Monday, June 5, 2023

DAB Español, Martes 06 de Junio

Día 157, DAB Español, Martes 06 de Junio


1 Reyes 1:1-53; Hechos 4:1-37; Salmos 124; Proverbios 16:24 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))








1 Reyes 1

La Palabra (Hispanoamérica)

I.— REINADO DE SALOMÓN (1—11)

Salomón, sucesor de David (1—2)

Vejez de David y complot de Adonías


1 El rey David era ya un anciano entrado en años y, aunque lo cubrían con mantas, no entraba en calor. 2 Entonces sus servidores le dijeron:


— Hay que buscar a nuestro señor, el rey, una muchacha virgen que lo atienda, lo cuide y duerma a su lado para que nuestro señor el rey entre en calor.


3 Buscaron una muchacha hermosa por todo el territorio de Israel, encontraron a Abisag la sunamita y se la llevaron al rey. 4 La muchacha, que era muy hermosa, cuidaba al rey y lo servía; pero el rey no tuvo relaciones con ella.


5 Adonías, hijo de Jaguit, presumiendo de que él sería el rey, se procuró un carro, caballos y una escolta de cincuenta hombres. 6 Su padre David nunca le había regañado ni le pedía cuentas de lo que hacía, pues había nacido después de Absalón y era también muy atractivo. 7 Adonías se había confabulado con Joab, el hijo de Seruyá, y con el sacerdote Abiatar, que secundaban sus propósitos. 8 En cambio, el sacerdote Sadoc, Benaías, el hijo de Joyadá, el profeta Natán, Simeí, Reí y los valientes de David no estaban a favor de Adonías.


9 Un día Adonías fue a sacrificar corderos, toros y terneros cebados a la piedra de Zojélet, cerca de la fuente de Roguel. Invitó al sacrificio a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá que estaban al servicio del rey; 10 pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a los paladines, ni a su hermano Salomón.


11 Entonces Natán dijo a Betsabé, la madre de Salomón:


— ¿No has oído que Adonías, el hijo de Jaguit, se ha proclamado rey sin que lo sepa David, nuestro señor? 12 Ahora voy a darte un consejo, para que puedas salvar tu vida y la de tu hijo Salomón. 13 Preséntate ante el rey David y dile: “Majestad, tú juraste a una servidora que mi hijo Salomón te sucedería como rey y se sentaría en tu trono. ¿Por qué, entonces, se ha proclamado rey Adonías?”. 14 Y mientras estés tú allí hablando con el rey, yo entraré detrás y confirmaré tus palabras.


15 Inmediatamente Betsabé se presentó en la alcoba real. El rey estaba muy viejo, atendido por Abisag, la sunamita. 16 Betsabé se inclinó ante el rey y le hizo una reverencia. El rey le preguntó:


— ¿Qué quieres?


17 Ella le respondió:


— Señor, tú le juraste a tu servidora por el Señor, tu Dios, que mi hijo Salomón te sucedería como rey y se sentaría en tu trono; 18 y ahora resulta que Adonías ha sido proclamado rey sin que mi señor, el rey, lo sepa. 19 Ha sacrificado toros, terneros cebados y corderos en cantidad y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y al jefe del ejército Joab, pero no ha invitado a tu siervo Salomón. 20 Ahora, majestad, todo Israel está pendiente de ti y de que les anuncies quién va a suceder en el trono al rey, mi señor. 21 Pues, cuando el rey, mi señor, vaya a reunirse con sus padres, yo y mi hijo Salomón quedaremos como culpables.


22 Todavía estaba ella hablando con el rey, cuando llegó Natán 23 y lo anunciaron al rey:


— Está aquí el profeta Natán.


Natán se presentó ante el rey, le hizo una reverencia inclinando su rostro 24 y le dijo:


— Majestad, ¿has decretado tú que Adonías te suceda como rey y se siente en tu trono? 25 Porque hoy ha ido a sacrificar toros, terneros cebados y corderos en cantidad, ha invitado a todos los hijos del rey, a los capitanes del ejército y al sacerdote Abiatar; ahora están comiendo y bebiendo con él mientras lo aclaman: “¡Viva el rey Adonías!”. 26 Pero no me ha invitado a mí, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaías, el hijo de Joyadá, ni a tu siervo Salomón. 27 ¿Acaso mi señor, el rey, ha tomado tal decisión sin haber comunicado a sus servidores quién le sucedería en el trono?


28 El rey David ordenó:


— Llamen a Betsabé.


Betsabé se presentó al rey y se quedó de pie ante él. 29 Entonces David hizo este juramento:


— ¡Vive Dios que me ha salvado de todos los peligros! 30 Hoy mismo voy a cumplir lo que te juré ante el Señor, Dios de Israel, cuando te prometí que tu hijo Salomón me sucedería como rey y se sentaría en el trono en mi lugar.


31 Betsabé se inclinó rostro en tierra, hizo una reverencia al rey y dijo:


— ¡Viva siempre mi señor, el rey David!


32 Luego David ordenó:


— Llámenme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías, el hijo de Joyadá.


Ellos se presentaron ante el rey 33 y él les dijo:


— Tomen con ustedes a los servidores reales, suban a Salomón en mi propia mula y llévenlo a Guijón. 34 Una vez allí, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo consagrarán como rey de Israel. Entonces tocarán la trompeta y gritarán: “¡Viva el rey Salomón!”. 35 Luego subirán tras él, y cuando llegue aquí se sentará en mi trono y empezará a reinar en mi lugar, pues lo he designado jefe de Israel y de Judá. 36 Benaías, el hijo de Joyadá, respondió al rey:


— ¡Amén! Que así lo decrete el Señor, Dios de mi señor, el rey. 37 Que el Señor esté con Salomón como lo ha estado con mi señor, el rey, y que haga su reino más poderoso que el reino de mi señor, el rey David.


38 Entonces el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaías, el hijo de Joyadá, los quereteos y los peleteos fueron a montar a Salomón en la mula del rey David y lo llevaron a Guijón. 39 El sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite del santuario y consagró a Salomón. Después hicieron sonar la trompeta y toda la gente se puso a gritar:


— ¡Viva el rey Salomón!


40 Luego todos subieron tras él al son de trompetas y con tanto alboroto que la tierra parecía temblar con sus gritos.


41 Adonías y todos sus invitados lo oyeron cuando acababan de comer. Joab escuchó el sonido de la trompeta y dijo:


— ¿Por qué hay tanto alboroto en la ciudad?


42 Mientras hablaba llegó Jonatán, el hijo del sacerdote Abiatar, y Adonías le dijo:


— Entra, que tú eres persona influyente y traerás buenas noticias.


43 Pero Jonatán le respondió:


— ¡Todo lo contrario! Nuestro señor, el rey David, ha proclamado rey a Salomón. 44 El rey ha mandado al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a Benaías, el hijo de Joyadá, a los quereteos y a los peleteos y lo han montado en la mula del rey. 45 Luego el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han consagrado en Guijón y han subido desde allí muy alegres. La ciudad anda alborotada: esa es la razón del griterío que han oído. 46 Además, Salomón ha tomado posesión del reino 47 y los servidores reales han ido a felicitar al rey David, diciendo: “¡Que tu Dios haga a Salomón más famoso que a ti, y que haga su reino más poderoso que el tuyo!”. Incluso el rey ha hecho una reverencia en su lecho 48 y ha dicho: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha permitido hoy que alguien se siente en mi trono y que yo lo pueda ver!”.


49 Todos los invitados de Adonías se echaron a temblar, se levantaron y se dispersaron. 50 Adonías, temiendo a Salomón, se levantó y fue a refugiarse al amparo del altar. 51 Alguien informó a Salomón:


— Adonías, por miedo al rey Salomón, se ha refugiado al amparo del altar, pidiendo al rey que le jure hoy mismo que no va a matar a su siervo.


52 Salomón respondió:


— Si actúa como un hombre de bien, no se le tocará ni un pelo; pero, si se le descubre en falta, morirá.


53 Entonces el rey Salomón mandó que lo sacaran del altar. Luego él llegó a rendirle homenaje. Pero Salomón le dijo:


— ¡Vete a tu casa!

Hechos 4

La Palabra (Hispanoamérica)

Pedro y Juan ante el Consejo Supremo


4 Aún estaban Pedro y Juan hablando al pueblo, cuando se presentaron allí los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos. 2 Estaban contrariados, porque los apóstoles seguían instruyendo al pueblo y proclamaban que la resurrección de entre los muertos se había realizado ya en la persona de Jesús. 3 Así que los detuvieron y, en vista de que era ya tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. 4 Pero muchos de los que habían escuchado el discurso de Pedro abrazaron la fe, por lo que el número de creyentes varones alcanzó la cifra de unos cinco mil. 5 Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén las autoridades, los ancianos y los maestros de la ley. 6 Estaban presentes Anás, que era sumo sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de la clase sacerdotal dirigente. 7 Hicieron comparecer a Pedro y a Juan, y les preguntaron:


— ¿Con qué poder y en nombre de quién han hecho esto?


8 Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió:


— Jefes del pueblo y ancianos: 9 hoy ha sido curado un enfermo, y se nos pregunta quién lo ha curado. 10 Pues bien, han de saber, tanto ustedes como todo el pueblo israelita, que este hombre se encuentra ahora sano ante sus ojos gracias a Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios ha resucitado. 11 Él es la piedra rechazada por ustedes los constructores, pero que ha resultado ser la piedra principal. 12 Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido autor de nuestra salvación.


13 Cuando vieron la seguridad con que se expresaban Pedro y Juan, que eran hombres sin cultura y sin instrucción, no salían de su asombro. Por una parte, no podían menos de reconocer que Pedro y Juan habían sido compañeros de Jesús; 14 por otra, allí estaba de pie, junto a ellos, el hombre que había sido curado. Así que, no sabiendo cómo replicarles, 15 les ordenaron salir de la sala del Consejo y se pusieron a deliberar entre ellos:


16 — ¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Está claro para todos los habitantes de Jerusalén que, efectivamente, se ha realizado un milagro manifiesto por mediación de ellos; es algo que no podemos negar. 17 Sin embargo, para evitar que esto siga propagándose entre el pueblo, vamos a advertirles, bajo amenaza, que no hablen más a nadie de tal individuo.


18 Así que los llamaron y les prohibieron terminantemente que hablaran de Jesús o enseñaran en su nombre. 19 Pero Pedro y Juan les respondieron:


— ¿Les parece justo delante de Dios que los obedezcamos a ustedes antes que a él? 20 Por nuestra parte, no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.


21 Tras amenazarlos de nuevo, los dejaron libres. La verdad es que no hallaban forma de castigarlos sin enfrentarse con el pueblo, pues todos alababan a Dios por lo ocurrido; 22 además, el milagro de la curación se había realizado en un hombre de más de cuarenta años.

Oración unánime de los creyentes


23 En cuanto fueron puestos en libertad, Pedro y Juan se reunieron con los suyos y les contaron lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Al enterarse, todos elevaron unánimes esta oración a Dios:


— Señor nuestro, tú has creado el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; 25 tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste en boca de David, tu servidor y nuestro antepasado, estas palabras:


¿Por qué se alborotan las naciones

y hacen planes inútiles los pueblos?

26

Los reyes de la tierra se han aliado

y los poderosos se han confabulado

en contra del Señor y de su ungido.


27 Y realmente es cierto que, en esta ciudad, Pilato y Herodes se confabularon con los extranjeros y el pueblo israelita en contra de Jesús, tu santo servidor y Mesías. 28 Llevaron así a cabo todo lo que tu poder y tu voluntad habían decidido de antemano que sucediese. 29 Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan y concede a tus servidores anunciar tu mensaje con plena libertad. 30 Pon en juego tu poder, para que en el nombre de Jesús, tu santo servidor, se produzcan curaciones, señales milagrosas y prodigios.


31 Apenas terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Así pudieron luego proclamar el mensaje de Dios con plena libertad.

Compartir bienes


32 El grupo de los creyentes estaba totalmente compenetrado en un mismo sentir y pensar, y ninguno consideraba de su exclusiva propiedad los bienes que poseía, sino que todos los disfrutaban en común. 33 Los apóstoles, por su parte, daban testimonio de la resurrección de Jesús, el Señor, con toda firmeza, y se los miraba con gran simpatía. 34 Nadie entre los creyentes carecía de nada, pues los que eran dueños de haciendas o casas las vendían y entregaban el producto de la venta, 35 poniéndolo a disposición de los apóstoles para que estos lo distribuyeran conforme a la necesidad de cada uno. 36 Tal fue el caso de José, un chipriota de la tribu de Leví, a quien los apóstoles llamaban Bernabé, que significa “el que trae consuelo”; 37 vendió un terreno de su propiedad, trajo el importe y lo puso a disposición de los apóstoles.

Salmos 124

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 124 (123)

El Señor es nuestro auxilio


124 Cántico de peregrinación. De David.

Si el Señor no hubiese estado con nosotros,

—Israel es testigo—,

2

si el Señor no hubiese estado con nosotros

cuando los demás nos atacaban,

3

nos habrían devorado vivos

al estallar su ira contra nosotros;

4

nos habrían anegado las aguas,

una riada nos habría cubierto,

5

nos habrían cubierto

las impetuosas aguas.

6

¡Bendito sea el Señor

que nos liberó de sus fauces!

7

Escapamos como el pájaro

de la trampa que le tienden:

se rompió la trampa y escapamos.

8

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

Proverbios 16:24

La Palabra (Hispanoamérica)


24

Panal de miel son las palabras amables:

endulzan el alma y sanan el cuerpo.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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