Día 330, DAB Español, Martes 26 de Noviembre
Daniel 2:24-3:30; 1 Pedro 4:7-5:14; Salmos 119:81-96; Proverbios 28:15-16 (Nueva Versión Internacional (NVI))
Daniel
2:24-3:30 Nueva Versión Internacional (NVI)
Daniel interpreta el sueño del rey
24 Entonces Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey
le había dado la orden de ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo:
—No mates a los sabios babilonios. Llévame ante el
rey, y le interpretaré el sueño que tuvo.
25 Inmediatamente Arioc condujo a Daniel a la
presencia del rey, y le dijo:
—Entre los exiliados de Judá he hallado a alguien que
puede interpretar el sueño de Su Majestad.
26 El rey le preguntó a Daniel, a quien los babilonios
le habían puesto por nombre Beltsasar:
—¿Puedes decirme lo que vi en mi sueño, y darme su
interpretación?
27 A esto Daniel respondió:
—No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino,
que pueda explicarle a Su Majestad el misterio que le preocupa. 28 Pero hay un
Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios le ha mostrado a usted lo
que tendrá lugar en los días venideros. Estos son el sueño y las visiones que
pasaron por la mente de Su Majestad mientras dormía: 29 Allí, en su cama, Su
Majestad dirigió sus pensamientos a las cosas por venir, y el que revela los
misterios le mostró lo que está por suceder. 30 Por lo que a mí toca, este
misterio me ha sido revelado, no porque yo sea más sabio que el resto de la
humanidad, sino para que Su Majestad llegue a conocer su interpretación y
entienda lo que pasaba por su mente.
31 »En su sueño Su Majestad veía una estatua enorme,
de tamaño impresionante y de aspecto horrible. 32 La cabeza de la estatua era
de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran
de bronce, 33 y las piernas eran de hierro, lo mismo que la mitad de los pies,
en tanto que la otra mitad era de barro cocido. 34 De pronto, y mientras Su Majestad
contemplaba la estatua, una roca que nadie desprendió vino y golpeó los pies de
hierro y barro de la estatua, y los hizo pedazos. 35 Con ellos se hicieron
añicos el hierro y el barro, junto con el bronce, la plata y el oro. La estatua
se hizo polvo, como el que vuela en el verano cuando se trilla el trigo. El
viento barrió con la estatua, y no quedó ni rastro de ella. En cambio, la roca
que dio contra la estatua se convirtió en una montaña enorme que llenó toda la
tierra.
36 »Este fue el sueño que tuvo Su Majestad, y este es
su significado: 37 Su Majestad es rey entre los reyes; el Dios del cielo le ha
dado el reino, el poder, la majestad y la gloria. 38 Además, ha puesto en manos
de Su Majestad a la humanidad entera, a las bestias del campo y a las aves del
cielo. No importa dónde vivan, Dios ha hecho de Su Majestad el gobernante de
todos ellos. ¡Su Majestad es la cabeza de oro!
39 »Después de Su Majestad surgirá otro reino de menor
importancia. Luego vendrá un tercer reino, que será de bronce, y dominará sobre
toda la tierra. 40 Finalmente, vendrá un cuarto reino, sólido como el hierro. Y
así como el hierro todo lo rompe, destroza y pulveriza, este cuarto reino hará
polvo a los otros reinos.
41 »Su Majestad veía que los pies y los dedos de la
estatua eran mitad hierro y mitad barro cocido. El hierro y el barro, que Su
Majestad vio mezclados, significan que este será un reino dividido, aunque
tendrá la fuerza del hierro. 42 Y, como los dedos eran también mitad hierro y
mitad barro, este reino será medianamente fuerte y medianamente débil. 43 Su
Majestad vio mezclados el hierro y el barro, dos elementos que no pueden
fundirse entre sí. De igual manera, el pueblo será una mezcla que no podrá
mantenerse unida.
44 »En los días de estos reyes el Dios del cielo
establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino
que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos. 45 Tal es el
sentido del sueño donde la roca se desprendía de una montaña; roca que, sin la
intervención de nadie, hizo añicos al hierro, al bronce, al barro, a la plata y
al oro. El gran Dios le ha mostrado a Su Majestad lo que tendrá lugar en el
futuro. El sueño es verdadero, y esta interpretación, digna de confianza».
46 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se postró ante
Daniel y le rindió pleitesía, ordenó que se le presentara una ofrenda e
incienso, 47 y le dijo:
—¡Tu Dios es el Dios de dioses y el Soberano de los
reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este
sueño misterioso!
48 Luego el rey puso a Daniel en un puesto prominente
y lo colmó de regalos, lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y
jefe de todos sus sabios. 49 Además, a solicitud de Daniel, el rey nombró a
Sadrac, Mesac y Abednego administradores de la provincia de Babilonia. Daniel,
por su parte, permaneció en la corte real.
El horno en llamas
3 El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro,
de veintisiete metros de alto por dos metros y medio[a] de ancho, y mandó que
la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia. 2 Luego les
ordenó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces,
magistrados y demás oficiales de las provincias que asistieran a la dedicación
de la estatua que había mandado erigir. 3 Para celebrar tal dedicación, los
sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y
demás oficiales de las provincias se reunieron ante la estatua. 4 Entonces los
heraldos proclamaron a voz en cuello: «A ustedes, pueblos, naciones y gente de
toda lengua, se les ordena lo siguiente: 5 Tan pronto como escuchen la música
de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos
musicales, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor ha mandado erigir. 6 Todo el que no se incline ante ella ni la
adore será arrojado de inmediato a un horno en llamas».
7 Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la
música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y
gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor había mandado erigir. 8 Pero algunos astrólogos se presentaron
ante el rey y acusaron a los judíos:
9 —¡Que viva Su Majestad por siempre! —exclamaron—. 10
Usted ha emitido un decreto ordenando que todo el que oiga la música de
trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y otros instrumentos
musicales se incline ante la estatua de oro y la adore. 11 También ha ordenado
que todo el que no se incline ante la estatua ni la adore sea arrojado a un
horno en llamas. 12 Pero hay algunos judíos, a quienes Su Majestad ha puesto al
frente de la provincia de Babilonia, que no acatan sus órdenes. No adoran a los
dioses de Su Majestad ni a la estatua de oro que mandó erigir. Se trata de
Sadrac, Mesac y Abednego.
13 Lleno de ira, Nabucodonosor los mandó llamar.
Cuando los jóvenes se presentaron ante el rey, 14 Nabucodonosor les dijo:
—Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses
ni adoran a la estatua de oro que he mandado erigir? 15 En cuanto escuchen la
música de los instrumentos musicales, más les vale que se inclinen ante la
estatua que he mandado hacer y que la adoren. De lo contrario, serán lanzados
de inmediato a un horno en llamas, ¡y no habrá dios capaz de librarlos de mis
manos!
16 Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron a
Nabucodonosor:
—¡No hace falta que nos defendamos ante Su Majestad!
17 Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos
del horno y de las manos de Su Majestad. 18 Pero, aun si nuestro Dios no lo
hace así, sepa usted que no honraremos a sus dioses ni adoraremos a su estatua.
19 Ante la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednego,
Nabucodonosor se puso muy furioso y cambió su actitud hacia ellos. Mandó
entonces que se calentara el horno siete veces más de lo normal, 20 y que
algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a los tres jóvenes y
los arrojaran al horno en llamas. 21 Fue así como los arrojaron al horno con
sus mantos, sandalias, turbantes y todo, es decir, tal y como estaban vestidos.
22 Tan inmediata fue la orden del rey, y tan caliente estaba el horno, que las
llamas alcanzaron y mataron a los soldados que arrojaron a Sadrac, Mesac y
Abednego, 23 los cuales, atados de pies y manos, cayeron dentro del horno en
llamas.
24 En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y
sorprendido les preguntó a sus consejeros:
—¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y
arrojamos al fuego?
—Así es, Su Majestad —le respondieron.
25 —¡Pues miren! —exclamó—. Allí en el fuego veo a
cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la
apariencia de un dios![b]
26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del
horno en llamas y gritó:
—Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo,
¡salgan de allí, y vengan acá!
Cuando los tres jóvenes salieron del horno, 27 los
sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno
a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno
solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y
ni siquiera olía a humo!
28 Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el
Dios de estos jóvenes, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él
y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a
otro dios que no fuera el suyo. 29 Por tanto, yo decreto que se descuartice a cualquiera
que hable en contra del Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, y que su casa sea
reducida a cenizas, sin importar la nación a que pertenezca o la lengua que
hable. ¡No hay otro dios que pueda salvar de esta manera!»
30 Después de eso el rey promovió a Sadrac, Mesac y
Abednego a un alto puesto en la provincia de Babilonia.
Footnotes:
3:1 veintisiete metros … dos metros y medio. Lit.
sesenta codos … seis codos.
3:25 dios. Lit. hijo de dioses.
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1 Pedro 4:7-5:14 Nueva
Versión Internacional (NVI)
7 Ya se acerca el fin de todas las cosas. Así que,
para orar bien, manténganse sobrios y con la mente despejada. 8 Sobre todo,
ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de
pecados. 9 Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse. 10 Cada uno
ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando
fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. 11 El que habla, hágalo
como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio,
hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por
medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los
siglos. Amén.
Sufriendo por seguir a Cristo
12 Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la
prueba que están soportando, como si fuera algo insólito. 13 Al contrario,
alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea
inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo. 14 Dichosos ustedes si
los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de
Dios reposa sobre ustedes. 15 Que ninguno tenga que sufrir por asesino, ladrón
o delincuente, ni siquiera por entrometido. 16 Pero, si alguien sufre por ser
cristiano, que no se avergüence, sino que alabe a Dios por llevar el nombre de
Cristo. 17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios;
y, si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra
el evangelio de Dios!
18 «Si el justo a duras penas se salva,
¿qué será
del impío y del pecador?»[a]
19 Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios,
entréguense a su fiel creador y sigan practicando el bien.
Exhortación a los ancianos y a los jóvenes
5 A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy
anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos
de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: 2 cuiden como pastores el
rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de
dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. 3 No sean tiranos con los
que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño. 4 Así, cuando
aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria.
5 Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos.
Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque
«Dios se opone a los orgullosos,
pero da
gracia a los humildes».[b]
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios,
para que él los exalte a su debido tiempo. 7 Depositen en él toda ansiedad,
porque él cuida de ustedes.
8 Practiquen el dominio propio y manténganse alerta.
Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. 9
Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el
mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
10 Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de
tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en
Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables. 11 A él sea el
poder por los siglos de los siglos. Amén.
Saludos finales
12 Con la ayuda de Silvano, a quien considero un
hermano fiel, les he escrito brevemente, para animarlos y confirmarles que esta
es la verdadera gracia de Dios. Manténganse firmes en ella.
13 Saludos de parte de la comunidad que está en
Babilonia, escogida como ustedes, y también de mi hijo Marcos. 14 Salúdense los
unos a los otros con un beso de amor fraternal.
Paz a todos ustedes que están en Cristo.
Footnotes:
4:18 Pr 11:31
5:5 Pr 3:34
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Salmos 119:81-96 Nueva
Versión Internacional (NVI)
Caf
81 Esperando tu salvación se me va la vida.
En tu
palabra he puesto mi esperanza.
82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa,
y digo:
«¿Cuándo vendrás a consolarme?»
83 Parezco un odre ennegrecido por el humo,
pero no me
olvido de tus decretos.
84 ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo?
¿Cuándo
juzgarás a mis perseguidores?
85 Me han cavado trampas los insolentes,
los que no
viven conforme a tu ley.
86 Todos tus mandamientos son fidedignos;
¡ayúdame!,
pues falsos son mis perseguidores.
87 Por poco me borran de la tierra,
pero yo no
abandono tus preceptos.
88 Por tu gran amor, dame vida
y cumpliré
tus estatutos.
Lámed
89 Tu palabra, Señor, es eterna,
y está firme
en los cielos.
90 Tu fidelidad permanece para siempre;
estableciste
la tierra, y quedó firme.
91 Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos,
porque todo
está a tu servicio.
92 Si tu ley no fuera mi regocijo,
la aflicción
habría acabado conmigo.
93 Jamás me olvidaré de tus preceptos,
pues con
ellos me has dado vida.
94 ¡Sálvame, pues te pertenezco
y escudriño
tus preceptos!
95 Los impíos me acechan para destruirme,
pero yo me
esfuerzo por entender tus estatutos.
96 He visto que aun la perfección tiene sus límites;
¡solo tus
mandamientos son infinitos!
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Proverbios 28:15-16 Nueva
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15 Un león rugiente, un oso hambriento,
es el gobernante
malvado que oprime a los pobres.
16 El gobernante falto de juicio es terrible opresor;
el que odia
las riquezas prolonga su vida.
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