Friday, July 26, 2019

DAB Español, Sábado 27 de Julio

Día 208, DAB Español, Sábado 27 de Julio

2 Crónicas 19:1-20:37; Romanos 10:13-11:12; Salmos 21; Proverbios 20:4-6 (Nueva Traducción Viviente (NTV))






2 Crónicas 19-20 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Josafat nombra jueces
19 Cuando el rey Josafat de Judá regresó a salvo a Jerusalén, 2 Jehú, hijo de Hananí el vidente, salió a recibirlo. «¿Por qué habrías de ayudar a los perversos y amar a los que odian al Señor? —le preguntó al rey—. Debido a lo que has hecho, el Señor está muy enojado contigo. 3 Sin embargo, hay algo bueno en ti porque quitaste los postes dedicados a la diosa Asera por todo el territorio y has decidido buscar a Dios».

4 Josafat vivía en Jerusalén pero solía salir a visitar a su gente, y recorría el territorio desde Beerseba hasta la zona montañosa de Efraín, para animar al pueblo a que volviera al Señor, Dios de sus antepasados. 5 Nombró jueces en las ciudades fortificadas por toda la nación 6 y les dijo: «Piensen siempre con cuidado antes de pronunciar juicio. Recuerden que no juzgan para agradar a la gente sino para agradar al Señor. Él estará con ustedes cuando entreguen el veredicto para cada caso. 7 Teman al Señor y juzguen con integridad, porque el Señor nuestro Dios no tolera que se tuerza la justicia ni que se muestre parcialidad ni que se acepte el soborno».

8 En Jerusalén Josafat nombró a algunos de los levitas y de los sacerdotes y de los jefes de clanes de Israel para que sirvieran como jueces[a] en casos relacionados con las ordenanzas del Señor y en los conflictos civiles. 9 Estas fueron las instrucciones que les dio: «Ustedes deben actuar siempre con el temor del Señor, con fidelidad y con un corazón íntegro. 10 Cada vez que les llegue un caso de sus compatriotas que viven en ciudades distantes —ya sea de asesinato o de alguna otra violación de las leyes, los mandatos, los decretos y las ordenanzas de Dios— deben advertirles que no pequen contra el Señor, para que no se enoje con ustedes ni con ellos. Procedan así y no serán culpables.

11 »Amarías, el sumo sacerdote, tendrá la última palabra en todos los casos que tengan que ver con el Señor. Zebadías, hijo de Ismael, jefe de la tribu de Judá, tendrá la última palabra en todos los casos civiles. Los levitas los ayudarán a asegurarse de que se haga justicia. Anímense y cumplan con sus deberes y que el Señor esté con todos los que hacen lo correcto».

Guerra con las naciones vecinas
20 Después de esto, los ejércitos de los moabitas y de los amonitas, y algunos meunitas[b] le declararon la guerra a Josafat. 2 Llegaron mensajeros e informaron a Josafat: «Un enorme ejército de Edom[c] marcha contra ti desde más allá del mar Muerto;[d] ya está en Hazezon-tamar». (Este era otro nombre para En-gadi).

3 Josafat quedó aterrado con la noticia y le suplicó al Señor que lo guiara. También ordenó a todos en Judá que ayunaran. 4 De modo que los habitantes de todas las ciudades de Judá fueron a Jerusalén para buscar la ayuda del Señor.

5 Josafat se puso de pie ante la comunidad de Judá en Jerusalén, frente al nuevo atrio del templo del Señor, 6 y oró diciendo: «Oh Señor, Dios de nuestros antepasados, solo tú eres el Dios que está en el cielo. Tú eres el gobernante de todos los reinos de la tierra. Tú eres fuerte y poderoso. ¡Nadie puede hacerte frente! 7 Oh Dios nuestro, ¿acaso no expulsaste a los que vivían en esta tierra cuando llegó tu pueblo Israel? ¿Acaso no les diste esta tierra para siempre a los descendientes de tu amigo Abraham? 8 Tu pueblo se estableció aquí y construyó este templo para honrar tu nombre. 9 Ellos dijeron: “Cuando enfrentemos cualquier calamidad, ya sea guerra,[e] plagas o hambre, podremos venir a este lugar para estar en tu presencia ante este templo donde se honra tu nombre. Podremos clamar a ti para que nos salves y tú nos oirás y nos rescatarás”.

10 »Ahora mira lo que los ejércitos de Amón, Moab y del monte Seir están haciendo. Tú no permitiste que nuestros antepasados invadieran esas naciones cuando Israel salió de Egipto, así que las rodearon y no las destruyeron. 11 ¡Mira cómo nos pagan ahora, porque han venido para echarnos de tu tierra, la cual nos diste como herencia! 12 Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».

13 Mientras todos los hombres de Judá estaban de pie ante el Señor junto con sus esposas, sus hijos y aun los niños pequeños, 14 el Espíritu del Señor vino sobre uno de los hombres allí presentes. Se llamaba Jahaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, un levita, quien era un descendiente de Asaf.

15 Dijo: «¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el Señor: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes sino de Dios. 16 Mañana, marchen contra ellos. Los encontrarán subiendo por la cuesta de Sis al extremo del valle que da al desierto de Jeruel. 17 Sin embargo, ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen sus posiciones; luego quédense quietos y observen la victoria del Señor. Él está con ustedes, pueblo de Judá y de Jerusalén. No tengan miedo ni se desalienten. ¡Salgan mañana contra ellos, porque el Señor está con ustedes!”».

18 Entonces el rey Josafat se inclinó rostro en tierra y todo el pueblo de Judá y de Jerusalén hizo lo mismo en adoración al Señor. 19 Después los levitas de los clanes de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar a viva voz al Señor, Dios de Israel.

20 Temprano a la mañana siguiente, el ejército de Judá salió al desierto de Tecoa. De camino, el rey Josafat se detuvo y dijo: «¡Escúchenme, habitantes de Judá y de Jerusalén! Crean en el Señor su Dios y podrán permanecer firmes. Créanles a sus profetas y tendrán éxito».

21 Después de consultar con el pueblo, el rey nombró cantores que caminaran delante del ejército cantando al Señor y alabándolo por su santo esplendor. Esto es lo que cantaban:

«¡Den gracias al Señor;
    su fiel amor perdura para siempre!».

22 Cuando comenzaron a cantar y a dar alabanzas, el Señor hizo que los ejércitos de Amón, de Moab y del monte Seir comenzaran a luchar entre sí. 23 Los ejércitos de Moab y de Amón se volvieron contra sus aliados del monte Seir y mataron a todos y a cada uno de ellos. Después de destruir al ejército de Seir, empezaron a atacarse entre sí. 24 De modo que cuando el ejército de Judá llegó al puesto de observación en el desierto, no vieron más que cadáveres hasta donde alcanzaba la vista. Ni un solo enemigo había escapado con vida.

25 El rey Josafat y sus hombres salieron a recoger el botín. Encontraron una enorme cantidad de objetos, vestidos[f] y otros artículos valiosos, más de lo que podían cargar. ¡Había tanto botín que les llevó tres días solo para juntarlo! 26 Al cuarto día se reunieron en el valle de la Bendición,[g] el cual recibió ese nombre aquel día porque allí el pueblo alabó y agradeció al Señor. Aún se conoce como valle de la Bendición hasta el día de hoy.

27 Luego todos los hombres volvieron a Jerusalén, con Josafat a la cabeza, rebosando de alegría porque el Señor les había dado la victoria sobre sus enemigos. 28 Entraron a Jerusalén al son de arpas, liras y trompetas, y se dirigieron al templo del Señor.

29 Cuando todos los reinos vecinos oyeron que el Señor mismo había luchado contra los enemigos de Israel, el temor de Dios se apoderó de ellos. 30 Así que el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le había dado descanso por todo el territorio.

Resumen del reinado de Josafat
31 De manera que Josafat gobernó la tierra de Judá. Tenía treinta y cinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre era Azuba, hija de Silhi.

32 Josafat fue un buen rey, quien siguió los caminos de su padre Asa. Hizo lo que era agradable a los ojos del Señor. 33 Sin embargo, durante su reinado no quitó todos los santuarios paganos, y la gente nunca se comprometió por completo a seguir al Dios de sus antepasados.

34 Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, desde el principio hasta el fin, están registrados en El registro de Jehú, hijo de Hananí, el cual está incluido en El libro de los reyes de Israel.

35 Tiempo después, Josafat, rey de Judá, hizo una alianza con el rey Ocozías de Israel, quien era un hombre muy perverso.[h] 36 Juntos construyeron una flota de barcos mercantes[i] en el puerto de Ezión-geber. 37 Luego Eliezer, hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat y le dijo: «Por haberte aliado con el rey Ocozías, el Señor destruirá tu labor». Así que los barcos naufragaron y nunca se hicieron a la mar.[j]

Footnotes:
19:8 Así aparece en la versión griega; el significado del hebreo es incierto.
20:1 Así aparece en algunos manuscritos griegos (ver también 26:7); el hebreo repite amonitas.
20:2a Así aparece en un manuscrito hebreo; la mayoría de los manuscritos hebreos y de las versiones antiguas dicen Aram.
20:2b En hebreo del mar.
20:9 O espada de juicio; o espada, juicio.
20:25 Así aparece en algunos manuscritos hebreos y en la Vulgata Latina; la mayoría de los manuscritos hebreos dicen cadáveres.
20:26 En hebreo valle de Beraca.
20:35 O quien lo indujo a hacer lo perverso.
20:36 En hebreo flota de barcos que podía ir a Tarsis.
20:37 En hebreo nunca salieron rumbo a Tarsis.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Romanos 10:13-11:12 Nueva Traducción Viviente (NTV)
13 Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»[a].

14 ¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? 15 ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!»[b].

16 Sin embargo, no todos aceptan la Buena Noticia, porque el profeta Isaías dijo: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?»[c]. 17 Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo. 18 Pero pregunto: ¿de verdad el pueblo de Israel oyó el mensaje? Claro que sí.

«El mensaje se ha difundido por toda la tierra,
    y sus palabras, por todo el mundo»[d].

19 Vuelvo a preguntar: ¿entendió realmente el pueblo de Israel? Por supuesto que sí. Pues, incluso en el tiempo de Moisés, Dios dijo:

«Despertaré sus celos con un pueblo que ni siquiera es una nación.
    Provocaré su enojo por medio de gentiles insensatos»[e].

20 Luego Isaías habló audazmente de parte de Dios y dijo:

«Me encontraron personas que no me buscaban.
    Me mostré a los que no preguntaban por mí»[f].

21 Pero, con respecto a Israel, Dios dijo:

«Todo el día les abrí mis brazos,
    pero ellos fueron desobedientes y rebeldes»[g].

Misericordia de Dios con Israel
11 Entonces pregunto: ¿acaso Dios ha rechazado a su propio pueblo, la nación de Israel? ¡Por supuesto que no! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín.

2 No, Dios no ha rechazado a su propio pueblo, al cual eligió desde el principio. ¿Se dan cuenta de lo que dicen las Escrituras sobre el tema? El profeta Elías se quejó del pueblo de Israel ante Dios y dijo: 3 «Señor, han matado a tus profetas y derribaron tus altares. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también»[h].

4 ¿Y recuerdan la respuesta de Dios? Él dijo: «¡No, tengo a siete mil más que nunca se han inclinado ante Baal!»[i].

5 Lo mismo sucede hoy, porque unos cuantos del pueblo de Israel han permanecido fieles[j] por la gracia de Dios, es decir, por su bondad inmerecida al elegirlos; 6 y como es mediante la bondad de Dios, entonces no es por medio de buenas acciones. Pues, en ese caso, la gracia de Dios no sería lo que realmente es: gratuita e inmerecida.

7 Así que la situación es la siguiente: la mayoría del pueblo de Israel no ha encontrado el favor de Dios que tanto busca. Unos cuantos sí lo han encontrado —los que Dios ha elegido—, pero el corazón de los demás fue endurecido. 8 Como dicen las Escrituras:

«Dios los hizo caer en un sueño profundo.
Hasta el día de hoy, les ha cerrado los ojos para que no vean
    y les ha tapado los oídos para que no oigan»[k].

9 También David dijo:

«Que su mesa de abundancia se convierta en una trampa,
    en un engaño que los lleve a pensar que todo está bien.
Que sus bendiciones los hagan tropezar,
    y que reciban su merecido.
10 Que sus ojos queden ciegos para que no puedan ver,
    y que la espalda se les encorve para siempre»[l].

11 ¿Acaso el pueblo de Dios tropezó y cayó sin posibilidad de recuperarse? ¡De ninguna manera! El pueblo fue desobediente, por eso Dios puso la salvación al alcance de los gentiles.[m] Sin embargo, él quería que su propio pueblo sintiera celos y la reclamara para sí. 12 Ahora bien, si los gentiles fueron enriquecidos porque los israelitas rechazaron la oferta de salvación de Dios, imagínense cuánto más grande será la bendición para el mundo cuando ellos por fin la acepten.

Footnotes:
10:13 Jl 2:32.
10:15 Is 52:7.
10:16 Is 53:1.
10:18 Sal 19:4.
10:19 Dt 32:21.
10:20 Is 65:1 (versión griega).
10:21 Is 65:2 (versión griega).
11:3 1 Re 19:10, 14.
11:4 1 Re 19:18.
11:5 En griego porque un remanente ha permanecido fiel.
11:8 Is 29:10; Dt 29:4.
11:9-10 Sal 69:22-23 (versión griega).
11:11 Gentil[es], que no es judío.
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Salmos 21 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 21
Para el director del coro: salmo de David.
1 ¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh Señor!
    Grita de alegría porque tú le das la victoria.
2 Pues le diste el deseo de su corazón;
    no le has negado nada de lo que te ha pedido. Interludio

3 Le das la bienvenida con éxito y prosperidad;
    le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza.
4 Te pidió que le preservaras la vida,
    y le concediste su petición;
    los días de su vida se alargan para siempre.
5 Tu victoria le da mucha honra,
    y lo has vestido de esplendor y majestad.
6 Lo has dotado de bendiciones eternas
    y le has dado la alegría de tu presencia.
7 Pues el rey confía en el Señor;
    el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece.

8 Capturarás a todos tus enemigos;
    con tu poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian.
9 Cuando te manifiestes,
    los arrojarás a un horno en llamas.
En su enojo el Señor los consumirá;
    el fuego los devorará.
10 Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra;
    nunca tendrán descendientes.
11 Aunque conspiren contra ti,
    sus maquinaciones malignas jamás prosperarán.
12 Pues se darán vuelta y saldrán corriendo
    cuando vean que tus flechas apuntan hacia ellos.
13 Levántate, oh Señor, en tu poder;
    con música y cánticos celebramos tus poderosos actos.

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Proverbios 20:4-6 Nueva Traducción Viviente (NTV)
4 Los que por pereza no aran en la temporada correspondiente
    no tendrán alimento en la cosecha.

5 Aunque el buen consejo esté en lo profundo del corazón,
    la persona con entendimiento lo extraerá.

6 Muchos se dicen ser amigos fieles,
    ¿pero quién podrá encontrar uno realmente digno de confianza?

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