Tuesday, June 6, 2023

DAB Español, Miércoles 07 de Junio

Día 158, DAB Español, Miércoles 07 de Junio


1 Reyes 2:1-3:2; Hechos 5:1-42; Salmos 125; Proverbios 16:25 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))








1 Reyes 2:1-3:2

La Palabra (Hispanoamérica)

Testamento y muerte de David


2 Sintiéndose próximo a la muerte, David dio a su hijo Salomón estas instrucciones:


2 — Yo estoy a punto de morir. Sé fuerte y pórtate con valor. 3 Sigue las instrucciones del Señor tu Dios, caminando por sus sendas y observando sus preceptos, mandatos, decretos y normas, como están escritos en la ley de Moisés. Así tendrás éxito en todas tus empresas y proyectos 4 y el Señor cumplirá la promesa que me hizo: “si tus hijos cuidan su conducta y actúan sinceramente ante mí, con todo su corazón y todo su ser, no te faltarán descendientes en el trono de Israel”.


5 Ya sabes, además, lo que me hizo Joab, el hijo de Seruyá, con los dos jefes del ejército de Israel: Abner, el hijo de Ner, y Amasá, el hijo de Jéter; y cómo los asesinó, derramando sangre de guerra en tiempos de paz y salpicando de sangre inocente su ropa y sus sandalias. 6 Actúa como te dicte tu prudencia, pero no lo dejes ir tranquilamente al otro mundo. 7 Trata, en cambio, con generosidad a los hijos de Barzilay, el galaadita, e invítalos a tu mesa, pues también ellos me socorrieron cuando huía de tu hermano Absalón. 8 Ahí tienes también a Simeí, el hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín: me maldijo con saña cuando me dirigía a Majanáin, pero salió a recibirme al Jordán y le tuve que jurar por el Señor que no lo mataría. 9 Ahora, no lo dejes impune, pues tú eres un hombre sabio y sabrás lo que tienes que hacer con él para mandarlo manchado de sangre al otro mundo.


10 David murió y fue enterrado en la ciudad de David. 11 Reinó sobre Israel durante cuarenta años: siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.

Consolidación del reino y represalias de Salomón


12 Salomón se sentó en el trono de su padre David y su reino quedó consolidado.


13 Adonías, el hijo de Jaguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón, y ella le preguntó:


— ¿Vienes en son de paz?


Adonías respondió:


— Sí.


14 Luego añadió:


— Tengo algo que decirte.


Ella le contestó:


— Dilo.


15 Entonces Adonías dijo:


— Tú sabes que la realeza me correspondía a mí y que todo Israel esperaba que yo fuera rey; pero las cosas se torcieron y la realeza fue a parar a mi hermano, porque el Señor se la había destinado. 16 Pues bien, ahora sólo quiero pedirte un favor; no me lo niegues.


Ella le respondió:


— Habla.


17 Él le dijo:


— Pídele al rey Salomón un favor, que él no te negará: que me dé por esposa a Abisag, la sunamita.


18 Betsabé le respondió.


— Está bien. Yo hablaré al rey de tu parte.


19 Betsabé fue a ver al rey Salomón para hablarle de Adonías. El rey se levantó para recibirla y le hizo una reverencia. Luego se sentó en su trono y mandó poner otro trono para su madre. Ella se sentó a su derecha 20 y le dijo:


— Quiero pedirte un pequeño favor que, espero, no me negarás.


El rey le respondió:


— Madre, pídelo, que no te lo negaré.


21 Ella le dijo:


— Dale a tu hermano Adonías por esposa a Abisag la sunamita.


22 Pero el rey Salomón respondió a su madre:


— ¿Cómo es que me pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? ¡Podías pedirme también la realeza para él, puesto que es mi hermano mayor y tiene de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab, el hijo de Seruyá!


23 Luego el rey Salomón juró por el Señor:


— ¡Que Dios me castigue, si a Adonías no le cuesta la vida haber hecho esa petición! 24 ¡Juro por el Señor, que me ha asentado firmemente en el trono de mi padre David y que me ha dado una dinastía, como había prometido, que hoy mismo morirá Adonías!


25 Entonces el rey Salomón envió a Benaías, el hijo de Joyadá, para que lo ejecutara, y Adonías murió.


26 En cuanto al sacerdote Abiatar, el rey le dijo:


— ¡Márchate a Anatot, a tus tierras! Estás condenado a muerte, pero hoy no voy a matarte, ya que llevaste el Arca del Señor Dios, delante de mi padre David y lo acompañaste en todas sus desgracias.


27 Y Salomón destituyó a Abiatar de su cargo de sacerdote del Señor, cumpliendo la sentencia que el Señor había pronunciado contra la casa de Elí en Siló.


28 Cuando le llegó la noticia a Joab, que había apoyado a Adonías, aunque no a Absalón, huyó al santuario del Señor y se refugió al amparo del altar. 29 Cuando informaron al rey Salomón de que Joab había huido a la Tienda del Señor y que estaba junto al altar, Salomón envió a decir a Joab:


— ¿Qué te pasa, que has huido al altar?


Y Joab respondió:


— Tuve miedo de ti y he huido junto al Señor.


Entonces el rey Salomón envió a decir a Benaías, hijo de Joyadá:


— Ve a matarlo.


30 Benaías llegó al santuario del Señor y le dijo:


— El rey te ordena que salgas.


Joab respondió:


— No. Moriré aquí.


Benaías volvió a transmitir al rey la respuesta de Joab 31 Entonces el rey le ordenó:


— Haz lo que dice: mátalo y entiérralo. Así nos limpiarás a mí y a la familia de mi padre de la sangre inocente derramada por Joab 32 y el Señor le hará responsable de haber matado a dos hombres más justos y mejores que él: Abner, el hijo de Ner, capitán del ejército de Israel, y Amasá, el hijo de Jéter, capitán del ejército de Judá, a quienes asesinó sin que mi padre lo supiese. 33 ¡Que Joab y sus descendientes sean por siempre responsables de ambas muertes! ¡Y que la paz del Señor acompañe a David, a su descendencia y a su trono!


34 Benaías, el hijo de Joyadá, fue a ejecutar a Joab. Lo mató y lo enterró en su propiedad, en el desierto. 35 Luego el rey puso a Benaías, el hijo de Joyadá, al frente del ejército, en lugar de Joab; y al sacerdote Sadoc, en lugar de Abiatar.


36 Más tarde, el rey mandó llamar a Simeí y le dijo:


— Hazte una casa en Jerusalén y quédate allí sin salir a ningún sitio. 37 Porque el día que salgas y cruces el torrente Cedrón, ten por seguro que irremediablemente morirás y tú serás el responsable.


38 Simeí respondió al rey:


— Está bien. Tu servidor hará como dice mi señor, el rey.


Simeí estuvo viviendo en Jerusalén mucho tiempo. 39 Pero, al cabo de tres años, se le escaparon dos esclavos y se fueron con Aquís, el hijo de Maacá, rey de Gat. Cuando informaron a Simeí de que sus esclavos estaban en Gat, 40 él aparejó su burro, marchó a Gat, donde se encontraba Aquís, a buscar a sus esclavos y se los trajo de allí. 41 Cuando comunicaron a Salomón que Simeí había ido de Jerusalén a Gat, y que había vuelto, 42 mandó llamar a Simeí y le dijo:


— ¿No te hice jurar por el Señor y te advertí que el día que salieses y fueses a cualquier sitio podías tener la seguridad de que morirías irremediablemente, y tú me respondiste que estabas de acuerdo y que te dabas por avisado? 43 ¿Por qué no has cumplido lo que juraste por el Señor y la orden que te di?


44 Y el rey añadió:


— Tú conoces perfectamente todo el daño que hiciste a mi padre David. Por eso el Señor hace recaer ahora tu maldad sobre ti. 45 En cambio, el rey Salomón será bendecido y el trono de David permanecerá siempre firme ante el Señor.


46 Entonces Salomón dio órdenes a Benaías, el hijo de Joyadá, que salió y lo mató. Y el reino se consolidó en manos de Salomón.

La sabiduría de Salomón (3,1—5,14)

El sueño de Gabaón (2 Cr 1,6b-13)


3 Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, casándose con una hija suya, a la que llevó a la ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el Templo del Señor y las murallas de Jerusalén.


2 En aquellos días, como aún no se había construido el Templo en honor del Señor, la gente seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios locales.

Hechos 5

La Palabra (Hispanoamérica)

Ananías y Safira


5 Pero un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, de nombre Safira, vendió una finca 2 y, de acuerdo con la esposa, retuvo una parte del precio y puso lo restante a disposición de los apóstoles. 3 Pedro le dijo:


— Ananías, ¿por qué has permitido que Satanás te convenciera para mentir al Espíritu Santo, guardando para ti parte del precio de la finca? 4 Tuya era antes de venderla y, una vez vendida, tuyo era el producto de la venta. ¿Cómo se te ha ocurrido hacer una cosa semejante? No has mentido a los hombres sino a Dios.


5 Escuchar Ananías estas palabras y caer muerto al suelo fue todo uno, por lo que cuantos lo oyeron quedaron sobrecogidos de temor. 6 En seguida se acercaron unos jóvenes, amortajaron el cadáver y lo llevaron a enterrar.


7 Unas tres horas más tarde llegó su mujer, que ignoraba lo sucedido. 8 Pedro le preguntó:


— Dime, ¿es este el valor total de la finca que vendieron?


Ella contestó:


— Sí, ese es.


9 Pedro le replicó:


— ¿Por qué se han confabulado para provocar al Espíritu del Señor? Escucha, ya se oyen a la puerta los pasos de los que vuelven de enterrar a tu marido; ahora te llevarán a ti.


10 Al instante cayó a sus pies y expiró. Cuando entraron los jóvenes, era ya cadáver; así que se la llevaron y la enterraron junto a su marido. 11 Como resultado de esto, la Iglesia entera y todos los que llegaron a saberlo quedaron sobrecogidos de temor.

Los apóstoles realizan milagros


12 Eran muchos los milagros y prodigios que se producían entre el pueblo por medio de los apóstoles. Los fieles, por su parte, se reunían todos formando una piña en el pórtico de Salomón. 13 Pero nadie más se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo los tenía en gran estima. 14 Sin embargo, pronto fueron multitud los hombres y mujeres que creyeron en el Señor. 15 Incluso sacaban a los enfermos a la calle y los ponían en lechos y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra tocara a alguno de ellos. 16 De los pueblos próximos a Jerusalén acudían también muchedumbres de gentes llevando enfermos y personas atormentadas por espíritus malignos, y todos eran curados.

Persecución contra los apóstoles


17 Entonces, el sumo sacerdote y todos los de su partido, que era el de los saduceos, ciegos de furor, 18 apresaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. 19 Pero un ángel del Señor abrió por la noche la puerta de la prisión y los hizo salir diciéndoles:


20 — Vayan y anuncien al pueblo, en medio del Templo, todo lo referente a esta forma de vida.


21 Oído este mandato, se dirigieron de mañana al Templo, donde empezaron a enseñar. Entre tanto, llegaron el sumo sacerdote y los de su partido, convocaron al Consejo Supremo y al pleno de los dirigentes israelitas, y mandaron traer de la cárcel a los presos. 22 Fueron los guardias, pero no encontraron a los apóstoles en la prisión; así que se volvieron e informaron del hecho 23 con estas palabras:


— Hemos hallado la cárcel cuidadosamente cerrada, y a los vigilantes en su puesto ante la puerta; pero al abrirla no hemos encontrado a nadie dentro.


24 Cuando el jefe de la guardia del Templo y los jefes de los sacerdotes escucharon la noticia, quedaron perplejos y se preguntaban qué habría podido suceder. 25 Hasta que alguien llegó con esta información:


— Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el Templo, tan tranquilos, enseñando al pueblo.


26 Fue entonces el jefe de la guardia con sus hombres y trajeron a los apóstoles, aunque sin violencia, por temor a ser apedreados por el pueblo. 27 Una vez introducidos a la presencia del Consejo Supremo, el sumo sacerdote procedió a interrogarlos:


28 — Les teníamos terminantemente prohibido enseñar en nombre de ese. Pero resulta que ustedes han infestado Jerusalén con su enseñanza, y encima quieren hacernos responsables de la muerte de ese hombre.


29 Pedro y los otros apóstoles respondieron:


— Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo en un madero. 31 Ha sido Dios quien lo ha elevado a la máxima dignidad y lo ha constituido jefe y salvador, para ofrecer a la nación israelita la ocasión de convertirse y de alcanzar el perdón de los pecados. 32 Y nosotros somos testigos de ello junto con el Espíritu Santo, que Dios ha concedido a quienes lo obedecen.


33 Los miembros del Consejo perdieron los estribos al oír esto y querían matarlos. 34 Pero había en el Consejo un fariseo llamado Gamaliel, doctor en la ley y muy respetado por todo el pueblo; este tomó la palabra, mandó que sacasen de la sala durante unos instantes a los detenidos 35 y dijo a los presentes:


— Israelitas, reflexionen bien sobre lo que se proponen hacer con estos hombres. 36 Hace poco apareció un tal Teudas pretendiendo ser alguien importante, y logró reunir unos cuatrocientos adeptos. Pero lo mataron y todos sus seguidores se dispersaron y quedaron reducidos a la nada. 37 Después de él, durante la época del censo, apareció Judas, el galileo, y arrastró a una buena parte del pueblo tras de sí; pero cuando también a él lo mataron, todos sus partidarios se esfumaron. 38 Por eso, en esta ocasión, mi consejo es que no se metan con estos hombres y que los dejen en paz. Porque si los mueve un propósito o interés humano, fracasarán; 39 pero, si es Dios quien los mueve, no podrán acabar con ellos. Y pudiera ser que estuvieran ustedes luchando contra Dios.


Ellos aceptaron su consejo; 40 así que llamaron a los apóstoles, los azotaron y les prohibieron terminantemente hablar sobre Jesús. Después los soltaron. 41 Los apóstoles salieron del Consejo llenos de alegría por haber sido considerados dignos de sufrir por Jesús. 42 Y, tanto en el Templo como por las casas, continuaron día tras día enseñando y proclamando la buena noticia de que Jesús era el Mesías.

Salmos 125

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 125 (124)

El Señor rodea a su pueblo


125 Cántico de peregrinación.

Los que confían en el Señor

son como el monte Sión,

inamovible, firme por siempre.

2

Como los montes rodean Jerusalén,

así el Señor rodea a su pueblo

desde ahora y para siempre.

3

El cetro de la maldad

no se abatirá sobre los justos,

para que estos no se entreguen al mal.

4

Señor, trata bien a los buenos,

a los que son de corazón recto.

5

Mas a quienes siguen senderos tortuosos,

que el Señor los lleve con los malhechores.

¡Que reine la paz en Israel!

Proverbios 16:25

La Palabra (Hispanoamérica)


25

Hay caminos que parecen rectos

y al final son caminos de muerte.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España


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