Día 212, DAB Español, Miércoles 31 de Julio
2 Crónicas 29:1-36; Romanos 14:1-23; Salmos 24; Proverbios 20:12 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
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Crónicas 29 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Reinado de Ezequías (29—32)
Ezequías y la purificación del Templo (2 Re 18,1-3)
29 Ezequías tenía veinticinco años cuando comenzó a
reinar, y reinó en Jerusalén durante veintisiete años. Su madre se llamaba
Abías y era hija de Zacarías. 2 Actuó correctamente ante el Señor como había
hecho su antepasado David.
3 El primer mes del año primero de su reinado abrió
las puertas del Templo del Señor y las reparó. 4 Luego convocó a los sacerdotes
y levitas, los reunió en la plaza oriental 5 y les dijo:
— Levitas, escúchenme: Purifíquense ahora, purifiquen
el Templo del Señor, Dios de sus antepasados, y saquen del santuario la
impureza. 6 Pues nuestros antepasados se han rebelado y han ofendido al Señor
nuestro Dios; lo han abandonado, se han despreocupado de la morada del Señor y
le han vuelto la espalda. 7 Incluso han llegado a cerrar las puertas del atrio,
apagando las lámparas y dejando de quemar incienso y de ofrecer holocaustos en
el santuario al Dios de Israel. 8 Por eso el Señor se ha enfurecido contra Judá
y Jerusalén y las ha convertido en objeto de espanto, estupefacción y burla, como
están viendo con sus propios ojos. 9 Por eso nuestros mayores murieron a
espada, y nuestros hijos, hijas y mujeres fueron deportados. 10 Ahora quiero
sellar una alianza con el Señor, Dios de Israel, para que aparte de nosotros su
cólera. 11 Por tanto, hijos míos, no se descuiden, porque el Señor los ha
elegido para estar con él, para servirlo como ministros y para ofrecerle
incienso.
12 Estos son los levitas que intervinieron: Májat,
hijo de Amasay, y Joel, hijo de Azarías, descendientes de Queat; Quis, hijo de
Abdí, y Azarías, hijo de Jalelel, descendientes de Merarí; Joaj, hijo de Zimá,
y su hijo Eden, descendientes de Guersón; 13 Simrí y Jiel, descendientes de
Elisafán; Zacarías y Matanías, descendientes de Asaf; 14 Jejiel y Simeí,
descendientes de Hemán; y Semaías y Uziel, descendientes de Jedutún. 15 Ellos
reunieron a sus hermanos, se purificaron y fueron a limpiar el Templo como
había ordenado el rey a instancias del Señor. 16 Los sacerdotes entraron en el
interior del Templo para limpiarlo y sacaron al atrio todas las cosas impuras
que encontraron en el Templo; luego los levitas las recogieron para tirarlas
fuera, al torrente Cedrón. 17 El día uno del primer mes comenzaron la
purificación, el día ocho llegaron a la nave del Templo y dedicaron otros ocho
días a la purificación del Templo, que concluyeron el día dieciséis del primer
mes. 18 Entonces se presentaron ante el rey Ezequías y le dijeron:
— Ya hemos limpiado todo el Templo del Señor: el altar
del holocausto con todos sus utensilios y la mesa de los panes de la ofrenda
con los suyos. 19 También hemos reparado y purificado todos los objetos que
profanó el rey Ajaz con sus infidelidades durante su reinado, y los hemos
dejado ante el altar del Señor.
20 A la mañana siguiente el rey Ezequías reunió a las
autoridades de la ciudad y subió al Templo. 21 Llevaron siete novillos, siete
carneros, siete corderos y siete machos cabríos para expiar los pecados de la
monarquía, del santuario y de Judá; acto seguido el rey ordenó a los sacerdotes
descendientes de Aarón que los ofreciesen en holocausto sobre el altar del
Señor. 22 Los sacerdotes sacrificaron los novillos, recogieron la sangre y la
derramaron sobre altar; y lo mismo hicieron con los carneros y los corderos. 23
Luego acercaron los chivos expiatorios ante el rey y ante la comunidad, que
pusieron sus manos sobre ellos; 24 por su parte, los sacerdotes los
sacrificaron y derramaron su sangre sobre el altar en expiación por los pecados
de todo Israel, pues el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio se
ofreciesen por todo Israel. 25 A continuación el rey hizo instalar en el Templo
a los levitas con platillos, salterios y cítaras, según lo dispuesto por David,
por Gad, el vidente del rey, y por el profeta Natán; lo hicieron según la orden
divina transmitida por los profetas. 26 Los levitas estaban de pie con los
instrumentos musicales de David, y los sacerdotes, con las trompetas. 27
Entonces Ezequías ordenó ofrecer el holocausto sobre el altar y, en el momento
en que comenzaba el holocausto, comenzó también el canto en honor del Señor y
el toque de trompetas, acompañados por los instrumentos musicales de David, rey
de Israel. 28 Toda la asamblea permaneció postrada hasta que terminó el
holocausto, mientras sonaban los cantos y tocaban las trompetas. 29 Terminado
el holocausto, el rey y todos los presentes se arrodillaron en actitud de
adoración. 30 El rey Ezequías y las autoridades ordenaron a los levitas que
alabaran al Señor con salmos de David y del vidente Asaf. Los levitas cantaron
con gran entusiasmo y se inclinaron en actitud de adoración. 31 Luego Ezequías
tomó la palabra y dijo:
— Ahora que han quedado consagrados al Señor,
acérquense a traer al Templo sacrificios y ofrendas de acción de gracias.
Entonces la comunidad llevó sacrificios y ofrendas de
acción de gracias y los más generosos también llevaron holocaustos. 32 El
número de víctimas que la comunidad ofreció al Señor en holocausto fue de
setenta toros, cien carneros y doscientos corderos. 33 En total se ofrecieron
seiscientos toros y tres mil corderos. 34 Como los sacerdotes resultaban
insuficientes para desollar todas las víctimas, sus hermanos levitas los
ayudaron a terminar la tarea, hasta que los sacerdotes se purificaron, pues los
levitas se mostraron más predispuestos a purificarse que los sacerdotes. 35
Además de la gran cantidad de holocaustos, se ofreció también la grasa de los
sacrificios de comunión y las libaciones de los holocaustos. De esta manera
quedó restablecido el culto del Templo del Señor.
36 Ezequías y toda la gente se alegraron de que Dios
hubiera animado al pueblo, pues todo se había hecho con rapidez.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Romanos
14 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Condescendencia y apoyo mutuo
14 Acojan a los que tienen una fe poco formada y no se
enzarcen en cuestiones opinables. 2 Algunos creen que se puede comer de todo;
otros, en cambio, tienen la fe poco formada y sólo comen alimentos vegetales. 3
Quien come de todo, que no desprecie a quien se abstiene de comer ciertos
alimentos; y el que no come ciertos alimentos, que no critique al que come de
todo, pues ambos han sido acogidos por Dios. 4 ¿Quién eres tú para erigirte en
juez de alguien que no está bajo tu dominio? Que se mantenga en pie o que caiga
es algo que incumbe solamente a su amo. Y no cabe duda de que se mantendrá en
pie, pues le sobra poder al Señor para mantenerlo.
5 Algunos dan especial importancia a ciertos días
mientras que otros piensan que todos los días son iguales. Actúe cada uno
conforme al dictamen de su propia conciencia. 6 El que piensa que hay que
celebrar determinadas fechas, con intención de honrar al Señor lo hace. Y el
que come de todo, también lo hace para honrar al Señor; de hecho, da gracias a
Dios por ello. De la misma manera, el que se abstiene de comer ciertos
manjares, lo hace para honrar al Señor, y también da gracias a Dios.
7 Nadie vive ni muere para sí mismo. 8 Si vivimos,
para el Señor vivimos; si morimos, para el Señor morimos. Así pues, en vida o
en muerte, pertenecemos al Señor. 9 Para eso murió y resucitó Cristo: para ser
Señor de vivos y muertos. 10 ¿Cómo te atreves, entonces, a erigirte en juez de
tu hermano? ¿Quién eres tú para despreciarlo? Todos hemos de comparecer ante el
tribunal de Dios, 11 pues dice la Escritura:
Por mi vida, dice el Señor,
que ante mí se doblará toda rodilla,
y todos reconocerán la grandeza de Dios.
12 En una palabra, cada uno de nosotros habrá de
rendir cuentas a Dios de sí mismo.
Convivir en paz y armonía
13 Por tanto, dejemos ya de criticarnos unos a otros.
Propónganse, más bien, no ser para el hermano ocasión o motivo de pecado. 14
Apoyado en Jesús, el Señor, estoy plenamente convencido de que nada es en sí
mismo impuro; una cosa es impura sólo para aquel que la considere como tal. 15
Claro que si, por comer un determinado alimento, haces daño a tu hermano, ya no
es el amor la norma de tu vida. ¡Triste cosa sería hacer que perezca por cuestiones
de alimentos alguien por quien Cristo ha muerto! 16 No permitan, pues, que se
les critique por algo que en sí mismo es bueno. 17 El reino de Dios no consiste
en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en una vida recta, alegre y
pacífica que procede del Espíritu Santo. 18 Quien sirve así a Cristo, agrada a
Dios y se granjea la estima humana.
19 Así que busquemos con afán lo que contribuye a la
paz y a la convivencia mutua. 20 ¿Por qué destruir la obra de Dios por una
cuestión de alimentos? Todo lo que se come es bueno, pero se convierte en malo
para quien, al comerlo, pone a otro en ocasión de pecado. 21 Más vale, pues,
que te abstengas de carne, de vino o de cualquier otra cosa, antes que poner a
tu hermano en trance de pecar. 22 La fe bien formada que tú tienes, resérvala
para tus relaciones personales con Dios. ¡Dichoso el que puede tomar una
decisión sin angustias de conciencia! 23 Pero quien tiene dudas de si un
alimento está prohibido o permitido y, sin embargo, lo come, se hace culpable
al no proceder conforme al dictamen de su conciencia. Pues todo lo que se hace
con mala conciencia es pecado.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
24 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 24 (23)
Llega el rey de la gloria
24 De David. Salmo.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el mundo y quienes lo habitan.
2 Él la cimentó sobre los mares,
él la asentó sobre los ríos.
3 ¿Quién podrá subir al monte del Señor?
¿Quién podrá permanecer en su santa morada?
4 El de manos honradas y corazón limpio,
quien no desea la mentira ni jura en falso.
5 Ese recibirá la bendición del Señor,
la recompensa del Dios que lo salva.
6 Esta es la generación de quienes lo buscan,
de los que anhelan tu rostro, Dios de Jacob. [ Pausa]
7 ¡Puertas, eleven sus dinteles,
álcense, portones eternos,
que llega el rey de la gloria!
8 ¿Quién es el rey de la gloria?
El Señor valeroso y aguerrido,
el Señor adalid de la guerra.
9 ¡Puertas, eleven sus dinteles,
álcense, portones eternos,
que llega el rey de la gloria!
10 ¿Quién es el rey de la gloria?
El Señor del universo,
él es el rey de la gloria. [ Pausa]
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios
20:12 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
12 Oído que escucha y ojo que ve,
los dos son obra del Señor.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
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