Día 205, DAB Español, Miércoles 24 de Julio
2 Crónicas 11:1-13:22; Romanos 8:24-39; Salmos 18:35-50; Proverbios 19:27-29 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
2
Crónicas 11-13 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Profecía de Semaías
11 Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó a los
hombres de Judá y de Benjamín —ciento ochenta mil guerreros selectos— para
pelear contra Israel y recuperar el reino.
2 Ahora bien, el Señor le dijo a Semaías, hombre de
Dios: 3 «Diles a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas
de Judá y de Benjamín: 4 “Esto dice el Señor: ‘No peleen contra sus parientes.
¡Regrese cada uno a su casa, porque lo que ha sucedido es obra mía!’”».
Entonces ellos obedecieron el mensaje del Señor y no pelearon contra Jeroboam.
Roboam fortifica Judá
5 Roboam permaneció en Jerusalén y fortificó varias
ciudades para la defensa de Judá. 6 Fortificó Belén, Etam, Tecoa, 7 Bet-sur,
Soco, Adulam, 8 Gat, Maresa, Zif, 9 Adoraim, Laquis, Azeca, 10 Zora, Ajalón y
Hebrón. Estas fueron las ciudades fortificadas de Judá y de Benjamín. 11 Roboam
reforzó sus defensas y estableció comandantes en ellas, y almacenó provisiones
de alimento, aceite de oliva y vino. 12 También, como medida de seguridad
adicional, puso escudos y lanzas en esas ciudades. Así que solo Judá y Benjamín
quedaron bajo su control.
13 Todos los sacerdotes y levitas que vivían en las
tribus del norte de Israel se aliaron con Roboam. 14 Los levitas incluso
abandonaron sus pastizales y sus propiedades y se trasladaron a Judá y a
Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos no les permitían servir al Señor como
sacerdotes. 15 Jeroboam nombró a sus propios sacerdotes para servir en los
santuarios paganos, donde rindieron culto a ídolos con forma de cabra y de
becerro que él había hecho. 16 De todas las tribus de Israel, los que querían
adorar de corazón al Señor, Dios de Israel, siguieron a los levitas a
Jerusalén, donde podían ofrecer sacrificios al Señor, Dios de sus antepasados.
17 Esto fortaleció el reino de Judá, y durante tres años apoyaron a Roboam,
hijo de Salomón, pues durante esos años ellos siguieron fielmente los pasos de
David y de Salomón.
Familia de Roboam
18 Roboam se casó con su prima Mahalat, hija de
Jerimot, quien era hijo de David y Abihail, hija de Eliab, hijo de Isaí. 19
Mahalat tuvo tres hijos: Jeús, Semarías y Zaham.
20 Tiempo después, Roboam se casó con otra prima,
Maaca, nieta de Absalón. Maaca dio a luz a Abías, Atai, Ziza y Selomit. 21
Roboam amó a Maaca más que a cualquiera de sus otras esposas y concubinas. En
total, tuvo dieciocho esposas y sesenta concubinas que le dieron veintiocho
hijos y sesenta hijas.
22 Roboam nombró líder entre los príncipes a Abías,
hijo de Maaca, y así puso en claro que él sería el próximo rey. 23 Roboam actuó
sabiamente dándoles a sus demás hijos responsabilidades y estableciendo a
algunos en las ciudades fortificadas por todo Judá y Benjamín. Les dio
abundantes provisiones y encontró muchas esposas para ellos.
Egipto invade Judá
12 Cuando Roboam estaba fuerte y firmemente
establecido, abandonó la ley del Señor y todo Israel lo siguió en este pecado.
2 Debido a que fueron infieles al Señor, el rey Sisac de Egipto subió y atacó
Jerusalén en el quinto año del reinado de Roboam. 3 Llegó con mil doscientos
carros, sesenta mil caballos[a] y un ejército incontable de soldados de
infantería, integrado por libios, suquienos y etíopes.[b] 4 Sisac conquistó las
ciudades fortificadas de Judá y luego avanzó para atacar Jerusalén.
5 Entonces el profeta Semaías se reunió con Roboam y
con los líderes de Judá, quienes habían huido a Jerusalén por causa de Sisac.
Semaías les dijo:
—Esto dice el Señor: “Ustedes me abandonaron, y por
eso yo los abandono en manos de Sisac”.
6 Entonces los líderes de Israel y el rey se
humillaron y dijeron:
—¡El Señor es justo al hacer esto con nosotros!
7 Cuando el Señor vio el cambio de actitud en ellos,
le dio este mensaje a Semaías: «Puesto que el pueblo se ha humillado, no lo
destruiré completamente y pronto le daré cierto alivio. No usaré a Sisac para
derramar mi enojo sobre Jerusalén; 8 pero serán súbditos de Sisac, para que
conozcan la diferencia entre servirme a mí y servir a los gobernantes
terrenales».
9 Entonces el rey Sisac de Egipto subió y atacó
Jerusalén. Saqueó los tesoros del templo del Señor y del palacio real; robó
todo, incluso los escudos de oro que Salomón había hecho. 10 Tiempo después, el
rey Roboam los reemplazó con escudos de bronce y los confió al cuidado de los
comandantes de la guardia, quienes protegían la entrada del palacio real. 11
Cada vez que el rey iba al templo del Señor, los guardias llevaban los escudos
y luego los devolvían al cuarto de guardia. 12 Como Roboam se humilló, se
apartó el enojo del Señor y no lo destruyó por completo. Aún quedaban algunas
cosas buenas en la tierra de Judá.
Resumen del reinado de Roboam
13 El rey Roboam se estableció firmemente en Jerusalén
y siguió gobernando. Tenía cuarenta y un años cuando subió al trono y reinó
diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas
las tribus de Israel como el lugar para honrar su nombre. Su madre era una
mujer de Amón que se llamaba Naama. 14 Fue un rey malvado, porque no buscó al
Señor con todo el corazón.
15 Los demás acontecimientos del reinado de Roboam,
desde el principio hasta el fin, están anotados en El registro de Semaías el
profeta y en El registro de Iddo el vidente, que forman parte del registro
genealógico. Roboam y Jeroboam estaban constantemente en guerra el uno contra
el otro. 16 Cuando Roboam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Luego su
hijo Abías lo sucedió en el trono.
Guerra entre Abías y Jeroboam
13 Abías comenzó a gobernar Judá en el año dieciocho
del reinado de Jeroboam en Israel. 2 Reinó en Jerusalén tres años. Su madre se
llamaba Maaca,[c] y era hija de Uriel de Guibeá.
Luego estalló la guerra entre Abías y Jeroboam. 3
Judá, dirigido por el rey Abías, entró en acción con un ejército de
cuatrocientos mil guerreros selectos, mientras Jeroboam reunió una tropa
selecta de ochocientos mil hombres de Israel.
4 Cuando el ejército de Judá llegó a la zona montañosa
de Efraín, Abías, de pie sobre el monte Zemaraim, le gritó a Jeroboam y a todo
Israel: «¡Escúchenme! 5 ¿No se dan cuenta de que el Señor, Dios de Israel, hizo
un pacto duradero[d] con David, y les dio a él y a sus descendientes el trono
de Israel para siempre? 6 Sin embargo, Jeroboam, hijo de Nabat, un simple
siervo de Salomón, hijo de David, se rebeló contra su amo. 7 Luego se le unió
toda una banda de sinvergüenzas, quienes desafiaron a Roboam, hijo de Salomón,
cuando todavía era joven y sin experiencia y no podía hacerles frente.
8 »¿Realmente creen que pueden oponerse al reino del
Señor el cual es dirigido por los descendientes de David? Puede que ustedes
tengan un enorme ejército, y tienen esos becerros de oro que Jeroboam les hizo
como dioses; 9 pero han expulsado a los sacerdotes del Señor (los descendientes
de Aarón) y a los levitas, y han nombrado a sus propios sacerdotes, al igual
que las naciones paganas. ¡Hoy día ustedes permiten que cualquiera sea
sacerdote! Quienquiera que se presente para ser dedicado y traiga un becerro y
siete carneros puede llegar a ser un sacerdote de esos así llamados dioses de
ustedes.
10 »Pero en cuanto a nosotros, el Señor es nuestro
Dios, y no lo hemos abandonado. Solo los descendientes de Aarón sirven al Señor
como sacerdotes, y solo los levitas pueden ayudarlos en su trabajo. 11 Ellos
presentan ofrendas quemadas e incienso aromático al Señor cada mañana y cada
tarde. Colocan el pan de la Presencia en la mesa sagrada y encienden cada noche
el candelabro de oro. Nosotros seguimos las instrucciones del Señor nuestro
Dios, pero ustedes lo han abandonado. 12 Así que como pueden ver, Dios está con
nosotros; él es nuestro líder. Sus sacerdotes tocan las trompetas y nos dirigen
en batalla contra ustedes. ¡Oh pueblo de Israel, no luches contra el Señor, Dios
de tus antepasados, porque no tendrás éxito!».
13 Mientras tanto, Jeroboam había enviado en secreto
una parte de su ejército para rodear por la retaguardia a los hombres de Judá y
tenderles una emboscada. 14 Cuando los de Judá se dieron cuenta de que los
estaban atacando por delante y por detrás, clamaron al Señor por ayuda.
Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, 15 y los hombres de Judá
empezaron a gritar. Al sonido de su grito de batalla, Dios derrotó a Jeroboam y
a todo Israel. Los derrotó de forma aplastante delante de Abías y del ejército
de Judá.
16 El ejército israelita huyó de Judá, y Dios lo
entregó derrotado en sus manos. 17 Abías y su ejército les causaron grandes
pérdidas; ese día murieron quinientos mil soldados selectos de Israel. 18 Así
que Judá venció a Israel en esa ocasión porque confió en el Señor, Dios de sus
antepasados. 19 Abías y su ejército persiguieron a las tropas de Jeroboam y
conquistaron algunas de sus ciudades, entre ellas Betel, Jesana y Efrón, junto
con sus aldeas vecinas.
20 De modo que Jeroboam de Israel nunca recuperó su
poder mientras vivió Abías, y finalmente el Señor lo hirió y murió. 21 Mientras
tanto, Abías de Judá se hizo cada vez más poderoso. Tuvo catorce esposas,
veintidós hijos y dieciséis hijas.
22 Los demás acontecimientos del reinado de Abías,
incluidos sus palabras y sus logros, están registrados en El comentario de Iddo
el profeta.
Footnotes:
12:3a O conductores de carros de guerra, o jinetes.
12:3b En hebreo y cusitas.
13:2 Así aparece en la mayoría de los manuscritos
griegos y en la versión siríaca (ver también 2 Cr 11:20-21; 1 Re 15:2); en
hebreo dice Micaías, una variante de Maaca.
13:5 En hebreo un pacto de sal.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale
House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
Romanos
8:24-39 Nueva Traducción Viviente (NTV)
24 Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si
uno ya tiene algo, no necesita esperarlo; 25 pero si deseamos algo que todavía
no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza).
26 Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra
debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en
oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden
expresarse con palabras. 27 Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que
el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes,[a]
en armonía con la voluntad de Dios. 28 Y sabemos que Dios hace que todas las
cosas cooperen[b] para el bien de quienes lo aman y son llamados según el
propósito que él tiene para ellos. 29 Pues Dios conoció a los suyos de antemano
y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera
el hijo mayor[c] de muchos hermanos. 30 Después de haberlos elegido, Dios los
llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la
relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él,
les dio su gloria.
Nada puede separarnos del amor de Dios
31 ¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas
como estas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra
contra? 32 Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás? 33 ¿Quién se atreve a
acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios
mismo nos puso en la relación correcta con él. 34 Entonces, ¿quién nos
condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por
nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e
intercede por nosotros.
35 ¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de
Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos
perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo
amenaza de muerte? 36 (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada
día; nos tratan como a ovejas en el matadero»[d]). 37 Claro que no, a pesar de
todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos
amó.
38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás
separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni
demonios,[e] ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana.
Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39
Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la
creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo
Jesús nuestro Señor.
Footnotes:
8:27 En griego por el pueblo santo de Dios.
8:28 Algunos manuscritos dicen Y sabemos que todo
coopera.
8:29 O fuera el supremo.
8:36 Sal 44:22.
8:38 En griego ni gobernantes.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale
House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
Salmos
18:35-50 Nueva Traducción Viviente (NTV)
35 Me has dado tu escudo de victoria.
Tu mano
derecha me sostiene;
tu ayuda[a]
me ha engrandecido.
36 Has trazado un camino ancho para mis pies
a fin de
evitar que resbalen.
37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé;
no me detuve
hasta verlos vencidos.
38 Los herí de muerte para que no pudieran levantarse;
cayeron
debajo de mis pies.
39 Me has armado de fuerza para la batalla;
has sometido
a mis enemigos debajo de mis pies.
40 Pusiste mi pie sobre su cuello;
destruí a
todos los que me odiaban.
41 Pidieron ayuda, pero nadie fue a rescatarlos.
Hasta
clamaron al Señor, pero él se negó a responder.
42 Los molí tan fino como el polvo que se lleva el
viento.
Los barrí a
la cuneta como lodo.
43 Me diste la victoria sobre los que me acusaban.
Me nombraste
gobernante de naciones;
ahora me
sirve gente que ni siquiera conozco.
44 En cuanto oyen hablar de mí, se rinden;
naciones
extranjeras se arrastran ante mí.
45 Todas pierden el valor
y salen
temblando de sus fortalezas.
46 ¡El Señor vive! ¡Alabanzas a mi Roca!
¡Exaltado
sea el Dios de mi salvación!
47 Él es el Dios que da su merecido a los que me
dañan;
él somete a
las naciones bajo mi control
48 y me
rescata de mis enemigos.
Tú me mantienes seguro, lejos del alcance de mis
enemigos;
me salvas de
adversarios violentos.
49 Por eso, oh Señor, te alabaré entre las naciones;
cantaré
alabanzas a tu nombre.
50 Le das grandes victorias a tu rey;
le muestras
amor inagotable a tu ungido,
a David y a
todos sus descendientes para siempre.
Footnotes:
18:35 En hebreo tu humildad; comparar 2 Sm 22:36.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale
House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
Proverbios
19:27-29 Nueva Traducción Viviente (NTV)
27 Hijo mío, si dejas de escuchar la instrucción,
le darás la
espalda al conocimiento.
28 Un testigo corrupto ridiculiza la justicia;
la boca del
perverso se traga de golpe la maldad.
29 El castigo está hecho para los burlones,
y la espalda
de los necios, para recibir golpes.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale
House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
No comments:
Post a Comment