Día 163, DAB Español, Miércoles 12 de Junio
1 Reyes 9:1-10:29; Hechos 8:14-40; Salmos 130; Proverbios 17:2-3 (Nueva Versión Internacional (NVI))
1
Reyes 9-10 Nueva Versión Internacional (NVI)
Pacto de Dios con Salomón
9 Cuando Salomón terminó de construir el templo del
Señor y el palacio real, cumpliendo así todos sus propósitos y deseos, 2 el
Señor se le apareció por segunda vez, como lo había hecho en Gabaón, 3 y le
dijo:
«He oído la oración y la súplica que me has hecho.
Consagro este templo que tú has construido para que yo habite[a] en él por
siempre. Mis ojos y mi corazón siempre estarán allí.
4 »En cuanto a ti, si me sigues con integridad y
rectitud de corazón, como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que
yo te ordene y cumples mis decretos y leyes, 5 yo afirmaré para siempre tu
trono en el reino de Israel, como le prometí a tu padre David cuando le dije:
“Nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel”.
6 »Pero, si ustedes o sus hijos dejan de cumplir los
mandamientos y decretos que les he dado, y se apartan de mí para servir y
adorar a otros dioses, 7 yo arrancaré a Israel de la tierra que le he dado y
repudiaré el templo que he consagrado en mi honor. Entonces Israel será el
hazmerreír de todos los pueblos. 8 Y aunque ahora este templo es imponente,
llegará el día en que todo el que pase frente a él quedará asombrado y, en son
de burla, preguntará: “¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a este
templo?” 9 Y le responderán: “Porque abandonaron al Señor su Dios, que sacó de
Egipto a sus antepasados, los israelitas, y se echaron en los brazos de otros
dioses, a los cuales adoraron y sirvieron. Por eso el Señor ha dejado que les
sobrevenga tanto desastre”».
Otras actividades de Salomón
10 Veinte años tardó el rey Salomón en construir los
dos edificios, es decir, el templo del Señor y el palacio real, 11 después de
lo cual le dio a Hiram, rey de Tiro, veinte ciudades en Galilea, porque Hiram
lo había abastecido con todo el cedro, el pino y el oro que quiso. 12 Sin
embargo, cuando Hiram salió de Tiro y fue a ver las ciudades que Salomón le
había dado, no quedó satisfecho con ellas. 13 «Hermano mío —protestó Hiram—,
¿qué clase de ciudades son estas que me has dado?» De modo que llamó a esa región
Cabul,[b] nombre que conserva hasta hoy. 14 Hiram, por su parte, le había
enviado a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos[c] de oro.
15 En cuanto al trabajo forzado, el rey Salomón reunió
trabajadores para construir el templo del Señor, su propio palacio, los
terraplenes,[d] el muro de Jerusalén, y Jazor, Meguido y Guézer. 16 El faraón,
rey de Egipto, había atacado y tomado Guézer a sangre y fuego, matando a sus
habitantes cananeos. Luego, como regalo de bodas, le dio esta ciudad a su hija,
la esposa de Salomón. 17 Por eso Salomón reconstruyó las ciudades de Guézer,
Bet Jorón la de abajo, 18 Balat y Tadmor,[e] en el desierto del país, 19 así
como todos sus lugares de almacenamiento, los cuarteles para sus carros de
combate y para su caballería, y cuanto quiso construir en Jerusalén, en el
Líbano y en todo el territorio bajo su dominio.
20-21 A los descendientes de los pueblos no israelitas
(es decir, a los amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que
quedaron en el país porque los israelitas no pudieron destruirlos), Salomón los
sometió a trabajos forzados, y así continúan hasta el día de hoy. 22 Pero a los
israelitas Salomón no los convirtió en esclavos, sino que le servían como
soldados, ministros, comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de
caballería. 23 Salomón tenía además quinientos cincuenta capataces que
supervisaban a sus trabajadores en la obra.
24 Los terraplenes se hicieron después de que la hija
del faraón se trasladó de la Ciudad de David al palacio que Salomón le había
construido.
25 Tres veces al año Salomón presentaba holocaustos y
sacrificios de comunión sobre el altar que él había construido para el Señor, y
al mismo tiempo quemaba incienso en su presencia. Así cumplía con las
obligaciones del templo.[f]
26 El rey Salomón también construyó una flota naviera
en Ezión Guéber, cerca de Elat en Edom, a orillas del Mar Rojo. 27 Hiram envió
a algunos de sus oficiales, que eran marineros expertos, para servir en la
flota con los oficiales de Salomón, 28 y ellos se hicieron a la mar y llegaron
a Ofir, de donde volvieron con unos catorce mil kilos[g] de oro, que le
entregaron al rey Salomón.
La reina de Sabá visita a Salomón
10 La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón,
con la cual él honraba el nombre del Señor, así que fue a verlo para ponerlo a
prueba con preguntas difíciles. 2 Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande.
Sus camellos llevaban perfumes y grandes cantidades de oro y piedras preciosas.
Al presentarse ante Salomón, le preguntó todo lo que tenía pensado, 3 y él
respondió a todas sus preguntas. No hubo ningún asunto, por difícil que fuera,
que el rey no pudiera resolver.
4-5 La reina de Sabá se quedó atónita al ver la
sabiduría de Salomón y el palacio que él había construido, los manjares de su
mesa, los asientos que ocupaban sus funcionarios, el servicio y la ropa de los
camareros, las bebidas, y los holocaustos que ofrecía en el templo[h] del
Señor. 6 Entonces le dijo al rey: «¡Todo lo que escuché en mi país acerca de
tus triunfos y de tu sabiduría es cierto! 7 No podía creer nada de eso hasta
que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero, en realidad, ¡no me habían contado
ni siquiera la mitad! Tanto en sabiduría como en riqueza, superas todo lo que
había oído decir. 8 ¡Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos,
que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría! 9 ¡Y alabado
sea el Señor tu Dios, que se ha deleitado en ti y te ha puesto en el trono de
Israel! En su eterno amor por Israel, el Señor te ha hecho rey para que
gobiernes con justicia y rectitud».
10 Luego la reina le regaló a Salomón tres mil
novecientos sesenta kilos[i] de oro, piedras preciosas y gran cantidad de
perfumes. Nunca más llegaron a Israel tantos perfumes como los que la reina de
Sabá le obsequió al rey Salomón.
11 La flota de Hiram trajo desde Ofir, además del oro,
grandes cargamentos de madera de sándalo y de piedras preciosas. 12 Con la
madera, el rey construyó escalones[j] para el templo del Señor y para el
palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Desde entonces,
nunca más se ha importado, ni ha vuelto a verse, tanto sándalo como aquel día.
13 El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de
Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, además de lo que él, en su
magnanimidad, ya le había regalado. Después de eso, la reina regresó a su país
con todos los que la atendían.
El esplendor de Salomón
14 La cantidad de oro que Salomón recibía anualmente
llegaba a los veintidós mil kilos,[k] 15 sin contar los impuestos aportados por
los mercaderes, el tráfico comercial, y todos los reyes árabes y los
gobernadores del país.
16 El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de
oro batido, en cada uno de los cuales se emplearon unos seis kilos y medio[l]
de oro. 17 Hizo además trescientos escudos más pequeños, también de oro batido,
empleando en cada uno de ellos un kilo y medio[m] de oro. Estos escudos los
puso el rey en el palacio llamado «Bosque del Líbano».
18 El rey hizo también un gran trono de marfil,
recubierto de oro puro. 19 El trono tenía seis peldaños, un espaldar redondo,
brazos a cada lado del asiento, dos leones de pie junto a los brazos 20 y doce
leones de pie sobre los seis peldaños, uno en cada extremo. En ningún otro
reino se había hecho algo semejante. 21 Todas las copas del rey Salomón y toda
la vajilla del palacio «Bosque del Líbano» eran de oro puro. Nada estaba hecho
de plata, pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada. 22 Cada tres
años, la flota comercial que el rey tenía en el mar, junto con la flota de
Hiram, regresaba de Tarsis trayendo oro, plata y marfil, monos y mandriles.[n]
23 Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón
sobrepasó a los demás reyes de la tierra. 24 Todo el mundo procuraba visitarlo
para oír la sabiduría que Dios le había dado, 25 y año tras año le llevaban
regalos: artículos de plata y de oro, vestidos, armas y perfumes, y caballos y
mulas.
26 Salomón multiplicó el número de sus carros de
combate y sus caballos; llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil
caballos,[o] los cuales mantenía en las caballerizas y también en su palacio en
Jerusalén. 27 El rey hizo que en Jerusalén la plata fuera tan común y corriente
como las piedras, y el cedro tan abundante como las higueras de la llanura. 28
Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los
mercaderes de la corte los compraban. 29 En Egipto compraban carros por
seiscientas monedas de plata,[p] y caballos por ciento cincuenta, para luego
vendérselos a todos los reyes hititas y sirios.
Footnotes:
9:3 habite. Lit. ponga mi nombre.
9:13 El nombre Cabul parece ser un juego de palabras
que sugiere que esta era una región inútil.
9:14 tres mil novecientos sesenta kilos. Lit. ciento
veinte talentos.
9:15 los terraplenes. Alt. el Milo; también en v. 24.
9:18 Tadmor. Alt. Tamar.
9:25 cumplía con las obligaciones del templo. Lit.
completó el templo.
9:28 catorce mil kilos. Lit. cuatrocientos veinte
talentos.
10:4-5 los holocaustos … templo. Alt. la escalinata
por la cual él subía al templo.
10:10 tres mil novecientos sesenta kilos. Lit. ciento
veinte talentos.
10:12 escalones. Alt. barandas.
10:14 veintidós mil kilos. Lit. seiscientos sesenta y
seis talentos.
10:16 unos seis kilos y medio. Lit. seiscientos
siclos.
10:17 un kilo y medio. Lit. tres minas.
10:22 mandriles. Alt. pavos reales.
10:26 caballos. Alt. aurigas.
10:29 seiscientas monedas de plata. Lit. seiscientos
[siclos] de plata.
Nueva Versión Internacional (NVI)
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Hechos 8:14-40 Nueva Versión
Internacional (NVI)
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se
enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les
enviaron a Pedro y a Juan. 15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que
recibieran el Espíritu Santo, 16 porque el Espíritu aún no había descendido
sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor
Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el
Espíritu Santo.
18 Al ver Simón que mediante la imposición de las
manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero 19 y les
pidió:
—Denme también a mí ese poder, para que todos a
quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.
20 —¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó
Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero! 21 No tienes arte
ni parte en este asunto, porque no eres íntegro delante de Dios. 22 Por eso,
arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido
esa mala intención. 23 Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del
pecado.
24 —Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para
que no me suceda nada de lo que han dicho.
25 Después de testificar y proclamar la palabra del
Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso
predicaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos.
Felipe y el etíope
26 Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en
marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza».
27 Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco,
alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los
etíopes. Este había ido a Jerusalén para adorar 28 y, en el viaje de regreso a
su país, iba sentado en su carroza, leyendo el libro del profeta Isaías. 29 El
Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro».
30 Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír
que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó:
—¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?
31 —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo
explica?
Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él. 32
El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente:
«Como oveja, fue llevado al matadero;
y como
cordero que enmudece ante su trasquilador,
ni siquiera
abrió su boca.
33 Lo humillaron y no le hicieron justicia.
¿Quién
describirá su descendencia?
Porque su
vida fue arrancada de la tierra».[a]
34 —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el
profeta, de sí mismo o de algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.
35 Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de
la Escritura, le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús. 36 Mientras iban
por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco:
—Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea
bautizado?[b]
38 Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al
agua, y Felipe lo bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor
se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre
su camino. 40 En cuanto a Felipe, apareció en Azoto, y se fue predicando el
evangelio en todos los pueblos hasta que llegó a Cesarea.
Footnotes:
8:33 Is 53:7,8
8:36 bautizado? Var. bautizado? / 37 —Si cree usted de
todo corazón, bien puede —le dijo Felipe. / —Creo que Jesucristo es el Hijo de
Dios —contestó el hombre.
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Salmos 130 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Cántico de los peregrinos.
130 A ti, Señor, elevo mi clamor
desde las
profundidades del abismo.
2 Escucha, Señor, mi voz.
Estén
atentos tus oídos a mi voz suplicante.
3 Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados,
¿quién,
Señor, sería declarado inocente?[a]
4 Pero en ti se halla perdón,
y por eso
debes ser temido.
5 Espero al Señor, lo espero con toda el alma;
en su
palabra he puesto mi esperanza.
6 Espero al Señor con toda el alma,
más que los
centinelas la mañana.
Como esperan los centinelas la mañana,
7 así tú,
Israel, espera al Señor.
Porque en él hay amor inagotable;
en él hay
plena redención.
8 Él mismo redimirá a Israel
de todos sus
pecados.
Footnotes:
130:3 sería declarado inocente? Lit. se mantendría en
pie?
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Proverbios 17:2-3 Nueva
Versión Internacional (NVI)
2 El siervo sabio gobernará al hijo sinvergüenza,
y compartirá
la herencia con los otros hermanos.
3 En el crisol se prueba la plata
y en el
horno se prueba el oro,
pero al
corazón lo prueba el Señor.
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