Wednesday, February 2, 2022

DAB Español, Jueves 03 de Febrero

Día 034, DAB Español, Jueves 03 de Febrero


Éxodo 17:8-19:15; Mateo 22:33-23:12; Salmos 27:8-14; Proverbios 6:27-35 (Nueva Versión Internacional (NVI))









Éxodo 17:8-19:15

Nueva Versión Internacional

Derrota de los amalecitas

8 Los amalecitas vinieron a Refidín y atacaron a los israelitas. 9 Entonces Moisés le ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios[a] en la mano».

10 Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. 11 Mientras Moisés mantenía los brazos[b] en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero, cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas. 12 Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol. 13 Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.

14 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Pon esto por escrito en un rollo de cuero, para que se recuerde, y que lo oiga bien Josué: Yo borraré por completo, bajo el cielo, todo rastro de los amalecitas».

15 Moisés edificó un altar y lo llamó «El Señor es mi estandarte». 16 Y exclamó: «¡Echa mano al estandarte[c] del Señor! ¡La guerra del Señor contra Amalec será de generación en generación!»

Jetro visita a Moisés

18 Todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y la manera como el Señor había sacado a Israel de Egipto, llegó a oídos de Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés. 2 Cuando Moisés despidió a Séfora, su esposa, Jetro la recibió a ella 3 y a sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Guersón,[d] porque dijo Moisés: «Soy un extranjero en tierra extraña»; 4 el otro se llamaba Eliezer,[e] porque dijo: «El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón».

5 Jetro fue al desierto para ver a Moisés, que estaba acampando junto a la montaña de Dios. Lo acompañaban la esposa y los hijos de Moisés. 6 Jetro le había avisado: «Yo, tu suegro Jetro, voy a verte. Me acompañan tu esposa y tus dos hijos».

7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se inclinó delante de él y lo besó. Luego de intercambiar saludos y desearse lo mejor, entraron en la tienda de campaña. 8 Allí Moisés le contó a su suegro todo lo que el Señor les había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel, todas las dificultades con que se habían encontrado en el camino, y cómo el Señor los había salvado.

9 Jetro se alegró de saber que el Señor había tratado bien a Israel y lo había rescatado del poder de los egipcios, 10 y exclamó: «¡Alabado sea el Señor, que los salvó a ustedes del poder de los egipcios! ¡Alabado sea el que salvó a los israelitas del poder opresor del faraón! 11 Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses, por lo que hizo a quienes trataron a Israel con arrogancia». 12 Dicho esto, Jetro le presentó a Dios un holocausto y otros sacrificios, y Aarón y todos los ancianos de Israel se sentaron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

13 Al día siguiente, Moisés ocupó su lugar como juez del pueblo, y los israelitas estuvieron de pie ante Moisés desde la mañana hasta la noche. 14 Cuando su suegro vio cómo procedía Moisés con el pueblo, le dijo:

—¡Pero qué es lo que haces con esta gente! ¿Cómo es que solo tú te sientas, mientras todo este pueblo se queda de pie ante ti desde la mañana hasta la noche?

15 —Es que el pueblo viene a verme para consultar a Dios —le contestó Moisés—. 16 Cuando tienen algún problema, me lo traen a mí para que yo dicte sentencia entre las dos partes. Además, les doy a conocer las leyes y las enseñanzas de Dios.

17 —No está bien lo que estás haciendo —le respondió su suegro—, 18 pues te cansas tú y se cansa la gente que te acompaña. La tarea es demasiado pesada para ti; no la puedes desempeñar tú solo. 19 Oye bien el consejo que voy a darte, y que Dios te ayude. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen. 20 A ellos los debes instruir en las leyes y en las enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y las obligaciones que deben cumplir. 21 Elige tú mismo entre el pueblo hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas, y desígnalos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. 22 Serán ellos los que funjan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla. 23 Si pones esto en práctica y Dios así te lo ordena, podrás aguantar; el pueblo, por su parte, se irá a casa satisfecho.

24 Moisés atendió a la voz de su suegro y siguió sus sugerencias. 25 Escogió entre todos los israelitas hombres capaces, y los puso al frente de los israelitas como jefes de mil, cien, cincuenta y diez personas. 26 Estos jefes fungían como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, pero remitiendo a Moisés los casos difíciles.

27 Más tarde Moisés despidió a su suegro, quien volvió entonces a su país.

Los israelitas en el Sinaí

19 Los israelitas llegaron al desierto de Sinaí a los tres meses de haber salido de Egipto. 2 Después de partir de Refidín, se internaron en el desierto de Sinaí, y allí en el desierto acamparon, frente al monte, 3 al cual subió Moisés para encontrarse con Dios. Y desde allí lo llamó el Señor y le dijo:

«Anúnciale esto al pueblo de Jacob;

    declárale esto al pueblo de Israel:

4 “Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto,

    y de que los he traído hacia mí

    como sobre alas de águila.

5 Si ahora ustedes me son del todo obedientes,

    y cumplen mi pacto,

serán mi propiedad exclusiva

    entre todas las naciones.

Aunque toda la tierra me pertenece,

6     ustedes serán para mí un reino de sacerdotes

    y una nación santa”.

»Comunícales todo esto a los israelitas».

7 Moisés volvió y convocó a los ancianos del pueblo para exponerles todas estas palabras que el Señor le había ordenado comunicarles, 8 y todo el pueblo respondió a una sola voz: «Cumpliremos con todo lo que el Señor nos ha ordenado».

Así que Moisés le llevó al Señor la respuesta del pueblo, 9 y el Señor le dijo:

—Voy a presentarme ante ti en medio de una densa nube, para que el pueblo me oiga hablar contigo y así tenga siempre confianza en ti.

Moisés refirió al Señor lo que el pueblo le había dicho, 10 y el Señor le dijo:

—Ve y consagra al pueblo hoy y mañana. Diles que laven sus ropas 11 y que se preparen para el tercer día, porque en ese mismo día yo descenderé sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. 12 Pon un cerco alrededor del monte para que el pueblo no pase. Diles que no suban al monte, y que ni siquiera pongan un pie en él, pues cualquiera que lo toque será condenado a muerte. 13 Sea hombre o animal, no quedará con vida. Quien se atreva a tocarlo, morirá a pedradas o a flechazos. Solo podrán subir al monte cuando se oiga el toque largo de la trompeta.

14 En cuanto Moisés bajó del monte, consagró al pueblo; ellos, por su parte, lavaron sus ropas. 15 Luego Moisés les dijo: «Prepárense para el tercer día, y absténganse de relaciones sexuales».

Footnotes

  1. 17:9 vara de Dios. Alt. vara milagrosa.

  2. 17:11 los brazos (las versiones antiguas); el brazo (TM).

  3. 17:16 estandarte. Lit. trono.

  4. 18:3 En hebreo, Guersón suena como la frase que significa extranjero allí.

  5. 18:4 En hebreo, Eliezer significa mi Dios es mi ayuda.

Mateo 22:33-23:12

Nueva Versión Internacional

33 Al oír esto, la gente quedó admirada de su enseñanza.

El mandamiento más importante

34 Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos. 35 Uno de ellos, experto en la ley, le tendió una trampa con esta pregunta:

36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

37 —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”[a] —le respondió Jesús—. 38 Este es el primero y el más importante de los mandamientos. 39 El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[b] 40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

¿De quién es hijo el Cristo?

41 Mientras estaban reunidos los fariseos, Jesús les preguntó:

42 —¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?

—De David —le respondieron ellos.

43 —Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor”? Él afirma:

44 »“Dijo el Señor a mi Señor:

    ‘Siéntate a mi derecha,

hasta que ponga a tus enemigos

    debajo de tus pies’ ”.[c]

45 Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su hijo?»

46 Nadie pudo responderle ni una sola palabra, y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas.

Jesús denuncia a los fariseos y a los maestros de la ley

23 Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: 2 «Los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés.[d] 3 Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican. 4 Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.

5 »Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas;[e] 6 se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 7 y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”.

8 »Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. 9 Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. 10 Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. 11 El más importante entre ustedes será siervo de los demás. 12 Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Footnotes

  1. 22:37 Dt 6:5

  2. 22:39 Lv 19:18

  3. 22:44 Sal 110:1

  4. 23:2 tienen … Moisés. Lit. se sientan en la cátedra de Moisés.

  5. 23:5 Usan … vistosas. Lit. Ensanchan sus filacterias y engrandecen las borlas. Las filacterias eran pequeñas cajas en las que llevaban textos de las Escrituras en la frente y en los brazos; las borlas simbolizaban obediencia a los mandamientos (véanse Nm 15:38-39; Dt 6:8; 11:18).

Salmos 27:8-14

Nueva Versión Internacional

8 El corazón me dice: «¡Busca su rostro!»[a]

    Y yo, Señor, tu rostro busco.

9 No te escondas de mí;

    no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo,

    porque tú has sido mi ayuda.

No me desampares ni me abandones,

    Dios de mi salvación.

10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,

    el Señor me recibirá en sus brazos.

11 Guíame, Señor, por tu camino;

    dirígeme por la senda de rectitud,

    por causa de los que me acechan.

12 No me entregues al capricho de mis adversarios,

    pues contra mí se levantan falsos testigos

    que respiran violencia.

13 Pero de una cosa estoy seguro:

    he de ver la bondad del Señor

    en esta tierra de los vivientes.

14 Pon tu esperanza en el Señor;

    ten valor, cobra ánimo;

    ¡pon tu esperanza en el Señor!

Footnotes

  1. 27:8 El corazón … su rostro!» (lectura probable); A ti dice mi corazón: «Busquen mi rostro» (TM).

Proverbios 6:27-35

Nueva Versión Internacional

27 ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho

    sin quemarse la ropa?

28 ¿Puede alguien caminar sobre las brasas

    sin quemarse los pies?

29 Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena

    puede tocarla y quedar impune.

30 No se desprecia al ladrón

    que roba para mitigar su hambre;

31 pero si lo atrapan, deberá devolver

    siete tantos lo robado,

    aun cuando eso le cueste todas sus posesiones.

32 Pero al que comete adulterio le faltan sesos;

    el que así actúa se destruye a sí mismo.

33 No sacará más que golpes y vergüenzas,

    y no podrá borrar su oprobio.

34 Porque los celos desatan la furia del esposo,

    y este no perdonará en el día de la venganza.

35 No aceptará nada en desagravio,

    ni se contentará con muchos regalos.

Nueva Versión Internacional (NVI)

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