Friday, June 18, 2021

DAB Español, Sábado 19 de Junio

Día 170, DAB Español, Sábado 19 de Junio

1 Reyes 20:1-21:29; Hechos 12:24-13:15; Salmos 137; Proverbios 17:16 (Nueva Versión Internacional (NVI))









1 Reyes 20-21

Nueva Versión Internacional

Ben Adad ataca a Samaria

 

20 Entonces Ben Adad, rey de Siria, reunió a todo su ejército y, acompañado por treinta y dos reyes con sus caballos y carros de combate, salió a hacerle guerra a Samaria y la sitió. 2 Envió a la ciudad mensajeros para que le dijeran a Acab, rey de Israel: «Así dice Ben Adad: 3 “Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos”».

 

4 El rey de Israel envió esta respuesta: «Tal como dices, mi señor y rey, yo soy tuyo, con todo lo que tengo».

 

5 Los mensajeros volvieron a Acab y le dijeron: «Así dice Ben Adad: “Mandé a decirte que me entregaras tu oro y tu plata, tus esposas y tus hijos. 6 Por tanto, mañana como a esta hora voy a enviar a mis funcionarios a requisar tu palacio y las casas de tus funcionarios, y se apoderarán de todo lo que más valoras y se lo llevarán”».

 

7 El rey de Israel mandó llamar a todos los ancianos del país y les dijo:

 

—¡Miren cómo ese tipo nos quiere causar problemas! Cuando mandó que le entregara mis esposas y mis hijos, mi oro y mi plata, no se los negué.

 

8 Los ancianos y todos los del pueblo respondieron:

 

—No le haga caso, Su Majestad, ni ceda a sus exigencias.

 

9 Así que Acab les respondió a los mensajeros de Ben Adad:

 

—Díganle a mi señor y rey: “Yo, tu servidor, haré todo lo que me pediste la primera vez, pero no puedo satisfacer esta nueva exigencia”.

 

Ellos regresaron a Ben Adad con esa respuesta. 10 Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: «Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado».

 

11 Pero el rey de Israel respondió: «Díganle que no cante victoria antes de tiempo».[a]

 

12 Cuando Ben Adad recibió este mensaje, estaba bebiendo con los reyes en su campamento.[b] De inmediato les ordenó a sus tropas: «¡A las armas!» Así que se prepararon para atacar la ciudad.

Acab derrota a Ben Adad

 

13 Mientras tanto, un profeta se presentó ante Acab, rey de Israel, y le anunció:

 

—Así dice el Señor: “¿Ves ese enorme ejército? Hoy lo entregaré en tus manos, y entonces sabrás que yo soy el Señor”.

 

14 —¿Por medio de quién lo hará? —preguntó Acab.

 

—Así dice el Señor —respondió el profeta—: “Lo haré por medio de los cadetes”.[c]

 

—¿Y quién iniciará el combate? —insistió Acab.

 

—Tú mismo —respondió el profeta.

 

15 Así que Acab pasó revista a los cadetes, que sumaban doscientos treinta y dos hombres. También pasó revista a las demás tropas israelitas: siete mil en total. 16 Se pusieron en marcha al mediodía, mientras Ben Adad y los treinta y dos reyes aliados que estaban con él seguían emborrachándose en su campamento.

 

17 Los cadetes formaban la vanguardia. Cuando los exploradores que Ben Adad había enviado le informaron que unos soldados estaban avanzando desde Samaria, 18 ordenó: «¡Captúrenlos vivos, sea que vengan en son de paz o en son de guerra!»

 

19 Los cadetes salieron de la ciudad al frente del ejército. 20 Cada soldado abatió a su adversario, y los sirios tuvieron que huir. Los israelitas los persiguieron, pero Ben Adad, rey de Siria, escapó a caballo con algunos de sus jinetes. 21 El rey de Israel avanzó y abatió a la caballería, de modo que los sirios sufrieron una gran derrota.

 

22 Más tarde, el profeta se presentó ante el rey de Israel y le dijo: «No se duerma usted en sus laureles;[d] trace un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar».

 

23 Por otra parte, los funcionarios del rey de Siria le aconsejaron: «Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas. Por eso son demasiado fuertes para nosotros. Pero, si peleamos contra ellos en las llanuras, sin duda los venceremos. 24 Haga usted lo siguiente: Destituya a todos los reyes y reemplácelos por otros oficiales. 25 Prepare usted también un ejército como el que perdió, caballo por caballo y carro por carro, para atacar a Israel en las llanuras. ¡Sin duda los venceremos!»

 

Ben Adad estuvo de acuerdo, y así lo hizo. 26 Al año siguiente, pasó revista a las tropas sirias y marchó a Afec para atacar a Israel. 27 Acab, por su parte, pasó revista a las tropas israelitas y las aprovisionó. Estas se pusieron en marcha para salir al encuentro de los sirios, y acamparon frente a ellos. Parecían pequeños rebaños de cabras, mientras que los sirios cubrían todo el campo.

 

28 El hombre de Dios se presentó ante el rey de Israel y le dijo: «Así dice el Señor: “Por cuanto los sirios piensan que el Señor es un dios de las montañas y no un dios de los valles, yo te voy a entregar este enorme ejército en tus manos, y así sabrás que yo soy el Señor”».

 

29 Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y el séptimo día se desató el combate. En un solo día los israelitas le causaron cien mil bajas a la infantería siria. 30 Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos.

 

Ben Adad, que también se había escapado a la ciudad, andaba de escondite en escondite. 31 Entonces sus funcionarios le dijeron: «Hemos oído decir que los reyes del linaje de Israel son compasivos. Rindámonos ante el rey de Israel y pidámosle perdón.[e] Tal vez le perdone a usted la vida».

 

32 Se presentaron entonces ante el rey de Israel, se rindieron ante él y le rogaron:

 

—Su siervo Ben Adad dice: “Por favor, perdóname la vida”.

 

—¿Todavía está vivo? —preguntó el rey—. ¡Pero si es mi hermano!

 

33 Los hombres tomaron esa respuesta como un buen augurio y, aprovechando la ocasión, exclamaron:

 

—¡Claro que sí, Ben Adad es su hermano!

 

—Vayan por él —dijo el rey.

 

Cuando Ben Adad se presentó ante Acab, este lo hizo subir a su carro de combate. Entonces Ben Adad le propuso:

 

34 —Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, y podrás establecer zonas de mercado en Damasco, como lo hizo mi padre en Samaria.

 

Acab le respondió:

 

—Sobre esa base, te dejaré en libertad.

 

Y así firmó un tratado con él, y lo dejó ir.

Un profeta condena a Acab

 

35 En obediencia a la palabra del Señor, un miembro de la comunidad de profetas le dijo a otro:

 

—¡Golpéame!

 

Pero aquel se negó a hacerlo.

 

36 Entonces el profeta dijo:

 

—Por cuanto no has obedecido al Señor, tan pronto como nos separemos te matará un león.

 

Y, después de que el profeta se fue, un león le salió al paso y lo mató.

 

37 Más adelante, el mismo profeta encontró a otro hombre y le dijo: «¡Golpéame!» Así que el hombre lo golpeó y lo hirió. 38 Luego el profeta salió a esperar al rey a la vera del camino, cubierto el rostro con un antifaz. 39 Cuando pasaba el rey, el profeta le gritó:

 

—Este servidor de Su Majestad entró en lo más reñido de la batalla. Allí alguien se me presentó con un prisionero y me dijo: “Hazte cargo de este hombre. Si se te escapa, pagarás su vida con la tuya, o con tres mil monedas[f] de plata”. 40 Mientras este servidor de Su Majestad estaba ocupado en otras cosas, el hombre se escapó.

 

—¡Esa es tu sentencia! —respondió el rey de Israel—. Tú mismo has tomado la decisión.

 

41 En el acto, el profeta se quitó el antifaz, y el rey de Israel se dio cuenta de que era uno de los profetas. 42 Y le dijo al rey:

 

—Así dice el Señor: “Has dejado en libertad a un hombre que yo había condenado a muerte.[g] Por lo tanto, pagarás su vida con la tuya, y su pueblo con el tuyo”.

 

43 Entonces el rey de Israel, deprimido y malhumorado, volvió a su palacio en Samaria.

El viñedo de Nabot

 

21 Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria. 2 Este le dijo a Nabot:

 

—Dame tu viñedo para hacerme una huerta de hortalizas, ya que está tan cerca de mi palacio. A cambio de él te daré un viñedo mejor o, si lo prefieres, te pagaré lo que valga.

 

3 Pero Nabot le respondió:

 

—¡El Señor me libre de venderle a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados!

 

4 Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: «No puedo cederle a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados». De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer. 5 Su esposa Jezabel entró y le preguntó:

 

—¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres?

 

6 —Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó.

 

7 Ante esto, Jezabel su esposa le dijo:

 

—¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot.

 

8 De inmediato escribió cartas en nombre de Acab, puso en ellas el sello del rey, y las envió a los ancianos y nobles que vivían en la ciudad de Nabot. 9 En las cartas decía:

 

«Decreten un día de ayuno, y den a Nabot un lugar prominente en la asamblea del pueblo. 10 Pongan frente a él a dos sinvergüenzas y háganlos testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sáquenlo y mátenlo a pedradas».

 

11 Los ancianos y nobles que vivían en esa ciudad acataron lo que Jezabel había ordenado en sus cartas. 12 Decretaron un día de ayuno y le dieron a Nabot un lugar prominente en la asamblea. 13 Llegaron los dos sinvergüenzas, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: «¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!» Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas. 14 Entonces le informaron a Jezabel: «Nabot ha sido apedreado y está muerto».

 

15 Tan pronto como Jezabel se enteró de que Nabot había muerto a pedradas, le dijo a Acab: «¡Vamos! Toma posesión del viñedo que Nabot el jezrelita se negó a venderte. Ya no vive; está muerto». 16 Cuando Acab se enteró de que Nabot había muerto, fue a tomar posesión del viñedo.

 

17 Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: 18 «Ve a encontrarte con Acab, rey de Israel, que gobierna en Samaria. En este momento se encuentra en el viñedo de Nabot, tomando posesión del mismo. 19 Dile que así dice el Señor: “¿No has asesinado a un hombre, y encima te has adueñado de su propiedad?” Luego dile que así también dice el Señor: “¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre!”»

 

20 Acab le respondió a Elías:

 

—¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado?

 

—Sí —contestó Elías—, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende al Señor, 21 quien ahora te dice: “Voy a enviarte una desgracia. Acabaré contigo, y de tus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. 22 Haré con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboán hijo de Nabat y con la de Basá hijo de Ahías, porque has provocado mi ira y has hecho que Israel peque”. 23 Y en cuanto a Jezabel, el Señor dice: “Los perros se la comerán junto al muro[h] de Jezrel”. 24 También a los familiares de Acab que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo.

 

25 Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor. 26 Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó de la presencia de Israel.

 

27 Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó. Dormía vestido así y andaba deprimido. 28 Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: 29 «¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí? Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo».

Footnotes

 

    20:11 que no cante … de tiempo. Lit. no ha de jactarse el que se pone la armadura, sino el que se la quita.

    20:12 en su campamento. Alt. en Sucot; también en v. 16.

    20:14 los cadetes. Lit. los jóvenes de los jefes provinciales; también en vv. 15,17 y 19.

    20:22 No se duerma usted en sus laureles. Lit. Vaya y fortalézcase.

    20:31 Rindámonos … perdón. Lit. Pongámonos cilicio en la cintura y sogas en la cabeza y vayamos al rey de Israel.

    20:39 tres mil monedas. Lit. un talento.

    20:42 un hombre … muerte. Lit. al hombre de mi destrucción.

    21:23 muro (mss. hebreos); campo (TM).

 

Hechos 12:24-13:15

Nueva Versión Internacional

 

24 Pero la palabra de Dios seguía extendiéndose y difundiéndose.

 

25 Cuando Bernabé y Saulo cumplieron su servicio, regresaron de[a] Jerusalén llevando con ellos a Juan, llamado también Marcos.

Despedida de Bernabé y Saulo

 

13 En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé; Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca; y Saulo. 2 Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado».

 

3 Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron.

En Chipre

 

4 Bernabé y Saulo, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. 5 Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como ayudante.

 

6 Recorrieron toda la isla hasta Pafos. Allí se encontraron con un hechicero, un falso profeta judío llamado Barjesús, 7 que estaba con el gobernador[b] Sergio Paulo. El gobernador, hombre inteligente, mandó llamar a Bernabé y a Saulo, en un esfuerzo por escuchar la palabra de Dios. 8 Pero Elimas el hechicero (que es lo que significa su nombre) se les oponía y procuraba apartar de la fe al gobernador. 9 Entonces Saulo, o sea Pablo, lleno del Espíritu Santo, clavó los ojos en Elimas y le dijo: 10 «¡Hijo del diablo y enemigo de toda justicia, lleno de todo tipo de engaño y de fraude! ¿Nunca dejarás de torcer los caminos rectos del Señor? 11 Ahora la mano del Señor está contra ti; vas a quedarte ciego y por algún tiempo no podrás ver la luz del sol».

 

Al instante cayeron sobre él sombra y oscuridad, y comenzó a buscar a tientas a alguien que lo llevara de la mano. 12 Al ver lo sucedido, el gobernador creyó, maravillado de la enseñanza acerca del Señor.

En Antioquía de Pisidia

 

13 Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar desde Pafos, y llegaron a Perge de Panfilia. Juan se separó de ellos y regresó a Jerusalén; 14 ellos, por su parte, siguieron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. 15 Al terminar la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen».

Footnotes

 

    12:25 regresaron de. Var. regresaron a.

    13:7 gobernador. Lit. procónsul; también en vv. 8 y 12.

 

Salmos 137

Nueva Versión Internacional

 

137 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos,

    y llorábamos al acordarnos de Sión.

2

En los álamos que había en la ciudad

    colgábamos nuestras arpas.

3

Allí, los que nos tenían cautivos

    nos pedían que entonáramos canciones;

nuestros opresores nos pedían estar alegres;

    nos decían: «¡Cántennos un cántico de Sión!»

 

4

¿Cómo cantar las canciones del Señor

    en una tierra extraña?

5

Ah, Jerusalén, Jerusalén,

    si llegara yo a olvidarte,

    ¡que la mano derecha se me seque!

6

Si de ti no me acordara,

    ni te pusiera por encima de mi propia alegría,

    ¡que la lengua se me pegue al paladar!

 

7

Señor, acuérdate de los edomitas

    el día en que cayó Jerusalén.

«¡Arrásenla —gritaban—,

    arrásenla hasta sus cimientos!»

 

8

Hija de Babilonia, que has de ser destruida,

    ¡dichoso el que te haga pagar

    por todo lo que nos has hecho!

9

¡Dichoso el que agarre a tus pequeños

    y los estrelle contra las rocas!

Proverbios 17:16

Nueva Versión Internacional

 

16

¿De qué le sirve al necio poseer dinero?

    ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos?[a]

Footnotes

 

    17:16 sesos. Lit. corazón.

 

Nueva Versión Internacional (NVI)

 

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