Día 192, DAB Español, Jueves 11 de Julio
1 Crónicas 11:1-12:18; Hechos 28:1-31; Salmos 9:1-12; Proverbios 19:1-3 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
1
Crónicas 11:1-12:18 Traducción en lenguaje actual (TLA)
David, rey de Israel (2 S 5.1-5)
11 1-3 Después de esto, todos los israelitas y sus
líderes se reunieron con David en Hebrón, y le dijeron:
«Su Majestad, nosotros somos familiares de usted.
Queremos que sea nuestro rey. Aun cuando Saúl era el rey, usted era el
verdadero líder de Israel. Ahora se ha cumplido la promesa de Dios, de que
usted llegaría a ser nuestro líder y nuestro jefe».
Entonces David hizo un pacto con ellos y puso a Dios
como testigo. Por su parte, los líderes de Israel derramaron aceite sobre la
cabeza de David y lo declararon su rey. Así cumplió Dios lo que había prometido
por medio de Samuel.
David conquista Jerusalén (2 S 5.6-10)
4-9 Después de esto, David y todo el ejército de
Israel fueron a conquistar Jerusalén, que en ese tiempo se llamaba Jebús. Era
una ciudad con murallas, conocida como la fortaleza de Sión. Como los jebuseos
estaban seguros de que David no podría conquistar la ciudad, le mandaron a
decir: «No podrás entrar a la ciudad».
Entonces David le dijo a sus soldados: «¡Al primero
que mate a un jebuseo, lo haré general y jefe del ejército!» Joab hijo de
Seruiá, fue el primero en hacerlo, y David lo hizo jefe.
Luego de haber conquistado la fortaleza de Sión, David
se quedó a vivir en Jerusalén y la llamó «Ciudad de David». Más tarde,
construyó alrededor de la ciudad una muralla, la cual iba desde la rampa hasta
el palacio.
Y cada día David tenía más y más poder, pues el Dios
todopoderoso lo ayudaba.
Los soldados más valientes del ejército de David (2 S
23.8-39)
10-12 Éstos son los mejores soldados que tuvo David
durante su reinado, desde el día en que los israelitas lo nombraron rey, tal
como Dios lo había anunciado:
Jasobeam hijo de Hacmoní. Jasobeam fue el principal de
los tres soldados más valientes que tuvo David, y cierta vez, mató con su lanza
a trescientos hombres.
Eleazar hijo de Dodó. Eleazar 13-14 estuvo con David
en Pas-damim, cuando los filisteos hicieron guerra contra los israelitas y los
hicieron huir. Sin embargo, ese día Dios les dio una gran victoria, pues
Eleazar y David se mantuvieron firmes en un campo sembrado de cebada, y
derrotaron a los filisteos.
15-19 Hubo varias ocasiones en que los tres soldados
más valientes de David realizaron grandes actos de valentía. Una vez, estos
tres valientes fueron a ayudar a David, que estaba en la cueva rocosa de
Adulam. Los filisteos habían acampado en el valle de Refaim.
En esa ocasión David estaba en la cueva, mientras que
un grupo de filisteos estaba en Belén. David tenía sed y dijo: «¡Cómo quisiera
yo que alguien me trajera agua del pozo que está junto al portón de Belén!»
Enseguida los tres valientes fueron al campamento filisteo y, sin que nadie los
viera, sacaron agua del pozo y se la llevaron a David. Sin embargo, David no
quiso beberla; prefirió derramarla como una ofrenda a Dios, y dijo: «¡Que Dios
me libre de beber esta agua! Estos hombres arriesgaron su vida por traérmela,
así que no la tomaré».
20-21 Abisai, el hermano de Joab, se hizo muy famoso.
Por eso llegó a ser el jefe de los treinta soldados más valientes. Se hizo
famoso cuando mató con su lanza a trescientos soldados. Pero ni así logró
superar la fama de aquéllos.
22 Benaías hijo de Joiadá era un soldado muy valiente
que vivía en Cabseel. Realizó grandes actos de valentía. Una vez, mató a dos de
los mejores soldados moabitas. En otra ocasión en que cayó nieve, mató a un
león que estaba en un hoyo profundo. 23 Tiempo después, mató a un egipcio de
gran estatura. El egipcio llevaba una lanza en la mano, y Benaías sólo tenía
una vara; pero esa vara le bastó para quitarle al egipcio la lanza y matarlo
con ella.
24-25 Entre los treinta soldados más valientes,
Benaías llegó a ser tan famoso como los tres más grandes, aunque nunca llegó a
ser como ellos. Con todo, David lo nombró jefe de sus guardias.
26-47 Éstos son los nombres y el lugar de origen de
los soldados más valientes del ejército:
Asael, hermano de Joab;
Elhanán hijo de Dodó, de Belén;
Samot de Harod,
Heles el pelonita,
Irá hijo de Iqués, de Tecoa;
Abiézer de Ananot,
Sibecai de Husá,
Ilai el ahohíta,
Maharai y Héled hijo de Baaná, de Netofá;
Itai hijo de Ribai, de Guibeá, en la tierra de
Benjamín;
Benaías de Piratón,
Hurai, del arroyo de Gaas;
Abiel el arbatita,
Asmávet de Bahurim,
Eliahbá el saalbonita,
los hijos de Jasén el guizonita,
Jonatán hijo de Sagué y Ahiam hijo de Sacar, de
Ararat;
Elifal hijo de Ur,
Héfer el mequeratita,
Ahías el pelonita,
Hesrai de Carmel,
Naarai hijo de Esbai,
Joel, hermano de Natán;
Mibhar hijo de Hagrai,
Sélec de Amón,
Naharai de Berot, escudero de Joab hijo de Seruiá;
Irá y Gareb, de Jatir;
Urías el hitita,
Zabad hijo de Ahlai,
Adiná hijo de Sizá, jefe de los rubenitas, y sus
treinta hombres;
Hanán hijo de Maacá,
Josafat el mitnita,
Ozías de Astarot,
Samá y Jehiel, hijos de Hotam, de Aroer;
Jediael y Johá el tizita, hijos de Simrí;
Eliel de Mahanaim,
Jerebai y Josavía, hijos de Elnáam;
Itmá el moabita,
Eliel, Obed y Jaasiel de Sobá.
Los aliados de David
12 En los días en que David tuvo que huir de Saúl hijo
de Quis, un grupo de soldados valientes se le unió en Siclag para ayudarlo en
las batallas. 2 Estos soldados eran capaces de disparar piedras y flechas con
cualquiera de las dos manos. Ésta es la lista de sus nombres y lugares de
origen:
De los descendientes de Saúl
De los descendientes de Saúl, que pertenecían a la
tribu de Benjamín:
3 Ahiézer hijo de Semaá, de Guibeá, que era el jefe;
Joás hijo de Semaá, de Guibeá;
Jeziel y Pélet, hijos de Azmávet;
Beracá y Jehú, de Anatot;
4 Ismaías de Gabaón, jefe de los treinta soldados más
valientes;
Jeremías,
Jahaziel,
Johanán,
Jozabad de Guederá,
5-7 Eluzai,
Jerimot,
Bealías,
Semarías,
Sefatías el harufita,
Joelá y Zebadías, hijos de Jeroham, de Guedor.
De los descendientes de Coré
De los descendientes de Coré:
Elcaná,
Isías,
Azarel,
Joézer,
Jasobeam.
De la tribu de Gad
8-15 De la tribu de Gad hubo algunos hombres que se
unieron a David cuando se refugió en una fortaleza del desierto. Eran soldados
valientes, entrenados para la guerra, y que usaban muy bien el escudo y la
lanza. Peleaban como leones y corrían como venados. Todos eran jefes del
ejército; unos eran jefes de cien, y otros de mil.
En cierta ocasión, estos hombres cruzaron el río
Jordán e hicieron huir por todos lados a los que vivían en los valles. Esto
sucedió al comienzo de la primavera, que es cuando el Jordán crece mucho.
Éstos son los nombres de esos soldados, en orden de
importancia:
Éser,
Abdías,
Eliab,
Mismaná,
Jeremías,
Atai,
Eliel,
Johanán,
Elzabad,
Jeremías,
Macbanai.
De las tribus de Benjamín y Judá
16 Mientras David estaba en la fortaleza, algunos
hombres de las tribus de Benjamín y de Judá fueron a verlo para unirse a él. 17
Al verlos, David salió a su encuentro y les dijo:
«Si sus intenciones son buenas y vienen para ayudarme,
acepto de todo corazón que se unan a mi tropa; pero si lo que quieren es
traicionarme y entregarme a mis enemigos, ¡que nuestro Dios los castigue! Yo a
nadie le he causado daño, pues no soy un criminal».
18 Entonces el espíritu de Dios tomó control de
Amasai, jefe de los treinta soldados más valientes del ejército de David, y lo
hizo exclamar:
«¡El éxito está contigo, David!
¡La victoria siempre te acompaña,
y acompañará a los que se te unan,
porque Dios te hace triunfar!»
David los aceptó, y hasta los puso entre los jefes de
la tropa.
Traducción en lenguaje actual (TLA)
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Hechos
28 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Pablo en la isla de Malta
28 Cuando todos estuvimos a salvo, nos dimos cuenta de
que nos encontrábamos en una isla llamada Malta. 2 Los habitantes de la isla
nos trataron muy bien, y encendieron un fuego para que nos calentáramos, porque
estaba lloviendo y hacía mucho frío. 3 Pablo había recogido leña y la estaba
echando al fuego. De repente, una serpiente salió huyendo del fuego y le mordió
la mano a Pablo. 4 Cuando los que vivían en la isla vieron a la serpiente
colgada de la mano de Pablo, dijeron: «Este hombre debe ser un asesino porque,
aunque se salvó de morir ahogado en el mar, la diosa de la justicia no lo deja
vivir.»
5 Pero Pablo arrojó la serpiente al fuego. 6 Todos
esperaban que Pablo se hinchara, o que cayera muerto en cualquier momento, pero
se cansaron de esperar, porque a Pablo no le pasó nada. Entonces cambiaron de
idea y pensaron que Pablo era un dios.
7 Cerca de donde estábamos había unos terrenos.
Pertenecían a un hombre llamado Publio, que era la persona más importante de la
isla. Publio nos recibió y nos atendió muy bien durante tres días.
8 El padre de Publio estaba muy enfermo de diarrea, y
con mucha fiebre. Entonces Pablo fue a verlo, y oró por él; luego puso las
manos sobre él, y lo sanó. 9 Cuando los otros enfermos de la isla se enteraron
de eso, fueron a buscar a Pablo para que también los sanara, y Pablo los sanó.
Pablo llega a Roma
10-11 En esa isla pasamos tres meses. La gente de allí
nos atendió muy bien y nos dio de todo. Luego, cuando subimos a otro barco para
irnos, nos dieron todo lo necesario para el viaje. El barco en que íbamos a
viajar era de Alejandría, y había pasado el invierno en la isla. Estaba cargado
de trigo, y por la parte delantera tenía la figura de los dioses Cástor y
Pólux.[a]
12 Salimos con el barco y llegamos al puerto de
Siracusa, donde pasamos tres días. 13 Luego, salimos de allí y fuimos a la
ciudad de Regio. Al día siguiente el viento soplaba desde el sur, y en un día
de viaje llegamos a Puerto Pozzuoli. 14 Allí encontramos a algunos miembros de
la iglesia, que nos invitaron a quedarnos una semana. Finalmente, llegamos a
Roma. 15 Los de la iglesia ya sabían que nosotros íbamos a llegar, y por eso
fueron a recibirnos al Foro de Apio y a un lugar llamado Tres Tabernas. Cuando
los vimos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió contento. 16 Al llegar a la
ciudad, las autoridades permitieron que Pablo viviera aparte y no en la cárcel.
Sólo dejaron a un soldado para que lo vigilara.
Pablo en Roma
17 Tres días después, Pablo invitó a los líderes
judíos que vivían en Roma, para que lo visitaran en la casa donde él estaba.
Cuando ya todos estaban juntos, Pablo les dijo:
—Amigos israelitas, yo no he hecho nada contra nuestro
pueblo, ni contra nuestras costumbres. Sin embargo, algunos judíos de Jerusalén
me entregaron a las autoridades romanas. 18 Los romanos me hicieron muchas
preguntas y, como vieron que yo era inocente, quisieron dejarme libre. 19 Pero
como los judíos que me acusaban querían matarme, tuve que pedir que el
emperador de Roma se hiciera cargo de mi situación. En realidad, no quiero
causarle ningún problema a mi pueblo. 20 Yo los he invitado a ustedes porque
quería decirles esto: Me encuentro preso por tener la misma esperanza que
tienen todos los judíos.
21 Los líderes contestaron:
—Nosotros no hemos recibido ninguna carta de Judea que
hable acerca de ti. Ninguno de los que han llegado de allá te ha acusado de nada
malo. 22 Sin embargo, una cosa queremos, y es que nos digas lo que piensas,
porque hemos sabido que en todas partes se habla en contra de este nuevo grupo,
al que tú perteneces.
23 Entonces los líderes pusieron una fecha para
reunirse de nuevo. Cuando llegó el día acordado, muchos judíos llegaron a la
casa de Pablo. Y desde la mañana hasta la tarde, Pablo estuvo hablándoles
acerca del reino de Dios. Usó la Biblia, porque quería que ellos aceptaran a
Jesús como su salvador.
24 Algunos aceptaron lo que Pablo decía, pero otros
no. 25 Y como no pudieron ponerse de acuerdo, decidieron retirarse. Pero antes
de hacerlo, Pablo les dijo:
«El Espíritu Santo dijo lo correcto cuando, por medio
del profeta Isaías, les habló a los antepasados de ustedes:
26 “Ve y dile a los israelitas:
Por más que ustedes escuchen,
nada entenderán;
por más que miren,
nada verán.
27 Tienen el corazón endurecido,
tapados están sus oídos
y cubiertos sus ojos.
Por eso no pueden entender,
ni ver ni escuchar.
No quieren volverse a mí,
ni quieren que yo los sane.”»
28-29 Finalmente, Pablo les dijo: «¡Les aseguro que
Dios quiere salvar a los que no son judíos! ¡Ellos sí escucharán!»[b]
30 Pablo se quedó a vivir dos años en la casa que
había alquilado, y allí recibía a todas las personas que querían visitarlo. 31
Nunca tuvo miedo de hablar del reino de Dios, ni de enseñar acerca del Señor
Jesús, el Mesías, ni nadie se atrevió a impedírselo.
Footnotes:
Hechos 28:10 Cástor y Pólux: Con estos nombres se
llamaba también a los dioses gemelos que los griegos llamaban “Dióscuros” o
“hijos de Zeus”. Estos dioses eran considerados los protectores de los
marineros. Ellos ponían estatuas o imágenes de esos ídolos, pensando que les
traería suerte en los viajes.
Hechos 28:28 Ellos sí escucharán: Algunos mss. agregan
el v. 29: Después de que Pablo dijo eso, los judíos se fueron, pero tuvieron
una gran discusión entre ellos.
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Salmos
9:1-12 Traducción en lenguaje actual (TLA)
La justicia de Dios
SALMO 9 (9a)
Himno de David. Instrucciones para el director del
coro: Este himno deberá cantarse acompañado de flautas y arpas.
9 1-2 Dios mío, Dios altísimo,
yo quiero alabarte de todo corazón.
Quiero expresarte mi alegría;
¡quiero cantarte himnos
y hablar de tus maravillas!
3-4 Tú eres un juez justo:
juzgaste mi caso
y me declaraste inocente.
Por ti mis enemigos huyen,
tropiezan y son destruidos.
5 Reprendiste a los pueblos
que no te adoran;
destruiste a esos malvados,
¡y nadie volvió a recordarlos!
6 Para siempre cayó la desgracia
sobre nuestros enemigos;
dejaste sin gente sus ciudades,
y ya nadie se acuerda de ellos.
7 Dios mío, tú reinas para siempre,
estás sentado en tu trono,
y vas a dictar la sentencia.
8 Juzgarás a los pueblos del mundo
con justicia y sin preferencias.
9-10 Tú, Dios mío,
proteges a los que son maltratados
y los libras de la angustia.
Los que te conocen
confían en ti,
pues nunca los abandonas
cuando te buscan.
11 ¡Canten himnos a Dios,
que es el rey de Jerusalén!
¡Den a conocer entre los pueblos
todo lo que ha hecho!
12 Dios sabe que ustedes han sufrido,
y les hará justicia;
Dios siempre atiende a los pobres
cuando le piden ayuda.
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Proverbios
19:1-3 Traducción en lenguaje actual (TLA)
El sabio oye consejos
19 Más vale ser pobre y honrado,
que ser necio y tramposo.
2 No es bueno actuar sin pensar;
la prisa es madre del error.
3 El tonto fracasa en todo,
y luego dice:
«¡Dios tiene la culpa!»
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