Día 116, DAB Español, Jueves 26 de Abril
Jueces 6:1-40; Lucas 22:55-23:10; Salmos 95-96; Proverbios 14:5-6 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
Jueces
6 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Gedeón, juez de Israel
6 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del
Señor. Entonces el Señor los entregó a los madianitas durante siete años. 2 Los
madianitas eran tan crueles que los israelitas hicieron escondites en los
montes, en las cuevas y en lugares fortificados. 3 Cada vez que los israelitas
sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo
del oriente, y atacaban a Israel. 4 Acampaban en territorio israelita y
destruían las cosechas hasta la región de Gaza. Se llevaban todas las ovejas, las
cabras, el ganado y los burros, y dejaban a los israelitas sin qué comer. 5
Estas multitudes enemigas, que venían con sus animales y sus carpas, eran como
una plaga de langostas; llegaban en numerosas manadas de camellos, imposibles
de contar, y no se iban hasta que la tierra quedaba desolada. 6 Así que Israel
se moría de hambre en manos de los madianitas. Entonces los israelitas clamaron
al Señor por ayuda.
7 Cuando clamaron al Señor a causa de Madián, 8 el
Señor les envió un profeta, quien dijo al pueblo de Israel: «Esto dice el
Señor, Dios de Israel: “Yo te saqué de la esclavitud en Egipto. 9 Te rescaté de
los egipcios y de todos los que te oprimían. Expulsé a tus enemigos y te di sus
tierras. 10 Te dije: ‘Yo soy el Señor, tu Dios. No debes rendir culto a los
dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives’. Pero no me hiciste caso”».
11 Después el ángel del Señor vino y se sentó debajo
del gran árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo
de Joás, estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano
de los madianitas. 12 Entonces el ángel del Señor se le apareció y le dijo:
—¡Guerrero valiente, el Señor está contigo!
13 —Señor —respondió Gedeón—, si el Señor está con
nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que
nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: “El Señor nos sacó de
Egipto”? Pero ahora el Señor nos ha abandonado y nos entregó en manos de los
madianitas.
14 Entonces el Señor lo miró y le dijo:
—Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de
los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
15 —Pero, Señor —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo
rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo
soy el de menor importancia en mi familia!
16 El Señor le dijo:
—Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como
si estuvieras luchando contra un solo hombre.
17 —Si de verdad cuento con tu favor —respondió
Gedeón—, muéstrame una señal para asegurarme de que es realmente el Señor quien
habla conmigo. 18 No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda.
Él respondió:
—Aquí me quedaré hasta que regreses.
19 Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un
cabrito y horneó pan sin levadura con una medida[a] de harina. Luego llevó la
carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo delante del ángel, quien
estaba bajo el gran árbol.
20 Así que el ángel de Dios le dijo: «Pon la carne y
el pan sin levadura sobre esta piedra y derrama el caldo sobre ellos». Y Gedeón
hizo lo que se le indicó. 21 Entonces el ángel del Señor tocó la carne y el pan
con la punta de la vara que tenía en la mano, y de la piedra salió fuego que
consumió todo lo que Gedeón había llevado. Y el ángel del Señor desapareció.
22 Cuando Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del
Señor, clamó:
—¡Oh Señor Soberano, estoy condenado! ¡He visto cara a
cara al ángel del Señor!
23 —No te preocupes —le contestó el Señor—. No tengas
miedo; no morirás.
24 Entonces Gedeón construyó un altar al Señor en ese
lugar y lo llamó Yahveh-shalom (que significa «el Señor es paz»). Ese altar
sigue en Ofra, en la tierra del clan de Abiezer, hasta el día de hoy.
25 Esa noche el Señor le dijo a Gedeón: «Toma el
segundo toro del rebaño de tu padre, el que tiene siete años. Derriba el altar
que tu padre levantó a Baal y corta el poste dedicado a la diosa Asera que está
junto al altar. 26 Después construye un altar al Señor tu Dios en el santuario
de esta misma cima, colocando cada piedra con cuidado. Sacrifica el toro como
ofrenda quemada sobre el altar, y usa como leña el poste dedicado a la diosa
Asera que cortaste».
27 Entonces Gedeón llevó a diez de sus criados e hizo lo
que el Señor le había ordenado; pero lo hizo de noche, porque les tenía miedo a
los demás miembros de la casa de su padre y a la gente de la ciudad.
28 Temprano a la mañana siguiente, mientras los
habitantes de la ciudad se despertaban, alguien descubrió que el altar de Baal
estaba derribado y que habían cortado el poste dedicado a la diosa Asera que
estaba al lado. En su lugar se había construido un nuevo altar, y sobre ese
altar estaban los restos del toro que se había sacrificado. 29 Los habitantes se
preguntaban unos a otros: «¿Quién hizo esto?». Y después de preguntar por todas
partes y hacer una búsqueda cuidadosa, se enteraron de que había sido Gedeón,
el hijo de Joás.
30 —Saca a tu hijo —le exigieron a Joás los hombres de
la ciudad—. Tendrá que morir por haber destruido el altar de Baal y haber
cortado el poste dedicado a la diosa Asera.
31 Sin embargo, Joás gritó a la turba que lo
enfrentaba:
—¿Por qué defienden a Baal? ¿Acaso abogarán por él?
¡Todo el que defienda su causa será ejecutado antes del amanecer! Si de verdad
Baal es un dios, ¡que se defienda a sí mismo y destruya al que derribó su
altar!
32 A partir de entonces a Gedeón lo llamaron Jerobaal,
que significa «que Baal se defienda a sí mismo», porque él destruyó el altar de
Baal.
Gedeón pide una señal
33 Poco tiempo después, los ejércitos de Madián, de
Amalec y del pueblo del oriente formaron una alianza en contra de Israel;
cruzaron el Jordán y acamparon en el valle de Jezreel. 34 Entonces el Espíritu
del Señor vistió a Gedeón de poder. Gedeón tocó el cuerno de carnero como un
llamado a tomar las armas, y los hombres del clan de Abiezer se le unieron. 35
También envió mensajeros por todo Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para
convocar a sus guerreros, y todos ellos respondieron.
36 Después Gedeón le dijo a Dios: «Si de veras vas a
usarme para rescatar a Israel como lo prometiste, 37 demuéstramelo de la
siguiente manera: esta noche pondré una lana de oveja en el suelo del campo de
trillar; si por la mañana la lana está mojada con el rocío, pero el suelo está
seco, entonces sabré que me ayudarás a rescatar a Israel como lo prometiste».
38 Y eso fue exactamente lo que sucedió. Cuando Gedeón se levantó temprano a la
mañana siguiente, exprimió la lana y sacó un tazón lleno de agua.
39 Luego Gedeón le dijo a Dios: «Por favor, no te
enojes conmigo, pero deja que te haga otra petición. Permíteme usar la lana
para una prueba más. Esta vez, que la lana se quede seca, mientras que el suelo
alrededor esté mojado con el rocío». 40 Así que esa noche, Dios hizo lo que
Gedeón le pidió. A la mañana siguiente, la lana estaba seca, pero el suelo
estaba cubierto de rocío.
Footnotes:
6:19 En hebreo un efa [22 litros o 20 cuartos].
Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Lucas
22:55-23:10 Nueva Traducción Viviente (NTV)
55 Los guardias encendieron una fogata en medio del
patio y se sentaron alrededor, y Pedro se sumó al grupo. 56 Una sirvienta lo
vio a la luz de la fogata y comenzó a mirarlo fijamente. Por fin dijo: «Este
hombre era uno de los seguidores de Jesús».
57 Pero Pedro lo negó: «¡Mujer, ni siquiera lo
conozco!».
58 Después de un rato, alguien más lo vio y dijo:
—Seguramente tú eres uno de ellos.
—¡No, hombre, no lo soy! —contestó.
59 Alrededor de una hora más tarde, otra persona
insistió: «Seguro este es uno de ellos porque también es galileo».
60 Pero Pedro dijo: «¡Hombre, no sé de qué hablas!».
Inmediatamente, mientras aún hablaba, el gallo cantó.
61 En ese momento, el Señor se volvió y miró a Pedro.
De repente, las palabras del Señor pasaron rápidamente por la mente de Pedro:
«Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me
conoces». 62 Y Pedro salió del patio, llorando amargamente.
63 Los guardias que estaban a cargo de Jesús
comenzaron a burlarse de él y a golpearlo. 64 Le vendaron los ojos y le decían:
«¡Profetízanos! ¿Quién te golpeó esta vez?». 65 Y le lanzaban todo tipo de
insultos.
Jesús ante el Concilio
66 Al amanecer, todos los ancianos del pueblo se
reunieron, incluidos los principales sacerdotes y los maestros de la ley
religiosa. Llevaron a Jesús ante el Concilio Supremo[a] 67 y le dijeron:
—Dinos, ¿eres tú el Mesías?
Él les respondió:
—Si lo dijera, no me creerían; 68 y si yo les hiciera
una pregunta, ustedes no me la contestarían. 69 Sin embargo, desde ahora, el
Hijo del Hombre estará sentado en el lugar de poder, a la derecha de Dios.[b]
70 Todos gritaron:
—¿Entonces afirmas que eres el Hijo de Dios?
Y él contestó:
—Ustedes dicen que lo soy.
71 «¿Para qué necesitamos otros testigos? —dijeron—.
Nosotros mismos lo oímos decirlo».
Juicio de Jesús ante Pilato
23 Entonces todo el Concilio llevó a Jesús ante
Pilato, el gobernador romano. 2 Comenzaron a presentar su caso: «Este hombre ha
estado llevando al pueblo por mal camino al decirles que no paguen los
impuestos al gobierno romano y al afirmar que él es el Mesías, un rey».
3 Entonces Pilato le preguntó:
—¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús contestó:
—Tú lo has dicho.
4 Pilato se dirigió a los principales sacerdotes y a
la multitud y les dijo:
—¡No encuentro ningún delito en este hombre!
5 Pero insistían:
—Con sus enseñanzas causa disturbios por donde va, en
toda Judea, desde Galilea hasta Jerusalén.
6 —Ah, ¿es galileo? —preguntó Pilato.
7 Cuando le dijeron que sí, Pilato lo mandó a Herodes
Antipas, porque Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes, y dio la
casualidad de que se encontraba en Jerusalén en ese momento.
8 Herodes se alegró mucho por la oportunidad de ver a
Jesús, porque había oído hablar de él y hacía tiempo que quería verlo realizar
un milagro. 9 Herodes le hizo una pregunta tras otra, pero Jesús se negó a
contestar. 10 Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la
ley religiosa se quedaron allí gritando sus acusaciones.
Footnotes:
22:66 En griego ante el Sanedrín.
22:69 Ver Sal 110:1.
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Salmos
95-96 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 95
1 ¡Vengan, cantemos al Señor!
Aclamemos
con alegría a la Roca de nuestra salvación.
2 Acerquémonos a él con acción de gracias.
Cantémosle
salmos de alabanza,
3 porque el Señor es Dios grande,
un gran Rey
sobre todos los dioses.
4 En sus manos sostiene las profundidades de la tierra
y las
montañas más imponentes.
5 El mar le pertenece, pues él lo creó;
sus manos
también formaron la tierra firme.
6 Vengan, adoremos e inclinémonos.
Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,
7 porque él
es nuestro Dios.
Somos el pueblo que él vigila,
el rebaño a
su cuidado.
¡Si tan solo escucharan hoy su voz!
8 El Señor dice: «No endurezcan el corazón como lo
hizo Israel en Meriba,
como lo hizo
el pueblo en el desierto de Masá.
9 Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba
mi paciencia,
a pesar de
haber visto todo lo que hice.
10 Durante cuarenta años estuve enojado con ellos y
dije:
“Son un pueblo cuyo corazón se aleja de mí;
rehúsan
hacer lo que les digo”.
11 Así que en mi enojo juré:
“Ellos nunca
entrarán en mi lugar de descanso”».
Salmo 96
1 ¡Canten al Señor una nueva canción!
¡Que toda la
tierra cante al Señor!
2 Canten al Señor, alaben su nombre;
cada día
anuncien las buenas noticias de que él salva.
3 Anuncien sus gloriosas obras entre las naciones;
cuéntenles a
todos las cosas asombrosas que él hace.
4 ¡Grande es el Señor! ¡Es el más digno de alabanza!
A él hay que
temer por sobre todos los dioses.
5 Los dioses de las otras naciones no son más que
ídolos,
¡pero el
Señor hizo los cielos!
6 Honor y majestad lo rodean;
fuerza y
belleza llenan su santuario.
7 Oh naciones del mundo, reconozcan al Señor;
reconozcan
que el Señor es fuerte y glorioso.
8 ¡Den al Señor la gloria que merece!
Lleven
ofrendas y entren en sus atrios.
9 Adoren al Señor en todo su santo esplendor;
que toda la
tierra tiemble delante de él.
10 Digan a todas las naciones: «¡El Señor reina!».
El mundo
permanece firme y no puede ser sacudido.
Él juzgará a
todos los pueblos con imparcialidad.
11 ¡Que los cielos se alegren, y la tierra se goce!
¡Que el mar
y todo lo que contiene exclamen sus alabanzas!
12 ¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría!
Que los
árboles del bosque canten de alegría
13 delante del Señor, ¡porque él viene!
Viene a
juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a las
naciones con su verdad.
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Proverbios
14:5-6 Nueva Traducción Viviente (NTV)
5 El testigo honrado no miente;
el testigo
falso respira mentiras.
6 El burlón busca la sabiduría y nunca la encuentra;
pero para el
entendido, el conocimiento es cosa fácil.
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