Día 183, DAB Español, Lunes 2 de Julio
2 Reyes 20:1-22:3; Hechos 21:18-36; Salmos 150; Proverbios 18:9-10 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
2
Reyes 20:1-22:3 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Enfermedad y curación de Ezequías (Is 38,1-8)
20 Por aquel tiempo enfermó gravemente Ezequías. El
profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
— Esto dice el Señor: “Pon en orden tus asuntos, pues
vas a morir; no te curarás”.
2 Ezequías se volvió cara a la pared y oró con estas
palabras al Señor:
3 — ¡Ay, Señor! recuerda que me he comportado con
fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada.
Y rompió a llorar a lágrima viva. 4 Antes de que
Isaías hubiese salido del patio, le llegó este mensaje del Señor:
5 — Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo:
“Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto
tus lágrimas. Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del
Señor. 6 Voy a alargar tu vida otros quince años; libraré a ti y a esta ciudad
de caer en poder del rey de Asiria, y la defenderé por mi honor y el de David,
mi servidor”.
7 Luego Isaías ordenó:
— Tráiganme una torta de higos.
Se la llevaron, la aplicaron sobre la parte enferma y
Ezequías sanó. 8 Entonces Ezequías preguntó a Isaías:
— ¿Cuál será la señal de que el Señor me curará y de
que en tres días podré ir al Templo?
9 Isaías le respondió:
— Esta será la señal de que el Señor cumplirá la
promesa que te ha hecho. ¿Qué prefieres, que la sombra avance diez grados o que
retroceda otros tantos?
10 Ezequías dijo:
— Lo normal es que la sombra avance. Prefiero que
retroceda diez grados.
11 Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el
Señor hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de sol de Ajaz.
Embajada babilónica (2 Cr 32,30.32-33)
12 Por entonces el rey de Babilonia, Merodac Baladán,
hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado
de que estaba enfermo. 13 Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el
palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y
todo lo que había en sus depósitos. Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su
palacio y de todos sus dominios.
14 Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y
le preguntó:
— ¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido?
Ezequías respondió:
— Han venido de Babilonia, un país lejano.
15 Isaías preguntó de nuevo:
— ¿Y qué han visto en tu palacio?
Ezequías le dijo:
— Todo lo que hay en palacio. No ha quedado nada de
mis tesoros por enseñarles.
16 Entonces Isaías le dijo:
— Escucha este mensaje del Señor: 17 “Llegará un día
en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus
antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor. 18 Incluso
a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como
eunucos en el palacio del rey de Babilonia.”
19 Ezequías dijo:
— Me parece bien la palabra del Señor que me has
anunciado.
Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz
y seguridad.
Conclusión del reinado de Ezequías (2 Cr 32,30.32-33)
20 El resto de la historia de Ezequías y todas sus
hazañas, la alberca y el canal que hizo para llevar las aguas a la ciudad, está
escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá. 21 Cuando Ezequías
murió, su hijo Manasés le sucedió como rey.
Reinados de Manasés y de Amón (21,1-26)
Manasés de Judá (698-643) (2 Cr 33,1-9.18.20)
21 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y
reinó en Jerusalén durante cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jefsibá.
2 Manasés ofendió al Señor imitando las perversiones de los pueblos que el
Señor había expulsado ante los israelitas. 3 Reconstruyó los santuarios de los
altos que su padre Ezequías había destruido, levantó altares a Baal, erigió una
columna como la de Ajab, el rey de Israel, y adoró y dio culto a todos los
astros del cielo. 4 Construyó altares en el Templo del que el Señor había
dicho: “En Jerusalén se invocará mi nombre”. 5 Levantó altares a todos los
astros del cielo en los dos patios del Templo. 6 Quemó a su hijo en sacrificio,
practicó el espiritismo y la brujería, instituyó nigromantes y adivinos y
ofendió tanto al Señor, que provocó su indignación. 7 Hizo una estatua de Asera
y la colocó en el Templo sobre el que el Señor había dicho a David y a su hijo
Salomón: “En este Templo y en Jerusalén, mi ciudad elegida entre todas las tribus
de Israel, residirá mi nombre por siempre. 8 No volveré a dejar que Israel ande
errante, lejos de la tierra que di a sus antepasados, con tal que cumplan y se
comporten conforme a todo lo que les he mandado, y conforme a la ley que les
dio Moisés, mi servidor”. 9 Pero no hicieron caso, y Manasés los indujo a
portarse peor que las naciones que el Señor había aniquilado ante los
israelitas.
10 Entonces el Señor les habló por medio de sus
servidores, los profetas, diciendo:
11 — Puesto que Manasés, el rey de Judá, ha cometido
tales perversiones y se ha portado peor que los amorreos que lo precedieron,
haciendo pecar a Judá con sus ídolos, 12 así dice el Señor, Dios de Israel:
“Voy a descargar tal castigo sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que lo oiga
le retumbarán los oídos. 13 Mediré a Jerusalén con la vara de Samaría, con el
nivel de la dinastía de Ajab; y lavaré a Jerusalén como se lava un plato y
luego se pone boca abajo”. 14 Abandonaré al resto de mi heredad y los entregaré
como despojos y botín en poder de sus enemigos, 15 porque me han ofendido y han
provocado mi indignación desde que sus antepasados salieron de Egipto hasta
hoy.
16 Además, Manasés derramó tanta sangre inocente que
llegó a inundar Jerusalén por todos lados; y esto, sin contar los pecados que
hizo cometer a Judá, ofendiendo al Señor.
17 El resto de la historia de Manasés, todo lo que
hizo y los pecados que cometió, está escrito en el libro de los Anales de los
Reyes de Judá. 18 Cuando Manasés murió fue enterrado en el jardín de su
palacio, el jardín de Uzá, y su hijo Amón le sucedió como rey.
Amón de Judá (643-640) (2 Cr 33,21-22a.24-25)
19 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar,
y reinó en Jerusalén durante dos años. Su madre se llamaba Mesulémet y era hija
de Jarús, natural de Jotbá. 20 Amón ofendió al Señor como su padre Manasés 21 y
siguió en todo las huellas de su padre: dio culto a los ídolos y los adoró,
como había hecho su padre. 22 Abandonó al Señor, Dios de sus antepasados, y no siguió
sus caminos. 23 Sus servidores conspiraron contra el rey y lo asesinaron en su
palacio. 24 Pero el pueblo mató a todos los que habían conspirado contra el rey
Amón y en su lugar nombraron rey a su hijo Josías. 25 El resto de la historia
de Amón, todo cuanto hizo, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes
de Judá. 26 Lo enterraron en su sepultura, en el jardín de Uzá y su hijo Josías
le sucedió como rey.
La reforma de Josías (22,1—23,30)
Josías de Judá (640-609) (2 Cr 34,1-2)
22 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y
reinó en Jerusalén durante treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá y era
hija de Adaías, natural de Boscat. 2 Actuó correctamente ante el Señor y siguió
siempre las huellas de su antepasado David, sin desviarse lo más mínimo.
El Libro de la Ley (2 Cr 34,8-11.15-28)
3 En el año décimo octavo del reinado de Josías, el
rey envió al Templo al secretario Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán,
con este mensaje:
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Hechos
21:18-36 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
18 Al día siguiente fuimos con Pablo a visitar a
Santiago. Asistieron a la reunión todos los dirigentes. 19 Pablo los saludó y a
continuación les refirió detalladamente todo lo que Dios había llevado a cabo
entre los no judíos por su ministerio. 20 Ellos alabaron a Dios al oír esto,
pero al mismo tiempo dijeron a Pablo:
— Como ves, hermano, millares de judíos son ahora
creyentes. Y todos siguen siendo fieles observantes de la ley. 21 Por otra
parte, les han informado que tú induces a todos los judíos residentes en el
extranjero a abandonar la ley de Moisés y que les aconsejas que no circunciden
a sus hijos ni observen nuestras tradiciones. 22 ¿Qué hacer en tal situación?
Porque, sin duda, se enterarán de que has llegado. 23 Lo mejor es que sigas
este consejo que te damos. Están con nosotros cuatro hombres obligados aún a
cumplir una promesa. 24 Llévalos contigo, participa con ellos en el ritual de
la purificación y paga lo que les cueste raparse la cabeza. Todos sabrán así
que los rumores que circulan acerca de ti carecen de fundamento, y que tú mismo
observas y cumples fielmente la ley. 25 En lo concerniente a los no judíos que
han abrazado la fe, en su día les comunicamos por escrito nuestra decisión, a
saber, que se abstengan de comer carne ofrecida a los ídolos o procedente de
animales ahogados, y que se abstengan también de alimentarse de sangre y de
cometer cualquier clase de inmoralidad sexual.
26 Tomó, pues, Pablo consigo a aquellos hombres, y al
siguiente día inició con ellos la ceremonia de la purificación. Después entró
en el Templo para fijar la fecha en que, una vez terminado el período de la
purificación, debía ofrecerse un sacrificio por cada uno de ellos.
Detención de Pablo en el Templo
27 A punto de cumplirse los siete días, unos judíos de
la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo y, amotinando a la gente, se
abalanzaron sobre él 28 mientras gritaban:
— ¡Israelitas, ayúdennos! ¡Este es el individuo que va
por todas partes difamando nuestra nación, nuestra ley y este sagrado recinto!
Por si fuera poco, ha introducido extranjeros en el Templo, profanando así este
santo lugar.
29 Es que habían visto antes a Pablo andar por la
ciudad en compañía de Trófimo, de Éfeso, y suponían que también lo había
llevado al Templo. 30 La ciudad entera se alborotó; y la gente acudió en masa.
Agarraron a Pablo, lo sacaron fuera del Templo y cerraron sus puertas
inmediatamente. 31 Estaban dispuestos a matarlo, cuando llegó al comandante de
la guarnición la noticia de que toda Jerusalén estaba alborotada. 32 Al momento
movilizó un grupo de soldados y oficiales y corrió a cargar contra los
agitadores. A la vista del comandante y sus soldados, la gente dejó de golpear
a Pablo. 33 Se adelantó luego el comandante, arrestó a Pablo y dio orden de
atarlo con dos cadenas. Preguntó después quién era y qué había hecho. 34 Pero
entre aquella masa, unos gritaban una cosa, y otros, otra. Así que, al no poder
el comandante conseguir algún dato cierto en medio de aquel tumulto, ordenó
conducir a Pablo a la fortaleza. 35 Cuando llegaron a la escalinata, la
multitud estaba tan enardecida, que los soldados tuvieron que llevar en
volandas a Pablo; 36 detrás, el pueblo en masa vociferaba sin cesar:
— ¡Mátalo!
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
150 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 150
¡Aleluya!
150 ¡Aleluya!
Alaben a Dios en su santuario,
alábenlo en su majestuoso cielo;
2 alábenlo por sus proezas,
alábenlo por su grandeza.
3 Alábenlo al son de trompetas,
alábenlo con cítara y arpa;
4 alábenlo con danza y pandero,
alábenlo con cuerdas y flautas;
5 alábenlo con címbalos sonoros,
alábenlo con címbalos vibrantes.
6 ¡Que cuanto respira alabe al Señor!
¡Aleluya!
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios
18:9-10 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
9 El descuidado en su trabajo
es hermano del destructor.
10 El nombre del Señor es fortaleza,
a ella acude el justo para protegerse.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
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