a quien buscan,
dejen que éstos se vayan.
9 Esto sucedió para que se cumpliera lo que había
dicho: «De los que me diste ninguno se perdió.»[b]
10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e
hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se
llamaba Malco.)
11 —¡Vuelve esa espada a su funda! —le ordenó Jesús a
Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?
Jesús ante Anás
12 Entonces los soldados, con su comandante, y los
guardias de los judíos, arrestaron a Jesús. Lo ataron 13 y lo llevaron
primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año.
14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era preferible que
muriera un solo hombre por el pueblo.
Pedro niega a Jesús
15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Y
como el otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró en el patio del
sumo sacerdote con Jesús; 16 Pedro, en cambio, tuvo que quedarse afuera, junto
a la puerta. El discípulo conocido del sumo sacerdote volvió entonces a salir,
habló con la portera de turno y consiguió que Pedro entrara.
17 —¿No eres tú también uno de los discípulos de ese
hombre? —le preguntó la portera.
—No lo soy —respondió Pedro.
18 Los criados y los guardias estaban de pie alrededor
de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también
estaba de pie con ellos, calentándose.
Jesús ante el sumo sacerdote
19 Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a
Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas.
20 —Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió
Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el *templo, donde se
congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada. 21 ¿Por qué me
interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo
que dije.
22 Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba
allí cerca le dio una bofetada y le dijo:
—¿Así contestas al sumo sacerdote?
23 —Si he dicho algo malo —replicó Jesús—,
demuéstramelo. Pero si lo que dije es correcto, ¿por qué me pegas?
24 Entonces Anás lo envió,[c] todavía atado, a Caifás,
el sumo sacerdote.
Footnotes:
Juan 18:3 un destacamento. Lit. una cohorte (que tenía
600 soldados).
Juan 18:9 Jn 6:39
Juan 18:24 Entonces … envió. Alt. Ahora bien, Anás lo
había enviado.
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Salmos 119:97-112 Nueva Biblia al Día
(NBD)
Mem
97 ¡Cuánto amo yo tu ley!
Todo el día
medito en ella.
98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis
enemigos
porque me
pertenecen para siempre.
99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros
porque
medito en tus estatutos.
100 Tengo más entendimiento que los ancianos
porque
obedezco tus preceptos.
101 Aparto mis pies de toda mala senda
para cumplir
con tu palabra.
102 No me desvío de tus juicios
porque tú
mismo me instruyes.
103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
¡Son más
dulces que la miel a mi boca!
104 De tus preceptos adquiero entendimiento;
por eso
aborrezco toda senda de mentira.
Nun
105 Tu palabra es una lámpara a mis pies;
es una luz
en mi sendero.
106 Hice un juramento, y lo he confirmado:
que acataré
tus rectos juicios.
107 Señor, es mucho lo que he sufrido;
dame vida
conforme a tu palabra.
108 Señor, acepta la ofrenda que brota de mis labios;
enséñame tus
juicios.
109 Mi vida pende de un hilo,[a]
pero no me
olvido de tu ley.
110 Los impíos me han tendido una trampa,
pero no me
aparto de tus preceptos.
111 Tus estatutos son mi herencia permanente;
son el
regocijo de mi corazón.
112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos
para siempre
y hasta el fin.
Footnotes:
Salmos 119:109 pende de un hilo. Lit. está siempre en
mi puño.
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Proverbios 16:8-9 Nueva Biblia al Día
(NBD)
8 Más vale tener poco con justicia
que ganar
mucho con injusticia.
9 El corazón del hombre traza su rumbo,
pero sus
pasos los dirige el Señor.
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