Día 333, DAB Español, Viernes 29 de Noviembre
Daniel 6:1-28; 2 Pedro 3:1-18; Salmos 119:129-152; Proverbios 28:21-22 (Nueva Versión Internacional (NVI))
Daniel
6 Nueva Versión Internacional (NVI)
Daniel en el foso de los leones
6 Para el control eficaz de su reino, Darío consideró
prudente nombrar a ciento veinte sátrapas 2 y tres administradores, uno de los
cuales era Daniel. Estos sátrapas eran responsables ante los administradores, a
fin de que los intereses del rey no se vieran afectados. 3 Y tanto se
distinguió Daniel por sus extraordinarias cualidades administrativas que el rey
pensó en ponerlo al frente de todo el reino. 4 Entonces los administradores y
los sátrapas empezaron a buscar algún motivo para acusar a Daniel de malos
manejos en los negocios del reino. Sin embargo, no encontraron de qué acusarlo
porque, lejos de ser corrupto o negligente, Daniel era un hombre digno de
confianza. 5 Por eso concluyeron: «Nunca encontraremos nada de qué acusar a
Daniel, a no ser algo relacionado con la ley de su Dios».
6 Formaron entonces los administradores y sátrapas una
comisión para ir a hablar con el rey, y estando en su presencia le dijeron:
—¡Que viva para siempre Su Majestad, el rey Darío! 7
Nosotros los administradores reales, junto con los prefectos, sátrapas,
consejeros y gobernadores, convenimos en que Su Majestad debiera emitir y
confirmar un decreto que exija que, durante los próximos treinta días, sea
arrojado al foso de los leones todo el que adore a cualquier dios u hombre que
no sea Su Majestad. 8 Expida usted ahora ese decreto, y póngalo por escrito.
Así, conforme a la ley de los medos y los persas, no podrá ser revocado.
9 El rey Darío expidió el decreto y lo puso por
escrito. 10 Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su
casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a
Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por
costumbre orar tres veces al día. 11 Cuando aquellos hombres llegaron y encontraron
a Daniel orando e implorando la ayuda de Dios, 12 fueron a hablar con el rey
respecto al decreto real:
—¿No es verdad que Su Majestad publicó un decreto?
Según entendemos, todo el que en los próximos treinta días adore a otro dios u
hombre que no sea Su Majestad será arrojado al foso de los leones.
—El decreto sigue en pie —contestó el rey—. Según la
ley de los medos y los persas, no puede ser derogado.
13 Ellos respondieron: —¡Pues Daniel, que es uno de
los exiliados de Judá, no toma en cuenta a Su Majestad ni el decreto que ha
promulgado! ¡Todavía sigue orando a su Dios tres veces al día!
14 Cuando el rey escuchó esto, se deprimió mucho y se
propuso salvar a Daniel, así que durante todo el día buscó la forma de
salvarlo. 15 Pero aquellos hombres fueron a ver al rey y lo presionaron:
—No olvide Su Majestad que, según la ley de los medos
y los persas, ningún decreto ni edicto emitido por el rey puede ser derogado.
16 El rey dio entonces la orden, y Daniel fue arrojado
al foso de los leones. Allí el rey animaba a Daniel:
—¡Que tu Dios, a quien siempre sirves, se digne
salvarte!
17 Trajeron entonces una piedra, y con ella taparon la
boca del foso. El rey lo selló con su propio anillo y con el de sus nobles para
que la sentencia contra Daniel no pudiera ser cambiada. 18 Luego volvió a su
palacio y pasó la noche sin comer y sin divertirse, y hasta el sueño se le fue.
19 Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones. 20 Ya
cerca, lleno de ansiedad gritó:
—Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a
quien siempre sirves, salvarte de los leones?
21 —¡Que viva Su Majestad por siempre! —contestó
Daniel desde el foso—. 22 Mi Dios envió a su ángel y les cerró la boca a los
leones. No me han hecho ningún daño, porque Dios bien sabe que soy inocente.
¡Tampoco he cometido nada malo contra Su Majestad!
23 Sin ocultar su alegría, el rey ordenó que sacaran
del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no se le halló un solo rasguño, pues
Daniel confiaba en su Dios. 24 Entonces el rey mandó traer a los que falsamente
lo habían acusado y ordenó que los arrojaran al foso de los leones, junto con
sus esposas y sus hijos. ¡No habían tocado el suelo cuando ya los leones habían
caído sobre ellos y les habían triturado los huesos!
25 Más tarde el rey Darío firmó este decreto:
«A todos los pueblos, naciones y lenguas de este
mundo:
»¡Paz y prosperidad para todos!
26 »He decretado que en todo lugar de mi reino la
gente adore y honre al Dios de Daniel.
»Porque él es el Dios vivo,
y permanece
para siempre.
Su reino jamás será destruido,
y su dominio
jamás tendrá fin.
27 Él rescata y salva;
hace
prodigios en el cielo
y maravillas
en la tierra.
¡Ha salvado a Daniel
de las
garras de los leones!»
28 Fue así como Daniel prosperó durante los reinados
de Darío y de Ciro el Persa.
Nueva Versión Internacional (NVI)
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2 Pedro 3 Nueva Versión
Internacional (NVI)
El día del Señor
3 Queridos hermanos, esta es ya la segunda carta que
les escribo. En las dos he procurado refrescarles la memoria para que, con una
mente íntegra, 2 recuerden las palabras que los santos profetas pronunciaron en
el pasado, y el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los
apóstoles.
3 Ante todo, deben saber que en los últimos días
vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: 4 «¿Qué hubo
de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde
el principio de la creación». 5 Pero intencionalmente olvidan que desde tiempos
antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que
surgió del agua y mediante el agua. 6 Por la palabra y el agua, el mundo de
aquel entonces pereció inundado. 7 Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y
la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de
la destrucción de los impíos.
8 Pero no olviden, queridos hermanos, que para el
Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no tarda en
cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene
paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se
arrepientan.
10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En
aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos
serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será
quemada.[a]
11 Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no
deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable 12 y
esperando ansiosamente[b] la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán
destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las
llamas. 13 Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva,
en los que habite la justicia.
14 Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos
acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto,
y en paz con él. 15 Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa
salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la
sabiduría que Dios le dio. 16 En todas sus cartas se refiere a estos mismos
temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e
inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para
su propia perdición.
17 Así que ustedes, queridos hermanos, puesto que ya
saben esto de antemano, manténganse alerta, no sea que, arrastrados por el
error de esos libertinos, pierdan la estabilidad y caigan. 18 Más bien, crezcan
en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él
sea la gloria ahora y para siempre! Amén.[c]
Footnotes:
3:10 será quemada. Var. quedará al descubierto.
3:12 esperando ansiosamente. Alt. esperando y
apresurando.
3:18 Var. no incluye: Amén.
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Salmos 119:129-152 Nueva
Versión Internacional (NVI)
Pe
129 Tus estatutos son maravillosos;
por eso los
obedezco.
130 La exposición de tus palabras nos da luz,
y da
entendimiento al sencillo.
131 Jadeante abro la boca
porque ansío
tus mandamientos.
132 Vuélvete a mí, y tenme compasión
como haces
siempre con los que aman tu nombre.
133 Guía mis pasos conforme a tu promesa;
no dejes que
me domine la iniquidad.
134 Líbrame de la opresión humana,
pues quiero
obedecer tus preceptos.
135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
enséñame tus
decretos.
136 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos,
porque tu
ley no se obedece.
Tsade
137 Señor, tú eres justo,
y tus
juicios son rectos.
138 Justos son los estatutos que has ordenado,
y muy dignos
de confianza.
139 Mi celo me consume,
porque mis
adversarios pasan por alto tus palabras.
140 Tus promesas han superado muchas pruebas,
por eso tu
siervo las ama.
141 Insignificante y menospreciable como soy,
no me olvido
de tus preceptos.
142 Tu justicia es siempre justa;
tu ley es la
verdad.
143 He caído en la angustia y la aflicción,
pero tus
mandamientos son mi regocijo.
144 Tus estatutos son siempre justos;
dame
entendimiento para poder vivir.
Qof
145 Con todo el corazón clamo a ti, Señor;
respóndeme,
y obedeceré tus decretos.
146 A ti clamo: «¡Sálvame!»
Quiero
cumplir tus estatutos.
147 Muy de mañana me levanto a pedir ayuda;
en tus
palabras he puesto mi esperanza.
148 En toda la noche no pego los ojos,[a]
para meditar
en tu promesa.
149 Conforme a tu gran amor, escucha mi voz;
conforme a
tus juicios, Señor, dame vida.
150 Ya se acercan mis crueles perseguidores,
pero andan
muy lejos de tu ley.
151 Tú, Señor, también estás cerca,
y todos tus
mandamientos son verdad.
152 Desde hace mucho conozco tus estatutos,
los cuales
estableciste para siempre.
Footnotes:
119:148 En toda … los ojos. Lit. Se anticipan mis ojos
a las vigilias.
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Proverbios 28:21-22 Nueva
Versión Internacional (NVI)
21 No es correcto mostrarse parcial con nadie.
Hay quienes
pecan hasta por un mendrugo de pan.
22 El tacaño ansía enriquecerse,
sin saber
que la pobreza lo aguarda.
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