Día 178, DAB Español, Jueves 27 de Junio
2 Reyes 10:32-12:21; Hechos 18:1-21; Salmos 145; Proverbios 18:1 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
2
Reyes 10:32-12:21 Reina Valera Contemporánea (RVC)
32 Por esos días el Señor comenzó a reducir el
territorio de Israel, y Jazael los derrotó a lo largo de todas sus fronteras,
33 desde el Jordán hasta el nacimiento del sol, y toda la tierra de Galaad, de
Gad, de Rubén y de Manasés; y desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón,
hasta Galaad y Basán.
34 Los otros hechos de Jehú, y todas sus obras y
hazañas, se hallan registradas en el libro de las crónicas de los reyes de
Israel. 35 Cuando Jehú se reunió con sus antepasados, fue sepultado en Samaria.
En su lugar reinó Joacaz, su hijo. 36 El tiempo que Jehú reinó en Samaria sobre
Israel fue de veintiocho años.
Atalía usurpa el trono
11 Cuando Atalía, la madre de Ocozías, vio muerto a su
hijo, se dispuso a poner fin a la familia real. 2 Pero Yoseba, que era hija del
rey Jorán y hermana de Ocozías, se llevó a Joás hijo de Ocozías y, sin que
nadie la viera, lo escondió de Atalía en una alcoba, junto con su nodriza. Así
lo libró de que lo mataran junto con los otros hijos del rey. 3 Y Ocozías
estuvo escondido seis años en el templo del Señor, junto con su nodriza,
mientras Atalía era la reina del país.
4 Pero en el séptimo año Joyadá convocó a los jefes de
centenas y a los capitanes, y a la gente de la guardia, y los llevó al templo
del Señor, donde bajo juramento hizo alianza con ellos, después de lo cual les
mostró al hijo del rey 5 y les ordenó:
«Ustedes van a hacer lo siguiente: en el día de reposo
una tercera parte de ustedes tendrá a su cargo la vigilancia del palacio del
rey. 6 Otra tercera parte se apostará a la entrada de Shur, y la otra tercera
parte se apostará a la entrada del postigo de la guardia. Así cuidarán de que
el palacio no sea allanado. 7 Las dos terceras partes de ustedes que están
libres el día de reposo tendrán a su cargo la vigilancia del templo del Señor y
del rey. 8 Estarán pendientes del rey por todos los flancos, cada uno con sus
armas en la mano. Al que se acerque demasiado, mátenlo. Ustedes deberán vigilar
cada paso del rey.»
9 Los jefes de centenas se reunieron con el sacerdote Joyadá
e hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les ordenó; cada uno de ellos reunió
a su gente, es decir, tanto a los que estaban de servicio en día de reposo como
a los que estaban libres en día de reposo. 10 El sacerdote entregó a los jefes
de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, y que
estaban en el templo del Señor. 11 Los de la guardia se formaron, desde el lado
derecho hasta el lado izquierdo del templo, y junto al altar y el templo, y en
derredor del rey. Cada uno tenía en sus manos sus armas. 12 Luego Joyadá sacó
al hijo del rey, le puso la corona y el testimonio, lo ungieron y lo
proclamaron rey. Aplaudían y gritaban: «¡Viva el rey!»
13 Cuando Atalía oyó el bullicio de la gente que
corría, entró al templo del Señor y se hizo presente. 14 Cuando vio que el rey
estaba junto a la columna, como era la costumbre, y que los príncipes y los
trompeteros estaban junto al rey, y que todo el pueblo del país se regocijaba y
tocaba las trompetas, se rasgó las vestiduras y a voz en cuello gritó:
«¡Traición, traición!» 15 Pero el sacerdote Joyadá dio órdenes a los jefes de
centenas que gobernaban el ejército, y les dijo:
«¡Échenla fuera del recinto del templo! A quien la
siga, ¡mátenlo a filo de espada.»
Y es que el sacerdote había ordenado que no la mataran
en el templo del Señor. 16 Por eso le abrieron paso, y la mataron en el camino
por donde la gente de a caballo entra al palacio del rey.
17 El sacerdote Joyadá hizo un pacto entre el Señor,
por una parte, y entre el rey y el pueblo, por la otra, y juraron que serían el
pueblo del Señor. También se hizo un pacto entre el rey y el pueblo. 18 Y toda
la gente del país entró en el templo de Baal, y lo derribaron; también
destruyeron del todo sus altares y sus imágenes, y delante de los altares
mataron a Matán, que era sacerdote de Baal.
Luego, el sacerdote apostó una guarnición en el templo
del Señor. 19 Después tomó a los jefes de centenas, a los capitanes y a la
guardia, y a todo el pueblo del país, y llevaron al rey desde el templo del
Señor, siguiendo el camino que va de la puerta de la guardia al palacio del
rey, y el rey se sentó en el trono real. 20 Y todo el pueblo del país se
regocijó, y la ciudad se quedó tranquila, pues Atalía había muerto a filo de
espada junto al palacio del rey.
21 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar.
Reinado de Joás de Judá
12 Joás comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y
reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Berseba.
2 Todo el tiempo que el sacerdote Joyadá dirigió a Joás, éste hizo lo recto a
los ojos del Señor. 3 Sin embargo, los altares en los montes no se quitaron,
porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso allí.
4 Un día, Joás dijo a los sacerdotes:
«Todo el dinero consagrado que el pueblo suele traer
al templo del Señor, y el dinero del rescate de cada persona, según está
estipulado, y el dinero que cada uno trae voluntariamente al templo del Señor,
5 lo deben recibir los sacerdotes, cada uno de mano de sus familiares, para
reparar los portillos del templo y todas las grietas que se hallen.»
6 Pero llegó el año veintitrés del reinado de Joás, y
los sacerdotes aún no habían reparado las grietas del templo. 7 Entonces el rey
Joás llamó al sumo sacerdote Joyadá y a los sacerdotes, y les dijo:
«¿Por qué no han reparado las grietas del templo? De
ahora en adelante no van a recibir más dinero de sus familiares, sino que lo
darán para reparar las grietas del templo.»
8 Y los sacerdotes aceptaron no tomar más el dinero
del pueblo, ni tener el cargo de reparar las grietas del templo. 9 Entonces el
sumo sacerdote Joyadá tomó un cofre, le hizo un agujero en la tapa, y lo puso
junto al altar, a la derecha de la entrada al templo del Señor, y los
sacerdotes que custodiaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía al
templo. 10 Cuando veían que ya había mucho dinero en el cofre, venían el
secretario del rey y el sumo sacerdote, contaban el dinero que hallaban en el
templo del Señor, y lo guardaban. 11 A los que hacían la obra les daban el
dinero suficiente, y a los que tenían a su cargo la reparación del templo del
Señor les daban para pagar a los carpinteros y maestros, 12 albañiles y
canteros, y para comprar la madera y la piedra de cantería para reparar las
grietas del templo del Señor, y para todo lo que se gastaba para reparar el
templo.
13 Del dinero que se traía al templo del Señor no se
hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas, ni se
hacía para el templo del Señor ningún otro utensilio de oro o de plata, 14
porque lo daban a los que trabajaban en las obras de reparación del templo del
Señor. 15 No se les pedían cuentas a los que recibían dinero para entregarlo a
los que hacían la obra, porque todo lo hacían con gran honradez. 16 Sólo el
dinero por el pecado, y el dinero por la culpa, no se llevaba al templo del
Señor, porque era de los sacerdotes.
17 Por esos días el rey Jazael de Siria entró en
guerra contra Gat, y conquistó la ciudad. Luego, Jazael se propuso atacar a
Jerusalén, 18 por lo cual el rey Joás de Judá tomó todas las ofrendas que
habían dedicado sus antepasados Josafat, Jorán y Ocozías, que habían sido reyes
de Judá; tomó también las que él mismo había dedicado, y todo el oro que había
en los tesoros del templo del Señor y en el palacio del rey, y todo eso lo
envió al rey Jazael de Siria, con lo cual éste se retiró de Jerusalén.
19 Los demás hechos de Joás, y todas sus obras, se
hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 20 Un día,
los oficiales de Joás se sublevaron y conspiraron contra él, y lo mataron en la
casa de Milo cuando Joás descendía a Sila. 21 Lo hirieron sus oficiales Josacar
hijo de Simeat y Jozabad hijo de Somer, y así murió. Lo sepultaron con sus
antepasados en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Amasías.
Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Hechos
18:1-21 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Pablo en Corinto
18 Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a
Corinto. 2 Allí se encontró con un judío que se llamaba Aquila, nacido en el
Ponto, y que había llegado recientemente de Italia junto con Priscila, su
mujer, porque Claudio había ordenado que todos los judíos salieran de Roma.
Pablo fue a verlos 3 y se quedó con ellos para que trabajaran juntos, pues
tanto ellos como él fabricaban tiendas de campaña; 4 y todos los días de reposo
debatía en la sinagoga y lograba persuadir a judíos y a griegos.
5 Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo
estaba totalmente dedicado a la predicación de la palabra, y les probaba a los
judíos que Jesús era el Cristo. 6 Pero como ellos se oponían y blasfemaban,
Pablo se molestó mucho y les dijo: «Que su propia sangre recaiga sobre ustedes.
Yo no tengo nada de qué avergonzarme. Desde ahora, me voy a predicar a los no
judíos.» 7 Al salir de allí, se fue a la casa de Ticio Justo, un hombre que
honraba a Dios y que vivía junto a la sinagoga. 8 Crispo, que era el jefe de la
sinagoga, creyó en el Señor junto con toda su familia; y muchos de los
corintios que oían a Pablo también creyeron y fueron bautizados. 9 Una noche,
mientras Pablo dormía, el Señor le dijo en una visión: «No temas. Habla y no
calles, 10 porque yo estoy contigo. Nadie podrá hacerte daño, porque en esta
ciudad cuento con mucho pueblo.» 11 Pablo se quedó allí un año y seis meses, y
les enseñaba la palabra de Dios.
12 Cuando Galión era procónsul de Acaya, los judíos
que estaban en contra de Pablo se pusieron de acuerdo y lo llevaron ante el
tribunal. 13 Allí dijeron: «Este hombre persuade al pueblo a que honre a Dios,
aun en contra de nuestra ley.» 14 Cuando Pablo comenzó a hablar, Galión les
dijo: «Si ustedes los judíos acusaran a este hombre de algún agravio o de un
crimen muy grave, yo les aseguro que atendería el caso, como corresponde. 15
Pero como esto es cuestión de palabras y nombres, y de su propia ley, véanlo
ustedes mismos. Yo no quiero meterme en sus cosas.» 16 Y los echó del tribunal.
17 Entonces se lanzaron sobre Sóstenes, que era el jefe de la sinagoga, y lo
golpearon delante del tribunal, pero eso a Galión no le importó nada.
18 Pablo se quedó allí muchos días, pero después se
despidió de los hermanos y se embarcó a Siria. Con él se fueron Priscila y
Aquila. En Cencrea, Pablo se rapó la cabeza debido a un voto que había hecho.
19 Cuando llegaron a Éfeso, Pablo los dejó y entró luego a la sinagoga, donde
empezó a debatir con los judíos. 20 Éstos le rogaban que se quedara con ellos
más tiempo, pero él no aceptó. 21 Al despedirse, les dijo: «Si es la voluntad
de Dios, volveré a ustedes.» Y zarpó de Éfeso.
Reina Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos
145 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Alabanza a la grandeza de Dios
Salmo de alabanza; de David.
145 Te exaltaré, mi Dios, mi Rey;
por siempre y siempre bendeciré tu nombre.
2 Todos los días te bendeciré,
por siempre y siempre alabaré tu nombre.
3 Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza;
su grandeza es inescrutable.
4 Todas las generaciones celebrarán tus obras,
y darán a conocer tus grandes proezas.
5 Hablarán de tu gloria y majestad,
y yo proclamaré tus hechos maravillosos.
6 Reconocerán el poder de tus sublimes obras,
y yo daré a conocer tu grandeza.
7 Divulgarán el recuerdo de tu inmensa bondad,
y a grandes voces dirán que tú eres justo.
8 El Señor es compasivo y lleno de ternura;
lento para la ira y grande en misericordia.
9 El Señor es bueno con todos,
y se compadece de toda su creación.
10 Señor, ¡que toda tu creación te alabe!
¡Que te bendiga todos tus fieles!
11 ¡Que proclamen la gloria de tu reino!
¡Que den a conocer tu poder!
12 ¡Que conozcan todos tus hechos poderosos
y la gloriosa majestad de tu reino!
13 Tu reino es un reino de todos los siglos;
tu dominio durará por todas las generaciones.
14 Tú, Señor, levantas a los que tropiezan,
y reanimas a los que están fatigados.
15 Todos fijan en ti su mirada,
y tú les das su comida a su tiempo.
16 Cuando abres tus manos,
colmas de bendiciones a todos los seres vivos.
17 Tú, Señor, eres justo en todo lo que haces,
y todo lo haces con misericordia.
18 Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan,
de quienes te invocan con sinceridad.
19 Tú respondes a las peticiones de quienes te honran;
escuchas su clamor, y los salvas.
20 Tú, Señor, proteges a los que te aman,
pero destruyes a los malvados.
21 Señor, mis labios proclamarán tu alabanza.
¡Que la humanidad entera bendiga tu santo nombre
desde ahora y hasta siempre!
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Proverbios
18:1 Reina Valera Contemporánea (RVC)
18 El egoísta sólo piensa en sí mismo,
y se entromete en cualquier asunto.
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