Monday, June 21, 2021

DAB Español, Martes 22 de Junio

Día 173, DAB Español, Martes 22 de Junio

2 Reyes 3:1-4:17; Hechos 14:8-28; Salmos 140; Proverbios 17:22 (Nueva Biblia Viva (NBV))

 









2 Reyes 3:1-4:17

Nueva Biblia Viva

Los moabitas se rebelan

 

3 Jorán hijo de Acab comenzó su reinado sobre Israel durante el año décimo octavo del rey Josafat, de Judá, y reinó doce años. Su capital fue Samaria. 2 Fue un hombre muy perverso, pero no tanto como lo habían sido su padre y su madre, porque al menos él derribó el altar de Baal, que su padre había construido. 3 Sin embargo, siguió practicando el gran pecado de Jeroboán hijo de Nabat, quien había hecho que el pueblo de Israel adorara ídolos.

 

4 El rey Mesá, de Moab, y su pueblo eran criadores de ovejas. Pagaban a Israel un tributo anual de cien mil corderos y la lana de cien mil carneros; 5 pero después de la muerte de Acab, el rey de Moab se rebeló contra Israel. 6-8 Inmediatamente el rey Jorán convocó a todo Israel, y envió este mensaje al rey Josafat, de Judá:

 

―El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Me ayudarás a pelear contra ellos?

 

―Desde luego que sí —contestó Josafat—. Mi pueblo y mis caballos son tuyos, y están a tus órdenes. ¿Cuáles son tus planes de batalla?

 

―Atacaremos desde el desierto de Edom —respondió Jorán.

 

9 Salieron los reyes de Israel y Judá con el rey de Edom y dieron un rodeo a través del desierto durante siete días; pero no había agua para los hombres ni para los animales de carga.

 

10 ―¿Qué haremos? —preguntó el rey de Israel—. El Señor nos ha traído aquí para que el rey de Moab nos derrote.

 

11 Pero Josafat, rey de Judá, preguntó:

 

―¿No hay aquí algún profeta del Señor con nosotros? Si lo hay, podemos preguntarle qué hemos de hacer.

 

―Eliseo hijo de Safat, que era siervo de Elías, vive cerca de aquí —respondió uno de los oficiales del rey de Israel.

 

12 ―Muy bien —respondió Josafat—. Él nos dará palabra del Señor.

 

Entonces los reyes de Israel, Judá y Edom fueron a consultar a Eliseo.

 

13 ―No quiero nada contigo —le dijo Eliseo al rey Jorán, de Israel—. Ve y pregúntales a los falsos profetas de tu padre y de tu madre.

 

Pero Jorán le respondió:

 

―No, porque es el Señor quien nos ha traído aquí para ser destruidos por el rey de Moab.

 

14 ―Juro por el Señor mi Dios que no me preocuparía por ti, si no fuera por la presencia del rey Josafat, de Judá —respondió Eliseo—. 15 Trae a alguien que pueda tocar el arpa.

 

Y mientras el músico tocaba el arpa, le llegó el mensaje del Señor a Eliseo.

 

16 ―El Señor dice que abran muchas zanjas en este valle seco, 17 pues, aunque no verán viento ni lluvia, este valle se llenará de agua, y tendrán suficiente para ustedes y para los animales. 18 Pero esto es sólo el comienzo, porque el Señor les dará la victoria sobre los moabitas. 19 Conquistarán sus mejores ciudades, aun las que están fortificadas; derribarán sus árboles frutales, taparán todas las fuentes de agua, y llenarán de piedras sus campos.

 

20 Y así fue. Al día siguiente, a la hora de ofrecer el sacrificio de la mañana, desde Edom comenzó a correr el agua, y todo el lugar quedó inundado.

 

21 Cuando la gente de Moab se enteró de que los reyes avanzaban hacia ellos, movilizaron a todo hombre que pudiera pelear, anciano y joven, y se pusieron a lo largo de su frontera. 22 Pero al amanecer del día siguiente, el sol proyectó su rojo resplandor sobre el agua, y esta se veía roja.

 

23 «¡Es sangre! —exclamaron—. Los reyes se han atacado y se han dado muerte unos a otros. ¡Vamos y recojamos el botín!».

 

24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, los israelitas salieron y los atacaron. Entonces los moabitas emprendieron la huida. Los hombres de Israel avanzaron y entraron en el territorio de Moab, destruyendo todo lo que encontraban. 25 Destruyeron las ciudades, cubrieron de piedras todo terreno bueno para el cultivo, taparon los manantiales, y talaron los árboles frutales. Al final, sólo quedó el fuerte de Quir Jaréset, pero los hombres que estaban armados de hondas lo rodearon y conquistaron.

 

26 Cuando el rey de Moab vio que había perdido la batalla, dirigió a setecientos de sus soldados en un último y desesperado intento de alcanzar al rey de Edom, pero fracasó. 27 Entonces tomó a su hijo mayor, que era el heredero al trono, y lo sacrificó como holocausto sobre el muro. Esto hizo que los israelitas sintieran indignación, y por eso, se retiraron y regresaron a su tierra.

El aceite de la viuda

 

4 Un día la esposa de uno de los miembros de la escuela de profetas le contó a Eliseo que su esposo había muerto. Era un hombre que amaba a Dios, según dijo ella. Pero al morir debía algún dinero, y el acreedor le estaba exigiendo su pago. Si ella no pagaba, la amenazó con llevarse a sus dos hijos como esclavos.

 

2 ―¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. ¿Qué tienes en la casa?

 

―Absolutamente nada, salvo un cántaro de aceite de oliva —contestó ella.

 

3 ―Entonces pide prestadas cuantas vasijas puedas de tus amigas y vecinos —le ordenó—. 4 Luego entra en casa con tus hijos, cierra la puerta y echa aceite de oliva de tu cántaro en las vasijas que hayas pedido prestadas, y ve poniendo aparte las que vayas llenando.

 

5 Ella lo hizo así. Sus hijos le iban pasando las vasijas, y ella las llenaba de aceite. 6 Después de haber llenado hasta el borde varias vasijas, la mujer le dijo a uno de sus hijos:

 

―Pásame otra vasija.

 

―No hay más —le contestó el hijo.

 

Y entonces, en ese mismo momento, el aceite que estaba en el cántaro se acabó. 7 Cuando le contó al profeta lo que había ocurrido, él le dijo:

 

―Ve y vende el aceite. Con lo que te den por la venta, podrás pagar la deuda, y te quedará dinero suficiente para que tú y tus hijos sigan viviendo.

El hijo de la sunamita

 

8 Un día que Eliseo fue a Sunén, una mujer importante de la ciudad lo invitó a comer. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía a cenar.

 

9 La mujer entonces le dijo a su marido: «Estoy segura de que este hombre que se detiene de vez en cuando aquí en nuestra casa es un profeta. 10 Hagamos una habitación en la terraza para que, cada vez que venga al pueblo, se quede ahí. Podemos poner una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así, cuando venga, tendrá un lugar donde quedarse».

 

11-12 Un día que Eliseo estaba descansando en la habitación, le dijo a su sirviente Guiezi:

 

―Dile a la mujer que quiero hablar con ella.

 

Cuando ella llegó, 13 él le dijo a Guiezi:

 

―Dile que apreciamos la bondad que nos ha mostrado. Pregúntale qué podemos hacer por ella. ¿Querrá que diga una palabra en su favor al rey o al jefe del ejército?

 

―No —respondió ella—, estoy perfectamente contenta.

 

14 ―¿Qué podemos hacer por ella? —volvió a preguntarle Eliseo a Guiezi más tarde.

 

Guiezi sugirió:

 

―Ella no tiene hijos, y su marido es ya anciano.

 

15-16 ―Dile que vuelva —le dijo Eliseo.

 

Cuando ella regresó, él conversó con ella, mientras estaba parada en la puerta.

 

―El próximo año por este tiempo, tendrás un hijo —le dijo Eliseo.

 

―¡Varón de Dios! —exclamó ella—, no bromee de esa manera.

 

17 Pero era cierto. Pronto la mujer concibió y tuvo un niño, tal como Eliseo lo había profetizado.

Hechos 14:8-28

Nueva Biblia Viva

En Listra y Derbe

 

8 Estando en Listra, pasaron junto a un hombre inválido de nacimiento, que nunca había caminado porque tenía los pies tullidos. 9 Ese hombre estaba muy atento a la predicación de Pablo. Este, al notarlo, comprendió que aquel hombre tenía suficiente fe para obtener su sanidad.

 

10 ―¡Levántate! —le ordenó Pablo.

 

E inmediatamente el hombre se puso de pie y salió caminando.

 

11 Cuando el gentío vio lo que Pablo había hecho, gritaron (en el dialecto local):

 

―¡Estos son dioses con cuerpos humanos que han venido a visitarnos!

 

12 ¡Creían que Bernabé era Zeus y que Pablo, por cuanto era el orador principal, era Hermes! 13 El sacerdote de Zeus, cuyo templo estaba situado en las afueras de la ciudad, llevó flores y toros para ofrecerles sacrificios, junto con el gentío. 14 Cuando Bernabé y Pablo se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo, se rasgaron la ropa y se lanzaron entre la multitud gritando:

 

15 ―¡Señores! ¿Qué están haciendo? ¡Nosotros somos seres humanos como cualquiera de ustedes! Hemos venido a traerles las buenas noticias de que deben dejar ya estas cosas que no sirven para nada, y que se vuelvan al Dios viviente que hizo los cielos, la tierra, el mar y cuanto en ellos existe. 16 En el pasado, Dios permitió que las naciones anduvieran en sus propios caminos, 17 aunque nunca las dejó sin algo que hablara de él. ¡Y les dio la lluvia, las buenas cosechas, y llenó de alimentos y alegría los corazones!

 

18 A pesar de todo lo que dijeron, a duras penas pudieron evitar que el gentío les ofreciera sacrificio.

 

19 Sin embargo, llegaron de Antioquía e Iconio varios judíos que hicieron que ese gentío cambiara de parecer y apedreara a Pablo. Como creían que estaba muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. 20 Pero luego, mientras los creyentes lo rodeaban, Pablo se levantó y regresó a la ciudad. Al día siguiente él y Bernabé partieron rumbo a Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria

 

21 Después de predicar el evangelio en Derbe y ganar muchos discípulos, regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 donde fortalecieron a los discípulos y los animaron a seguir firmes en la fe. Les decían que era necesario que entraran al reino de Dios después de pasar por muchas tribulaciones.

 

23 Además, nombraron ancianos en cada iglesia, a los cuales, después de orar y ayunar con ellos, encomendaron al cuidado del Señor en quien habían creído.

 

24 Luego, ya de regreso, pasaron por Pisidia y Panfilia, 25 predicaron de nuevo en Perge y fueron a Atalía. 26 Finalmente, regresaron por barco a Antioquía, donde los habían encomendado a la gracia de Dios para que realizaran el trabajo que acababan de completar.

 

27 Sin perder tiempo, reunieron a la iglesia y les informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y les contaron cómo Dios había abierto la puerta de la fe también a los gentiles.

 

28 Y permanecieron en Antioquía mucho tiempo con los discípulos.

Salmos 140

Nueva Biblia Viva

Al director musical. Salmo de David.

 

140 Señor, líbrame de los hombres malvados. Guárdeme de los violentos, 2 que todo el día fomentan pleitos y traman en su corazón el mal. 3 Afilan sus lenguas como lenguas de serpiente; veneno de víbora escurre por sus labios. 4 Guárdeme del poder de ellos; protégeme del poder de los impíos, de los que traman hacerme caer. 5 Esos orgullosos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a lo largo de mi camino.

 

6 Yo le dije al Señor: «Tú eres mi Dios». Escucha, Señor, mi súplica por misericordia. 7 Señor soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla. 8 No cumplas, Señor, sus perversos caprichos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se llenen de orgullo. 9 Haz que sus planes se vuelvan contra ellos mismos. Que sean destruidos por el mismo mal que planearon para mí. 10 Que caigan brasas sobre sus cabezas, arrójalos al fuego, a profundos hoyos de donde no puedan escapar. 11 No permitas que prosperen los mentirosos aquí en nuestra tierra; que la calamidad caiga con gran fuerza y violencia. 12 Pero el Señor ciertamente auxiliará a los perseguidos por aquellos; él mantendrá los derechos de los pobres. 13 Ciertamente los justos están alabando tu nombre y vivirán en tu presencia.

Proverbios 17:22

Nueva Biblia Viva

 

22 El corazón alegre es una buena medicina, pero el ánimo triste debilita el cuerpo.

Nueva Biblia Viva (NBV)

 

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