Sunday, June 6, 2021

DAB Español, Lunes 07 de Junio

Día 158, DAB Español, Lunes 07 de Junio

1 Reyes 2:1-3:2; Hechos 5:1-42; Salmos 125; Proverbios 16:25 (Nueva Traducción Viviente (NTV))









1 Reyes 2:1-3:2

Nueva Traducción Viviente

Últimas instrucciones de David a Salomón

 

2 Cuando ya se acercaba el momento de morir, el rey David le dio el siguiente encargo a su hijo Salomón:

 

2 «Yo voy camino al lugar donde todos partirán algún día. Ten valor y sé hombre. 3 Cumple los requisitos del Señor tu Dios y sigue todos sus caminos. Obedece los decretos, los mandatos, las ordenanzas y las leyes que están escritos en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y dondequiera que vayas. 4 Si lo haces, el Señor cumplirá la promesa que me hizo cuando me dijo: “Si tus descendientes viven como debe ser y me siguen fielmente, con todo el corazón y con toda el alma, siempre habrá uno de ellos en el trono de Israel”.

 

5 »Además, tú ya sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, cuando mató a mis dos comandantes del ejército: a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter. Él fingió que fue un acto de guerra, pero estábamos en tiempo de paz,[a] con lo cual manchó con sangre inocente[b] su cinto y sus sandalias. 6 Haz con él lo que mejor te parezca, pero no permitas que envejezca y vaya a la tumba en paz.[c]

 

7 »Sé bondadoso con los hijos de Barzilai, de Galaad. Haz que sean invitados permanentes en tu mesa, porque ellos me cuidaron cuando yo huía de tu hermano Absalón.

 

8 »Acuérdate de Simei, hijo de Gera, el hombre de Bahurim de la tribu de Benjamín. Él me maldijo con una maldición terrible cuando yo escapaba hacia Mahanaim. Cuando vino a verme al río Jordán, yo le juré por el Señor que no lo mataría; 9 pero ese juramento no lo hace inocente. Tú eres un hombre sabio y sabrás cómo darle una muerte sangrienta[d]».

 

10 Luego David murió y fue enterrado con sus antepasados en la Ciudad de David. 11 David reinó en Israel durante cuarenta años, siete de ellos en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. 12 Salomón lo sucedió y se sentó en el trono de David, su padre, y su reino se estableció firmemente.

Salomón establece su gobierno

 

13 Cierto día Adonías, cuya madre era Haguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón.

 

—¿Vienes en son de paz?—le preguntó Betsabé.

 

—Sí—contestó él—, vengo en paz. 14 Quiero pedirte un favor.

 

—¿De qué se trata?—le preguntó ella.

 

15 Él contestó:

 

—Como sabes, el reino me correspondía a mí; todo Israel quería que yo fuera el siguiente rey. Pero todo cambió, y el reino pasó a mi hermano porque el Señor así lo quiso. 16 Ahora solo tengo un favor que pedirte, no me lo niegues.

 

—¿De qué se trata?—preguntó ella.

 

17 Él contestó:

 

—Habla con el rey Salomón de mi parte, porque yo sé que él hará cualquier cosa que tú le pidas. Dile que me permita casarme con Abisag, la muchacha de Sunem.

 

18 —Está bien—respondió Betsabé—. Le hablaré al rey por ti.

 

19 Entonces Betsabé fue a ver al rey para hablarle en nombre de Adonías. El rey se levantó de su trono para recibirla y se inclinó ante ella. Cuando volvió a sentarse en su trono, ordenó que trajeran un trono para su madre, y ella se sentó a la derecha del rey.

 

20 —Tengo un pequeño favor que pedirte—le dijo ella—. Espero que no me lo niegues.

 

—¿De qué se trata, madre mía?—preguntó el rey—. Tú sabes que no te lo negaré.

 

21 —Entonces permite que tu hermano Adonías se case con Abisag, la muchacha de Sunem—contestó ella.

 

22 —¿Cómo es posible que tú me pidas que entregue a Abisag en matrimonio a Adonías?—preguntó el rey Salomón—. ¡Sería lo mismo que pedirme que le dé el reino! Tú sabes que él es mi hermano mayor y que tiene de su lado al sacerdote Abiatar y a Joab, hijo de Sarvia.

 

23 Entonces el rey Salomón hizo un juramento delante del Señor diciendo:

 

—Que Dios me hiera e incluso me mate si Adonías no ha sellado su destino con esta petición. 24 El Señor me ha confirmado y me ha puesto en el trono de David, mi padre; él ha establecido mi dinastía, tal como lo prometió. Por lo tanto, ¡tan cierto como que el Señor vive, Adonías morirá hoy mismo!

 

25 Entonces el rey Salomón le ordenó a Benaía, hijo de Joiada, que lo ejecutara; y Adonías murió.

 

26 Luego el rey dijo al sacerdote Abiatar: «Regresa a tu casa, en Anatot. Mereces morir, pero no voy a matarte ahora porque tú cargaste el arca del Señor Soberano para David, mi padre, y estuviste con él en todas sus dificultades». 27 De ese modo Salomón expulsó a Abiatar del cargo de sacerdote del Señor, y así se cumplió la profecía que el Señor había dado en Silo acerca de los descendientes de Elí.

 

28 Joab no se había unido anteriormente a la rebelión de Absalón, pero sí se había sumado a la rebelión de Adonías. Así que, al enterarse de la muerte de Adonías, corrió a la carpa sagrada del Señor y se agarró de los cuernos del altar. 29 Cuando se lo informaron al rey, Salomón mandó a Benaía, hijo de Joiada, a ejecutarlo.

 

30 Benaía fue a la carpa sagrada del Señor y le dijo a Joab:

 

—¡El rey te ordena que salgas!

 

Pero Joab respondió:

 

—No, aquí moriré.

 

Entonces Benaía regresó a ver al rey y le informó lo que Joab había dicho.

 

31 «Haz lo que él pide—respondió el rey—. Mátalo allí, junto al altar, y entiérralo. Así se borrará de la familia de mi padre la culpa de los asesinatos sin sentido que cometió Joab. 32 El Señor le cobrará[e] las muertes de dos hombres que eran más justos y mejores que él, ya que mi padre no sabía nada de las muertes de Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Israel, y de Amasa, hijo de Jeter, comandante del ejército de Judá. 33 Que Joab y sus descendientes sean por siempre culpables de la sangre de ellos, y que el Señor conceda paz a David, a sus descendientes, a su dinastía y a su trono para siempre».

 

34 Entonces Benaía, hijo de Joiada, volvió a la carpa sagrada y mató a Joab, y fue enterrado junto a su casa en el desierto. 35 Después, el rey nombró comandante del ejército a Benaía en lugar de Joab, y puso al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.

 

36 Luego el rey mandó llamar a Simei y le dijo:

 

—Construye una casa aquí en Jerusalén y vive en ella, pero no salgas de la ciudad por ningún motivo. 37 Pues el día que salgas y pases el valle de Cedrón, ciertamente morirás, y tu sangre volverá sobre tu propia cabeza.

 

38 Simei respondió:

 

—Tu sentencia es justa; haré todo lo que mi señor el rey mande.

 

Por lo tanto, Simei vivió en Jerusalén un largo tiempo.

 

39 Sin embargo, tres años después, dos esclavos de Simei se fugaron a Gat, donde reinaba Aquis, hijo de Maaca. Cuando Simei supo dónde estaban, 40 ensilló su burro y fue a Gat a buscarlos. Una vez que los encontró, los llevó de regreso a Jerusalén.

 

41 Salomón se enteró de que Simei había salido de Jerusalén, que había ido a Gat y regresado. 42 Así que el rey lo mandó llamar y le preguntó: «¿No te hice jurar por el Señor y te advertí que no salieras a ninguna parte, o de lo contrario, morirías? Y tú respondiste: “La sentencia es justa; haré lo que mandes”. 43 Entonces, ¿por qué no cumpliste tu juramento al Señor ni obedeciste mi orden?».

 

44 El rey también le dijo: «Seguramente recordarás todas las maldades que le hiciste a mi padre David. Que ahora el Señor traiga todo ese mal sobre tu cabeza; 45 pero que yo, el rey Salomón, reciba las bendiciones del Señor, y que siempre haya un descendiente de David sentado en este trono, en presencia del Señor». 46 Entonces, por orden del rey, Benaía, hijo de Joiada, llevó a Simei afuera y lo mató.

 

De ese modo, el reino quedó afianzado en manos de Salomón.

Salomón pide sabiduría

 

3 Salomón hizo una alianza con el faraón, rey de Egipto, y se casó con una de sus hijas. Se la llevó a vivir a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y la muralla que rodeaba la ciudad. 2 En ese tiempo, el pueblo de Israel sacrificaba sus ofrendas en los lugares de culto de la región, porque todavía no se había construido un templo en honor al nombre del Señor.

Footnotes

 

    2:5a O Él los mató en tiempo de paz en venganza por las muertes que ellos habían provocado en tiempo de guerra.

    2:5b Así aparece en algunos manuscritos griegos y antiguos manuscritos latinos; en hebreo dice con sangre de guerra.

    2:6 En hebreo no permitas que su cabeza blanca baje al Seol en paz.

    2:9 En hebreo cómo bajar su cabeza blanca al Seol con sangre.

    2:32 En hebreo le hará volver su sangre sobre su cabeza por.

 

Hechos 5

Nueva Traducción Viviente

Ananías y Safira

 

5 Había cierto hombre llamado Ananías quien, junto con su esposa, Safira, vendió una propiedad; 2 y llevó solo una parte del dinero a los apóstoles pero afirmó que era la suma total de la venta. Con el consentimiento de su esposa, se quedó con el resto.

 

3 Entonces Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué has permitido que Satanás llenara tu corazón? Le mentiste al Espíritu Santo y te quedaste con una parte del dinero. 4 La decisión de vender o no la propiedad fue tuya. Y, después de venderla, el dinero también era tuyo para regalarlo o no. ¿Cómo pudiste hacer algo así? ¡No nos mentiste a nosotros sino a Dios!».

 

5 En cuanto Ananías oyó estas palabras, cayó al suelo y murió. Todos los que se enteraron de lo sucedido quedaron aterrados. 6 Después unos muchachos se levantaron, lo envolvieron en una sábana, lo sacaron y lo enterraron.

 

7 Como tres horas más tarde, entró su esposa sin saber lo que había pasado. 8 Pedro le preguntó:

 

—¿Fue este todo el dinero que tú y tu esposo recibieron por la venta de su terreno?

 

—Sí—contestó ella—, ese fue el precio.

 

9 Y Pedro le dijo:

 

—¿Cómo pudieron ustedes dos siquiera pensar en conspirar para poner a prueba al Espíritu del Señor de esta manera? Los jóvenes que enterraron a tu esposo están justo afuera de la puerta, ellos también te sacarán cargando a ti.

 

10 Al instante, ella cayó al suelo y murió. Cuando los jóvenes entraron y vieron que estaba muerta, la sacaron y la enterraron al lado de su esposo. 11 Gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que oyeron lo que había sucedido.

Los apóstoles sanan a muchos

 

12 Los apóstoles hacían muchas señales milagrosas y maravillas entre la gente. Y todos los creyentes se reunían con frecuencia en el templo, en el área conocida como el pórtico de Salomón; 13 pero nadie más se atrevía a unirse a ellos, aunque toda la gente los tenía en alta estima. 14 Sin embargo, cada vez más personas—multitudes de hombres y mujeres—creían y se acercaban al Señor. 15 Como resultado del trabajo de los apóstoles, la gente sacaba a los enfermos a las calles en camas y camillas para que la sombra de Pedro cayera sobre algunos de ellos cuando él pasaba. 16 Multitudes llegaban desde las aldeas que rodeaban a Jerusalén y llevaban a sus enfermos y a los que estaban poseídos por espíritus malignos,[a] y todos eran sanados.

Los apóstoles enfrentan oposición

 

17 El sumo sacerdote y sus funcionarios, que eran saduceos, se llenaron de envidia. 18 Arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública; 19 pero un ángel del Señor llegó de noche, abrió las puertas de la cárcel y los sacó. Luego les dijo: 20 «¡Vayan al templo y denle a la gente este mensaje de vida!».

 

21 Así que, al amanecer, los apóstoles entraron en el templo como se les había dicho, y comenzaron a enseñar de inmediato.

 

Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus funcionarios, convocaron al Concilio Supremo,[b] es decir, a toda la asamblea de los ancianos de Israel. Luego mandaron a sacar a los apóstoles de la cárcel para llevarlos a juicio; 22 pero cuando los guardias del templo llegaron a la cárcel, los hombres ya no estaban. Entonces regresaron al Concilio y dieron el siguiente informe: 23 «La cárcel estaba bien cerrada, los guardias estaban afuera en sus puestos, pero cuando abrimos las puertas, ¡no había nadie!».

 

24 Cuando el capitán de la guardia del templo y los sacerdotes principales oyeron esto, quedaron perplejos y se preguntaban en qué iba a terminar todo el asunto. 25 Entonces alguien llegó con noticias sorprendentes: «¡Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el templo enseñando a la gente!».

 

26 El capitán fue con los guardias del templo y arrestó a los apóstoles, pero sin violencia, porque tenían miedo de que la gente los apedreara. 27 Después llevaron a los apóstoles ante el Concilio Supremo, donde los confrontó el sumo sacerdote.

 

28 —¡Les ordenamos estrictamente que no enseñaran nunca más en nombre de ese hombre!—les dijo—. En lugar de eso, han llenado a toda Jerusalén con la enseñanza acerca de él, ¡y quieren hacernos responsables de su muerte!

 

29 Pero Pedro y los apóstoles respondieron:

 

—Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana. 30 El Dios de nuestros antepasados levantó a Jesús de los muertos después de que ustedes lo mataron colgándolo en una cruz.[c] 31 Luego Dios lo puso en el lugar de honor, a su derecha, como Príncipe y Salvador. Lo hizo para que el pueblo de Israel se arrepintiera de sus pecados y fuera perdonado. 32 Nosotros somos testigos de estas cosas y también lo es el Espíritu Santo, dado por Dios a todos los que lo obedecen.

 

33 Al oír esto, el Concilio Supremo se enfureció y decidió matarlos; 34 pero uno de los miembros, un fariseo llamado Gamaliel, experto en la ley religiosa y respetado por toda la gente, se puso de pie y ordenó que sacaran de la sala del Concilio a los apóstoles por un momento. 35 Entonces les dijo a sus colegas: «Hombres de Israel, ¡tengan cuidado con lo que piensan hacerles a estos hombres! 36 Hace algún tiempo, hubo un tal Teudas, quien fingía ser alguien importante. Unas cuatrocientas personas se le unieron, pero a él lo mataron y todos sus seguidores se fueron cada cual por su camino. Todo el movimiento se redujo a nada. 37 Después de él, en el tiempo en que se llevó a cabo el censo, apareció un tal Judas de Galilea. Logró que gente lo siguiera, pero a él también lo mataron, y todos sus seguidores se dispersaron.

 

38 »Así que mi consejo es que dejen a esos hombres en paz. Pónganlos en libertad. Si ellos están planeando y actuando por sí solos, pronto su movimiento caerá; 39 pero si es de Dios, ustedes no podrán detenerlos. ¡Tal vez hasta se encuentren peleando contra Dios!».

 

40 Los otros miembros aceptaron su consejo. Llamaron a los apóstoles y mandaron que los azotaran. Luego les ordenaron que nunca más hablaran en el nombre de Jesús y los pusieron en libertad.

 

41 Los apóstoles salieron del Concilio Supremo con alegría, porque Dios los había considerado dignos de sufrir deshonra por el nombre de Jesús.[d] 42 Y cada día, en el templo y casa por casa, seguían enseñando y predicando este mensaje: «Jesús es el Mesías».

Footnotes

 

    5:16 En griego impuros.

    5:21 En griego al Sanedrín; similar en 5:27, 41.

    5:30 En griego en un madero.

    5:41 En griego por el nombre.

 

Salmos 125

Nueva Traducción Viviente

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

 

125 Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sion;

    no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre.

2

Así como las montañas rodean a Jerusalén,

    así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre.

3

Los perversos no gobernarán la tierra de los justos,

    porque entonces los justos podrían ser tentados a hacer el mal.

4

Oh Señor, haz bien a los que son buenos,

    a los que tienen el corazón en armonía contigo.

5

Pero expulsa a los que recurren a caminos torcidos, oh Señor;

    llévatelos junto con aquellos que hacen el mal.

 

¡Que Israel tenga paz!

Proverbios 16:25

Nueva Traducción Viviente

 

25

Delante de cada persona hay un camino que parece correcto,

    pero termina en muerte.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

 

La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.

 

 

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